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Despedida de Cristian Pérez - Sí a la Paz

Colombia: Falsa Democracia

Colombia: Falsa Democracia
Falsa democracia

RECOMENDADO CAMBIO TOTAL

[Colombia] Falsa democracia II: la democracia burguesa

Hernando Vanegas Toloza, Postales de Estocolmo. En el artículo de ayer abordamos, someramente, la historia de la democracia burguesa ...

Hey loco, No dispares!

Vamos a Cuentiarnos la Paz

LOS RICOS NO VAN A LA GUERRA

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La guerra y la Paz, otra vez...

Allende La Paz, Cambio Total.

El tema naturalmente recurrente en la vida nacional es el tema de la guerra y la Paz. Casi siempre ha predominado en el escenario burgués la  guerra como única forma de enfrentar los problemas creados por la misma oligarquía y la Paz ha ido emergiendo desde los confines de la Colombia profunda, esa Colombia que ha soportado y enfrentado los planes militares diseñados en los centros imperiales. La Paz se va mostrando y ganando cada vez más espacios.

En los momentos actuales la Paz está en el centro de la discusión a pesar de que los colombianos vivimos más crudamente la guerra. Mas la oligarquía lloriquea cuando las guerrillas les propinan golpes durísimos como el de ahora en el Arauca y Caquetá. Por qué lloriquea JM Santos porque las FARC le dió de baja a 21 militares si él cuando asesinó al comandante de las FARC, Alfonso Cano, salió « muy orondo y muy majo » a decir que había « dado loa orden de aniquilarlo » ? Hoy lloriquea como « plañidera » por los 21 militares, que no son oligarcas, sino hijos de pueblo que se venden a la oligarquía para adelantar por ellos la guerra. Entre los muertos hay algún Santos, Pinzón, Uribe, etc ? No.

Entonces el presidente JM Santos nuevamente hoy le declara la guerra a las FARC. Eso tampoco es nuevo. Esa guerrilla colombiana desde 1964 está viendo cómo les declaran la guerra y los guerrilleros enfrentan la represión –con las armas en la mano- y propinan a su vez golpes que minan la moral combativa de la tropa oficial. Por qué un ejército con todos los recursos del mundo, con apoyo de los gringos –evidenciado por el marino capturado por las FARC, el cual será entregado a Piedad Córdoba y el CICR como muestra de buena voluntar, otra !-, ve cómo se le agiganta un ejército irregular ?

Dice JMSantos que « así como tenemos la mano tendida y estamos dialogando, también tenemos el garrote ». Más bien debería decir « así como siempre hemos tenido el garrote para el pueblo, las FARC nos ha obligado a dialogar ». Y habla de « contundencia militar ». Por lo visto los últimos días, la contundencia militar está del lado de las guerrillas. El golpe recibido no fue cualquier golpe. Él lo sabe. Lo sabe « el pesista ». Lo sabe la cúpula militar.

Dicen que el que recibe el golpe debe sobarse y quejarse. JM Santos se soba y lloriquea, por lo que el golpe fue fuerte, de eso no hay dudas. Mas el que se embarca en aventuras guerreristas –por qué sus hijos no van a la guerra de verdad verdad-, debe tener siempre en el horizonte la posibilidad de la Paz, máxime cuando el « enemigo » demuestra su capacidad de contra-golpear.

Nuestro pueblo, el que soporta las declaratorias de guerra y pone los muertos –soldados, policías y guerrilleros-, ha ido tejiendo la maraña de la Paz. Hoy ha emergido con contundencia. Por ello, es necesario seguir intentando alcanzar la solución política al Conflicto Interno, silenciar los fusiles porque en momentos en que se está dialogando todas las muertes que se infringen los ejércitos son muertes « inútiles » y deberíamos llegar a un cese bilateral de fuegos. No nos dejemos profundizar en los odios oligárquicos. Construyamos la Paz. Luchemos por ella.

Sólo así viviremos la vida en Paz, con Justicia Social.

Verdades a medias, falsedades totales

Por FARC-EP.

Aunque sindiquen a los otros, las grandes potencias capitalistas son responsables de las más grandes infamias cometidas en nombre de la libertad y la democracia. Por Gabriel Ángel La historiografía... 

Paro minero se mantiene tras fracaso de mesa de diálogo con Gobierno colombiano

Los representantes de los mineros colombianos y los delegados del Gobierno de Juan Manuel Santos no llegaron a un acuerdo tras el encuentro de este sábado desarrollado en el departamento de Antioquia, situado en el noreste del país. Los mineros aseguran que se mantienen "en pie de lucha" para lograr las reinvincaciones solicitadas.

La reunión entre voceros del Gobierno colombiano y líderes mineros de esta nación para superar la crisis social que se desarrollo este sábado en el departamento de Antioquia (noreste) no arrojó ningún acuerdo en la mesa.


El corresposal de teleSUR en Colombia, Paul Bacarés, informó que este encuentro para superar la crisis social no alcanzó ningún acuerdo y el paro se mantiene.


“No se llegó a ningún acuerdo con el Gobierno Nacional y el paro se mantiene”, detalló el periodista desde el departamento de Caldas, en el municipio Marmatos.


Más temprano, el periodista recordó que entre las exigencias de los mineros se encuentra la solicitud de derogación a un ordenamiento jurídico que persigue a los trabajadores que practican la minería artesanal. Igualmente, piden al Gobierno que se respeten los territorios donde están trabajando desde hace muchos años.


En ese contexto, el líder minero colombiano, Johan Bolaños, ratificó a teleSUR que el gremio continúa “en pie de lucha pacíficamente” y le reiteró al Gobierno de Colombia que “no somos terroristas y que no queremos que nos sigan denominando como mineros ilegales”.


Igualmente, indicó que entre el pliego de peticiones de los mineros para el Gobierno, a fin de acabar con el conflicto social en el país, destaca la modificación sustancial de la actual ley de minería y la autonomía del municipio Irra, entre los departamentos Risaralda y Caldas, al oeste del país.


Sostuvo que “se necesita un Gobierno decidido, participativo”, una democracia y un estado social de derecho, enfatizó y que los trabajadores mineros "no vamos a permitir que el territorio nacional sea ofrecido a las trasnacionales"


En ese sentido, Bacarés destacó que "si van a cambiar el tipo de formalización económica, ellos proponen que se haga de otra manera, ya que el Gobierno colombiano no ha dado ninguna alternativa”.


Esta es la segunda reunión que se efectuaba entre autoridades colombianas y los mineros, con el objetivo de levantar un paro y el bloqueo de las principales vías de los territorios mineros ubicados en el centro-este de Colombia, desde el pasado 17 de julio. El último encuentro realizado en Medellín con el ministro de Minas, Federico Renjifo, concluyó sin ningún acuerdo.


Unos cuatro mil mineros colombianos de los departamentos de Caldas y Risaralda, paralizaron sus actividades para exigir mejores condiciones de trabajo.


Diversas manifestaciones se realizaron en la nación suramericana y la fuerza pública colombiana reprimió a los manifestantes para obligarlos a detener el bloqueo, dejando dos muertos. Más de la mitad de los departamentos de Colombia apoyan la huelga minera

Con carbón y sin Zona de Reserva Campesina del Catatumbo

La crisis social en el Catatumbo. 

Las protestas en Norte de Santander revelan una vez más la enorme brecha que existe entre la Colombia del discurso y el país real, entre los comunicados de prensa y la vida de sus gente.
 
Por Gearóid Ó Loingsigh / Domingo 21 de julio de 2013
 
La chispa que prendió la mecha fue la erradicación de coca y la negativa del Gobierno Nacional de suspenderla. ¿Por qué el Gobierno no paraliza la erradicación? Se supone que ya no hay mucha coca en el Catatumbo. Según los últimos datos disponibles de la ONU, en Tibú, epicentro de las protestas, había apenas 772 hectáreas de coca repartidas entre 1.233 lotes. Muy poca coca comparado con las 9.677 hectáreas reportadas por la misma entidad en 2001 y, a diferencia de hoy, la mayoría de esas siembras superaban las tres hectáreas. Difícil explicar la terquedad del Gobierno frente al tema, o, ¿será como muchos siempre hemos sospechado que las cifras de producción de coca son parte de esa Colombia del discurso? No son reales y hay más coca de lo que se supone.

Las protestas también ponen en entredicho el discurso frente al proceso de paz. Luego de las exigencias respecto a la coca vinieron las demandas de los campesinos de la declaratoria de una Zona de Reserva Campesina (ZRC). Valga aclarar que la demanda no es nueva, sino viene de tiempo atrás y hasta el propio presidente ha reconocido que es una figura reglamentada por la legislación. Se supone que hay un acuerdo firmado por el Gobierno y las Farc, un acuerdo agrario, que casi todos los comentaristas han descrito como “histórico y trascendental”. Entre los puntos tratados está el de las ZRC, y las especulaciones sobre el tema nos arrojan una cifra de unos nueve millones de hectáreas que serían cobijadas por la figura de ZRC.
Si el Gobierno ya ha firmado un acuerdo sobre las ZRC, ¿por qué no dar una señal de buena fe y ceder en el Catatumbo? También le queda la opción de explicar a los campesinos que lo de ellos ya está acordado y toca esperar hasta el final del proceso en La Habana.

No sabemos cuántas ZRC han acordado ni cuánta tierra abarcarán, pero podemos estar seguros de que no lo han contemplado para el Catatumbo, o por lo menos el Gobierno no pretende cumplirles en la región, pues su futuro económico está cantado desde hace muchos años y si Bogotá tiene la última palabra no habrá una ZRC en el Catatumbo, ni ahora ni después de firmar la paz con las Farc, digan lo que digan en La Habana.

¿Por qué? En la ceremonia de desmovilización del bloque Catatumbo de las Auc, el entonces gobernador Luis Miguel Morelli Navia declaró que la zona es “un símbolo de enormes oportunidades: petróleo, carbón, palma africana, cacao, los bosques más ricos en biodiversidad del planeta”.

Ausentes de su discurso estuvieron los campesinos de la región. No podía ser de otra forma, su gobernación había inferido un potencial de casi 350 millones de toneladas de carbón en el Catatumbo para explotar a cielo abierto e incluía a Tibú en sus planes. Se pretendía abrir una mina de 71 mil hectáreas, tumbando selva y desplazando a los campesinos de sus fincas. La meta era aumentar la producción de carbón a ocho millones de toneladas para 2015. La mina aún es una proyección, pero no olvidada ni abandonada.

La creación de una ZRC supondría un obstáculo para el proyecto minero en pleno apogeo de la locomotora minera. Es poco probable que el Gobierno dé marcha atrás, siendo este uno de los renglones principales de la economía. La palma africana tampoco ha dado tregua. En 2001 existían muy pocas siembras. Entró el Usaid con proyectos para su siembra en Campo Dos, Tibú, con la meta de cultivar 6.500 hectáreas. Hoy hay más de 18.000 hectáreas de palma en el Catatumbo, principalmente en Tibú y el vecino municipio de Zulia. No es sorprendente que Fedepalma haya exigido que el Gobierno tome medidas para levantar el bloqueo y haga inversión en la zona, pues el proyecto palmero avanza incesante y nada indica que hemos llegado al tope de tierras que se pretende cultivar. Quieren proteger la inversión palmera y ellos también requieren infraestructura para sacar sus productos.

Desde la Concesión Barco de los años 30, el municipio de Tibú se relaciona con el petróleo. En los años 90 la producción de crudo entró en decadencia, pero tampoco es un renglón de la economía que el Gobierno pretenda abandonar. Existen varios proyectos de explotar lo que denominan campos maduros. Ecopetrol, con una inversión de US$849 millones espera aumentar la producción del campo maduro de Tibú a 26.800 barriles por día para 2015. Algo parecido pasa con el gas, aunque apenas están mirando suministrar el servicio a la población del municipio.

La región ha vivido muchas bonanzas de coca, petróleo, gas, carbón y los monocultivos. Siempre se ha visto la zona como una fuente de ingresos mediante la extracción de los recursos naturales. Se han hecho todo tipo de apuestas para la región, tanto legales como ilegales, todo menos apostar y jugar a favor de las comunidades campesinas.

A lo largo de la historia de la región ninguno de los proyectos extractivistas ha sacado a sus habitantes de la pobreza. Hoy día en Tibú 56,76% de la población rural y 40,31% de la urbana tiene una o más necesidades básicas insatisfechas. El Gobierno haría bien al escuchar sus demandas, sus súplicas, a fin de cuentas la región ha enriquecido a todos menos a sus pobladores.

En 1987 los campesinos del Catatumbo también se tomaron las vías en el marco de las movilizaciones de la Coordinadora Nacional de Movimientos Cívicos. Firmaron acuerdos y el Gobierno Nacional les incumplió. Volvieron a abocarse a la calle en 1996 y 1998 en protestas que tenían como trasfondo los cultivos ilícitos. También les incumplieron.

No puede haber una ZRC rodeada de pozos petroleros, minas de carbón y monocultivos, y es por eso que el Gobierno no cede. Es una opción o la otra, las dos no pueden convivir en el mismo tiempo y espacio.
*Investigador y escritor irlandés.

Autor de “El Catatumbo: un reto por la verdad”.

En las goteras

Por: Alfredo Molano Bravo

Las zonas de reserva campesina —tan vilipendiadas por los militares, terratenientes y gamonales— surgen como una forma de resolver el problema de la tierra en regiones de colonización afectadas por la violencia. O, dicho de otra forma, de defender la propiedad privada campesina de la voracidad de los ganaderos.

El Estado adoptó esa figura con este objetivo al considerar que el despojo de tierras era una de las causas de la violencia. Y es que nadie puede negar la relación histórica entre la tierra y la guerra. Los colonos del sur de Meta habían invadido el Parque Natural de la Macarena porque ahí adentro podían trabajar sin miedo a que el negociante de tierras viniera a quitarles o a comprarles las mejoras. La razón era práctica: a ningún hacendado le interesa la tierra sin título. En cierta medida lo que el Estado buscaba era desactivar el conflicto armado y, al mismo tiempo, crear un cinturón protector de los parques nacionales para impedir su invasión. Al colono se le decía: “Sálgase del parque y trabaje en esos baldíos aledaños”. El colono respondía: “Nada saco porque en cinco años los terratenientes me sacan”. “No —reviraba el ministro de Agricultura, doctor José Antonio Ocampo–, no pueden sacarlo porque los ganaderos no pueden comprar mejoras ahí”. Con estos mismos argumentos, los colonos y campesinos están pidiendo que sus pequeñas propiedades, hechas a pulso, les sean respetadas y defendidas por la tan mentada institucionalidad. Traducción para los Pepes: los labriegos, como los llaman, quieren salirse de la guerra por la tierra y no meterse a los parques, ni a los resguardos, ni a los territorios negros, ni invadir las haciendas ni los predios urbanos. Bien vistas las cosas, las ZRC son una medida de ordenamiento territorial y además una ley para proteger la propiedad privada hecha a pulso, que “merece especial protección”.

Es la figura legal que están defendiendo los campesinos del Catatumbo y del Sumapaz. Petro, en las goteras de Bogotá, quiere que el Estado proteja el páramo de Sumapaz —la fábrica de agua más grande del país— y proteja al mismo tiempo al campesinado de la región, envuelto en el problema agrario desde los años 30. Al defender a los campesinos por medio de una ZRC se garantizaría comida barata y agua limpia para la capital. Uribe —que está deschavetado del todo— grita que esa zona de reserva sería una avanzada del terrorismo en Bogotá, y el ministro de Defensa —cada vez más parecido a Manolito, el personaje de Quino— les advierte al alcalde y a su secretario de Gobierno: “No se metan ahí porque les cortamos las manos; déjennos arreglar las demandas campesinas a nuestra manera: a bala; queremos otro Catatumbo al lado para que vean cómo nos ganamos la vida”. Las reacciones de Uribe y del ministro de Defensa frente a la idea de Petro son la muestra más evidente de que a esa figura legal se oponen las Fuerzas Militares. En la vida real, Uribe es la voz cantante de la fuerza pública, a la que le está negada por la Constitución ser deliberante. ¿Por qué a los generales no les gustan las ZRC? Porque ellas atentan contra su oficio, porque pueden ayudar a resolver el problema del orden público. ¿Por qué a los grandes ganaderos, con sabor a leche patria, no les gustan las ZRC? Porque les quitan de las manos unas tierras a las que les tienen echado el ojo. Más claro no canta un gallo. He defendido las ZRC desde su creación. Y me parece muy valiente Petro al meterse a pedirle al Gobierno que cumpla la Ley 160 del 94, que tiene tan preocupados a Pepe Lafaurie y a Fedegán, como tuvo preocupados la Ley 200 del 36 a Laureano Gómez y a la APEN. Ojalá a los de ahora no les vaya a dar por hacer lo mismo que hicieron los terratenientes en el Sumapaz, en el Tequendama y en el sur del Tolima en los años 40 y 50.

PUNTO Y COMA: Con la misma fuerza con que defiendo el derecho de los campesinos a su tierra, defiendo el derecho a ver los toros. La prohibición de las corridas que Petro decretó me parece tan arbitraria como el despojo de tierras, porque es también el despojo de un bien cultural al que tiene derecho un sector de la población, así sea una minoría.
  • Alfredo Molano Bravo | Elespectador.com


 

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