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Despedida de Cristian Pérez - Sí a la Paz

Colombia: Falsa Democracia

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Falsa democracia

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[Colombia] Falsa democracia II: la democracia burguesa

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Ecos del 9 Abril: ¡Qué Mezquindad tan despreciable la suya Senador Jorge Robledo!

Luis Alberto Matta / 

El pasado 9 de Abril de 2013, millones de colombianos y colombianas declararon con amor su inequívoca aspiración a que haya una solución pacífica y política al conflicto social y armado interno de Colombia. No más guerra, no más injusticia, no más impunidad, no más violaciones a los derechos humanos, no más desapariciones, no más secuestros, no más minas, no más bombardeos, no más ejecuciones extrajudiciales o falsos positivos, fueron las consignas victoriosas de las multitudes.

Sí, victoriosas multitudes digo, porque superaron a los enemigos públicos y agazapados de la paz que atacaron con ferocidad la decisión popular de organizar esta manifestación de vida y esperanza. El gobierno de Juan Manuel Santos supo de antemano la fuerza torrencial de los movimientos organizadores, entre otros la Marcha Patriótica, y no tuvo otra opción que apoyar esta enorme manifestación de la sociedad civil, que declaró sin rodeos un apoyo irrestricto a la mesa de diálogos entre las FARC-EP y el gobierno nacional, hacia la solución política de la guerra civil no declarada que cumple medio siglo desde el alzamiento campesino en Marquetalia.

Y vaya sorpresa la mía. Pese a estar al corriente de que usted senador Robledo, representa al sector oligarca de la izquierda, tenía la ilusión que apoyaría, como dice hacerlo cuando le conviene, que las masas expresaran abiertamente y en las calles su apoyo al diálogo de paz con la insurgencia. Pero no, pudieron más la mezquindad y los celos a perder su puestico de izquierdoso refinado que con petulancia pasea por la media.

Es coherente y está bien que narcotraficantes, paramilitares, terratenientes o políticos corruptos se opongan abiertamente a los diálogos de paz. Al fin y al cabo viven de la guerra y la paz constituye una amenaza para sus intereses. ¿Pero y usted? ¿Qué le motivó a alinearse con Francisco Santos y Álvaro Uribe?

Ahora entiendo su descarada y oportunista decisión de expulsar a sectores democráticos y de izquierda como el Partido Comunista del seno del Polo “Democrático”. Si mis simpatías por el Polo habían mermado desde la salida del ex magistrado Carlos Gaviria, y se mantenían gracias al trabajo del valiente Representante Iván Cepeda Castro y un pequeño grupo de compañeras y compañeros que se mantienen, a partir de hoy renuncio a cualquier apoyo o simpatía hacia el Polo “Democrático”. No lo merece, gracias a usted y su indigna mezquindad Senador Jorge Robledo.

Nordeste antioqueño Comandante paramilitar indaga por participantes en la marcha por la paz



El día 10 de abril de 2013, siendo las 11:45 AM, se conoció por información de las comunidades del municipio de Remedios (Antioquia) que el señor Carlos Mario Agudelo, alias “El Caguiso”, viene realizando investigaciones en la zona con el objetivo de conocer el número de personas, rutas y posibles horas de retorno de las comunidades del Nordeste Antioqueño participantes en la movilización Nacional por la Paz, realizada el día 09 de abril de 2013, en la ciudad de Bogotá D.C. en respaldo al proceso de diálogo que adelantan el gobierno colombiano y el grupo insurgente delas FARC-EP en la Habana (Cuba).

Estas nuevas acciones de intimidación de las cuales vienen siendo víctimas las comunidades del nordeste antioqueño fue informada de manera inmediata al alcalde del municipio de Remedios el señor, Jorge Eliecer Gil, exigiéndole que como primera autoridad adelante todas las acciones que sean necesarias para garantizar la vida e integridad física de estas personas. La respuesta que emitió el señor Alcalde a la solicitud realizada por la Corporación Cahucopana consistió en afirmar que no podía realizar como primera autoridad ningún tipo de acción para prevenir la ocurrencia de hechos criminales en contra de las comunidades y que adelantáramos de manera directa las acciones que consideremos pertinentes ante las autoridades civiles, policiales y militares, como también de organismos de control, tales como defensoría del pueblo, personería Municipal de Remedios.

Es de recordar que el día 7 de abril de 2013, siendo as 4:30 PM, la corporación Cahucopana fue informada por parte de habitantes de la jurisdicción del municipio de Remedios Antioquia de la presencia de grupos paramilitares en la vereda Martana en el marco del desplazamiento a la ciudad de Bogotá de las comunidades campesinas de las zonas rurales de Remedios y Segovia que harían parte de la movilización Nacional convocada para el día 9 de abril en la ciudad de Bogotá.

La constante presencia de retenes paramilitares en los terminales regionales y vías de acceso como las rutas a las Veredas, Plaza Nueva, Cañaveral y Santa Marta, ha sido denunciada de manera reiterada por nuestra Corporación.

La marcha del 9 de abril: ética y estética del dolor

Por:
 Luz Marina López Espinosa.- Alianza de Medios y Periodistas por la Paz

Tal como estaba avisado y previsto, este nueve de abril de 2013 se celebró en las principales ciudades colombianas, a iniciativa del nuevo Movimiento Político y Social Marcha Patriótica, una movilización ciudadana que hiciera de pronunciamiento incontestable  a la manera de un mandato popular del pueblo soberano, para llevar a buen puerto las negociaciones de paz que  el gobierno del presidente Juan Manual Santos  adelanta con la guerrilla de las FARC en La Habana, Cuba.

Lo cierto es que la Marcha por la Paz como se la conoció,  superó en mucho las más optimistas expectativas. Y para frustración de los pequeños pero muy poderosos círculos de la ultraderecha nacional encabezada por el ex presidente Álvaro Uribe Vélez, en sólo Bogotá y partiendo de cálculos matemáticos serios, más de un millón de personas se volcaron a las calles en el más apoteósico pronunciamiento ciudadano que  haya habido nunca en el país: más de un millón marchando todo el día, muchos después de haber cubierto largas y fatigosas jornadas desde las más distantes regiones. Todos, dando un lapidario ¡No! al mencionado ex presidente, que había agitado  personalmente y a través de su influyente círculo de aduladores, la consigna dada al pueblo de “no ratificar” con su presencia  ese acto  por  tratarse de una –como siempre- iniciativa del terrorismo en interés exclusivo suyo.


Hablando como analista política, el  apoteósico acto de este nueve de abril es un indicador que debería significar el  entierro político de Uribe Vélez como oráculo de una parte significativa del país, el fin de sus pretensiones de caudillo.  No otra cosa lo impone tan abismal divorcio con el sin discusión principal interés popular del momento: el éxito de la negociación de paz con la guerrilla, una paz hay que acotarlo porque lo demanda la multitud en todas partes, “con justicia social”.


Fue grandioso lo vivido el martes 9 de abril hay que reiterarlo. Por motivos muy significativos. Esa abigarrada y tenaz  muchedumbre que marchó en claro apoyo al proceso de paz con las FARC., agitó mediante las más originales  y expresivas formas –dramatizaciones, danza, fotografía, escritos, poesía, canto y música- sus más sentidas aflicciones. Hubo una ética y una estética profunda y dolorida, que desde el arte y la vida expresó la verdad del sufrimiento. Del que se ha victimizado a millones con excusa de la confrontación.


Vida, verdad y arte fueron entonces los marchantes principales. Y no puede dejarse escamotear el dato cardinal que ellas referían: que los oprobios denunciados aludían fatalmente a algo que es baldón para el gobierno y el poder militar dominante, el relato de los hijos desparecidos, los hijos torturados, los hijos muertos, los masacrados. Pero no a manos de la fatalidad ni del acaso, sino del Estado;  ejército y policía principalmente. Ninguna expresión vimos denunciando agravios similares por parte de la guerrilla y clamando justicia. Al contrario, esos indignados pendones de “Sin perdón ni olvido” remitían a espantables crímenes de Estado.


Por eso, la inequívoca lectura de la marcha de este 9 de abril  no permite fraudes ni falsificaciones como ya desde el mismo momento de su realización lo estamos viendo tanto por parte de los medios de comunicación como del mismo presidente de la república -entusiasta marchante cuando vio que el hecho devenía arrollador- y del mando militar y policial. Y esta farsa no puede dejarse prosperar. Ella implica una distorsión histórica y mutilar de su proyección un suceso de la mayor relevancia para el futuro inmediato del país y para el bien común. Estamos hablando de que precisamente el 9 de abril, cuando de manera oficial se  celebra en Colombia el día de las víctimas, se pretende escamotear por los mencionados poderes la queja y el drama  de los  victimizados –torpe pleonasmo decir que del Estado-, para presentarlo como día de las víctimas sí, pero  las causadas por la insurgencia.  Absolviendo así, de  una parte al Estado por miles de documentados crímenes de lesa humanidad, y de otra, más irritante aún, convirtiendo esta gran marcha y este día en acto de solidaridad con la fuerza pública causante de las violaciones por las que cientos de miles clamaron.


Entonces este magnífico nueve de abril no fue como burdamente lo quiere presentar el gobierno, homenaje a una nueva categoría de victimas que quieren acuñar para desaparecer a  las verdaderas. Esas son aquellas que en razón de su pertenencia a la fuerza pública y del riesgo ínsito en ello, resultan no víctimas porque esta categoría es privativa de la población civil no contendiente agredida por los armados, sino afectados en su vida o integridad por una contingencia del oficio escogido y libremente asumida. Y esta afirmación no es ideológica. Es elementalmente conceptual. ¿Acaso el Estado reconoce como víctimas a los rebeldes muertos, mutilados, ciegos, parapléjicos? He ahí entonces la razón esclarecedora.


Esa espuria lectura oficial, como una burla de la apoteósica manifestación de este nueve de abril, fue lo que hizo el presidente Juan Manual Santos cuando centró su “participación” en homenajear y honrar a las únicas víctimas que reconoce: no los dos  mil jóvenes asesinados en los infames falsos positivos del ejército bajo su mando cuando se desempeñó como ministro de defensa, sino los militares y policías  heridos o “caídos en combate”. A quienes es forzoso decirlo, se prodiga toda suerte de reconocimientos y toda clase de  indemnizaciones y prestaciones como “víctimas del conflicto”. De los miles de campesinos asesinados por la fuerza pública en sus operaciones “génesis”, “centauro”, “cóndor”, “orión”, “espada de honor”, etc.,  nada; de los treinta mil detenidos desaparecidos, nada; de los cientos que reposan en las fosas comunes a resultas de esas operaciones en el Ariari –La Macarena, Granada, San Martín, Vista Hermosa, etc.-, nada. Sólo olvido y más olvido.
 

Dossier Álvaro Uribe Vélez

Colombia Invisible - Unai Aranzadi

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