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Despedida de Cristian Pérez - Sí a la Paz

Colombia: Falsa Democracia

Colombia: Falsa Democracia
Falsa democracia

RECOMENDADO CAMBIO TOTAL

[Colombia] Falsa democracia II: la democracia burguesa

Hernando Vanegas Toloza, Postales de Estocolmo. En el artículo de ayer abordamos, someramente, la historia de la democracia burguesa ...

Hey loco, No dispares!

Vamos a Cuentiarnos la Paz

LOS RICOS NO VAN A LA GUERRA

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En salud, gato por liebre

Por: Cristina de la Torre

Decepciona. No responde al anhelo general de cambio del modelo, ni para el Gobierno será, por tanto, el otro salvavidas al lado de los acuerdos de paz.

Panderetas aparte, la propuesta de reforma a la salud que el presidente radicó el martes pasado tiende a reafirmar la vocación privatizadora de la Ley 100, que convirtió a la salud en cueva de ladrones. Descentraliza el servicio, sí; unifica beneficios y, con la creación de un fondo único de carácter público, quisiera devolverle al Estado el control de los recursos del sector. Pero en vez de poner a raya a las EPS, fuente principal del pantano en que se hunde la salud y usufructuarias del desvío de billones, el proyecto les “redefine” funciones sin desmedro de su poder. Así, las ventajas de un modelo mixto de convivencia y control recíproco entre los sectores público y privado podrán terminar embolatadas en el privilegio de los particulares que trocaron en negocio la salud.

El proyecto suprime la intermediación financiera directa de las EPS, mas ahora —como gestoras de salud— les entrega la organización del sector en redes regionales, el control de cuentas de los hospitales y el poder de ordenarle al flamante fondo estatal qué giros emite o retiene por servicios prestados a los 12.000 hospitales, clínicas y proveedores. La bicoca anual de 30 millones de cuentas y auditoría sobre 600.000 consultas, cirugías y laboratorios. Más aún, les permite mantener integración vertical en atención básica con sus hospitales. Tronera por donde se escurrió un torrente de dineros de salud hacia el bolsillo de las EPS. Seguirán ellas ejerciendo como aseguradoras en los niveles especializado y especial, vale decir, como intermediarias financieras. Y en tal condición seguirán, por pagar incapacidades y licencias de maternidad. Bien a tono con el literal X del capítulo I del proyecto, según el cual los recursos de la salud “son públicos hasta que se transfieren de Salud-Mía a los agentes del sistema”.

Exultando prerrogativas, las gestoras (mayormente EPS privadas) formalizarán contratos con las clínicas y hospitales que integran la red de salud en el área de gestión respectiva. También deberán “auditar las facturas por servicios prestados, realizar el reconocimiento de los montos a pagar y ordenar los giros directos desde Salud-Mía (a los prestadores de salud) y a los proveedores de medicamentos y dispositivos médicos”. Otro bastión de poder, ahora las EPS podrán gestionar, hacer seguimiento y control de la información administrativa, financiera y médica propia y de los hospitales y clínicas que pertenezcan a su red.

A una ley ordinaria de semejante envergadura debe precederla un estatuto de principios y estrategias que den marco y sentido a la definición del servicio médico y al modelo por seguir. Al lado de la presente, el Congreso debate una ley estatutaria que concibe la salud como derecho fundamental garantizado para todos por el Estado y financiado con recursos públicos. De donde no podría volver a desprenderse el paradigma mercantilista y discriminatorio que ha prevalecido en estos 20 años. Acaso más bien un modelo mixto donde el Estado preserve la iniciativa y el control en la sustancia, y la empresa privada se ofrezca como complemento, limpiamente remunerado. Por lo demás, entre políticos y negociantes permanecería abierto un ojo escrutador de doble vía.
La iniciativa oficial da demasiado a las EPS: éstas estructuran la red, se organizan verticalmente, envían los pacientes a sus hospitales, controlan la información, vigilan sus propias cuentas y ordenan sus propios pagos. El poder todo. Venga una ley que consagre al Estado como garante supremo del derecho a la salud. Sin meter gato por liebre.
  • Cristina de la Torre | Elespectador.com

3er Encuentro de Zonas de Reserva Campesina: La tierra en disputa

Estado y Narcotráfico. Sistema económico, los financistas y el lavado de dólares

Entrevista a JOSÉ SANTOS, Presidente de los obreros de la Construcción de Chile



¿Cómo se va a financiar la Paz?

(Tomado de resistencia-colombia.org)

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CRB habló al respecto con el comandante Marco León Calarcá, sobre qué proponen las FARC, de qué manera se va a financiar el proceso?; porque se entiende que para hacer todas esas reformas políticas y sociales, o mejor, para materializar todas esas transformaciones profundas que requiere el campo colombiano se necesita mucho dinero, ¿De dónde saldrá ese dinero?

MLC- Lo más importante es mirar de donde se va a financiar el proceso, de donde va a salir el dinero para una reforma agraria integral completa, eso implica mucho gasto, y por eso nosotros hacemos unas propuestas que el gobierno quiere presentar como por fuera del tema, cuando nosotros estamos hablando de la deuda externa, cuando nosotros estamos hablando de la doble tributación, cuando nosotros estamos hablando de aumentar los impuestos a la gran propiedad, nosotros estamos hablando de la búsqueda de dinero para financiar el propósito de la Paz, no estamos metiendo temas que no tengan que ver con la agenda, necesariamente tenemos que mirar cómo vamos a llevar a la práctica los acuerdos. Esa es la idea.

“A Mindefensa todo lo que sea campesino le huele a Farc”

Agencia de Prensa Rural.

Cesar Jerez, vocero nacional de la Asociación de Zonas de Reserva Campesina, señala que el gobierno nacional tiene en gabinete a enemigos de la paz. Señala que Juan Carlos Pinzón y los militares han realizado un veto ilegal a las ZRC y denuncia que existe una campaña para estigmatizar a las organizaciones sociales.

Confidencial Colombia: ¿Cómo evalúa el inicio de este tercer encuentro de Zonas de Reserva Campesina?
Cesar Jerez: Bien. Hay ya cerca de 3500 personas, la gente después de tanta desinformación logró llegar al evento. Estamos acá para contar las verdades de lo que es una Zona de Reserva Campesina ante los estamentos que están presentes y ante los campesinos.
CC: De la institucionalidad solo está el Incoder, ¿Esperaba mayor presencia del Gobierno?
CJ: Si, claro. Toda la institucionalidad estaba in vitada porque esto es un evento en el que deben participar. Creo que no vienen por culpa de todo este debate falso, de las cortinas de humo frente al origen y el funcionamiento de las ZRC.
Esa estigmatización también afecta a los campesinos. Aquí, a dos cuadras del lugar donde estamos haciendo el encuentro hay dos retenes donde están bajando a la gente, y la están fotografiando.
Todo ese ruido que hacen los enemigos de la paz sirve para eso, para satanizarnos. Sin embargo acá estamos, este encuentro va a culminar con la presentación en sociedad y a las partes negociadores en el proceso de paz de la propuesta de Anzorc. Esto va a ser positivo para nosotros, para el país y para el gobierno, así no haya venido mayoritariamente.
CC: ¿Cómo van a hacer llegar la propuesta a los negociadores del gobierno?
CJ: A las cuatro de la tarde de mañana vamos a estar en contacto vía Skype con los negociadores de las Farc y para comunicarnos con la gente vamos a utilizar la página web de la mesa de conversaciones, correos electrónicos.
CC: ¿Se sienten representados en la mesa de negociaciones?
CJ: No, Desde Anzorc exigimos la participación de manera física de la sociedad civil en el proceso de paz en Cuba. Queremos estar presentes en la construcción de un acuerdo agrario, que se realice desde una discusión de la propuesta del gobierno, de las Farc y de nosotros, de las organizaciones sociales.
Si las organizaciones no estamos presentes en la discusión, los acuerdos a los que lleguen el gobierno y la guerrilla pueden no ser los necesarios para superar el problema de la tierra y la inequidad en el campo colombiano.
CC: El Incoder no es partidario de ampliar la política de las Zonas de Reserva Campesina, ¿por qué siente usted que pasa esto?
CJ: El Incoder responde al mandato del veto ilegal a las Zonas de Reserva Campesina, que proviene del ministerio de Defensa. Ese ministerio no se compadece con la realidad que vive el campo colombiano y no tiene en cuenta, ni siquiera, la coyuntura del proceso de paz con la guerrilla.
Hay un veto ilegal manifiesto que impide que se impulse la política de construcción de Zonas de Reserva Campesina y de establecimiento de más comunidades que operen bajo este mecanismo.
CC: ¿Por qué está ese veto?
CJ: Porque el Ministerio y la cúpula militar opera bajo una doctrina que les dice que todo lo que sea campesino, tenga que ver con organizaciones sociales o con comunidades es el enemigo interno y es una estrategia de las Farc.
CC: ¿Hay, entonces, enemigos de la paz también en el gobierno?
CJ: Si. El ministro de defensa y gran parte de la cúpula militar.
CC: ¿La alternativa en esta coyuntura es establecer Zonas de Reserva Campesina de hecho?
CJ: El artículo 60 de la ley 160 dice que las zonas de colonización campesina y sus baldíos son Zonas de Reserva Campesina. O sea que todo el debate es falso, pues estamos discutiendo algo que ya está establecido en una ley.
Si la gente va a una ZRC marginada de las políticas de desarrollo del Estado, lo que ve ahí es una de estas Zonas. Son territorios autogestionados y que tienen desarrollo soberano. Esto es por la misma ausencia del Estado.
CC: Finalmente, ¿tienen alguna cercanía con las Farc?
CJ: Ya dijimos claramente que no. La financiación de este evento corre por cuenta del Programa para el Desarrollo de la ONU y de la cooperación internacional. Estamos haciendo este encuentro en un coliseo para vacas que fue adecuado, así que no estamos en un hotel cinco estrellas.
El dinero que aportó la organización fue para el desplazamiento de algunos de los participantes. Las Farc no tiene nada que ver en este encuentro de Zonas de Reserva Campesina.

De La Habana viene un barco

No parece muy difícil para los negociadores del Gobierno con las Farc, en La Habana, atender al mismo tiempo a dos interlocutores opuestos entre sí: los que se sientan en la mesa frente a ellos, y los que, vociferando desde Colombia, le dicen no a cualquier propuesta.

Lo de las zonas de reserva campesinas, por ejemplo, no obstante tratarse de una figura nada bolchevique, es decir, avalada por la Constitución —Ley 160 de 1994—, tan pronto se empezó a discutir allá, suscitó por estos lados una algarabía, con enorme acústica en los grandes medios, de quienes llevan varios años, causando por omisión, o deliberadamente, el exterminio de la Comunidad de Paz de San José de Apartadó, una reserva similar, en tierras baldías, surgida hace rato al amparo de esa norma. Los crímenes ocurridos allí —por los que hasta el momento ha sido condenado un general, Rito Alejo del Río, y en los que estuvo incurso uno de los tres caínes de un melodrama televisivo—, cobraron, además de la vida de personas adultas, la de varios niños.

El tema, entonces, de las zonas de reserva, al proponerse en la mesa habanera, se aplaza por parte del Gobierno, con el pretexto de que “divide al país”, aunque el doctor De la Calle deja constancia de que “las mismas son un vehículo integrador de la patria”. Y se pasa al punto siguiente, dejando el anterior zapoteado y sin mayores esperanzas de resolverse. Mucho menos si se tiene en cuenta que el asunto viene discutiéndose desde hace años, lo que por supuesto es un tiempo mayor al muy agónico que el Gobierno le ha puesto a su contraparte en Cuba.

Hará un mes que le escuché al dirigente gremial antioqueño, Sebastián Betancur, decir: “No habrá reelección de Santos si todo sale mal en La Habana, es decir, si el Gobierno se levanta primero de la mesa. Pero la reelección le será innecesaria si todo culmina bien allí. Es decir, si se llega a un acuerdo”. Esta segunda opción, posiblemente, es una hipótesis en el sentido de que a Santos lo esperarían grandes destinos internacionales, por lograr el prodigio de demostrarle al mundo que el conflicto colombiano no era insoluble. Y equivale a pensar que para un mandatario lo ideal no es gobernar al país cuya paz ha conquistado mediante la negociación, en lugar de con la victoria. Una opinión interesante.

Yo, sin embargo, no le veo a Juan Manuel Santos madera para zanjar esos diálogos por las buenas. En su estructura mental parece no tener cabida la posguerra. Y menos con ese empeño suyo de no asustar a las tías uribistas. Él v muy mamey el asunto, pues arrancó las conversaciones bajo el equívoco de que su contrario estaba con urgencia de rendirse, lo que supuestamente haría en agradecimiento por unas curules. Pero no pintan así las cosas, y no porque esa organización esté atrincherada en posiciones maximalistas. Aun así, cuanta propuesta plantea —y no obstante no parecerle extrema a enormes sectores de opinión ni a los propios negociadores del Gobierno—, le resulta demasiado transgresora a una clase dirigente premoderna y confesional.

No me extrañaría que lo que termine ocurriendo, sea que Santos anticipe el cese de las conversaciones, tirándolo todo a la bartola, para borrar rápido su reputación de Pastrana versión dos. Y para tener más tiempo de construir una fama de Uribe recargado. Pero no creo que eso le funcione.

Nunca como ahora quiero estar más equivocado, y ojalá tenga que tragarme mis palabras.

Así no ”ayuden”, por favors


Domínico Nadal, Cambio Total.

Hemos visto toda la sesgada ”ayuda” que algunos sectores que quieren posar de imparciales dan al proceso de Paz en La Habana. No hablo aquí de los « enemigos de la Paz », porque de éstos ya sabemos que todo lo que salga o se diga sobre el proceso de Paz es malo, quizá porque no son ellos los que lo adelantan, y prueba de esto tenemos a montones.

No, hablo de sectores de la Iglesia Católica que ahora, cuando están estrenando « Papa », deberían ser más comedidos. Pero eso es como « pedir peras al olmo ». La Iglesia Católica es una institución reaccionaria, que se cobija con « el sol que más alumbra », no importa si ese « sol » son dictadores, sátrapas, « democracias » -como la colombiana-, etc, etc, y protege a sus propios delincuentes, pederastas, criminales del fisco, mafiosos, etc. Ahora en Colombia los vemos como « vacas muertas » atravesadas en la « ruta de la Paz », opinando sobre lo divino y lo humano.

Un tal arzobispo de Tunja, Luis Augusto Castro Quiroga, plantea que « mientras no se llegue al punto donde la guerrilla de las FARC deje las armas, todo lo demás se convierte en palabrería », apuntalando con esa declaración la posición guerrerista oficial que quiere ver « vencidas » a las guerrillas al costo que sea. Sin embargo, no hemos visto ninguna manifestación así sea verbal del obispo condenando las violaciones de derechos humanos practicadas por el Terrorismo de Estado. Ah, es que la violación del sagrado derecho a la vida le importa un « sieso » al prelado y si es el estado el que comete las tropelías están más que justificadas ya que el estado es el que les da « el billete ». Con razón alguien dijo que la Iglesia Católica era la « prostituta de la historia ».

También producto de la « presión » permanente que los medios en poder de la oligarquía le quieren meter a los delegados de la insurgencia, traen una excrecencia –no quería mencionarla pero lo hago para que veamos los extremos a los que llegan- dizque del IRA despotricando contra las FARC como lo haría cualquier agente de la CIA o los servicios secretos ingleses –que tienen sus crímenes « legalizados » por la ilegalidad de sus acciones-, sin saber esos diarios que los que resultan embarrados son ellos porque su ética está por los suelos al publicar esas « opiniones » sobre el proceso de La Habana.

Queremos decirles desde Cambio Total, por favors, así no nos ayuden. Sus opiniones no son ninguna ayuda para aclimatar la Paz. Sus opiniones son declaratorias de guerra porque hemos llegado al punto que esas « opiniones » que luchan contra la Paz son en realidad parte de toda una estrategia de Guerra contra el pueblo colombiano y las FARC. Sabemos que las FARC están acostumbradas a que los ataquen con todas las armas de que dispone el « enemigo de clase », la oligarquía y el imperio, pero, por favors, nuestro pueblo no soporta que ahora vengan disfrazados de « sacerdotes » o de ex-combatientes del IRA a atacarlos a mansalva.

Por favors, ayúdennos a aclimatar el proceso con ideas nuevas, con visiones futuristas que nos conduzcan a despejar el camino de las « vacas muertas » que viven y sobreviven por las FARC. Me explico. Si las FARC no existieran, ellos se morirían irremediablemente,  antes de tiempo, claro. Si las FARC no existieran ellos terminarían clavándose el aguijón a sí mosmos, como hacen los escorpiones cuando están en peligro.

¿Quién le teme a las zonas de reserva campesina?

Por: María Elvira Bonilla

Tres mil campesinos de carne y hueso, llegados en chiva desde lejos, del Cesar, de Cundinamarca y el Caquetá profundo, se reunieron en San Vicente del Caguán en el tercer encuentro de zonas de reserva campesina. Un tema candente en la mesa de diálogo de La Habana convertido en el punto central del pulso entre el Gobierno y la guerrilla que impidió cerrar la semana pasada la discusión del primer capítulo de la agenda, el de la tierra, como estaba planeado.


Los asistentes al encuentro, defensores de esa figura creada por la Ley 160 de 1994, con José Antonio Ocampo como ministro de Agricultura, y César Gaviria, de presidente, la defienden porque han vivido en carne propia la dura situación que las zonas buscan solucionar. Son campesinos hijos de los colonos que, expulsados por la violencia partidista de los años 50, se asentaron “selva adentro” en el Caquetá, el Putumayo, el Guaviare, el pie de monte llanero, tumbando monte, para levantar pequeñas fincas que terminaban vendiendo como “mejoras” a propietarios mayores, casi siempre hacendados ganaderos, para luego “abrir” otra parcela y reiniciar el proceso, y así… un camino que repitieron sus hijos.

La declaratoria de una zona como de reserva campesina permite frenar este destino de colonos itinerantes que les impide arraigarse en su tierra y construir su comunidad en torno a la vereda. El propósito no es otro que asegurar que las tierras continúen en manos campesinas al permitir que las parcelas se vendan sólo entre campesinos e impedir así la concentración en grandes haciendas, al tiempo que con la declaratoria de ZRC, el Estado se compromete a apoyar con inversión social vías de comunicación, electrificación y soporte a la producción por la vía de la asistencia técnica.

Con las zonas será posible definir en el mapa rural colombiano y proteger la agricultura campesina que ya aporta de hecho cerca del 50% de la comida del país. En este momento existen seis zonas que fueron creadas legalmente a mediados de los años noventa; siete tienen suspendido su proceso de aprobación por el Incoder, porque el Ministerio de Defensa se opone vehemente y según los asistentes al encuentro hay cincuenta más para iniciar el complejo proceso de su aprobación. Estas últimas suman 9 millones de hectáreas, de las 48 que existen en Colombia con capacidad productiva.

La polémica ha surgido porque las Farc en La Habana han ido más lejos. Plantean que las zonas de reserva campesinas se conviertan en territorios autónomos, entidades territoriales como los municipios, a semejanza de los resguardos indígenas o de los territorios colectivos de los consejos comunitarios de afros. Pretensión que el Gobierno no está dispuesto a conceder, y de ahí el impasse en las negociaciones de La Habana.
Se sale de este encuentro, después de ver y oír a muchos de los más de tres mil campesinos, pensando que para el país y el posconflicto, qué mejor que un mapa rural con comunidades organizadas y veredas a donde llegue la modernidad y las nuevas generaciones encuentren una alternativa de vida digna, distinta al irremediable desplazamiento al no futuro de las ciudades.
  • María Elvira Bonilla O. | Elespectador.com

 

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