Domínico Nadal,
Cambio Total.
Las marchas que
por estos días han sacudido a Barranquilla son cruel reflejo de lo que sucede
en todo el país. Barranquilla, epicentro del manzanillismo, clientelismo, y de
sus especímenes políticos, fue primero « tomada » como epicentro del
fenómeno conocido como la « bonanza marimbera » y posteriormente de
la « bonanza de la cocaína ». Primero fueron los famosos carteles de
contrabandistas que se transformaron en epicentro de la exportación de
marihunana y después de la cocaína, cuyos jefes « duros » estaban en
el « interior », Antioquia, Viejo Caldas y Valle del Cauca.
A la sombra del
tráfico de drogas crecieron « familias » que de tener una droguería
se transformaron en uno de los determinandos de la vida de Barranquilla y el
Atlántico, los Char. Vinieron a completar el cuadro de los Name (liberales),
los Gerleín (conservadores), y otros, al tiempo que posteriormente llegaba una « nueva »
clase política dizque « popular » a la alcaldía de Barranquilla, el
Cura Bernardo Hoyos y Guillermo Hoenisberg, igualmente corruptos, chanchulleros,
serrucheros, que los anteriores « políticos ».
El pueblo currambero
ha vivido una vida de privaciones y aplazamiento de sus más sentidas
reivindicaciones. Sectores de la clase media se alzan y se ven a sí mismos como
los herederos de los viejos « caciques » y para ello recurren a las
mismas armas, pero la gran mayoría están viviendo un proceso de depauperización.
Ocultas en las impostergables obras de infraestructura –y sus correspondientes
coimas- necesarias para « modernizar »
la ciudad, se esconden megaproyectos que van siendo adelantados por los que
usufrutúan el poder. La zona del antiguo Mercado de Barranquilla hasta el
puente Pumarejo es apetecida para adelantar una zona residencial para los ricos
de Barranquilla y para poder hacerlo tienen que despojar a sus propietarios,
cosa que van haciendo a sangre y fuego.
Los crímenes
cometidos en Barranquilla por las bandas de narco-paramilitares horroriza a
todo aquel que tenga acceso a las estadísticas. Una de esas bandas « pertenecía »
a los Char y era comandanda por un señor Rey. Mas el negocio y la corrupción
eran tan palpables que las bandas de narco-paramilitares la convirtieron en su
objetivo. Las llamadas ACCU –narcoparamilitares- con « Jorge 40 » a
la cabeza adelantó la « toma de Barranquilla » a sangre y fuego y son
miles de miles los asesinatos cometidos en los años 90 y 2.000. Este delincuente
contaba con el apoyo de los gobernantes de turno, especialmente del gobierno
del narcoparamilitar presidente Uribe Vélez, más conocido como Uribhitler.
Todo aquel que se
opusiera a los designios de « Jorge 40 » era asesinado, lo cual
significaba muerte para todo aquel que se opusiera al proyecto de Uribhitler de
institucionalizar el narco-paramilitarismo. No sólo fueron asesinados los
narcotraficantes que se opusieron, sino de la mano de Jorge Noguera Cotes
-entonces director del DAS- fueron ultimados personas de altas calidades societales como Alfredo Correa
D´Andreis y líderes de desplazados, a quien Noguera entregó un listado de
personas a asesinar.
Hoy « el
monstruo se les salió de la mano » y las víctimas son comerciantes -los tenderos fueron uno de los principales sostenes de los narcoparamilitares- y todo aquel que tenga un poco de dinero para pagar la « vacuna »
exigida por los neo-narcoparamilitares. Ayer eran los ganaderos y
terratenientes que se quejaban porque los narco-paramilitares los despojaban de
sus tierras y ganados –el remedio resultó peor que la enfermedad-, hoy son
sectores de la ciudad que soportan la violencia neo-narcoparamilitar. Y en
dónde está la policía ? En dónde está el ejército ? Viendo a ver si
pueden recibir parte del botín ya que todos forman parte del proyecto
adelantado desde el estado.
Este es el espejo
de Barranquilla. Corrupción de viejo o nuevo cuño, neo-narcoparamilitarismo, asesinatos
y desapariciones, lucha por el poder, y en medio de ellos una vieja y nueva
clase política que continúa apoderándose de las arcas del estado para su propio
beneficio.