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Colombia: Falsa Democracia

Colombia: Falsa Democracia
Falsa democracia

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[Colombia] Falsa democracia II: la democracia burguesa

Hernando Vanegas Toloza, Postales de Estocolmo. En el artículo de ayer abordamos, someramente, la historia de la democracia burguesa ...

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Imperialismo y democracia ¿Casa Blanca o Plaza de la Libertad?

Por James Petras
Traducido para Rebelión por Ricardo García Pérez

Introducción La relación entre imperialismo y democracia se ha debatido y analizado durante más de 2.500 años, desde en la Atenas del siglo V a.C. hasta en el Liberty Park de Manhattan. Los críticos actuales del imperialismo (y el capitalismo) afirman percibir una incompatibilidad esencial y citan las medidas del Estado policial en expansión que acompañan a las guerras coloniales, desde la legislación antiterrorista de Clinton y la «Ley Patriótica» de Bush hasta la orden de Obama del asesinato extrajudicial de ciudadanos estadounidenses en el extranjero.
Sin embargo, antes, muchos teóricos del imperialismo de diferentes sensibilidades políticas, que abarcan desde Max Weber hasta Vladimir Lenin, han sostenido que el imperialismo aglutinaba al país, reducía la polarización interna entre clases sociales y generaba trabajadores privilegiados que sustentaban activamente a los partidos imperiales y votaban por ellos. Un estudio histórico comparativo de las condiciones bajo las que convergen o divergen el imperialismo y las instituciones democráticas puede arrojar alguna luz sobre los retos y alternativas a que se enfrentan los florecientes movimientos democráticos emergentes en todo el planeta.
El siglo XIX
Durante el siglo XIX, la expansión imperial europea y estadounidense abarcó a todo el mundo. Fruto de su colaboración echaron raíces las instituciones democráticas, el derecho de sufragio se extendió a la clase trabajadora, emergieron partidos competitivos, se aprobó legislación social y la clase trabajadora incrementó su cuota de representación en las cámaras legislativas.
¿Fue el crecimiento simultáneo de la democracia y el imperialismo una correlación casual que reflejaba la divergencia y el conflicto de fuerzas contrapuestas, una de las cuales favorecía la conquista en el exterior y, la otra, promovía la política democrática? En realidad, hay grandes solapamientos entre la política pro imperialista y la democrática, y no solo entre las élites.
Durante el siglo XIX y, en especial, el siglo XX, sectores importantes de los partidos laboristas y socialdemócratas e infinidad de izquierdistas y socialistas revolucionarios destacados aunaron en un momento u otro el apoyo a las demandas de los trabajadores y la expansión imperial. No fue sino Karl Marx quien, en sus primeros escritos periodísticos para The New York Herald Tribune, apoyó críticamente la conquista británica de la India porque significaba una «fuerza modernizadora» que rompía barreras feudales, aun cuando apoyara (con ciertas críticas) las revoluciones europeas de 1848.
Las clases dominantes, la fuerza motriz del imperialismo, estaban divididas: algunas veían en las reformas «democráticas», en la «ciudadanía», un medio de incrementar el reclutamiento obligatorio masivo para las guerras imperiales; otros temían que las reformas democráticas reforzaran las demandas sociales y socavaran la acumulación de capital y poder por parte de la élite. Ambos tenían razón: a la mayor participación política acompañó un nacionalismo moderno virulento que alimentó la construcción del imperio. Al mismo tiempo, el acceso de las masas a los derechos democráticos supuso un refuerzo para las organizaciones de clase, que ponían en peligro o en cuestión el un régimen clasista. En el seno de las clases dominantes, las instituciones democráticas se consideraban un territorio en el que resolver pacíficamente los conflictos entre élites sectoriales rivales. Pero, cuando adoptaron un carácter masivo, se las percibió como amenazas políticas.
Los partidos imperiales y fundados en diferencias de clase competían por los votantes entre unos trabajadores urbanos con el derecho a voto recién adquirido. En muchos casos, las lealtades imperiales y de clase «coexistieron» en los mismo individuos. La pregunta de cuál de las dos, la conciencia imperialista o la de clase, acabaría siendo «dominante» o «destacada» dependía en parte de los éxitos o los fracasos de los proyectos políticos rivales más amplios.
Dicho de otro modo, cuando la expansión imperial triunfó con las fáciles conquistas derivadas de unas colonias lucrativas (en especial, las formadas por asentamientos), los trabajadores democráticos suscribieron el imperio. Fue así porque el imperio reforzaba el comercio, sobre todo el de unas exportaciones muy beneficiosas a cambio de importaciones muy baratas, al tiempo que protegía a los mercados y los fabricantes locales. A su vez, esta situación hizo aumentar el empleo y los salarios en sectores importantes de la clase trabajadora. En consecuencia, los partidos laboristas y socialdemócratas y los sindicatos no se opusieron al imperialismo, sino que de hecho lo apoyaron.
En cambio, cuando las guerras imperialistas desembocaron en conflictos sangrientos y caros prolongados, la clase trabajadora sustituyó su entusiasmo chovinista inicial por desencanto y oposición. Las exigencias democráticas de «poner fin a la guerra» dieron lugar a huelgas que se oponían a la desigualdad de los sacrificios realizados. Los sentimientos democráticos y antiimperialistas tendieron a fundirse.
El conflicto entre democracia e imperialismo quedaba aún más patente en los casos de derrota imperial y ocupación militar. Tanto la derrota de Francia en la guerra franco-alemana de 1870-1871 como la derrota alemana en la Primera Guerra Mundial desencadenaron levantamientos socialistas democráticos generalizados (la Comuna de París de 1871 y la revolución alemana de 1918) que combatían el imperialismo, la dominación ejercida por la clase gobernante y la totalidad del marco institucional imperial capitalista.
El imperialismo y el debate de la democracia y «la historia desde abajo»
Los historiadores, en especial los practicantes de la tan de moda «historia desde abajo», han exagerado los valores democráticos y las luchas de la clase trabajadora y han subestimado el apoyo prolongado y muy apreciable prestado por sectores importantes al éxito de la conquista y la expansión imperial. La idea de solidaridad de clase «intrínseca» o «instintiva» se trasluce en el papel activo de los trabajadores que en la conquista imperial han desempeñado como soldados, colonos en el exterior, marinos mercantes o capataces. Los colaboradores imperiales y los leales al imperio han sido numerosos entre los trabajadores ingleses y franceses y, especialmente más adelante, en el seno del movimiento sindical estadounidense.
La cuestión teórica reside en que la preponderancia de la conciencia y la acción democrática sobre la imperial entre los trabajadores depende de los resultados materiales y prácticos de las políticas imperiales y las luchas democráticas.
Los trabajadores y el imperialismo
La construcción de un imperio requiere que los trabajadores produzcan más por menos con el fin de exportar e invertir lucrativamente en las regiones colonizadas. Esto llevó al conflicto entre capital y trabajo, sobre todo en la primera fase de la expansión imperial. Cuando los gobernantes imperiales consolidaron su dominio sobre los países colonizados, intensificaron la explotación de los mercados, de la mano de obra y de los recursos. Las exportaciones imperiales acabaron con los competidores locales. Los beneficios aumentaron, los salarios se incrementaron y los trabajadores abandonaron su oposición inicial al imperialismo para reclamar su cuota del incremento de los ingresos de unos productores orientados a la exportación. Los dirigentes de los trabajadores y los sindicalistas aprobaron las políticas de «preferencia imperial» que protegían a los sectores industriales locales frente a la competencia y privilegiaban el controlo monopolista de los mercados coloniales. Lo hicieron porque las políticas imperiales preservaban los puestos de trabajo y elevaban el nivel de vida.
Los trabajadores más activos en los conflictos sociales, incluidos en listas negras o encarcelados, se mudaron voluntariamente o fueron deportados a países colonizados. Una vez instalados en el extranjero se les concedió acceso privilegiado a empleos mejor pagados como capataces o empleados cualificados o fueron ascendidos a cargos de dirección. Los trabajadores militantes dependientes del imperio, una vez en el extranjero, se convirtieron en colaboradores coloniales. Muchos animaron a antiguos compañeros de trabajo, parientes o amigos a unirse a ellos como colonos de éxito o trabajadores contratados. La «domesticación» de trabajadores y la reconciliación de los sentimientos democráticos e imperialistas fue causa y consecuencia del éxito del imperialismo.
Lealtad al imperio: no solo por pan
Aunque los beneficios materiales que acumulan los trabajadores gracias al «éxito del imperialismo» son un factor que fortalece la conciencia imperial de los trabajadores, también se veían reforzados por una gratificación simbólica; era igualmente importante la sensación de ser miembro del «país dominante del mundo» en el que «el sol no se ponía nunca». Es raro encontrar un país en el que la mayoría de los trabajadores exprese «solidaridad» con los mineros explotados, los recolectores de las plantaciones o los campesinos desplazados y los pequeños propietarios indígenas de las «colonias». Cuanto más fuerte era la garra de la potencia colonial, mayores las «oportunidades coloniales», más largos los vínculos coloniales, más profunda la penetración económica y más fuerte el sentimiento de superioridad imperial entre los trabajadores de los estados imperiales. No es raro que los trabajadores, los sindicatos y el Partido Laborista británico pusieran pocas objeciones a la brutalidad de las guerras del opio imperiales contra China y a las hambrunas genocidas inducidas por el imperio en Irlanda en el siglo XIX y en la India en el siglo XX. Asimismo, los partidos de los trabajadores franceses, en especial los socialistas, estuvieron en la primera línea del frente de las guerras coloniales posteriores a la Segunda Guerra Mundial contra Indochina y Argelia, y solo le dieron la espalda ante la inminente derrota y la desintegración interna. Con el mismo espíritu, las guerras coloniales victoriosas estadounidenses contra Cuba y Filipinas, su invasión de países caribeños y centroamericanos, estuvieron apoyadas por la Federación del Trabajo estadounidense y por muchos «trabajadores de a pie», aun cuando una minoría de trabajadores «radicalizados» se opusiera a ellas. El «giro parcial» de la mano de obra contra las guerras coloniales estadounidenses producido durante las guerras de Corea, Vietnam y Afganistán fue consecuencia de derrotas prolongadas y de los elevados costes económicos sin ninguna victoria a la vista. Se debería añadir que los trabajadores estadounidenses, al oponerse a las guerras imperiales, no manifestaban solidaridad alguna con los movimientos de liberación nacional y de trabajadores de los países colonizados.

El imperialismo y los «verdaderos demócratas»
Sostener, como han hecho algunos en la izquierda, que el imperialismo no coexiste con la «verdadera» democracia es sostener que los últimos 150 años han carecido de elecciones libres, competencia entre partidos y derechos ciudadanos, por reducidos que hayan sido, en especial, durante la última década. La realidad es que la intervención y la expansión imperiales se han inspirado precisamente en la sensación de «obligación» de los ciudadanos de mantener las instituciones democráticas, que ha permitido a los dirigentes imperiales obtener legitimidad y apoyo ciudadano activo u obediencia para librar guerras coloniales sangrientas e, incluso, genocidas.
Si la democracia no ha sido normalmente un obstáculo para la expansión colonial, sino de hecho un agente facilitador bajo determinadas circunstancias, ¿bajo qué condiciones los movimientos ciudadanos y de trabajadores han dado la espalda a las guerras imperiales? ¿Cuál ha sido la respuesta política de la clase gobernante cuando la mayoría del electorado se ha vuelto contra las guerras imperiales? Dicho de otro modo: cuándo las instituciones democráticas han dejado de operar como vehículos de las políticas imperiales, ¿qué pasa?
De la democracia imperial al Estado policial imperial
Los últimos diez años nos brindan enseñanzas importantes sobre la relación entre imperialismo y democracia en Estados Unidos.
Empezando por las controvertidas circunstancias políticas que rodean al hecho de que terroristas conocidos pudieran entrar en Estados Unidos y secuestrar aviones el 11 de septiembre de 2001, el gobierno estadounidense emprendió dos grandes guerras coloniales y numerosos ataques terrestres y aéreos directos «clandestinos» en Somalia, Yemen, Pakistán, Libia y otros países. La «guerra global contra el terrorismo» iniciada bajo el régimen de Bush y desarrollada por cargos militaristas-sionistas veteranos no electos en cooperación con la OTAN e Israel fue apoyada por el Congreso, elegido democráticamente. En ese aspecto, la inmensa mayoría del electorado, influido por una descomunal campaña de propaganda basada en el miedo, la manipulación informativa y las mentiras respaldó las guerras contra el terrorismo.
Dado el alcance y la amplitud sin precedentes de las guerras (una guerra global contra el terrorismo), el inmenso incremento del gasto militar y los grandes desembolsos para un aparato interno (el Departamento de Seguridad Nacional) represivo (de seguridad), se construyó un nuevo Estado policial de carácter marcadamente ejecutivo que sustituyó a la institución democrática vigente y a los derechos de los ciudadanos.
La trayectoria de la política imperial pasó de los primeros éxitos militares a una ocupación prolongada problemática. Esto desencadenó una escalada de la resistencia, el aumento de los gastos del Estado, la profundización de las crisis fiscales, la degradación social y una creciente oposición política.
Como sucediera en el pasado, las guerras imperiales de la actualidad que son prolongadas, costosas y para las que no hay una victoria decisiva a la vista, han desembocado en el desencanto ciudadano, seguido por un rechazo frontal y cada vez mayor. Las mayorías asalariadas que votaron a los legisladores imperiales y respaldaron una legislación que ampliaba sus competencias, incluidas leyes (la Ley Patriótica) que dejaron en suspenso derechos civiles y constitucionales elementales, se han apartado de la agenda imperial. Hoy, la mayoría democrática da prioridad a sus intereses económicos de clase, sobre todo en una situación de recesión prolongada y con una tasa de desempleo y subempleo próxima al 20 por ciento. Empezando entre los años 2008-2011, las guerras interminables y las crisis prolongadas han desencadenado un conflicto entre democracia e imperialismo.
En otras palabras, la mayoría democrática se ha convertido en un obstáculo para llevar a cabo y desarrollar guerras imperiales. La actividad militar imperial en Iraq, Afganistán, Libia, etc., no arrojó victorias rápidas, conquistas de mercados de exportación lucrativos, ni apropiación de recursos naturales. No se han creado puestos de trabajo y no ha repercutido ningún beneficio sobre los empleados y trabajadores del país imperial. Los elevados gastos de armamento han reducido las inversiones públicas que emplean mano de obra intensiva en proyectos de infraestructuras pendientes y críticos. El reducido número de puestos de trabajo peligrosos en los países ocupados ha sido poco atractivo y demasiado arriesgado para los desempleados.
Dicho de otro modo, a diferencia de la mayoría de las guerras coloniales-imperiales anteriores, nada de la riqueza saqueada se ha utilizado para obtener la lealtad de los trabajadores al imperio. La carga del imperio ha recortado progresivamente los salarios y el nivel de vida de los asalariados. Con el paso del tiempo, una fiscalidad regresiva ha erosionado todo sentido de la grandeza o la superioridad chovinista. Por el contrario, los ciudadanos del imperio han desarrollado un complejo de inferioridad política. Ante la oposición islámica decidida y el creciente poderío económico de China, se han abierto paso una belicosidad exagerada entre una minoría y una introspección crítica en la mayoría. Ha ganado peso la conciencia popular de que en Washington y en Wall Street «hay algo esencialmente malo». Los primeros cantos de guerra y la despreocupada agitación de banderas, cuando los ejércitos del Imperio partieron hacia Afganistán e Iraq, fueron sustituidos por un derrotismo iracundo contra unos dirigentes engañosos. Más del 80 por ciento de la opinión pública actual manifiesta una opinión negativa del Congreso y rechaza a ambos bandos en guerra. Contra la Casa Blanca, el Pentágono y el Departamento de Seguridad Nacional se esgrimen opiniones negativas similares.
Transcurrida una década de guerra y cuatro años de crisis económica, han estallado las protestas masivas y el movimiento «Ocupa Wall Street» pone nuevas alternativas sobre la mesa, lo que altera la agenda imperial con una enérgica denuncia de la élite militarista-financiera.
Los gobernantes ejecutivos, en especial los aparatos judicial, de inteligencia y policial, han impuesto cada vez más medidas arbitrarias propias de un Estado policial. El Departamento de Seguridad Nacional somete a vigilancia a decenas de millones de personas. El Estado policial intercepta miles de millones de comunicaciones por fax, correos electrónicos y páginas web e interviene llamadas telefónicas. El vínculo entre imperialismo y democracia se rompió en el momento en que un imperio en decadencia ya no podía conseguir el apoyo o la obediencia del electorado.
Las agencias de inteligencia han inventado tramas terroristas cada vez más absurdas. La conspiración iraní de la bomba contra el embajador de Arabia Saudí en Washington ha representado la tentativa más burda y primitiva por recuperar el apoyo público al militarismo imperial en la región del Golfo. Aparte de la configuración de poder sionista-pro israelí, políticamente muy influyente pero infinitamente reducida, la opinión pública estadounidense no se distrae de su programa en el interior: reclamar puestos de trabajo en el país y oponerse a Wall Street.
A medida que el conflicto entre imperialismo y democracia se ha ido intensificando, el anterior «consenso» se ha ido quebrando. La Casa Blanca y el Congreso se inclinan por un imperialismo respaldado por un Estado policial profundamente antidemocrático. La mayoría del electorado avanza utilizando los derechos democráticos que le quedan para orientar el programa político del imperio hacia una república social.
Conclusión
Hemos defendido que imperio y democracia han sido complementarios en momentos de imperialismo ascendente. Hemos mostrado que cuando las guerras de conquista han sido cortas y baratas, y cuando los resultados han sido lucrativos para el capital y generadores de empleo para la mano de obra, las mayorías democráticas han prestado apoyo a las élites imperiales. Las instituciones democráticas han prosperado cuando los imperios en el exterior han suministrado mercados, abaratado recursos y elevado el nivel de vida. Los trabajadores han votado por partidos imperiales, sostenido opiniones favorables de las autoridades ejecutivas y legislativas y vitoreado a los veteranos de guerra coloniales (nuestras tropas). Algunos incluso se presentaron voluntarios y se alistaron en el ejército. Con gran apoyo ciudadano al imperio, el Estado más o menos «se atuvo» a las garantías constitucionales. Pero el matrimonio entre democracia e imperialismo no es «estructural». Depende de una serie de condiciones variables, que pueden causar una ruptura profunda entre ambos, como estamos viendo en la actualidad.
Las guerras imperiales prolongadas, perdidas y costosas que erosionan cada vez más el nivel de vida de más de una generación han socavado el consenso entre los gobernantes imperiales y los ciudadanos democráticos. Los primeros indicios de esta divergencia potencial fueron palpables durante la última época de la Guerra de Corea, cuando la opinión pública se volvió contra el presidente Truman, arquitecto de la Guerra Fría y de la invasión estadounidense de Corea. Aparecieron más evidencias durante la Guerra de Vietnam. Ante una guerra prolongada y que se perdía, que puso en peligro la vida y las oportunidades de decenas de millones de estadounidenses en edad de reclutamiento, millones de civiles y el ejército han optado por poner fin a la guerra y cuestionar las intervenciones imperiales. El Estado represivo todavía no estaba lo bastante organizado para aterrorizar y contener el levantamiento democrático de la década de 1970. El fin de la Guerra de Vietnam representó el punto más alto del afán de los Estados Unidos democráticos por contrarrestar el imperialismo y reconstruir la república.
Las posteriores intervenciones imperiales reducidas, rápidas, baratas y militarmente victoriosas en Panamá, Granada, Haití y otros lugares no provocaron ningún conflicto entre imperialismo y democracia. Tampoco las guerras clandestinas y vicarias en Nicaragua, El Salvador, Guatemala, Angola, Mozambique, Afganistán y los Balcanes suscitaron ninguna oposición democrática significativa, puesto que fueron baratas (en vidas y en fondos) y no fueron acompañadas de ningún recorte acusado de gastos sociales e ingresos.
Algunos estrategas imperiales contemplaban desde la misma óptica la aparición de las guerras ofensivas en curso en Afganistán, Iraq y mundial: victorias rápidas, baratas y con bajo coste en el interior. Una autoridad pro israelí que ocupa un alto cargo en el Pentágono sostuvo incluso que la invasión y ocupación de Iraq se «autofinanciaría» mediante la apropiación del petróleo.
Las guerras del siglo XXI han resultado ser de otra forma: siguieron la pauta de Corea y Vietnam, no la de América Central y el Caribe. Las guerras del siglo XXI, inmensamente caras, no han desembocado en victorias aceleradas y, peor aún, se han producido en mitad de una crisis económica sin precedentes, sin la expansión del mercado y el sector manufacturero de las décadas de 1950 y 1960 que habían amortiguado la retirada de Corea y Vietnam.
La divergencia entre imperialismo y democracia se ha agudizado. La disidencia democrática se ha incrementado y el Estado policial se ha vuelto más prominente y directo. El imperialismo recurre cada vez más a «tramas terroristas ficticias en el interior y en el exterior» para acrecentar los poderes de la maquinaria represiva y gobernar por orden. Las exhortaciones de la Casa Blanca suenan a hueco. La opinión pública otorga cada vez menos credibilidad a las afirmaciones de sus gobernantes de que haya detenciones arbitrarias «justificables», vigilancia generalizada y asesinatos extrajudiciales de ciudadanos estadounidenses (e incluso de sus hijos).
Ahora nos enfrentamos a riesgos a gran escala y a largo plazo, intrínsecos de las democracias imperiales. No por «contradicciones internas», sino porque antes o después las potencias imperiales encuentran la horma de su zapato en forma de luchas prolongadas libradas por movimientos de liberación antiimperialistas y nacionales. La ruptura entre democracia e imperialismo tiene lugar solo cuando las guerras imperiales imponen su coste en los salarios y en la mayoría asalariada. Entonces, y solo entonces, se ponen en marcha las fuerzas democráticas para crear una república democrática, con justicia social y sin imperio.
El peligro actual es que las estructuras imperiales están profundamente arraigadas en todas las instituciones políticas clave y están respaldadas por un aparato estatal policial de una envergadura y una dispersión sin precedentes, al que se llama Departamento de Seguridad Nacional. Tal vez tenga que ser un gran impacto político-militar externo el que encienda el tipo de levantamiento democrático masivo necesario para transformar un Estado policial imperial en una república democrática. Ante las derrotas militares en el exterior y una crisis económica interna implacable y cada vez más profunda, el régimen gobernante padece una creciente sensación de aislamiento e impotencia. El peligro es que estos miedos y frustraciones induzcan a la Casa Blanca a tratar de recuperar apoyo popular atacando Irán con un pretexto inventado. Un ataque estadounidense-israelí a Irán se traducirá en una conflagración de ámbito mundial. Los pozos petrolíferos saudíes y del Golfo Pérsico arderán en llamas. Las vías de comunicación y transporte esenciales quedarán bloqueadas. El precio de la gasolina se disparará mientras que las economías asiática, europea y estadounidense se desplomarán. Irán podría tomar represalias y las tomaría. Los soldados iraníes con sus aliados iraquíes sitiarían a los destacamentos estadounidenses en Bagdad. Afganistán y Pakistán y el resto del mundo musulmán tomaría las armas. Las tropas estadounidenses se rendirían o se retirarían. La guerra dejaría hechas trizas las arcas públicas estadounidenses. Se produciría una espiral descontrolada de déficit. El desempleo se duplicaría. Esta probable secuencia de acontecimientos desencadenaría un movimiento democrático masivo y una lucha decisiva entre una república emergente que se esforzaría por nacer y un imperio en decadencia que amenazaría con arrastrar al mundo al infierno de su propia desaparición.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

"Situación en el mundo del derecho a la Rebelión"

28 y 29 de octubre Sta. Cruz de Tenerife, Jornadas internacionales



La Red Canaria por los DD.HH. en Colombia es un espacio de coordinación de colectivos sociales, sindicales y políticos de Canarias, que decidieron emprender tareas de solidaridad con las víctimas de los crímenes de Estado para denunciar las sistemáticas violaciones de los Derechos Humanos y del Derecho Internacional Humanitario, que sufren personas y colectivos civiles colombianos, especialmente organizaciones sindicales, campesinas, de derechos humanos y grupos políticos de oposición. 

Estamos organizando para los días 28 y 29 de Octubre de 2011 en Tenerife (Islas Canarias) , unas jornadas para tratar de “analizar la situación en el mundo del Derecho del recurso a la Rebelión desde las ópticas jurídica, ética, política, económica y social, y los intentos de aplicación del Derecho Internacional Humanitario a distintos modelos de conflictos armados”.

Pretendemos comenzar analizando el concepto mismo de rebelde, su aplicación perversa en algunos casos y su negación en otros. A pesar de ser un tema difícil de abordar lo consideramos impostergable ante la deriva autoritaria de los Estados con el desarrollo de las denominadas “legislaciones antiterroristas” que, desde nuestra postura, niegan el carácter político del rebelde para tipificarlo como un delincuente de especial peligrosidad ajeno a móviles altruistas. De esta manera se niega al interlocutor político en la resolución de los conflictos y, por tanto, también el carácter político, económico y social de los conflictos armados. Se cierra así, de ese modo, las posibles soluciones a través de la negociación política o, al menos, la negociación para la aplicación de los principios más universales del Derecho Internacional Humanitario.

Entendemos que si bien el Derecho Internacional Humanitario fue concebido para las guerras entre Estados, es posible y necesario hacer un esfuerzo a fin de adaptarlo a guerras asimétricas como la colombiana con el objetivo, a corto plazo, de limitar las hostilidades y el sufrimiento, permitiendo en consecuencia un clima más apropiado para unas negociaciones políticas más profundas que trasciendan la mera promesa de amnistí a y que aborden la resolución de un conflicto armado que hunde sus raíces en las enormes injusticias sociales que sufren las clases oprimidas en Colombia, situación estructural que de ser mantenida impedirá alcanzar una paz duradera.

Las jornadas tendrán lugar los días 28 y 29 de Octubre de 2011, y en ellas contaremos con la participación de los siguientes ponentes:

Día 28 de Octubre:
  • Santiago Alba Rico, cuya aportación a las jornadas será la ponencia: “Condición humana, derecho a la rebelión y alternativas post-capitalistas”. Es escritor, ensayista, licenciado por la Universidad Complutense de Madrid, que ha publicado multitud de libros de ensayo sobre filosofía , política y antropología , como por ejemplo: “Las reglas del caos. Apuntes para una antropología del mercado”, “Iraq un cuento para niños”, “Partes de guerra y prosas de resistencia”; y también junto a otros autores: “Crímenes de guerra”, "Medios violentos. Palabras e imágenes para la guerra", "Washington contra el mundo". Además de colaborar como redactor en varias revistas y medios de comunicación, también hizo aportaciones al guión del documental “Bagdad Rap” de Arturo Cisneros. Ha vivido varios a ños en el Cairo y actualmente reside en Túnez.
  • Enrique Santiago Romero, desarrollará la ponencia: “Terrorismo o Rebelión ”. Aspectos jurídicos globales”. Este político y abogado español es autor de un intenso trabajo de gran interés en el ámbito de la Solidaridad y los Derechos Humanos. Ha sido hasta noviembre de 2006, Secretario General de CEAR, (Comisión Española de Ayuda al Refugiado). Como político, procede de los Colectivos de Jóvenes Comunistas, (organización juvenil del P.C.P.E.), posteriormente ingresó en la Unión de Juventudes Comunistas de Espa a (organización juvenil del PCE), donde se desempeñó como Secretario General entre 1990 y 1992, y actualmente es Secretario de Refundación y Movimientos Sociales de Izquierda Unida. Como abogado ha desempeñado un importante trabajo en diversas organizaciones de solidaridad internacional. Fue miembro del equipo jurídico en la acusación popular contra el ex-dictador chileno Augusto Pinochet por crímenes contra la humanidad; representó a la delegación de ONG’s y organizaciones sociales que participaron como observadores en el referéndum presidencial en Venezuela en agosto de 2004; ejerce como abogado de Remedios Garcí a , defensora de derechos humanos española, la cual fue técnico cooperante que participó en los diálogos del Caguán, donde se buscaba una salida negociada al conflicto armado colombiano y actualmente acusada en Españ a de pertenecer a “organización terrorista”.
Para el sábado 29 de Octubre bajo el título de Análisis del Conflicto Colombiano, está previsto abordar la evolución en el tratamiento jurídico de la rebelión por parte del Estado colombiano en el actual conflicto armado.

Día 29 de Octubre:
  • Abrirá las jornadas de la mañana Mª Lledón Soriano Segarra (Lidón) con la ponencia “Escenarios de luchas, violencias y emancipación”. Lidón es profesora en la Universidad Camilo José Cela de Madrid, coordinadora de la Red Solidaria contra la Ocupación de Palestina y coordinadora desde hace varios a ños de las brigadas a Palestina del Komite Internazionalistak de Euskal Herria. Ha participado como coautora en dos libros, “Palestina tiene nombre de mujer” y “El siglo XXI: el siglo de oro de las mujeres”. Sus crónicas sobre el conflicto abierto en Oriente Medio son reflejo de una lucha encarnizada en la que, según opina, "todos y todas tenemos una pequeñ a gran responsabilidad".
  • La segunda ponencia de la mañana que lleva el título “¿Resistencias o terrorismo?” El testimonio de un periodista en varias guerras” correrá a cargo de Unai Aranzadi , un premiado documentalista, escritor y fotoperiodista especializado en conflictos armados y derechos humanos. Sus documentales han sido emitidos en la BBC WORLD SERVICE, AL JAZEERA ENGLISH y CANAL +, entre otros. Sus escritos y fotografías han sido publicados por El País, Der Spiegel, Reuters y The Washington Post. Ha trabajado en Somalia, Irak, Afganistán, Líbano, Chechenia, Palestina, Congo, Colombia, Kurdistán, Chiapas y Honduras entre otros espacios de conflicto. Desde 2001 es Director de INDEPENDENT DOCS TV News and Media. Su trabajo se define desde un ángulo periodístico alternativo, que utiliza los medios de comunicación para promover un cambio social que mejore la vida de las mayorías. Ejerce un periodismo que permite conocer, por ejemplo, los motivos de la rebelión alegados por los propios rebeldes, sin adulterar los contenidos con efectos que generen impacto, morbo, sensacionalismo y que persiguen construir una opinión interesada, limitándose a mostrar simplemente lo que ve y escucha. Esto es imprescindible para romper con el cliché de “terrorista”, cuyo objetivo es desposeer al rebelde de su carácter político altruista, rebajándolo a “delincuente especialmente peligroso”, con “fines ocultos y egoístas” con el que no cabe la negociación, porque se trata de un “problema de seguridad del Estado”.
El mismo sábado 29 de octubre en horario de tarde, continuaremos con dos ponencias con las que se pretende abordar la temática de la “geopolítica de la rebeldía y sentidos de las nuevas revueltas sociales”.
  • Comenzaremos con la ponencia “el delito político en Colombia y la legislación anti-terrorista” que expondrá Leonardo Jaimes Marín, abogado colombiano especializado en Derecho Penal y en la defensa de población judicializada por razones políticas. Acompañ a desde lo jurídico a comunidades campesinas en resistencia en su proceso de construcción de la memoria histórica. Ha participado en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA en casos como la masacre de Trujillo y ha colaborado en la preparación de casos ante la Audiencia Nacional española por crímenes de lesa humanidad. Es apoderado judicial de rebeldes capturados por el Estado colombiano y autor de varias publicaciones sobre Delito Político y Derecho Internacional Humanitario. Su papel en las jornadas serí a abordar la evolución en el tratamiento jurídico de la rebelión por parte del Estado colombiano.
  • Tras su intervención se abordará la ponencia: “ derecho humanitario, guerras asimétricas y rebelión ” por parte del también colombiano, Carlos Alberto Ruiz Socha , abogado residente en España , exiliado desde 1998. Trabajó en la década de los 90 como defensor de Derechos Humanos y presos políticos. Es miembro de varios organismos defensores de derechos humanos como la Comisión Justicia y Paz y el Instituto ILSA, directivo de la Liga Internacional por los Derechos de los Pueblos y asesor externo de la Comisión Gubernamental para la Humanización del Conflicto Armado y la Aplicación del Derecho Internacional Humanitario en Colombia. Profesor universitario y Doctor en Derecho , con Tesis Cum Laude por unanimidad, por la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. Autor del libro "La rebelión de los límites. Quimeras y porvenir de derechos y resistencia ante la opresión" y de multitud de ensayos de análisis político y jurídico sobre Palestina, Colombia y temas de derecho internacional.
Por último, bajo el título: “Las tareas de la indignación”, pretendemos englobar la presentación de las conclusiones y el plan de trabajo. Nuestra intención es dar a estas jornadas un carácter internacional para reactivar un debate necesario e impostergable como hemos explicado antes. Por ello también hemos solicitado la asistencia en condición de invitados, de representantes del Frente Polisario y del Frente Popular de liberación Palestina, así como delegados observadores del ALBA y del Tribunal Permanente de los Pueblos y de diferentes organizaciones dentro de los ámbitos, político, social y sindical, tanto nacionales, como internacionales.


Fuente: http://rcanariaddhhcolombia.blogspot.com/

TLC y la destrucción del agro en Colombia

Luchar contra los TLC es preparar la cosecha para las generaciones del futuro.
Tejido de Comunicación y Relaciones Externas para la Verdad y Vida - ACIN | Para Kaos en la Red | 27-10-2011 a las 4:46 | 147 lecturas
www.kaosenlared.net/noticia/tlc-destruccion-agro-colombia
Esperanzas y desesperanzas Ver cómo la tierra, el territorio, la producción agropecuaria y el sector rural toman las primeras planas y suscitan un debate nacional es verdaderamente motivo de esperanza.

El Informe Nacional deDesarrollo Humano 2011 Colombia Rural, elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD, ha significado una contribución de calidad para acercar a los colombianos al conocimiento de la realidad del campo colombiano y a la importancia que ella tiene para la vida de las ciudades y de cada uno de los colombianos.

El Congreso Nacional deTierras y Territorios realizado en Cali, con la participación de por lo menos 8 mil personas y los amplios debates realizados durante su transcurso, demostraron la vitalidad que tiene en la base de la sociedad la lucha por resolver las cuestiones del territorio.

Los TLC

En contraste, entró en vigencia el TLC con Estados Unidos, que cayó sobre las comunidades agropecuarias y sobre el sector agropecuario como un derrumbe de hielo y no solamente como una “ducha fría”, al decir del ministro de Agricultura cuando declaró lo que bien se sabe, que “no estamos preparados para el TLC”.[1]   Las importaciones vía TLC con Estados Unidos perjudicarán seriamente a arroceros, lecheros, avicultores y productores de maíz y otros granos.

Los efectos se presentarán “en los principales cultivos transitorios desarrollados en el país, tales como cereales (arroz, maíz amarillo, maíz blanco, sorgo y trigo), leguminosas (frijol y arveja) y algunas hortalizas (tomate, cebolla y zanahoria), así como en algunas actividades pecuarias como las carnes de pollo y de cerdo. En estas circunstancias, es previsible esperar que la reducción en los precios internos tenga como consecuencia una disminución en el área sembrada y en la producción nacional de estos bienes… con el consecuente aumento del grado de dependencia alimentaria del país”.[2] El mercado del fríjol y el maíz amarillo, productos claves para el campesinado, se vería fuertemente afectado.[3]

Con el TLC, los campesinos, en promedio, perderán el 10,5% de sus ingresos; el sector más afectado, el 28% de los campesinos, perdería entre el 31% y el 45% de sus ingresos.[4] El azúcar, que conseguiría un impacto comercial positivo[5], no es un producto campesino y está controlado por unas pocas grandes empresas.

Pero el impacto del TLC no es solamente comercial. En realidad, como lo ha dicho recientemente el Consejo Regional Indígena del Cauca, se trata de una nueva Constitución que negó laparticipación del constituyente primario.[6]

Los litigios con los inversionistas extranjeros ya no deberán ser resueltos en los tribunales nacionales de acuerdo con la ley y Constitución de Colombia (ni con las de Estados Unidos), sino que podrán ser resueltos por árbitros privados extranjeros “de acuerdo con las costumbres del comercio internacional”. Nada peor que eso. ¿Dónde quedan ahí los derechos de los pueblos indígenas y los afrocolombianos?

Las transnacionales podrán patentar seres vivos y apropiarse por esa vía de la biodiversidad del país. Los regímenes de patentes impuestos someterán las semillas, los insumos y los medicamentos.

Todos los servicios públicos quedarán liberados al lucro de los inversionistas extranjeros: agua, salud, educación, asistencia agropecuaria, comunicaciones, transporte, abastecimiento de alimentos. Ni la nación ni las entidades territoriales podrán establecer, como existe en otros países del continente, un régimen especial de abastecimiento de productos campesinos.

Las concesiones mineras servidas a granel, así como otros contratos y medidas lesivas que benefician a las transnacionales no se podrán modificar sin indemnizar a los inversionistas en la cantidad que hubieran ganado si no se modificaran.

Esa seguridad jurídica se amplía para beneficiar a los inversionistas si las leyes son modificadas en su contra. Es una catástrofe del régimen constitucional y democrático. Cuando cierta autoridad tuvo que responder cuáles gobiernos democráticos había instaurado primero ese régimen de “seguridad jurídica”, tuvo que contestar que el gobierno de Pinochet en Chile y el rey de Arabia Saudita.

Por otra parte, hay que añadir que otros TLC con Canadá y Suiza ya entraron en vigencia y hace fila el TLC con la Unión Europea, cuyo impacto negativo sobre el sector agropecuario, sería para granos y otros productos agrícola, alimentos primarios y pesca primaria,[7] y cuya aplicación lesionará a más de 400 mil familias productoras de leche[8] y la repercusión sobre el empleo se haría sentir.

El agro colombiano va a ser un gran perdedor con los TLC. Puede compararse el estancamiento del sector agropecuario de México que tiene TLC con el dinamismo del sector en el Mercosur que no tiene TLC, para darse cuenta del panorama triste que espera al sector agropecuario colombiano, ya estancado por las importaciones, la destrucción de las instituciones estatales del sector y el alto costo de la tierra.

En México, debido al TLC, Estados Unidos captó una mayor porción del mercado, sobre todo en cereales, oleaginosas, productos cárnicos, carnes preparadas, frutas y hortalizas y arroz y afianzó su posición predominante en maíz y sorgo. En particular, el maíz, junto con el fríjol, son los perdedores netos de la negociación del TLC. Aunque las importaciones estadounidenses de hortalizas mexicanas también crecieron, las de otros países como Canadá, Holanda y España tuvieron un dinamismo mayor, de modo que la participación relativa de México en las importaciones estadounidenses decreció.[9]

El estancamiento agropecuario en México ha causado la pérdida de por lo menos un millón trescientos mil empleos, el descenso del salario real rural y el aumento de la emigración hacia Estados Unidos, donde una multitud de mexicanos se ve obligada a soportar la condición de “ilegales”.

El TLC aumentará las ya grandes dificultades del sector agropecuario colombiano y le impondrá nuevas normas supraconstitucionales que obstaculizarán el ejercicio de los derechos colectivos de campesinos, afros e indígenas.

La legislación del despojo

Otro factor negativo empaña la esperanza: abren el Informe de Desarrollo Humano, el Congreso de Tierras y además las declaraciones y medidas del gobierno buscando retornar la tierra a los despojados y desenredar las irregularidades que articularon despojos jurídicos con despojos violentos. Se trata de la insistencia en mantener y multiplicar normas que permiten despojar a los campesinos, afros e indígenas.

Hay un contencioso desde finales del siglo XIX. La lucha campesina e indígena enfrentó múltiples escrituras fabricadas por notarios venales y que servían para despojar a los campesinos poseedores, a los resguardos indígenas coloniales y a los territorios indígenas aun reconocidos. Desde entonces la lucha contra el despojo se orientó hacia el reconocimiento único de las escrituras otorgadas por el estado y el desconocimiento de las fabricadas en las notarías o en cualquier otro lugar.

La Corte Suprema de Justicia dictaminó dos sentencias memorables al respecto: la primera el 15 de abril de 1926 con ponencia del magistrado Luis Felipe Rosales y con el voto favorable de sus compañeros de sala, los magistrados Julio Luzardo Fortoul y Francisco Tafur y la segunda el 26 de mayo de 1934 con ponencia del magistrado Enrique Becerra, según las cuales y en virtud de los dispuesto por el artículo 44 del Código Fiscal, ley 110 de 1912, se presume baldío bajo el dominio de la nación todo predio del cual un particular no demuestre dominio mediante un título originario del Estado.

Si el terreno se presume baldío, el campesino que lo posee no puede ser lanzado por un presunto propietario que solamente exhiba escrituras fabricadas en una notaría. Por otra parte, quienes detentan títulos originarios del Estado, como los colonos a los cuales el Estado ha adjudicado en propiedad un baldío, o actualmente los resguardos indígenas y territorios colectivos de comunidades negras constituidos o ampliados por el Incora o Incoder, pueden estar seguros de que su derecho no se verá burlado por quien alegue una escritura fabricada antes de la constitución de la propiedad colectiva. De manera que los derechos de la nación protegen a la vez al colono campesino, al indígena y al afrocolombiano.

Si bien los artículos 2 y 3 de la ley 200 de 1936 mediatizaron las importantes sentencias de la Corte Suprema, mantuvieron la presunción de ser baldío un terreno no poseído y fijaron el 19 de febrero de 1917 la fecha límite para el debido registro de títulos no originarios del Estado que pudieran ser prueba de propiedad en cualquier caso y no sólo cuando se tratara de saber si un predio es o no baldío. La ley 160 de 1994 no derogó expresamente estas normas y como lo afirmó el Consejo de Estado en auto del 28 de junio de 1996 la supuesta derogatoria es “discutible por lo demás”.

La ley 1152 de 2007, en cambio y teniendo en cuenta toda la jurisprudencia y la realidad social, operó, mientras estuvo vigente, un cambio totalmente regresivo en cuanto al establecimiento de la propiedad, de manera que no solamente derogó lo dispuesto en la ley 200 de 1936, sino golpeó lo dispuesto en el Código Fiscal de 1912 y lo interpretado por la Corte Suprema al respecto. Esto concordaba con la reducción del término de prescripción, dispuesta en la ley 791 de 2002 y fue completado con la legalización de la falsa tradición por la ley 1182 de 2008. Resulta terrible que se quiera reparar esta máquina de despojo, en vez de desbaratarla y se validen ahora las escrituras fabricadas hasta 2001 o 2002

LA UAF

Por otra parte, resulta también perjudicial, tanto para la economía campesina como para el país, que en vez de que se trate de fomentar la utilización de las tierras aptas para la agricultura que están siendo desperdiciadas por grandes propietarios, se insista en entregar a los empresarios las tierras que están siendo cultivadas por los campesinos beneficiarios del Incoder o colonos que recibieron sus títulos de propiedad.
El Plan Nacional de Desarrollo ha “flexibilizado” la Unidad Agrícola Familiar” UAF, que protege la acción del estado para redistribuir la propiedad de la tierra y evitar su concentración. Es un concepto que se aplica sólo a los beneficiarios de reforma agraria, de subsidios del Incoder para comprar tierra y a los colonos que han conseguido un título de propiedad trabajando la tierra. Se trata de que sus tierras no sean transferidas a grandes propietarios ni objeto de procesos de concentración de la propiedad, sino que sirvan para democratizar la propiedad, para lo cual el estado hace una inversión o adjudica sus baldíos.

No es cierto que “la Unidad Agrícola Familiar pues, como está hoy en día, impide que los propietarios que tienen menos de una unidad puedan asociarse para desarrollar proyectos productivos.” Esta afirmación no solamente carece de sustento, sino que en realidad es al contrario. La ley vigente no solamente permite asociar a los beneficiarios de Unidades Agrícolas Familiares UAF en cooperativas o en empresas comunitarias, sino que ordena dar un subsidio adicional a quienes decidan integrar cooperativas. Es mas, las cooperativas campesinas y empresas comunitarias pueden recibir o titular directamente tierra, en proporción al número de familias que las integren.

Si el gobierno fomentara aplicando estas normas las cooperativas campesinas y empresas comunitarias allí donde la asociación es conveniente o necesaria haría una gran cosa.

La razón para que el artículo72 de la ley 1450 del Plan Nacional de Desarrollo, “flexibilizara” las Unidades Agrícolas Familiares UAF, es concentrar la tierra para “proyectos especiales agropecuarios y forestales”, que desde luego estarían encabezados por personas o empresas diferentes a los campesinos, pues si fueran campesinos no tendrían que deshacerse de la UAF, sino que simplemente integrarían empresas comunitarias o cooperativas, caso en el cual tendrían derecho a un subsidio adicional, según la ley 160 de 1994.

Por otra parte, comunidades campesinas han considerado que deben prevenir el despojo y asegurar su territorialidad en las reservas campesinas. La ley lo permite desde 1994, pero desafortunadamente se ha insistido en relegar esa figura a las zonas de colonización o donde predominan los baldíos, con  lo cual se mantiene al campesino fuera de la frontera agrícola, o relegarla aquellas zonas donde hay graves problemas de orden público, con lo cual se crea confusión y se generan señalamientos. Lejos de verlas como una solución marginal y mucho menos como un “ghetto”, ya es hora de ver las reservas campesinas como alternativa campesina, dentro de la frontera agrícola, en zonas donde el campesinado pueda tener autonomía en su gestión y una defensa cierta frente a eventuales despojos.

Concentración de la propiedad, alta renta y desperdicio de la tierra

La alta y creciente concentración de la propiedad de la tierra, el desperdicio de las tierras agrícolas en las grandes propiedades, el despojo de los campesinos, afros e indígenas, la especialmente difícil situación de las mujeres rurales y la extrema debilidad de la institucionalidad agropecuaria están claramente delineadas en el Informe de Desarrollo Humano del PNUD. Hay también propuestas de solución que Absalón Machado resume como “reforma rural transformadora”.

  El desperdicio de más de 17 millones de hectáreas aptas para la agricultura está directamente correlacionado con la alta concentración de la propiedad de la tierra y los altos precios de la tierra en Colombia, comparados con los de los países latinoamericanos y con los del mundo. La agricultura colombiana está entre la espada de las importaciones crecientes y la pared de la alta renta de la tierra.
Conseguir una adecuada utilización del suelo rural depende de reducir los precios y la renta de la tierra. Entre las medidas propuestas por el informe de desarrollo humano está la instauración de unas tarifas de impuesto predial que fomenten el adecuado uso productivo de la tierra y castiguen su desperdicio y uso especulativo. Pero las tarifas aprobadas en e Plan de Desarrollo no apuntan a eso, pues no diferencian entre la mediana y la gran propiedad y la extremadamente grande, ni tampoco diferencian entre el precio del suelo y el de las mejoras.

Pero además, el altísimo nivel de concentración de propiedad de la tierra en Colombia no se cura con simples tarifas de impuesto predial, requiere medidas de reforma agraria. Las propuestas oficiales hasta ahora no pasan este sentido de continuar con el fracasado plan de mercado subsidiado de tierras, un miniprograma que no alcanza a ser una gota en medio del mar de la acelerada concentración de la propiedad.

Si un Consejo de Tierras que regule el uso del suelo decide, que es apto para la minería, inmediatamente la rentabilidad actual de las empresas mineras determinará su explotación. Pero si decide que se trata de un suelo agrícola, lo más probable es que tal decisión no tenga ningún efecto, porque el precio de la tierra o el costo de arrendarla no permiten rentabilidad alguna y el suelo agrícola seguirá desperdiciado y la tierra cara.

Reducir la renta de la tierra en Colombia es imposible sin una concepción de reforma agraria que permita realmente redistribuir la propiedad y poner en manos de los campesinos tierras de buena calidad agrícola, que están siendo desperdiciadas. Con meros subsidios para adquirir tierra no se revierte su concentración, puesto que la tierra agrícola sigue cara, lejos del alcance del campesino. Si no es con reforma agraria, la mayoría del suelo agrícola de Colombia no será aprovechado y en cambio continuará la especulación con las tierras arrebatadas al campesinado, ahora puestas en el mercado financiero mundial.
El qué hacer

Si el Congreso de Tierras demostró la disposición de muchas comunidades a continuar la lucha por su tierra y su territorio y el Informe de Desarrollo Humano presentó a la sociedad una investigación seria y calificada, hace falta: 

1        Tomar conciencia de  la necesidad de concretar institucionalmente la defensa de la tierra y el territorio. Si algunos pueblos indígenas pueden hoy legislar desde el territorio es porque su movilización por muchos años ha estado orientada también a construir una institucionalidad que reconozca sus derechos fundamentales, primero con la ley 89 de 1890, llena de inconsecuencias pero que sirvió durante años para defender mínimos derechos y finalmente con las normas sobre derechos indígenas de la Constitución de 1991, el Convenio 169 de la OIT y la Declaración de Naciones Unidas sobre Derechos de los Pueblos Indígenas. Cada norma que se aprueba o se deroga es un instrumento para defender o para atacar los derechos colectivos, más cuando el capital financiero y las transnacionales anda detrás de cada riqueza de los territorios, desde las minas de oro y el petróleo hasta la biodiversidad y los bonos de carbono y utiliza toda clase de “avionadas” para apoderarse de ellos.[10] Más cuando se quiere a toda costa validar escrituras fabricadas para concretar despojos jurídicos.
2      Parar la violencia que se ensaña contra las comunidades rurales y que es el obstáculo más grande para que su resistencia civil crezca. Mientras esa violencia no cese, los campesinos, afro e indígenas verán cada vez más afectados sus más elementales derechos y se seguirán sufriendo la pérdida de sus dirigentes más queridos.
3          Revertir los TLC: si anteriormente la lucha contra la aprobación del TLC con Estados Unidos fue central para los movimientos sociales de Colombia, ahora es igualmente decisivo trabajar por echarlo atrás. Viene una lucha difícil para que Colombia denuncie y deshaga ese tratado y los otros TLC vigentes y para que no apruebe otros. Sabiamente el constituyente Lorenzo Muelas decía en 1991 que aprobar los derechos de la entonces nueva constitución era como arar la tierra, pero que tocaba cuidar lo sembrado para luego cosechar. Podemos aprender de los chilenos que a pesar de los terribles efectos de la dictadura de Pinochet, ahora se levantan de nuevo y exigen echar atrás el régimen económico que la dictadura impuso. Luchar contra los TLC es preparar la cosecha para las generaciones del futuro.
  Héctor Mondragón
Grupo de Agricultura y Comercio de la Alianza Social Continental

Colombia: En Bucaramanga, salvaje y cobarde represion contra universitarios


Gloria Reyes Trinidad, Kaos en la Red.

La movilización de los estudiantes universitarios en Bucaramanga (Santander, realizada hoy 26 de octubre, contra la privatización de la educación fue salvajmente golpeada por los cuerpos policiales.

Leer más en: Kaos en la Red


El camino es la lucha

José María Carbonell, NotiColombia Press.

En un país en donde los espacios de la discusión civilizada están cerrados sólo queda la alternativa de la movilización. Desde el presidente de la república hacia abajo, todos los representantes de la oligarquía, le han cerrado las puertas al diálogo y, dictatorialmente, implantan sus políticas que sólo favorecen a su clase parásita y explotadora.

Es así con el salario mínimo. Cada año es expedido el decreto en el cual el ejecutivo decide, ”soberanamente”, aumentar el salario a los trabajadores. Nunca ha sido fijado acorde con los pedidos de las centrales obreras. Eso, jamás!

Pero el caso más aberrante es con la educación, especialmente con la educación universitaria. Según el gobierno de JM Santos, los universitarios son unos pigmeos que no pueden saber qué clase de educación es la que quieren. Cuando hablo de ”universitarios”, me refiero a los hijos de pobres o clase media que con miles de esfuerzos apoyan a sus hijos en su educación universitaria, para ver si algún día salen del estado miserable en que los han sumido. Santos en su cuadratura no perece entender que los universitarios quieren que los pobres y clase media tengan la posibilidad de acceder a la educación superior, muy claramente ejemplarizado con la consigna de ”Es mejor perder un semestre en la universidad que la universidad en un semestre”.

Como los estudiantes se han tirado a la calle, la única manera que los escuchan, o por lo menos obliga a los inquilinos de la Casa de Nari a escucharlos, entonces el señor Santos, quien estudió en Universidad privada, dice que ”la calle no es el camino”, en una amenaza velada a los estudiantes (tirarlos a la calle si siguen con sus protestas), y a la vez insiste en no retirar el proyecto de reforma universitaria, que ya incluso algunos columnistas de sus propios medios están cuestionando.

Nosotros sabemos por experiencia que ”la calle sí es el camino” con un régimen oligárquico, que practica el Terrorismo de Estado, que cree y privilegia las soluciones de fuerza y que incluso se da el lujo de violar la soberanía de otros países porque no hacen lo que ellos quieren que hagan (perseguir guerrilleros en su propio territorio nacional involucrándose en el conflicto interno colombiano).

La calle es el camino lo están demostrando los miles de obreros y trabajadores del mundo que se han tirado a las plazas y calles a exigir de sus gobiernos que no continúen aplicando las políticas salvajes del neoliberalismo que está a punto de acabar de hambre a la población mundial. Los indignados del mundo están demostrando que la calle es el verdadero camino ante unos capitalistas que sólo piensan en enriquecerse más y más a costa del hambre y las necesidades del pueblo.

El camino está en la calle y ello significa lucha. Lucha manifestada como movilización de fuerzas que se opone a la fuerza de los estados capitalistas que implantan por la violencia de sus fuerzas armadas y policivas sus políticas hambreadoras. Hambre y represión, conjugadas en el accionar del capitalismo. Solo falta en este caso que el señor Santos recurra a la represión violenta de la protesta estudiantil. Ese es, siempre, el último argumento cuando el pueblo le manifiesta su querer.

El pueblo colombiano seguirá haciendo uso de las calles y plazas, de las carreteras. Es nuestro espacio público. No es propiedad de ningún estado. Los estados deben y tienen que obedecer el querer de los ciudadanos. No os equivoquéis. Porque o sino las consecuencias serán devastadores para vuestra clase oligárquica. 

A la calle! Vamos con todo, a la calle! Es nuestro futuro lo que está en juego!
...............................................

 Nos hacen la siguiente acotación, la cual recogemos como valedera:

 "Muy buen artículo. Sólo que el Señor Santos YA usa la violancia contra las protestas estudiantes: testimonio en carne de ello son las decenas de heridos, muchos degravedad, lisiados de por vida. Arremetidas brutales del ESMAD, una fuerza de guerra, seamos claros.
Además de ello también es una forma de guerra contra la población civil el usar al aparato judicial como un arma de guerra destinada a encarcelar a todo aquel o aquella que reivindique, para así intentar desmantelar la organización y protesta social: hay decenas de estudiantes encarcelados, bajo montajes judiciales. 

El estudiante asesinado el 12 de octubre, durante una protesta estudiantil es testimonio de la guerra sucia del estado contra la manifestación de las reivindicacione ssociales:  Jan Farid Cheng Lugo, asesinado por un artefacto explosivo lanzado por 'fuerzas oscuras' (léase la herramienta  paramilitar del estado)."

(VIDEO) La pupila documental presenta: La historia que no contaron

Por Kaos en la Red.

Colombia es un país de grandes extensiones de tierra, de grandes riquezas –no solo naturales-, también humanas. La cultura y la historia de esta nación es parte esencial de la América toda. Grandes hombres y mujeres han hecho honor a este pueblo sumido en el dolor, por conflictos que parecen sin un final a la vista.
Muchas y muy complejas son las ramificaciones políticas, sociales y generacionales que eternizan una realidad presente en ese país que es la violencia.

El ejército, la guerrilla, el narcotráfico y los paramilitares son los ejes fundamentales que sostienen este convulsionado país. La historia que no contaron, (2009) un documental de Erika Antequera y Ayoze O’Shanahan, narra una zona de esta gran cadena de crímenes.

La obra se centra en el genocidio de los militantes del partido Unión Patriótica, ejecutado por los Paramilitares en complicidad con las instituciones del estado colombiano. Este filme se desarrolla desde dos vertientes narratológicas: la vida de José Antequera –padre de la corealizadora de este filme-, con la cronología de los hechos más significativos en torno a la desaparición física de más de 3000 militantes de esta organización política, que -aún hoy- siguen impunes.

Esta última idea es importante, pues el filme no capitaliza la historia de José Antequera. El documental está poblado de testimonios de medular importancia que contribuyen al acercamiento de los “lectores cautivos” de estos temas, para que ganen en conocimiento sobre la ruta de un pasaje esencial de la historia de Colombia.
El filme aporta documentos, testimonios y pruebas que son parte de esta sustantiva obra y que se suma a la creciente denuncia en contra de la impunidad institucional, eje temático de esta pieza cinematográfica.

La realización de este filme expresa una clara intención –no solo-, de multiplicar la verdad de estos hechos. Son un urgente mensaje a la paz y a la justicia en Colombia. La valentía de los realizadores en aportar “letras a la historia” es vital para comprender el origen y la intencionalidad del filme.

La riqueza estética de esta entrega fílmica descansa en la multiplicidad de recursos que no solo son los habituales del género. Las huellas dejadas por la música y el trazo en tono de diario explicitado en este filme, la ubica en un contexto de mayor calado cinematográfico ante hechos de una brutalidad sistémica que demandan más obras de este calibre.

Este filme está construido por capítulos y un epílogo. Esta estructura permite acompañar la obra en cada una de sus etapas narrativas. Esta modélica manera de diseñar el filme es un acierto dada la inmensa cantidad de información que existe en torno a estos hechos, habitualmente censurados o simplificados por los grupos empresariales de los medios de comunicación de occidente.

El visionaje de este imprescindible documental, exige y estimula otras lecturas para adentrarnos en la marea que envuelve la sordidez de un genocidio consentido. La historia que no contaron, es una esencial contribución a darle luz a la verdad en medio de una permanente opacidad informativa.

De los realizadores
Erika Antequera es periodista colombiana, especializada en Comunicación y Conflictos Armados así como en Derechos Humanos por la Universidad Complutense de Madrid. En Colombia trabajó en RCN Radio como redactora de noticias y en City TV como investigadora y productora.
Su primera incursión en el género documental lo hizo con “La historia que no contaron”, que narra la muerte de José Antequera, su padre y el exterminio del movimiento Unión Patriótica en Colombia durante los años 80 y 90.

Ha trabajado como periodista free-lance para diferentes publicaciones en Internet como Terra, Yahoo! o National Geographic. Y actualmente se desempeña como directora de contenidos digitales en Maloka Media.

Ayoze O’Shanahan es licenciado en periodismo por la Universidad de Gales, Reino Unido. Especialista en Comunicación y Conflictos Armados por la Universidad Complutense de Madrid. Estudió Realización y Guión en la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños, Cuba. En Siroco Factory, -su productora-, se ha desempeñado como productor, guionista y director donde se destacan los siguientes trabajos.

La Aventura del Tabaco (2004) Documental sobre la emigración canaria a Cuba. La Muerte no tiene Amigo (2006) Documental sobre el diario vivir de un sepulturero. La despedida. Cortometraje realizado en el marco del Festivalito en 2007. Memoria del Paisaje, Unidad Didáctica realizada para la Obra Social de la Caja de Canarias. La Historia que no contaron (2009). Documental sobre la violencia política y la guerra sucia en Colombia.
Estelas a la Deriva. En producción. Documental sobre mensajes en botellas, el arte como medio de comunicación a través del mar.
Rapsodia Boliviana. En producción. Documental 52 min sobre la oposición política en Bolivia.
Plan C, Cara B. Documental de Investigación sobre las verdaderas consecuencias en la población civil de la lucha antinarcóticos en Colombia.
La Maldición, el milagro y el burro. Documental 52 min sobre la población de Gramalote en Colombia castigada por el invierno y el conflicto armado.
Píldoras de San Camilo. Documental 48 min. En Edición. Documental uno de los mayores fenómenos del arte naif y conceptual colombiano.

Datos del documental
Sinopsis
20 años después de la muerte de su padre, Erika Antequera y Ayoze O´Shanahan, deciden investigar los motivos que se ocultan tras la impunidad de los asesinatos de José Antequera y los más de 3.000 compañeros y militantes de partido. La investigación nos conducirá a uno de los episodios más oscuros y silenciados de la democracia colombiana: el exterminio de la Unión Patriótica, el Caso11.227.

Ficha técnica
La Historia que no contaron
País: España-Colombia
Año: 2009
Duración: 50 minutos
Productora: Siroco Factory
Dirección: Ayoze O’Shanahan
Guión: Erika Antequera y Ayoze O’Shanahan
Fotografía: Camilo Rojas
Sonido: Octavio Villa
Montaje: Ayoze O’Shanahan y Paola Rey
Música: Sindicato Sonoro, Ganyarikies, The Secret Society

El documental se ha presentado en más de 15 festivales cinematográficos en todo el mundo y ha recibido tres premios: Mención de Honor del Jurado en el XXVI Festival Internacional de Cine de Bogotá 2010. Premio Malvinas en el XXIV Festival Cine Latinoamericano de Trieste (Italia) 2010 y Tercer premio categoría documental en el Festival Internacional de Cine de Antofagasta Chile. FICIANT 2010.

Presentación
Viernes 28 de octubre
Hora: 19:30
Ateneo de Madrid
Sala Ciudad de Úbeda (Planta 4)
Calle Prado No 21, Madrid

Para la presentación de este filme, contaremos con la presencia de la realizadora Erika Antequera.
El espacio es presentado y moderado por Octavio Fraga quién es Licenciado en Comunicación Audiovisual del Instituto Superior de Arte (Universidad de las Artes). Director y presentador del Programa La cámara lúcida de Telek. Colaborador de las publicaciones Kaos en la red, La República Cultural, Rebelión y Tercera Información. Productor de documentales, cortos de ficción y videoclip. En el escenario editorial ha dirigido las publicaciones culturales, Jazz Plaza y Cubadisco.

Vea el video en nuestra columna a la derecha

5 meses de cautiverio ilegal para un revolucionario en Venezuela: ¿continúa la política de entregas de perseguidos?


Al cumplirse 5 meses de cautiverio ilegal del Cantor Julián Conrado en Venezuela, y en vísperas de reuniones diplomáticas entre representantes de los gobiernos de Colombia y Venezuela..

Al cumplirse 5 meses de cautiverio ilegal del Cantor Julián Conrado en Venezuela, y en vísperas de reuniones diplomáticas entre representantes de los gobiernos de Colombia y Venezuela, publicamos esta síntesis del caso Julián Conrado, fundamental para entender su situación, y más allá de ella, lo que las entregas de perseguidos políticos al régimen colombiano ponen de relieve.

Las reuniones de los representantes de los gobiernos de Colombia y Venezuela podrían conllevar grandes riesgos de vulneración para el respeto de la ética, para el devenir de la política venezolana en materia de cooperación en entregas ilegales al régimen colombiano, y para el devenir de Julián Conrado, dado que podría sellarse en estas reuniones otra entrega ilegal de perseguido político, y la continuidad de esta deleznable política colaboracionista con el régimen colombiano. Obviamente existe ese temor en los sectores progresistas, pero también pervive la esperanza de que el gobierno venezolano cese las entregas ilegales y violatorias de la ética, y decida la cesación de la complicidad con el régimen colombiano, cesando la colaboración con sus siniestros organismos de persecución política y cesando las entregas de perseguidos políticos a la tortura.

El cantor Julián Conrado fue detenido por un operativo de fuerzas colombianas y venezolanas en Barinas, el 31 de mayo 2011. Desde entonces se halla preso en Venezuela de manera ilegal, dado que no tiene ningún delito imputado por el Fiscal para Venezuela, y que por otro lado el gobierno colombiano disponía de un plazo de 60 días a contar de la detención de Conrado para solicitarlo en extradición, y que dicha solicitud no fue efectuada en legalidad, pues el gobierno colombiano ni siquiera se tomó el trabajo de efectuar el trámite en el debido plazo. El gobierno colombiano ni siquiera inició la tramitación legal de extradición, ni mucho menos adjuntó los debidos recaudos, tal vez por intentar obtener la entrega del cantor de manera ilegal, como logró obtener de Venezuela a otro perseguido político, entregado en abril 2011, de manera flagrantemente ilegal: el periodista Joaquín Pérez Becerra fue entregado en violación de la propia constitución venezolana, privado de acceso a defensa, privado de acceder a su representación consular (Suecia) en lo que es una Violación a la Convención de Viena. Joaquín Pérez Becerra fue entregado en violación a la Convención de Ginebra, a la Convención Contra la Tortura, al Pacto de San José, en violación del Estatuto del Refugiado, a todo el DIH, y eso pese a ser un sobreviviente del genocidio que perpetró el estado colombiano (consta ante la CIDH) contra el partido político opositor Unión Patriótica (UP). Pérez Becerra fue alcalde de Corinto Cauca, y vio caer a miles de comunistas, de militantes de la UP, sus compañeros, asesinados por las herramientas del terror del estado colombiano; entre las víctimas del exterminio que dejó al menos 5000 asesinados, está la esposa de Pérez Becerra.

El manejo ilegal de la humanidad de los perseguidos políticos por parte de la colaboración de fuerzas represivas colombianas y venezolanas, es altamente preocupante, pues desemboca la mayoría de las veces en entregas de perseguidos políticos, en las que éstos son privados de todos sus derechos, y entregados a un estado torturador como el colombiano, quién sólo en el primer semestre de 2011 ha asesinado a 7 presos políticos. En efecto se cuentan ya por 
decenas los perseguidos políticos entregados de manera ilegal al régimen colombiano por parte de Venezuela: cabe recordar que un ser humano, sea éste civil o guerrillero, tiene por ley derecho al acceso a defensa, y a un proceso de extradición en legalidad, en el cual mediante su derecho a defensa, puede rebatir y revocar los motivos aducidos por el estado requiriente, y lograr en muchos caso su no-extradición: por ejemplo cuando el perseguido esté enfermo, herido (han sido entregados varios heridos en violación al DIH), o que se compruebe el ensañamiento judicial del régimen colombiano contra todo opositor (el caso del periodista es flagrante). Esta cacería humana que implementa el régimen colombiano, bajo las directrices estadounidenses, es una medida de guerra sucia contra la población civil, opositores, disidentes y opositores insurgentes, que busca involucrar enCrímenes de Estado de Lesa Humanidad al estado requerido (Venezuela), dada la realidad de tortura sistemática que perpetra el estado colombiano en el sistema carcelario y fuera de este, drama denunciado por la OMCT. El derecho a defensa para todo perseguido político es contemplado en las leyes internacionales, y por la propia constitución venezolana que también contempla ese derecho fundamental, aunque lamentablemente la constitución está siendo violada por las propias las autoridades venezolanas contra los perseguidos políticos.

En el caso específico del cantor Julián Conrado, un cantor ya entrado en años, que ha sobrevivido a varios bombardeos y a enfermedades devastadoras como el paludismo o la leishmaniasis, éste está gravemente enfermo, además ha solicitado el Asilo a Venezuela, y es flagrante el expediente amañado que el gobierno colombiano aduce en su contra. En efecto los delitos que dice imputarle el régimen de Colombia, son delitos realizados en una fecha en la que Conrado se hallaba en las Audiencias Públicas y Mesa de Negociaciones de Paz en el Caguán ante miles de cámaras internacionales. Y el Caguán está situado a más de 1000 kilómetros del sitio donde el estado colombiano le armó el montaje judicial a Conrado: queda en evidencia la patraña montada por el régimen colombiano; a menos que las autoridades venezolanas decidan creer que Conrado dispone de un teletransportador que le permite cruzar mil kilómetros en minutos, éstas no pueden dar credibilidad al nuevo ‘falso positivo judicial’ del régimen colombiano. De ser entregado Julián Conrado al régimen colombiano, quedaría al desnudo otra ilegalidad manifiesta y se evidenciaría la complicidad activa de las autoridades venezolanas en estos deleznables montajes.

El caso del cantor Conrado es emblemático y ha suscitado una amplia solidaridad internacional, dado que sus canciones y música son testimonio de su alta sensibilidad social, que una mirada a su historia personal corrobora plenamente: Julián Conrado era un cantor popular, nacido con el nombre de Guillermo Torres Cuéter, que en su juventud presenció los horrores y las masacres cometidas por la fuerza pública contra su pueblo. Conrado siempre fue un cantor comprometido con la causa de la justicia social, y cómo tal se vio perseguido por el régimen colombiano teniendo que ingresar a la guerrilla para salvar su vida, tras ver a decenas de compañeros morir en la tortura, asesinados a quemarropa, o “desaparecidos” por la fuerza pública y las herramientas paramilitares del estado colombiano. A mediados de los años 80 Conrado fue parte de los guerrilleros que ingresaron nuevamente a la vida civil, integrando el partido político Unión Patriótica, y en ese proceso tuvo que asistir nuevamente al gigantesco Crimen de Estado perpetrado por el régimen con el exterminio de miles de militantes de la UP: nuevamente Conrado tuvo que volver a la clandestinidad para salvar su vida del terrorismo de estado.

El cantor Julián Conrado se dirigió a Venezuela debido a su grave estado de salud, y allí vivía como agricultor en Barinas junto con su compañera esposa (venezolana), mientras encaminaba el tratamiento médico que urgentemente necesitaba; lamentablemente sobre él se abatió un funesto operativo represivo de una colaboración que estremece a los pueblos de América: ¿Cómo pueden colaborar las autoridades venezolanas en operativos de cacería humana con las fuerzas represivas colombianas y sus conocidos paramilitares, todo evidentemente bajo la dirección de la CIA y con altísima probabilidad de la mano operativa del Mossad israelí?

Tras su arresto, la ilegalidad fue total. Las autoridades de Colombia y Venezuela procedieron de manera irregular: el régimen de Colombia no inició una tramitación en legalidad, aparentemente porque esperaba ‘obtener’ al cantor de la forma oscura e ilegal en que obtuvo al periodista Becerra; y por su parte las autoridades venezolanas dejaron al cantor en el aislamiento total, sin derecho a defensa.

El cantor Conrado estuvo preso en Venezuela bajo la figura de detenido-desaparecido durante más de 2 meses, dado que fue sólo hasta día 67, que pudo por fin ser presentado ante la legalidad y tener un incipiente derecho a defensa, del cual fue privado totalmente los 67 primeros días de su cautiverio en Venezuela. Pasando incluso una semana atado de manos y pies y con los ojos vendados.

Hoy se espera que las autoridades venezolanas recobren el sentido de la coherencia revolucionaria y NO entreguen a una tortura segura al cantor Julián Conrado. Se espera que le sea otorgado el asilo político y humanitario al cantor Julián Conrado, o que, en su defecto, sea remitido a un tercer país que sea neutral, como lo estipula el DIH que ampara al cantor.


Recomendamos leer la carta que está circulando a nivel mundial para el presidente Hugo Chávez y su gobierno:http://www.kaosenlared.net/noticia/carta-abierta-chavez-gobierno-venezolano-a...
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