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Despedida de Cristian Pérez - Sí a la Paz

Colombia: Falsa Democracia

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Falsa democracia

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[Colombia] Falsa democracia II: la democracia burguesa

Hernando Vanegas Toloza, Postales de Estocolmo. En el artículo de ayer abordamos, someramente, la historia de la democracia burguesa ...

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El rostro del fascismo criollo


Allende La Paz, Cambio Total.

Es una bestia repugnante. Esconde su ideología de exterminio de todos aquellos que no sean iguales a ellos bajo la máscara de la pureza de la raza. Detrás están los sectores más retardatarios del capitalismo.

A Hiltler le permitieron que sojuzgara a sus anchas los pueblos de Europa con la esperanza que esa sofisticada y avasalladora maquinaria de guerra se dirigiera contra la Unión Soviética. Les fallaron los cálculos. Surgió victoriosa y salvó a la humanidad entera. Los asesinos fascistas –mas no sus acólitos- fueron juzgados y algunos se escondieron en los confines del mundo.

Mas los seguidores de su doctrina siguen vivos, algunos. O se corporeízan en lo más troglodita y cavernario de las oligarquías criollas. Incluso hay casos inverosímikles y aberrantes. Que un « mestizo », surgido de la mezcolanza étnica colombiana, sea « fascista » movería a risa sin no fuera porque sus pensamientos e ideas buscan el asesinato de sus semejantes, que para ellos no lo son.

Que Uribhitler sea fascista no sorprende. La mafia es fascista. Ese subproducto del capitalismo ajusticia a todo aquel que los « traiciona » o a todos aquellos que se les enfrenten. Lara Bonilla y otras « personalidades » del establecimiento burgués son algunas de sus víctimas. Mas su feo y horripilante rostro se dirige principalmente contra el pueblo, los « impuros » étnicamente.

Por ello, el contubernio impúdico entre militares y políticos con el narco-paramilitarismo (mafia) los usó para aniquilar la resistencia popular y exterminar, entre otros, a la U.P. Usando el Terrorismo de Estado –el feo rostro del fascismo- adelantan su política de exterminio. 500.000 víctimas, 75.000 desaparecidos, incontables ejecutados extrajudicialmente -3.500 casos documentados de « falsos positivos »-, 4.000 masacres, y más de 5 millones de desplazados forzados, son el producido contra su « guerra » contra el pueblo, un pueblo desarmado.

Que el procurador Ordóñez sea fascista tampoco. Qué se podría esperar de un descendiente mestizo que aprendió y atesoró la quema de libros como una de sus formas de acción política ? Nada, definitivamente. Lo aberrante del caso Ordóñez es que el propio establecimiento burgués lo eleve a posiciones de poder conociendo esas posiciones fascistas. NO al aborto, no al matrimonio igualitario, persecución a todo aquel que piense diferente. 

Increíblemente, Ordóñez llega a la procuraduría con los votos de ciertos « seudo-izquierdistas » que se olvidaron para que se usa la tribuna parlamentaria. No para componendas impúdicas sino para denunciar al régimen y sus políticas antipopulares. Mas ellos han sido asimilados al régimen y pretenden « hacer política » al estilo burgués. Incluso, podríamos decir que esos que lo votaron se convierten en cómplices de las acciones del procurador en ejercicio de su cargo. Son fascistas apoyadores de la troglodita.

Que entre la tropa, militares y policías y sus jeraquías, haya fascistas « puros » tampoco escandaliza. Una de las instituciones más reaccionarias son las fuerzas militares, las cuales junto con la jerarquía católica exhiben los grados más altos de conservadurismo. No han entendido el papel que pueden jugar para transformar el país. Ni siquiera entienden el papel que juegan en los momentos actuales la fuerza armada en el proceso transformador de Venezuela.

Que « Fachito » Santos sea fascista tampoco. Un individuo criado en « cuna de oro », educado en instituciones religiosas –de ahí le vendrán las « desviaciones » ?-, que solicita a Castaño jefe narco-paramilitar la conformación de un Bloque Capital para asesinar « bogotanos » -no « santafesinos »-, es capaz de cualquier cosa para defender sus privilegios de clase. Ya lo sabemos. Es la perfidia como forma de pensamiento.

Ese feo rostro ya lo conocemos. Ya los conocemos. Por ello les decimos: “No pasarán”. No nos asutan. Vamos contruyendo la Nueva Colombia.

Movimientos sociales y participación política

Ponencia leída por Laura Villa [VIDEO y transcripción]

http://resistencia-colombia.org




La nuestra no es una propuesta acabada y única, sino un aporte al debate fraterno y constructivo que debe darse al interior del campo popular colombiano. Está entonces abierta a los aportes de todos los movimientos sociales, políticos y comunitarios que son bienvenidos. Para nosotros, una verdadera participación política se da con democracia real, de base. En la construcción de ella, sabemos que nos encontraremos todos los que ansiamos y combatimos por un país distinto. La iniciativa está abierta, bienvenidos todos los aportes.


Transcripción de la ponencia presentada por Laura Villa, de la Delegación de Paz de las FARC-EP:
" La siguiente es una ponencia en la que queremos expresar algunas opiniones acerca del tema de los movimientos sociales y la participación política.

Movimientos sociales y resistencia guerrillera: 
 
Los movimientos sociales se han convertido durante la última década en un determinante factor dentro de la vida colombiana. La andanada de acciones antipopulares y entreguistas de los 8 años de Uribe, se tradujeron en la multiplicación y convergencia de las luchas de los sectores que constituyen el campo popular colombiano. Es así como en la última década hemos asistido a movilizaciones masivas de campesinos, indígenas, estudiantes y trabajadores, así como al resurgimiento o aparición de importantes luchas urbanas, juveniles, culturales, de género, y de reivindicaciones de derechos políticos, económicos, sociales, sexuales y reproductivos. La multiplicidad de expresiones de resistencia ha mostrado que nuestro pueblo está presto para la lucha; que la resistencia popular no se amilana a pesar del Terrorismo de Estado y las mentiras de los grandes medios. La heterogeneidad y diversidad de las expresiones de lucha no es algo negativo, por el contrario es necesario reacción a las distintas injusticias sociales que existen en nuestro país. Injusticias que se convierten en razones para organizarse y luchar. A la importancia de lo anterior hay que sumarle que los movimientos sociales colombianos se encuentran transitando por el camino de la Unidad (...) A pesar de las múltiples diferencias, las organizaciones han comprendido que la vía para la superación de las injusticias, pasa por la búsqueda de horizontes conjuntos entre todos los oprimidos. De esa manera, se han iniciado procesos tan interesantes y representativos como la MANE, que gracias a la unidad y movilización estudiantil lograron mostrar la fuerza del sector en contra de los procesos de privatización, la CONAP, los intersindicales por la rama de industria, las asociaciones de desplazados, la Marcha Patriótica, el Congreso de los Pueblos, el Movimiento nacional por la salud, el COMOSOC, La Mesa de Unidad Agraria, diversas asociaciones campesinas, las Zonas de Reserva Campesina, ANSORC, la Ruta social común, y otras iniciativas por la paz y los DDHH, estos son el mejor síntoma de que la unidad del campo popular es posible, y será realidad.

Ha existido cierta tendencia intelectual que considera que las expresiones armadas de la resistencia popular, como en nuestro caso las FARC-EP y el ELN, serían contrarias a los movimientos sociales: se trata de teóricos que pretenden desconocer los procesos históricos que han dado origen a las guerrillas, y que bajo la fraseología postmoderna, en muchos casos estipendiada, anhelan dividir al pueblo.

Desde las FARC-EP, tenemos más que claro que nuestro camino revolucionario es convergente con el que se han trazado las diferentes expresiones de los movimientos sociales. Veamos por qué:

La versión oficial de la historia del conflicto colombiano presenta a las guerrillas revolucionarias como implante foráneo de la guerra fría, nada más alejado de la realidad: las guerrillas en Colombia son la manifestación de la no resolución de la cuestión agraria (...) La latencia de un mundo rural pleno de contradicciones sociales y la inexistencia de unos mínimos democráticos es lo que da sustento al surgimiento de un movimiento campesino, al que no le queda otro camino que el desarrollar la guerra de guerrillas. Después de agotar todas las vías pacíficas, la insurgencia armada es entonces movimiento social y popular en armas.  
En la historia y en el cuerpo programático de los guerrilleros y las guerrilleras de las FARC-EP, nunca se ha considerado que el tránsito de Colombia hacia la democracia y el socialismo se derive únicamente de la actividad militar de la resistencia popular; y hemos sido conscientes de que será la movilización intensa de las masas a partir de la unidad de todo el campo popular, la que impondrá los cambios que el país requiere. Y por ello mismo las FARC-EP se imbrican y retroalimentan de las múltiples luchas que libera el pueblo.  
 
Esto puede demostrarse en dos vías: en la llegada a las filas guerrilleras de compañeros y compañeras provenientes de organizaciones populares de masas, a quienes sólo les quedaba la vía guerrillera para poder continuar desarrollando la actividad política y conservar la vida. Algunos ejemplos: el camarada Raúl Reyes, proveniente del sindicalismo del sector alimentario, el camarada Hernando Gonzáles Acosta, importante líder estudiantil y juvenil, y el propio caso de nuestro comandante Manuel Marulanda Vélez, representante de la resistencia del campesinado ante la violencia oficial, entre otros muchos.

En la imbricación del accionar de los frentes y columnas guerrilleras con la movilización popular en las distintas áreas del país, las unidades farianas participan del amalgama de expresiones de descontento popular. Esa unidad entre el movimiento social civil y el movimiento social armado es la principal garantía para el desarrollo de la guerra de guerrillas. Dice una vieja máxima de la lucha popular: guerrilla aislada del pueblo, no sobrevive; y pueblo sin resistencia armada es masacrado. En conclusión, para las FARC-EP, los movimientos sociales y la resistencia guerrillera son expresiones organizadas de un mismo pueblo, que se complementan y retroalimentan dentro de un mismo campo popular.  

Movimientos sociales y Participación Política: 
 
Los medios masivos de comunicación han desbocado una fuerte campaña de desinformación acerca del pasado Foro de Participación Política, llevado acabo en la Universidad Nacional, sede Bogotá, el pasado 28 de abril 2013. Según ellos, el objetivo de éste era discutir la manera sobre cómo los farianos y farianas entramos a pelear curules parlamentarias en nuestra, supuestamente, “inminente desmovilización”. El absurdo de tal afirmación, repetida miles y miles de veces en la radio, la televisión y las redes sociales era evidente.

El intenso batallar político militar de las FARC-EP no busca nuestra cooptación bajo el podrido modelo electoral y representativo existente en Colombia.

No hemos hecho inmensos esfuerzos al lado de nuestro pueblo durante décadas y se han sacrificado vidas tan valiosas como las de nuestros camaradas, Alfonso, Raúl, Mariana Páez, Jorge, Lucero Palmera, Cristian Pérez, Iván Ríos y millares de compañeros más, simplemente para terminar apoltronados en ese establo parlamentario, que cada día se encuentra más desacreditado frente a nuestro pueblo. Quienes desdibujan nuestras intenciones altruistas demuestran no sólo su interés en sabotear la Mesa de Diálogos en la Habana, sino que tienen una miopía política evidente: la de considerar las elecciones de la democracia burguesa como forma única de acción política y de democracia posible.

Las FARC-EP insistimos en la necesidad de abrir un debate intenso y masivo sobre las formas de participación política en Colombia. Pues estamos convencidos de que en nuestro país no existen garantías para que el pueblo se manifieste en las instancias presuntamente participativas y representativas. Esto se sustenta en la práctica sistemática de la eliminación selectiva de los líderes populares, de oposición o demócratas, por parte del Estado. La sucesión de mártires de nuestro pueblo es enorme, pero para este caso nos puede bastar con citar algunos ejemplos: Rafael Uribe Uribe y Jorge Eliécer Gaitán, representantes de las reservas democráticas del liberalismo de base; los candidatos presidenciales de la Unión Patriótica, Jaime Pardo Leal y Bernardo Jaramillo Osa; el presidente nacional de la UP, José Antequera; los candidatos de alternativas a la Colombia ultramontana Carlos Pizarro y Luis Carlos Galán; el vocero oficial del PCCML y el EPL; durante el dialogo nacional Oscar William Calvo y el secretario general del PCC Manuel Cepeda Vargas, y dos de sus secretarios de organización Teófilo Forero y Miller Chacón; y miles de dirigentes hombres y mujeres del movimiento sindical, cívico, barrial, agrario y estudiantil, dan cuenta de que en Colombia son perseguidos y exterminados los liderazgos de oposición al régimen.

El gobierno Santos no es ajeno a dicha herencia: la desaparición reciente de los líderes de la restitución de Tierras en Córdoba, Urabá y Sucre, las amenazas al movimiento sindical, y la persecución al periodismo crítico dan muestras de que en poco, o en nada, cambia la respuesta terrorista oficial al disenso y a la oposición. A esto a hay que sumar la existencia de un entramado jurídico administrativo que aumenta y reproduce la naturaleza asimétrica del régimen político. Las talanqueras para la participación, veeduría y gestión de los sectores populares dentro de las decisiones del país, hacen que éstas resulten prácticamente negadas.

A eso referimos las FARC-EP cuando hablamos de participación política en la mesa de diálogos: Colombia requiere de un edificio institucional y jurídico que sea realmente democrático, en el que el pueblo participe y mandate sus derechos y exigencias. De allí que insistamos en una Asamblea Nacional Constituyente que de participación a todo el pueblo movilizado: a los movimientos sociales, organizaciones políticas, plataformas de DDHH, víctimas, y cómo no, la las expresiones armadas de la lucha popular.
 
La nuestra no es una propuesta acabada y única, sino un aporte al debate fraterno y constructivo que debe darse al interior del campo popular colombiano. Está entonces abierta a los aportes de todos los movimientos sociales, políticos y comunitarios que son bienvenidos. Para nosotros, una verdadera participación política se da con una democracia real, de base. En la construcción de ella, sabemos que nos encontraremos todos los que ansiamos y combatimos por un país distinto. La iniciativa está abierta, bienvenidos todos los aportes. Y sobretodo bienvenido el accionar creciente y decidido del pueblo movilizado, que el últimas será el único capaz de transformar la realidad de injusticia que nos agobia, estableciendo la Nueva Colombia con justicia, libertad, igualdad, y ahí sí una paz estable y perdurable.”

Tomado de:
http://resistencia-colombia.org/dialogos-por-la-paz/2786-movimientos-sociales-y-participacion-politica
http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=05X65luoZsw#!

Las Farc dicen que no fueron a La Habana a entregar las armas

El periodista Alfredo Molano Bravo viajó a la Habana (Cuba), donde el gobierno Santos y la guerrilla de las Farc adelantan conversaciones de paz.

Por: Alfredo Molano Bravo.
El jefe del equipo negociador de las Farc, ‘Iván Márquez’, junto al recién ingresado a la delegación insurgente, ‘Pablo Catatumbo’. /EFE
 
En el Hotel Sevilla se reunió con ‘Pablo Catatumbo’, ‘Iván Márquez’ y ‘Jesús Sántrich’ para conocer los planteamientos del equipo negociador de la insurgencia sobre los diálogos que avanzan hacia la novena ronda. Los comandantes guerrilleros sostuvieron que no fueron hasta allí para entregar las armas que el Estado no le ha podido quitar en 50 años de confrontación. Este es el relato del encuentro con los jefes guerrilleros.

Pasar del Duty Free de San Salvador a la calle del Obispo en La Habana Vieja es cambiar de mundo. De tiendas atestadas de perfumes, relojes, licores, corbatas de seda, tacos de puntilla y bares a media luz, en tres horas se pasa —después de sobrevolar los azules marinos, los ocres de tierra y los verdes de cañaduzal— a un comercio pobre, pero no triste: en cada esquina hay un conjunto tocando y cantando ritmos que los peatones bailan cuando pasan y los extranjeros miran y oyen mientras se toman un daiquirí. Cuba es hoy una sociedad empobrecida que se empeñó en construir “golpe a golpe” una utopía. Bella sí, pero utopía también. La reconstrucción de La Habana Vieja va andando a paso caribeño; hay soberbios edificios de fines del siglo antepasado y comienzos del pasado —cuando había reyes del azúcar y capos del alcohol de contrabando, y un precursor del narcotráfico de la cocaína fabricada en Barranquilla y mercadeada por un paisa—; avenidas amplias como El Prado, inspirada en las Ramblas de Barcelona, y un malecón abierto al mar y a la brisa.

A la habitación 615 del magnífico Hotel Sevilla, donde yo garabateaba la columna sobre la Madre Laura y donde se alojó Al Capone, me llamó Pablo Catatumbo. Había hecho mil vueltas para conversar con él, a quien conocí en Caracas después de las conversaciones que las Farc y el gobierno de Gaviria iniciaron en Cravo Norte y terminaron en el fracaso de Tlaxcala. Pablo es hoy la voz que le ahogaron a Alfonso Cano con toneladas de explosivos lanzadas desde 35 helicópteros de la Fuerza Aérea Colombiana. Una hazaña de la causa, digo yo. Catatumbo era el sucesor natural de Cano y su mando va desde Tolima y Valle hasta Cauca y Nariño. Carlos Castaño asesinó a su hermana y el Ejército ha tratado de cazarlo muchas veces. Pero ahí llegó al lobby del hotel con guayabera y en compañía de Iván Márquez —jefe de la delegación de las Farc que trata de llegar a un acuerdo de paz con el gobierno de Santos— y del enigmático comandante Sántrich. A Iván lo conocí en el Caguán cuando el Mono Jojoy conversaba con Carlos Ossa, Pardo Rueda y María Jimena Duzán sobre la sustitución de cultivos de coca de los campesinos por cacao. A Sántrich no lo conocía, pero quería conocerlo porque me parece que es el hombre que les pone un tono macondo a las muy acartonadas reuniones con el Gobierno. Me habría gustado hablar también con De la Calle, con Alejandro Reyes y con el no menos enigmático doctor Sergio Jaramillo, pero el palo aún no está para hacer cucharas.

La reunión con los tres comandantes comenzó con un “¿qué más?” rodeado de un incómodo silencio de asesor; una especie de pregunta que nadie responde y que termina como debe ser: en puntos suspensivos. Luego se bordea, se pide un café y se remata con un mojito para entrar en materia, que no fue mucha: puntadas sobre una telaraña (lo que las señoras llaman pespuntear). Iván dio un primer paso: “¿Y qué lo trae por aquí?”. Pues, como le digo —en realidad no le había dicho nada—, quiero saber en qué están ustedes. “Ahí vamos —me respondió sonriendo—, en la brega. El Gobierno está duro y nosotros no vinimos a rendirle las armas a quien no ha podido quitárnoslas”. Entonces —pregunté haciendo de abogado del diablo—, ¿en qué puede parar el negocio, si ustedes no tienen otro capital? “Nosotros —dijo Pablo— tenemos pueblo, estamos hechos de pueblo; la gente nos quiere y nos sigue, la prueba está en que la llamada sociedad civil quiere participar en los diálogos, y lo ha hecho. El Gobierno tiene miedo de abrir puertas y ventanas”. Acepto el argumento. Pero, me atravieso: Uribe también tiene pueblo. “El poder sirve para agarrar pueblo a mansalva, hasta de locos de atar como Pachito —argumenta riéndose Santrich, que no pierde una acidez demoledora y burlona pese a estar casi ciego—. Pero, vuelvo yo a la carga: ¿Y de los fierros, qué? Iván responde: “Las armas no se entregarán, desaparecerán, así como aparecieron para enfrentar la persecución y el asedio de esa trinca hecha por terratenientes, militares y paramilitares, llámense estos Chulavitas, Pájaros, Guerrillas de Paz o bacrim. Es que el negocio es entre dos partes y el Gobierno tiene que comprometerse a no dejársela montar de los ganaderos, de los generales y de Los Urabeños. Debe asegurarnos, y no con meras palabras, que la negociación va en serio y que supone enmiendas profundas”. A papaya servida, papaya partida —pienso yo—, antes de soltarles la siguiente provocación: ¿Enmiendas a la Constitución? “No hay guerra civil en nuestra historia que no termine con una nueva Constitución, comenzando con la guerra de Independencia, que dio nacimiento a la Constitución de Cúcuta, pasando por el triunfo de Mosquera en 1861 y la Constitución del 63 —de la que mucho hay que aprender—, hasta la reaccionaria Carta del 86, fruto del triunfo militar del nuñismo en el 85. Pese a todo, a la del 91 le faltó ‘un hervor’ porque no estuvimos nosotros”.
Ahora no está Marulanda, que era ante todo un campesino. Hoy son ustedes, hombres y mujeres formados en la universidad, los que tienen el mando —comento con cierta prudencia—. “Sí, así es, dice de nuevo Pablo, pero su sucesión estaba preparada; en las Farc nada ha cambiado. Las mismas ideas que nos llevaron a la guerra son las que defendemos en la mesa y mañana en la calle. No sólo estábamos preparados para la muerte del camarada, sino para la de Reyes, la del Mono, la de Alfonso y la de cualquiera de nosotros. Tenemos una institucionalidad fuerte. No tenemos sólo plan B, tenemos muchos. Pensamos, como guerreros que somos, con flexibilidad, pero sin abandonar los principios ni ablandarnos. El Gobierno sabe, aunque diga lo contrario, que no estamos derrotados. ¿O es que está aquí de pura cachaquería? Y, para ser justos y claros: aceptamos que tampoco hemos podido derrotar a sus fuerzas armadas. Lo que también se debe saber es que no vamos a pagar cárcel, no luchamos por disminuir sentencias; nosotros estamos en armas porque no acatamos la Constitución vigente y sabemos que por la paz las cortes internacionales están dispuestas a sacrificar su rigidez. La guerra la sienten los militares, los ganaderos, los empresarios. La guerra no la pagamos sólo nosotros, los combatientes y nuestras familias, sino el pueblo en general. La verdad es que aquí todos, incluidos los medios de comunicación, somos también victimarios. Que nadie venga ahora a lavarse las manos con avemarías ajenas. Que se sienten con nosotros todos los victimarios y que traigamos todas las víctimas. Y que crezca la audiencia, como diría Jorge Zalamea.

Colombia no es una excepción en América Latina, donde se han dado y se están dando cambios muy profundos. Colombia tiene una asignatura histórica pendiente: la democracia. Nosotros estamos dispuestos y, como dice el corrido de José Alfredo Jiménez, ‘si nos dejan’, a contribuir a construirla. Y si no nos dejan, peor para ellos”. Silencio. Un remate que nos volvió al silencio de puntos suspensivos. Para cortarlo, pregunté: ¿Y de la bella holandesa, qué? “Ella —dijo Iván— ha sido muy maltratada por la prensa. Ella es una internacionalista, una mujer que no sólo habla colombiano y piensa como colombiano, sino que sabe más que usted, Molano, de los problemas agrarios del país”. Remato yo con torpeza: Ella sin botas y con tenis se debe ver más linda.
Silencio final. Puntos suspensivos.
* Por: Alfredo Molano Bravo
 

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