Headlines News :
Con tecnología de Blogger.

Despedida de Cristian Pérez - Sí a la Paz

Colombia: Falsa Democracia

Colombia: Falsa Democracia
Falsa democracia

RECOMENDADO CAMBIO TOTAL

[Colombia] Falsa democracia II: la democracia burguesa

Hernando Vanegas Toloza, Postales de Estocolmo. En el artículo de ayer abordamos, someramente, la historia de la democracia burguesa ...

Hey loco, No dispares!

Vamos a Cuentiarnos la Paz

LOS RICOS NO VAN A LA GUERRA

Blog ESTADÍSTICAS

BLOG DESTACADO

El paso beligerante de la Paz

Cambio Total.

(o Las provocaciones santistas para ”patear la Mesa”).

Se le cayó la máscara a JMSantos. Desde su discurso de posesión hablaba « bellezas de la Paz » -copiando las máximas revolucionarias sobre la paz-, pero en la práctica continuaba haciendo la más atroz guerra.
En medio de sus inconsecuencias por la Paz, JMSantos quiso « medirle el aceite » a las guerrillas de las FARC-EP e iniciaron conversaciones en La Habana, mas a pesar de ello dió la orden de continuar asesinando guerrilleros, especialmente a sus comandantes Mono Jojoy y Alfonso Cano, su comandante en Jefe. Las FARC en una muestra de total decisión por alcanzar una solución política al conflicto interno siguió adelante y no se paró de la Mesa.

Ello fue malinterpretado por JMSantos y la oligarquía en el poder y lanzaron sus campanas al viento creyendo que las FARC estaban « derrotadas », o por lo menos « tocadas ». Los medios en poder de la oligarquía lanzaban la especie de que las FARC « nunca antes estuvieron tan debilitadas » y actuaban los periodistas –la mayoría son oficiales de la reserva de las fuerzas militares- como si el triunfo fuera de ellos y « atacaban » a los delegados de las FARC hasta que la guerrilla los puso en su sitio.

JMSantos ha realizados acciones de provocación que despertarían la « ira » de alguien que no estuviera más centrado que las FARC-EP. Ante las propuestas de las FARC se escuchaba reiteradamente el Noísmo de los delegados gubernamentales, los ministros y de hasta el propio presidente. Quizá tenían en mente « sacar de las casillas » a los guerrilleros con las diarias provocaciones de los ministros del Interior, Defensa y Agrcultura, hasta que a éste último lo « renunciaron ».

El mismo JMSantos se ha encargado de colocar « palos en la rueda », satisfaciendo a las « vacas muertas » que pretenden impedir el paso de la Paz. Su negativa a discutir la tenencia terrateniente de la tierra, el modelo económico, el Marco Jurídico de la Paz y la Asamblea Constituyente, al igual que un Cese Bilateral de Fuegos que hubiera salvado miles de vidas, son muestra de cuál es el querer de la oligarquía santafesina en la « Casa de Nari ». En cambio, sus provocaciones-imposiciones están más que evidente en mensajes como « alcanzar la paz a las buenas o a las malas », pero gritan y escriben histéricamente cuando las FARC les golpean sus fuerzas militares-narcoparamilitares, como el caso sucedido en Arauca. O el de ahora de que quien "pone las condiciones y los plazos es el gobierno".

Por favors, qué piensa esta oligarquía asesina? Que son ellos los que les dictan los "plazos" a las fuerzas populares? No están viendo lo que sucede con las protestas del Paro Nacional Agrario y Popular? No, señores, la dinámica de las fuerzas populares la dicta la misma lucha de clases y las necesidades insatisfechas del pueblo!

Hemos dicho que la oligarquía no quiere pagar «el precio de la Paz ». Ellos pretenden que los guerrilleros lleguen modositos y les digan « perdón, aquí estamos para entregar las armas ». De ahí su alharaca pretendiendo arrinconar a las FARC con el cuento de las « víctimas », cuando el propio Informe gubernamental Basta Ya ! demostró que el Estado y sus gobiernos son responsable de más de 80% de las víctimas. Es más, lo que ellos quieren es que las cosas sigan como están para seguir enriqueciéndose como lo hacen Sarmiento Angulo, Cargill & Urrutia, Facho Santos, Riopaila, y demás oligarcas que ahora quieren ser « empresarios del campo ».

Las FARC-EP por su parte ha planteado la necesidad de atacar las causas que originaron y mantienen el conflicto interno colombiano para construir una Paz verdadera y duradera en nuestro país, al tiempo que la Constituyente propuesta no sólo sea un verdadero tratado de Paz, sino que siente las bases para lanzar nuestro país hacia la civilización y la modernidad que supere la barbarie en que la ha sumido la oligarquía. Nuestro pueblo apoya los esfuerzos de las FARC y está dispuesto a luchar por cambiar el estado de cosas en que laoligarquía ha sumida a nuestro país, como lo está demostrando en el Paro Nacional Agrario y Popular. La beligerancia popular es una muestra de que el paso de la Paz sigue su derrotero a pesar de las trabas que se atraviesan desde el mismo gobierno de JMSantos.

Hay que ser serios. Los tiempos de la Mesa de La Habana no son los mismos tiempos de la re-elección de Santos. No confundan la mayonesa con la salsa de tomate.

“La joda va para largo”

Por: Alfredo Molano Bravo

ENTRE ADORMILADO Y FANTASIOSO iba viajando el martes desde Cali hacia Popayán. Una carretera que después de pasar los aburridores cultivos de caña de azúcar del valle se vuelve interesante y bella en la loma. Adelante de Piendamó un pasajero gritó: “¡Ahí vienen!”, como si los estuviera esperando.

La buseta frenó detrás de un bus que había frenado detrás de un camión. Miré por la ventanilla y vi que de las lomas que dan al occidente bajaban saltando cercas cientos de campesinos negros. Gritaban y agitaban largos garrotes; la mayoría cargaban pequeños morrales. No había salido de mi asombro, cuando vi que del lado opuesto llegaban otros tantos indígenas con la misma actitud, aunque un poco menos nerviosos, seguramente por la práctica que tienen de tomarse la carretera Panamericana. Mezcladas las corrientes, atravesaron los vehículos, les desinflaron las llantas y nos ordenaron a todos los nerviosos y obedientes pasajeros que nos bajáramos porque “la joda va para largo”. En dos minutos ya eran 20 carros, entre ellos un carrotanque que desocuparon y un camión lleno de ladrillos que repartieron. Dieron paso a una ambulancia y a dos camiones del Ejército. Cinco minutos después, los soldaditos regresaron a toda velocidad viendo que seguía concentrándose más y más gente en la carretera. Iban asustados y sudorosos. Me atreví a preguntarle a uno de los manifestantes de dónde venían y me respondió: “A usted qué le importa, pregúnteme más bien a qué venimos”. Se lo pregunté: “A quedarnos”, me respondió con calma. Era evidente: algunos traían ollas y otros, costales con yuca y plátano. No vi niños, como dijo después la Policía, y había pocas mujeres, la mayoría indígenas. Los pasajeros, que éramos ya peatones, comenzamos a caminar con nuestros bártulos cuando vimos dos aviones militares sobre lo que ya era un monumental trancón. Al rato llegó un helicóptero. El culillo aumentaba a lo largo de la vía; todos sabíamos que en cualquier momento llegarían las cuadrillas del Esmad con sus granadas y su violencia. El miedo se transformaba en rabia y en ganas de pelear.

Las negritudes venían a pie desde Suárez y Buenos Aires, regiones mineras donde se explota el oro con batea desde hace cuatro siglos; hace unos años les construyeron la hidroeléctrica de Salvajina, que les quitó tierras y minas. Ahora, las retroexcavadoras explotan lechos de quebradas y los paramilitares vuelven a rondar sembrando el terror para que las comunidades terminen por aceptar la entrada de las grandes mineras.

Los indígenas nasas, que le han mostrado al país la fuerza organizativa que tienen, están en la carretera más como campesinos que como indígenas, en el sentido de que no sólo reclaman para sus resguardos las tierras de Cartón Colombia, sino también precios de sustentación para sus productos, crédito subsidiado, desmonte de los monopolios de los insumos agrícolas, libertad de comercio para sus semillas ancestrales, vías para sacar sus cosechas y, sobre todo, desmilitarización de las regiones.

El país hierve de fiebre. Los “labriegos” de Boyacá, que no salían a pelear desde la batalla del Pantano de Vargas; los cafeteros de Chinchiná; los lecheros de Ubaté; los paperos de Ipiales; los alverjeros de Sumapaz y los cacaoteros de Santander, todos salen, atraviesan troncos y se enfrentan a las tropas del Gobierno, cansados de las protestas pacíficas, de los pliegos de petición, de las respetuosas solicitudes burladas. Los gobiernos, con el incumplimiento sistemático y deliberado de los acuerdos que firman con los campesinos y con el cumplimiento estricto de los acuerdos que firman con EE. UU., Europa, Corea, han obligado a la gente a las vías de hecho, a enfrentarse con las fuerzas armadas, para luego argumentar con cinismo que los labriegos están siendo utilizados por la guerrilla. Desprecian a la gente al mostrarla como una masa estúpida, ignorante y maleable, susceptible siempre de ser manejada por los agentes del mal, y por eso son capaces de firmar los TLC pensando sólo en los intereses de los “agentes del bien”.

Todo parece indicar que la “tortilla se les volteó”, como cantábamos hace 50 años —¡medio siglo!— cuando entramos los buses a la Universidad Nacional, en agosto de 1963. Casualmente recordaba las pedreas de aquellos años arrastrando un maletín de rueditas por la vía Panamericana, saltando troncos, esquivando torpedos de los manifestantes y bombas de la fuerza pública, la que mucho tiene de lo primero y nada de lo segundo.
  • Alfredo Molano Bravo | Elespectador.com


Cargos a trece Magistrados por el carrusel de pensiones

Un desertor de la guerra contra el terrorismo

El caso Snowden revela la magnitud del estado de excepción planetario que impone Washington en la era pos 11 de Septiembre

Revista Debate


Los informantes siempre han constituido un indicador de la resiliencia de una forma de republicanismo que hunde sus raíces en las mejores tradiciones de la Revolución Americana. La incomodidad con la concentración del poder ha sido una seña de identidad del liberalismo estadounidense desde que las trece colonias se independizaron de la corona británica. De Daniel Ellsberg con sus Pentagon Papers, en 1971, a Bradley Manning y su aporte a WikiLeaks, hace tres años, decenas de ciudadanos han arriesgado libertad y honor para exponer al gobierno en sus intentos de ocultar información a los ciudadanos o de vigilarlos sin su consentimiento. Esta figura es tan propia de la cultura política estadounidense que la palabra que la designa en inglés, whistleblower, no tiene una traducción adecuada al español. Ello nos obliga a decir de Edward Snowden, la más reciente y notoria expresión de este rol, que es un informante, a sabiendas de que esta definición puede tener carga negativa en nuestro idioma.

Cada informante, al soplar su silbato (la acción a la que se refiere el término en inglés) sabe que va a suscitar reacciones tan encontradas como las que provoca un árbitro en una partida deportiva. La porción liberal, de centroizquierda, de la opinión pública, aunque también la libertarian, esos ácratas de derecha tan propios del ecosistema político de Estados Unidos (con quienes Snowden ha asumido algún compromiso, como donante de la campaña presidencial del republicano Ron Paul), aplauden, mientras el Estado y el establishment profieren amenazas, todas creíbles.

Las circunstancias en las que actúa un informante son, por otra parte, tan cambiantes como determinantes para definir las consecuencias de sus actos. En tiempos de la Guerra Fría, al menos luego de que Joseph McCarthy fuera censurado, la condena guardaba proporciones con la disputa sorda e incruenta entre Washington y Moscú. Las coordenadas geopolíticas eran precisas y también lo eran las consecuencias de develar el secreto de Estado. En tiempos de unipolaridad, y en especial después del 11 de Septiembre de 2001, tales consecuencias son tan impredecibles como se cree que es el entorno de seguridad que rodea a Estados Unidos.

Ian Lustick, profesor de la Universidad de Pennsylvania, definió el ambiente posterior a los ataques terroristas en el título de su libro de 2006, Atrapados en la guerra contra el terrorismo. Allí sugiere que el país ha olvidado la máxima de Franklin D. Roosevelt de que lo único que se debe temer es al temor mismo, lo que ha permitido que la amenaza difusa no-estatal que planea sobre el país envuelva a sus instituciones y condicione el debate público sobre la política de seguridad y permita que ésta tome vida propia. Se crea así un contexto en el que los actores de la política de seguridad sólo rinden cuentas ante sí mismos.

Un total de 45 diferentes agencias gubernamentales maneja hoy en Estados Unidos información ultrasecreta. Más de 1.900 empresas privadas están habilitadas para proveer servicios a esas agencias. El marco legal en el que opera esta constelación público-privada es una herencia de la Guerra Fría, la Ley de Vigilancia de la Inteligencia Exterior (FISA), de 1979, renovada, reforzada y modificada luego de 2001. El control de legalidad de estas actividades de inteligencia y recolección de información está en manos de una corte cuya integración y procedimientos son secretos y que, aunque sus miembros son nominados por el presidente de la Corte Suprema de Justicia, funciona en la órbita del Poder Ejecutivo, dentro del Departamento de Justicia. El mandato de FISA fue ampliado en 2004, cuando se incluyó una cláusula autorizando a que se investigue a los llamados “lobos solitarios”. Contrariamente a la exigencia fijada previamente de probar la conexión entre individuos y Estados enemigos, a partir de la modificación de la norma, el universo de actores que era legítimo vigilar empezó a ser prácticamente ilimitado.

Edward Snowden trabajó tanto para el gobierno, en la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) del Departamento de Defensa, como para Booz Allen Hamilton, una de las compañías habilitadas para proveer servicios al complejo de inteligencia. Al decidir hacer público el espionaje urbi et orbi que practicaba la NSA, Snowden sólo sabía que la administración Obama ha tomado un decidido partido contra informantes como él y que ha buscado darles base doctrinaria, a través de dictámenes del procurador general Eric Holder, a prácticas como los asesinatos selectivos y el uso intensivo de aviones no tripulados para esos fines. Difícil imaginar que pudiera elegir otro camino que no fuera huir del alcance de las autoridades.

La actitud del gobierno estadounidense confirmó que Snowden, al abandonar el país, optaba por la alternativa más racional después de filtrar su información al diario londinense The Guardian. A la cancelación, casi de rutina, de su pasaporte, le siguieron presiones sobre los gobiernos de los países a los que se trasladó. Al intentar cerrar el cerco y basado en pistas de inteligencia que se revelaron falsas, Washington puso en evidencia que el mismo estado de excepción que habilita a espiar a sus propios ciudadanos y a países aliados, pone en suspenso la tenue legalidad del derecho internacional.

El episodio de la denegación temporaria de la autorización de sobrevuelo sobre Portugal, España, Francia e Italia al avión presidencial boliviano debe verse, en efecto, como un síntoma de que la trampa de la guerra contra el terrorismo encierra también a la política exterior de Estados Unidos. La presión intensísima sobre los aliados europeos, que pusieron en riesgo en el corto plazo la fluidez de su relación con América Latina sin que mediara reflexión ni capacidad de resistirse a Washington, no cabe describirla perezosamente como un reflejo imperial idéntico en naturaleza a acciones similares llevadas a cabo en contextos diferentes. Por el contrario, es la propia guerra contra el terrorismo mordiéndose la cola la que vemos en acción. Con un chasquido de los dedos, la voraz máquina de inteligencia hizo esfumarse el incipiente plan de reacercamiento a América del Sur, Venezuela incluida, que venía junto con la designación de John Kerry como secretario de Estado de la segunda administración de Barack Obama.

La guerra contra el terrorismo como sobredeterminante de la política exterior de Estados Unidos nubla la capacidad de su gobierno de definir con precisión su interés nacional. Así, no es extraño que un teórico del realismo como el profesor de Harvard Stephen Walt haya reclamado desde las páginas del Financial Times que Snowden debe obtener rápidamente un perdón presidencial.

Dejemos para otro análisis la cuestión de si el interés nacional de alguno de los países que las ha hecho está bien servido por las ofertas de asilo a Snowden en América Latina, pero no perdamos de vista que la búsqueda de un límite al control estatal sobre los ciudadanos que movió a Snowden es la búsqueda de una alternativa a un estado de excepción planetario que es tan liberticida como ineficaz para combatir al terrorismo.

Gabriel Puricelli. Presidente del Laboratorio de Políticas Públicas (http://www.lpp-buenosaires.net/)
Fuente: http://www.revistadebate.com.ar/?p=4269 

¿Cuáles son los síntomas y efectos de un ataque químico?

El carrusel de la salud

Por: Fernando Galindo G.

El barómetro global de corrupción 2013, de Transparencia Internacional, ubica a Colombia entre los países cuyos nacionales perciben que esta desventura, en vez de disminuir, se ha incrementado, calificando a los partidos políticos y al Poder Legislativo (unidos umbilicalmente) con 4,3 sobre 5 (máxima corrupción), a los funcionarios públicos con 4,0, y al sector judicial y a la salud con 3,8.

El carrusel, otrora emblema de una niñez feliz y divertida, se ha desfigurado como la interacción delincuencial entre funcionarios del Estado y empresarios privados que compiten en la sagacidad de sus prácticas para apoderarse de los dineros públicos.

El de la salud se entronizó cuando a algún ministro extrovertido en el neoliberalismo económico se le ocurrió que el Estado era incapaz de seguir prestando la salud a los asociados, función que había desempeñado desde que Colombia es nación.

La plataforma rotatoria la lideró el patrimonio construido por las EPS y las cajas de compensación familiar, con los aportes iniciales de la UPC, hasta lograr la posición dominante del sector, consolidada con la integración vertical de clínicas, IPS, universidades, urbanizaciones, hoteles recreacionales, equipos deportivos, hasta reducir al antiguo robusto Ministerio de Salud a funcionar como inspector complaciente del aseguramiento privado.

Con banco propio, llamado Fosyga, se facilitó el sobrecosto de medicamentos y procedimientos, instrumentado por hospitales, clínicas y profesionales, e intermediado por las EPS, para organizar el tráfico de comisiones, entre unos y otros, con el peaje del inspector: el Ministerio de Salud o de Protección Social, según la época. La Federación Médica Colombiana, a través de derechos de petición, ha desenmascarado la desregulación de precios de medicamentos y del sistema de información de los mismos (Hospitalaria, ACHC., Nº 88, marzo-abril, 2013: 4-12).

Los “acuerdos” del carrusel condujeron a facturar por EPS los servicios prestados a quienes exhibían carnés de medicina prepagada, es decir, pertenecientes al régimen contributivo, malversando y agotando los fondos teóricamente destinados a los pobres, es decir, a los pertenecientes al régimen subsidiado.

La posición dominante de las EPS subordinó a la Superintendencia Nacional de Salud para que avalara el incremento patrimonial de las primeras con los dineros públicos pagados por los afiliados en los parafiscales y, a su vez, negoció la expedición de leyes en el Congreso que se ajustaran a sus voraces apetencias empresariales.

La cooptación de la información sobre el sistema formó parte del carrusel para camuflar la ineficacia e ineficiencia en la prestación de los servicios, vistiéndolas de cobertura, o carnetización, que son más demagógicas que reales. Si el desempleo se ha reducido a un dígito, ¿por qué hay 22’500.000 colombianos afiliados al régimen subsidiado?

Este panorama de la salud, que ha durado 20 largos años, es el que se debería haber corregido con la reciente Ley Estatutaria y el Gobierno, el Congreso y la Corte Constitucional deben analizar la enorme frustración nacional que tan precaria legislación ha producido, antes de descalificar a quienes han profundizado desde diversas tribunas en sus implicaciones para la salud de los colombianos.


*Fernando Galindo G.
  • Fernando Galindo G. | Elespectador.com

Delegación de paz de las FARC-EP ha decidido hacer una pausa hasta el lunes en la discusión de La Mesa


La Habana, Cuba, sede de los diálogos de paz, agosto 23 de 2013

Desde el inicio del proceso de conversaciones con el gobierno de Colombia en La Habana nuestra preocupación fundamental ha sido que se abran al pueblo las puertas de la participación en la construcción de un acuerdo de paz democrática y con justicia social.

A propósito de esto, y por la trascendencia que para todo el país y para el futuro de nuestra patria tiene el asunto de la resolución del conflicto social y armado a partir del establecimiento de la justicia social, la democracia y la soberanía, de manera responsable y muy meditada,  las FARC-EP propuso convocar una Asamblea Nacional Constituyente para que sea el soberano el que decida sobre los temas cruciales de la realidad política, económica y social de todos los Colombianos.

Dijimos también, que la Constituyente, convocada en el marco de un gran acuerdo político nacional, sería el camino para alcanzar un verdadero tratado de paz, justo y vinculante, que funde nuestra reconciliación, rija el destino de la nación y la encauce hacia las cumbres de la democracia real.

En contraste, ayer el gobierno comunicó al país su decisión de apelar al referendo como mecanismo de refrendación, sin para nada mencionar los procedimientos de construcción democrática de lo que sería refrendado.

Ante estas nuevas circunstancias, en momentos en que desde todos los rincones de Colombia se escuchan los gritos de un pueblo inconforme que protesta por las consecuencias de una desastrosa política económica de espaldas a los intereses de las grandes mayorías nacionales y que exige su participación en la toma de las grandes decisiones nacionales, la Delegación de paz de las FARC-EP ha decidido hacer una pausa en la discusión  de La Mesa, para centrarse exclusivamente en el análisis de los alcances de la propuesta gubernamental, sin detrimento de la consulta interna que deben hacer como organización.

Aprovecharemos este tiempo también para escuchar las opiniones que seguramente han de surgir desde el pueblo en medio del fervor de la lucha político-social que hoy estremece a Colombia.

La paz de Colombia es asunto de todos.

DELEGACIÓN DE PAZ DE LAS FARC-EP

Historia de uno de los miles de desplazamientos forzados en Colombia

 

Dossier Álvaro Uribe Vélez

Colombia Invisible - Unai Aranzadi

Tendencias

.

Basta de Terrorismo de Estado

Support : Creating Website | Johny Template | Mas Template
Copyright © 2011. CambioTotalRevista - All Rights Reserved
Template Created by Creating Website Published by Mas Template
Proudly powered by Blogger