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Despedida de Cristian Pérez - Sí a la Paz

Colombia: Falsa Democracia

Colombia: Falsa Democracia
Falsa democracia

RECOMENDADO CAMBIO TOTAL

[Colombia] Falsa democracia II: la democracia burguesa

Hernando Vanegas Toloza, Postales de Estocolmo. En el artículo de ayer abordamos, someramente, la historia de la democracia burguesa ...

Hey loco, No dispares!

Vamos a Cuentiarnos la Paz

LOS RICOS NO VAN A LA GUERRA

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Debemos estar (en lo virtual y en lo real)


La irrupción de los medios alternativos y las redes sociales consecuencia de la popularización de la red de redes ha traido nuevas formas de comunicar y de organizarse. La mayoría somos conscientes del terremoto que ha supuesto en todos los ámbitos de la vida la revolución cibernética.
Si antes el impacto era evidente en el uso militar, industrial, aeroespacial, ciéntifico, etc… nada ha sido igual después de la masificación lograda con el acceso barato a las redes y a los dispositivos de alta tecnología.
Siempre hay que tener en cuenta que esa popularización no se hace desde una óptica liberadora sino con una lógica de mercado que busca abrir nuevos nichos de consumo y de manera subyacente, de control social.
Dejando a un lado los objetivos espurios, el hecho es que la implantación casi global de la comunicación digital y el surgimiento de las populares redes sociales abre un novedoso espacio con grandes repercusiones que afectan, entre otras, a la comunicación política y la información en general, es decir a la creación de opinión.
Que en el terreno militar es hoy una prioridad para gobiernos de cualquier signo es algo que queda fuera de toda duda cuando sabemos que Estados Unidos crea un poderoso Comando del Ciberespacio dependiente del Ejército del Aire y comandado por un General de cuatro estrellas o cuando países de América Latina como Brasil desarrollan por medio de su industria nacional el Simulador Nacional de Operaciones Cibernéticas (SIMOC) destinado a entrenar a sus fuerzas armadas en la guerra de red.
Y si en la guerra todo lo cibernetico es importante, incluidas las redes, como no será extraordinariamente importante para la comunicación política, que no es más que la guerra ideológica por otros medios, dicho sea parafraseando el famoso axioma de Clausewitz.
Como en todo proceso revolucionario, los cambios bruscos afectan positiva y negativamente, además de producir un intenso debate entre detractores y adherentes, algo a lo que la izquierda, por desgracia, se apunta con beligerancia y con equipos enfrentados en uno y otro bando.
Si abordamos los aspectos negativos podemos señalar, entre otros, la tecnofilia, la dependencia, y la ciberpercepción irreal:
-Tecnofilia: surgida como parte de la cultura del consumo de masas y asociada a un estatus económico o a una construída imagen de modernidad que atrapa a muchas personas que veneran la tecnología como si de una nueva religión se tratase, donde todo lo tecnológico es bueno y por medio de su uso se puede lograr cualquier cosa.
-Dependencia: la manera de relación que propicia el mundo virtual unido a ese simbolismo atribuido a la cibertecnología crean no pocas veces sujetos o comunidades que no entienden otra manera de actuar que no sea la que se produce a través de las redes.
-Irrealidad: como consecuencia de todo lo anterior se puede caer en una falsa imagen de la vida vehiculada a través de lo virtual que crea una ilusión sustitutiva de la propia realidad que deforma las relaciones interpersonales.
Resumiendo; en su aspecto negativo las tecnologías asociadas a las redes pueden conducir a la creencia de que solo importa lo que discurre por las autopistas de datos, dándole una entidad de fin y no de medio, con lo que una herramienta poderosísima es convertida en un lastre y en un problema.
Pero no todo son aspectos negativos y frente a lo que pregonan los apocalípticos ludistas antitecnológicos nos encontramos con aspectos que redimensionan nuestro quehacer de lucha y entre los que podríamos destacar la inmediatez, el alcance, la socialización, la difusión y la incidencia:
-Inmediatez: Posibilidad barata y accesible para compartir y enviar información en tiempo real.
-Alcance: En principio, consigue romper las distancias acercándonos los unos a los otros.
-Coordinación: Permite la coordinación de grupos alejados geográficamente.
-Socialización: Su uso pone al alcance de muchos, información que antes era de difícil acceso.
-Difusión: Alcance comunicativo a segmentos de población que los medios tradicionales impedían.
-Incidencia: Capacidad de lograr impacto real a través del uso político de redes y ciberherramientas.
Es en esta última cuestión, la incidencia, donde debemos centrarnos, pues es el objetivo de la comunicación política: incidir en la realidad para cambiarla.
A pesar de la euforia inicial por algunos resultados en el uso de redes como Facebook y sobre todo Twitter, debemos ser conscientes del alcance real que tienen sobre el conjunto de la sociedad. Según la encuesta postelectoral del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de 2011 los usuarios de Twitter en España representan un 8% de la población mayor de edad, mientras Facebook tendría un alcance cercano al 30%. Resumiendo, Facebook tiene un uso más amplio y variado de diferentes estratos sociales mientras que Twitter cuenta con usuarios mayoritariamente de izquierda, jóvenes y con cualificación cultural.
Tener presente estos datos nos ayuda a no sobredimensionar estos medios en el momento actual, pero teniendo presente que la tendencia en el futuro cercano es que la gente joven se informe casi exclusivamente por Internet y las redes sociales. Con lo cual, para el día de mañana, posicionarse hoy en el ciberespacio tendrán una importancia capital en el ámbito de la información y la creación de opinión que afectará de una manera determinate a la confrontación social definiendo su dirección.
Estos datos son reveladores acerca del efecto multiplicador de estas herramientas, pues Twitter, por ejemplo, con su escaso por ciento de alcance logra influir en la opinión de aquellos que crean opinión. Es decir, los posicionamientos, las etiquetas que se convierten en tema del momento, las fotos, los enlaces, … en definitiva, la información que se genera y transmite logra incidir en personas con una relevancia social que hacen crecer el impacto al amplificarlo por otros medios de masas.
Políticos de primer nivel, periodistas, creadores culturales, artistas, gurús, estrellas, … acaban siendo permeados por los flujos de información que se crean y circulan en Twitter o en Facebook.
De ahí el éxito en la visibilización de asuntos tabú para la normal agenda de los medios de información al servicio de las grandes empresas. Desde huelgas laborales a acciones de pequeños colectivos, debates sobre propiedad, deuda o desahucios, campañas de solidaridad con Cuba o Venezuela frente a la mentira mediática, o la publicación de fotografías y/o vídeos de brutalidad policial frente a manifestaciones pacíficas, han visto la luz gracias al posicionamiento y difusión logrado por las redes sociales.
Es cierto, como señalan sus detractores, que las ciberacciones por si solas no cambian la realidad y que como señalaba antes hay muchos actores sociales que confunden la realidad con la virtualidad, pero si queremos hacer una análisis serio no podemos achacar a la herramienta los males que son propios de la sociedad o de los movimientos sociales.
Poco se podrá hacer si se agita y se consigue movilización pero ésta finalmente no es canalizada por organizaciones políticas o sindicales que busquen el cambio de las relaciones económicas desiguales que entroniza el capitalismo. Esta claro. Pero lo que no le pedimos a los libros o a los mítines por si solos no se lo podemos pedir a las redes sociales, que al fin y al cabo son solo instrumentos de transmisión.
Tampoco es conveniente sobredimensionar lo reducido de los 140 caracteres y englobar con ello todo lo demás. Sí, es cierto que desde las esferas del poder se pretende una desculturización a través de la simplificación del pensamiento, pero frente a ello no podemos olvidar que los hipervículos, es decir la posibilidad de enlazar vídeos, fotografías o lecturas de dimensión sin límite, son un aspecto intrínseco a la naturaleza del mundo cibernético y por lo tanto, estamos obligados a movernos en esa dirección.
Al igual que las armas de guerra usadas como elemento de defensa o liberación, lo que importa no es su naturaleza, sino el uso que les demos. Sí, la red tiene propiedad y está en manos del imperialismo y el capitalismo de consumo, y sí, trata de controlar, adoctrinar, encadenar, vigilar y conseguir beneficios, pero no podemos dejar ningún espacio sin batallar.
No podemos permitirnos estar ausentes de donde está la mayoría de la población para llevar nuestro mensaje de que otro mundo es posible. Si en el campo de la Defensa se enfrenta alta tecnología y poder de fuego con tácticas de descentralización, cesión de espacio, uso del tiempo, concentración de fuego y movilidad, en el espacio de la red deberemos buscar puntos flacos, aprovechar nuestras capacidades y dar la batalla. De otra manera, pero darla. En cualquiera de los escenarios disponibles.
Estamos hablando de una guerra de comunicación en la que ellos quieren crear opinión pero nosotros debemos de ganar ideas, que son al fin y al cabo, las que consiguen mover a las personas para transformar la realidad.
En esta guerra comunicativa no solo está presente la información y la difusión de ella, tambien debemos contemplar el uso formativo, o mejor deformativo de la industria cultural, el llamado entretenimiento.
Si las redes nos permiten posicionar debates, colocar noticias ocultas o romper la barrera de los grandes medios dando difusión a los medios antiimperialistas por medio de vídeos en red que logran romper la censura, como en el caso de RT, TeleSur o HispanTV, en el campo cultural digital estamos, no ya derrotados, sino ausentes.
La mayoría de las veces creemos que el secuestro de la información, por parte de las transnacionales y el poder financiero, son lo que determina y mantiene la hegemonía de éstos. Yo no pienso así. Creo que la mayor parte del control proviene de lo que en el mundo anglosajón se llama “entertainment”, el ocio o entretenimiento. La poderosa industria cultural estadounidense perfeccionada en el marco de la guerra fría y que junto con la carrera de armamentos acabó siendo determinante para derrotar al campo socialista.
En el ámbito digital, los videojuegos constituyen una de las armas más poderosas para la transmisión del pensamiento dominante que tienen disponible y que afectan a los más expuestos, los jovenes en periodo de formación personal.
La gigante industria de los videojuegos es tan grande e importante, que hoy mueve más dinero que el cine y la televisión juntas. Tanto por negocio, como por penetración, supone una poderoso medio creado para modelar y persuadir.
Si nos detenemos en la temática de los juegos populares, vemos que algunos se centran en el puro pasar el tiempo, los más en asumir diferentes roles (cantante, jugador de futbol, piloto, gangster, guerrero, habitante de mundos virtuales,… ), unos pocos en la inteligencia o la cultura y a partir de la llegada de los sensores de movimiento, también en la práctica de la gimnasia o el deporte virtual. Pero donde se pone más énfasis a nivel ideológico es en los videojuegos de pura acción bélica, sea táctica, estratégica o solamente de “moverse y disparar”.
Los armazones sobre las que se construyen estas superproducciones virtuales, son tan actuales que llegan a basarse en los supuestos estratégicos que maneja el Pentágono y que por alguna razón se deciden a difundir, supongo que para testar.
Se puede combatir con fuerzas especiales estadounidenses en un México desestabilizado por un “villano” que pretende soberanía, en una Cuba “democrática” contra la amenaza de una vuelta al socialismo, contra la reconstrucción de los soviets en naciones de la extinta URSS, en Líbano y Palestina contra sus resistencias, en Asia contra lo que vendría a ser la Organización de Cooperación de Shangai, en Venezuela contra el proyecto revolucionario o en un área no definida de Sudamérica contra la futura organización de defensa del ALBA.
No solo son supuestos tácticos conocidos, son supuestos estratégicos a futuro que se hacen con la intención de que los jóvenes de hoy vayan asumiendo quienes son los “malos” y quienes los “buenos”. Por supuesto los “malos” somos quienes queremos un mundo multipolar donde naciones soberanas puedan hacer uso de sus recursos y/o los que creemos en un justo reparto de la riqueza y los “buenos” son los que restauran el orden contra los “locos populistas dictadores” que pretenden acabar con la “democracia”.
Me queda fuera de toda duda que esas ideas permanecen en el subconsciente y que son semillas que germinarán en el marco de las guerras democratizadoras, con el abono de los grandes medios de información y el aderezo del barniz humanitario de sus oenegés.
Por eso me extraña que en el ámbito de las naciones que pelean por su soberanía y la verdadera independencia, como las que integran el ALBA, no exista un proyecto que asuma los videojuegos como parte del contraataque cultural. Al contrario que la resistencia libanesa que, con sus precarios medios, creó un juego donde se asumía el rol de guerrillero antisionista, no entiendo como los jóvenes de la América Latina emergente no pueden jugar a defender Girón, emular a Bolívar en su batalla por la independencia, combatir a Batista en Sierra Maestra, pilotar un Mig-23 contra los racistas de Pretoria en Cuito Cuanavale, participar en la insurrección popular sandinista contra Somoza, resistir la invasión gringa en Dominicana o alzarse junto a Tupac Amaru contra el colonialismo.
Que se deje en manos de los enemigos estas poderosas herramientas de ocio, formación y propaganda es una absoluta irresponsabilidad producto de un puritanismo forjado en base a miopes prejuicios morales.
Tanto en el terreno de la transmisión digital de información a través de las redes sociales como en la industria cultural del ocio digital se debe estar presente. No se trata de adorar o menoscabar. De lo que estamos hablando, es de usar todas las herramientas que nos ofrece el escenario en el que nos movemos, es decir, estar presentes con nuestra lucha en todos los ámbitos de la vida.
Nos va la vida en ello y me refiero a la vida real no a la virtual.
*Intervención en el II Taller Internacional: “las redes sociales y los medios alternativos, nuevos escenarios de la comunicación política en el ámbito digital”. La Habana, 11 al 13 febrero de 2013.

Pa’lante y pa’tras. Las inconsecuencias del gobierno


José María Carbonell, Cambio Total.

Al no existir una política estatal de Paz se cae fácilmente en la improvisación. E improvisar no es lo mismo que flexibilizar. Por el contrario. El gobierno de acuerdo con el público que lo escucha echa pa’lante y al momento siguiente si cambia el interés del /o el público echa pa’tras.

Esa inconsecuencia es producto de la carencia de una política estatal que adelante el proceso de Paz -como proceso puede durar un año, o dos, o mucho tiempo como duraron los vietnamitas dialogando con los franceses y después con los gringos de norteamérica- y en ese proceso se va construyendo la confianza entre las dos partes, además de ir avanzando en los puntos concretos que debe contemplar la firma de un eventual Acuerdo de Paz.

En ese ambiente carencial el gobierno de turno improvisa de acuerdo con su conveniencia política e interés particular y algunas veces hasta pone fechas de terminación de las conversaciones, introduciendo un elemento que no debería jugar ningún rol en los diálogos. En el momento actual de la Mesa de Conversaciones, por ejemplo, el gobierno dice una cosa aquí y otra allá, una cosa ante los gremios empresariales, otra ante los ganaderos, otra cosa en el Caguán y otra más a Le Figaro.

Con un solo hilo conductor: chantajear a las FARC para vencerla en la Mesa de Conversaciones, cosa que no han logrado en el campo de batalla, máxime cuando las FARC están en el plano de haber detrrotado el Plan Colombia, con imperio incluído, y para satisfacer las exigencias de los sectores más retardatarios de la vida nacional: terratenientes, ganaderos, militaristas, políticos corruptos de los partidos tradicionales.

Es a todas luces improcedente nombrar a personalidades que han fracasado en anteriores intentos, así haya sido que la orientación gubernamental era -y es- hacer fracasar el diálogo de ese momento y quizá el de ahora. Y naturalmente el gobierno en su inconsecuencia está ”dando palo de ciegos” sin atinar en sus intentos y por ello la desesperación ante la enhiesta posición exhibida por las FARC-EP que si saben para dónde van y tiene desde su nacimiento una política de Paz.

Causa enorme asombro a sectores internacionales que sean las FARC-EP las que desde 1964 exhiben una política de Paz y ellas han ido madurando su visión en la medida de los sucesivos intentos de diálogos desde la década de los 80. Incluso los propios periodistas de los medios burgueses han tenido que reconocer los avances de las FARC y su enorme capacidad de flexibilización de sus propuestas, las cuales, al igual que sus acciones armadas, apuntan a un solo norte: la solución política del conflicto interno colombiano, o si no es posible dada la terquedad de la oligarquía y el imperio: la toma del poder para el pueblo.

Ello, desde luego, está en sintonía con lo planteado por el Camarada Manuel Marulanda, Comandante de las FARC-EP: ”No queremos humanizar el conflicto sino acabar la guerra”. Y para acabar la guerra se deben acabar las causas que han originado el conflicto y, desde luego, para acabar el conflicto la oligarquía y los otros sectores en el poder deberán pagar su justo precio. Eso es lo que no quieren los sectores en el poder en Colombia. Ellos lo que quieren es que la Paz les salga gratis y que no se señalen sus politicas criminales.

Stalin en su contexto



El historiador Antonio Fernández Ortiz presenta el libro “¡Ve y lucha!” en la Academia de Socialismo 21

José Stalin se despidió de su hijo mayor, Yakov Dzhugashvili, el 22 de junio de 1941 cuando éste se marchó al frente. “¡Ve y lucha!”, le espetó. Poco después, Yakov cayó prisionero del ejército alemán. El historiador Antonio Fernández Ortiz ha utilizado estas palabras para titular su último libro, “¡Ve y lucha. Stalin a través de su círculo cercano!” (Ed. El Viejo Topo), presentado la semana pasada en la Academia de Pensamiento Crítico de Socialismo 21.

El texto se aproxima a la figura de Stalin a través de los personajes que configuraron su círculo más íntimo, en concreto, a partir de una larga conversación que el autor mantuvo hace años con Vladimir Fiodorovich Allilvev, sobrino político de José Stalin. En la entrevista se ofrecen claves para acercarse a la historia de la URSS con una mirada diferente, alejada de tópicos y simplificaciones al uso. Introduce el factor de la complejidad.
El libro está escrito por un especialista en Rusia y la Unión Soviética. Hace años que Antonio Fernández Ortiz reside en Moscú. Es autor de ensayos como “Chechenia versus Rusia: el caos como tecnología de la contrarrevolución” (Ed. El Viejo Topo) y en 2008 publicó la novela “Memorias de Espartania (retablo de gentes)” (Ed. Montesinos). Además, ha escrito numerosos artículos sobre su especialidad. De particular interés resultan las “33 tesis sobre la Unión Soviética” y las “Reflexiones sobre la naturaleza de la sociedad soviética. Necesidad de nuevos modelos de interpretación”, ambos publicados en “La Cieza Digital”.
Stalin ha sido una figura muy demonizada por la historiografía. Pero de modo maniqueo, sin introducir matices ni contextos. “Las situaciones de privilegio comenzaron mucho después de la época de Stalin”, cuenta en el libro Vladimir Fiodorovich Alliluev.

Reconoce su sobrino que Stalin “fue una persona dura y severa. Aunque en aquellas circunstancias no tuvo otra opción. Lo ocurrido en los años 1936 y 1937 fue una situación difícil, extrema, con intrigas, conspiraciones, robos y sabotajes. Se puede hablar de un cerco interior, corrosivo (….). Estaba en juego la existencia de la URSS. Y llegó el año 1937. Y todo acabó como es conocido. Sin las detenciones y juicios de aquellos años, eso que la gente llama las represiones de 1937, yo no sé si hubiésemos podido después ganar la guerra”.

¿Qué ocurrió en ese periodo? En 1937 se condenó a muerte en la Unión Soviética a más de 300.000 personas (no todas fueron ejecutadas). Los mismos picos se alcanzaron en 1938. Pero en los años anteriores y posteriores a este bienio, la cifra ronda los 1.300. ¿Qué ocurrió en estos años centrales del mandato de Stalin? Lo que explica la represión en 1937-38 es, en buena medida, la respuesta del poder a determinadas tramas civiles y militares que lo cuestionaban. Se producen entonces juicios sumarísimos. Ahora bien, la cuestión no se reduce, como habitualmente hace la historiografía dominante, a la voluntad política de Stalin o a la querella con los trotskistas. En ese bienio, asegura Fernández Ortiz, “eclosionan las tensiones; se producen luchas fratricidas entre todos los grupos políticos”.

Un superviviente de esos años fue Jruschov, quien “no era antisoviético, pero sí tenía en mente otro modelo de lo que debería ser la URSS”, explica el historiador. Y lo aplicó, según esta tesis, cuando llegó su momento. Cuenta en el libro Vladimir Fiodorovich Allilvev que Jruschov “renunció a la dictadura de la clase obrera, la consideró innecesaria y, en definitiva, sentó las bases para la transformación del estado en un ente burocrático”. Antonio Fernández Ortiz agrega que el XX Congreso del PCUS “intenta destruir la figura de Stalin y de la URSS pero, sobre todo, se dirige al exterior. Se utilizará por algunos disidentes y principalmente durante la guerra fría. Pero el pueblo ruso continuó valorando a Stalin”.

Por lo demás, los trabajos de Fernández Ortiz aportan dos elementos esenciales. Este historiador murciano reside en Moscú y lleva muchos años trabajando con fuentes rusas y soviéticas, cuando lo habitual es el uso de fuentes anglosajonas para el mismo objeto de estudio. Además, no parte de esquemas rígidos, los habitualmente utilizados para las realidades occidentales, sino que incorpora otros más útiles para la investigación histórica de Rusia y la URSS. Por ejemplo, la idea de sociedad tradicional campesina y sus redes de solidaridad, tradiciones y valores. “El protagonismo del campesinado en la revolución condicionó toda la evolución posterior del proyecto soviético”, afirma Fernández Ortiz en sus 33 tesis sobre la URSS. Y añade que el estado soviético fue un estado de nuevo tipo que incorporó las formas tradicionales de organización campesina.

Por el contrario, la Revolución Bolchevique se analiza en Europa como una realidad monolítica, a lo sumo con una o dos tendencias. Pero, a juicio de Antonio Fernández Ortiz, “es algo más complejo, que enlaza con las múltiples corrientes de pensamiento ruso del siglo XIX”. De hecho, al Partido Bolchevique acabaron incorporándose muchos miembros del partido Social Revolucionario, judíos y cristianos ortodoxos. No hay uniformidad, sino complejidad y mezcla.

A fin de cuentas, hay un debate que recorre las últimas centurias en la historia de Rusia y la Unión Soviética, y en el que el historiador hace singular hincapié: el modelo de modernización. ¿Seguir el paradigma occidental, con las pertinentes correcciones en materia de justicia social? O, por el contrario, adoptar un patrón que permanezca fiel a la herencia cultural rusa y a sus tradiciones. Esta es la matriz de los grandes debates, “que después aparecen simplificados, por ejemplo, cuando se habla del conflicto entre la revolución en un solo país y la revolución mundial”, subraya Fernández Ortiz.

Y no se trata de grandes polémicas metafísicas. Este debate sobre la modernidad se materializa en lo más concreto. Así, desde los años de la revolución hasta la década de los 30, estaban proscritos los libros de Pushkin (escritor del XIX y padre de la literatura rusa moderna). No figuraba este autor en los programas escolares, pues se consideraba una herencia de “lo viejo”. Pero en los años 33-34 se reedita a Pushkin y sus obras vuelven a los colegios.

Cuando se decide impulsar las colectivizaciones agrícolas, ¿Qué paradigma seguir? Se celebran congresos y debates políticos en la URSS sobre la cuestión. Y las colectivizaciones dan lugar a realidades poco subrayadas, como la incorporación de una parte del campesinado a la revolución; además, debido al éxodo rural, los campesinos que llegan a las fábricas urbanas traen consigo las tradiciones solidarias del campo ruso (por eso se ha apuntado que el obrero soviético es antropológicamente diferente al occidental). “La línea general del partido, representada por Stalin, tiene una parte de sus apoyos en esta gente que marcha de las aldeas a las ciudades”, recuerda el historiador murciano. La industrialización, asunto también muy debatido, se desarrolla a partir de enormes complejos fabriles, que dan lugar a muchas de las grandes ciudades (“La sociedad soviética se urbanizó a partir de los años 30 a un ritmo desconocido en la histórica”).

Muy a grandes rasgos, brota en este punto una de las semillas de la posterior implosión soviética. Porque en las décadas de los 50 y 60, coincidiendo con la recuperación de la posguerra, empieza a agrietarse la sólida tradición del milenarismo agrario y en las urbes se genera una necesidad de modelos y valores occidentales. Tal es la incertidumbre ante los cambios que Yuri Andrópov (secretario general del PCUS entre 1982 y 1983) llega a afirmar que “no conocemos la sociedad en la que vivimos”. “Los hacedores de la ideología oficial no saben qué respuestas ofrecer a una sociedad soviética ya urbanizada”, subraya Fernández Ortiz.

¿A qué causas responde la debacle final de la URSS? Se han esbozado un sinfín de teorías. A juicio de Antonio Fernández Ortiz, “hay una traición de los dirigentes; por un lado, llegan a la élite del Partido Comunista una serie de políticos cuyos referentes son la socialdemocracia y la cultura escandinava; en ese momento, los personajes que se hallan al frente de las empresas públicas pretenden privatizarlas, aun a costa de empobrecer a la población; es más, la crisis de abastecimiento que tuvo lugar durante la Perestroika fue deliberadamente provocada por la élite del partido, para generar descontento pero sin estallido social. Por eso Gorbachov es el personaje más odiado de Rusia. Muchas personas hoy no votan al Partido Comunista porque lo consideran culpable de la caída de la Unión Soviética”.

En la actualidad, no es baladí el porcentaje de gente joven que tiene a Stalin como referente. Incluso por encima de Lenin, a la hora de buscar iconos de la Revolución Rusa. Y, frente a los apóstoles del fin de la historia, Antonio Fernández Ortiz recuerda algunas conquistas, inconcebibles sin la construcción de la URSS: las revoluciones de Cuba y Vietnam, los procesos de descolonización tras la Segunda Guerra Mundial o la implantación (y actual desmantelamiento) del estado del bienestar en Europa. Y otros pequeños logros, básicos para la vida cotidiana: generalizar la calefacción a precio casi gratuito. En las encuestas, la población continúa defendiendo hoy posiciones estatalistas. “Rusia sigue hoy viviendo gracias a los logros del socialismo”, concluye el historiador.
 

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