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Despedida de Cristian Pérez - Sí a la Paz

Colombia: Falsa Democracia

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Falsa democracia

RECOMENDADO CAMBIO TOTAL

[Colombia] Falsa democracia II: la democracia burguesa

Hernando Vanegas Toloza, Postales de Estocolmo. En el artículo de ayer abordamos, someramente, la historia de la democracia burguesa ...

Hey loco, No dispares!

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LOS RICOS NO VAN A LA GUERRA

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La dura condena al coronel Hernán Mejía

Revista Semana. PARAMILITARISMO. Un juez lo condenó a 19 años por sus nexos con el paramilitarismo y por asesinatos extrajudiciales.

Coronel Hernán Mejía, condenado a 19 años de prisión.

Foto: Archivo particular

La vida militar del coronel Publio Hernán Mejía, excomandante del batallón La Popa, de Valledupar, terminó en el 2007. Su excelente hoja de vida fue manchada con señalamientos según los cuales él hacía causa común con paramilitares, especialmente con Rodrigo Tovar Pupo, ‘Jorge 40’, jefe de los paramilitares de la costa caribe.

El juez Sexto de Bogotá encontró fundada la acusación de la Fiscalía que lo responsabilizó de asesinatos extrajudiciales. Además, y según testigos de la época, este oficial recibía hasta 30 millones de pesos mensuales por su colaboración con los paramilitares. Por todas las pruebas en su contra el oficial fue condenado a 19 años de cárcel. Se encuentra recluido en el batallón de Policía Militar No 13 en el occidente de Bogotá.

En enero del 2007, ocho meses antes de ser retirado del Ejército, SEMANA contó la historia de este oficial que, seis años más tarde, la justicia confirmó.

Se trata del segundo oficial de alto rango que recibe una alta condena por los denominados ‘falsos positivos’. El primero de ellos fue el coronel Luis Fernando Borja, excomandante de la Fuerza de Tarea Conjunta de Sucre, quien fue condenado a 40 años por haber confesado 57 homicidios.

La historia del coronel

El 25 de octubre del 2002 el coronel Hernán Mejía Gutiérrez, comandante del Batallón La Popa, con sede en Valledupar, les informó a sus superiores que durante un combate habían dado de baja a 19 guerrilleros del frente 6 de diciembre del ELN.

La acción aparentaba ser una hazaña llena de detalles extraños. Era un combate atípico porque murieron todos los guerrilleros, pero ninguno de los 14 soldados sufrió el mínimo rasguño. Además, el supuesto enfrentamiento se había presentado en la hacienda El Socorro, en Bosconia, una zona de fuerte presencia paramilitar.

Finalmente, el hecho le valió felicitaciones y medallas al coronel Mejía, que después de ese día afianzó su fama de tropero. Pero el capítulo dio un vuelco cuando el entonces ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, y el alto mando castrense conocieron las denuncias hechas por un ex suboficial, subalterno del coronel Mejía.

Este suboficial le contó a la justicia penal militar todo lo que vio en estos años, y la gravedad de su testimonio hizo que el caso fuera trasladado de inmediato a la Fiscalía. Allí, como testigo de los hechos –pero no el único-, contó la verdadera historia sobre cómo el batallón La Popa se convirtió en una de las unidades que más bajas produjo entre el 2002 y el 2004.

El suboficial estuvo durante 18 años en el Ejército y conoció de cerca cómo funcionaban los vínculos entre algunos de sus superiores y las autodefensas en Urabá, Guaviare y la Costa. En Santa Marta había estado bajo órdenes del capitán Édgar Fierro, más conocido en el país como 'Don Antonio', el hombre del computador de 'Jorge 40'.

Cuando el coronel Mejía llegó a Valledupar, se apoyó inicialmente en este suboficial. Después terminaron de enemigos. El testigo de la Fiscalía resultó en la cárcel acusado de tráfico de munición, en un proceso lleno de irregularidades. Al salir, trabajó con los paramilitares durante varios meses hasta que finalmente decidió alejarse de la vida criminal. Ahora decidió contar todo lo que sabe. Especialmente, las andanzas del que fuera su comandante en el batallón La Popa.

Según el relato del suboficial, antes de cumplir su primer mes al mando del batallón La Popa, el coronel Mejía conformó un grupo especial con 14 militares de esa unidad con el argumento de tener una unidad de reacción rápida. El grupo era conocido dentro de las instalaciones con el nombre de ‘Zarpazo’.

“Ese grupito salía y como a las cuatro o cinco horas volvía con la novedad de que habían dado dos o tres bajas. Eso pasaba seguido. A todo el mundo le parecía raro que mientras las contraguerrillas completas, que patrullaban las partes altas y si estaba cerca de la guerrilla no daban bajas, los del grupo ‘Zarpazo’ siempre que salía sí daban bajas. El coronel acordó con ‘39’ que todo lo que él diera de bajas él se lo legalizaba”.

La muerte de los 19

Según el descarnado relato, paras y militares acordaron varias formas de trabajo conjunto. Uno de los episodios más escabrosos de esa alianza fue justamente el que ocurrió en octubre del 2005. Al parecer, '39' había tenido una serie de inconvenientes con varios de los hombres que estaban bajo su mando.

Decidió entonces hacer una purga interna en las filas de las autodefensas y ordenó asesinar 19 de ellos. “’39’ llamó a Mejía y el coronel envió a los del grupo 'Zarpazo' a legalizar el asunto”, contó el testigo. Así se fabricó la escena que se mostró a los medios como una hazaña militar, cuando en realidad no era más que una farsa.

“Esos no eran guerrilleros, eran paracos. Lo que hicieron fue ponerles unos brazaletes del ELN a los cuerpos. Todo el mundo se dio cuenta de que los muertos tenían el camuflado sucio y lleno de sangre y los brazaletes estaban intactos y eran nuevos”, dijo.

Una vez se conocieron las denuncias, el exministro Santos y los altos mandos militares tomaron medidas y por primera vez denunciaron públicamente los vínculos de un alto oficial de las Fuerzas Militares en servicio activo con grupos de autodefensa. Hoy el coronel ha sido condenado y constituye un ejemplo de lo que fue connivencia de los paramilitares con un sector de la fuerza pública que nunca más se debería repetir.

Agro: ¿desarrollo o capitalismo salvaje?

Por: Cristina de la Torre

Pues sí: preferible rescatar del siglo XX palancas del desarrollo olvidadas, como la reforma agraria y la industrialización, en vez de devolverse hasta el capitalismo primitivo del siglo XVIII, según se desprendería del comentario de Bernardo Congote a mi última columna (El Espectador, 9, 5).

Supone el analista que en el siglo pasado “hubo” dos reformas agrarias enderezadas a redistribuir propiedad, intervenir el latifundio improductivo y reivindicar la economía campesina. Pero es que no las hubo: por reacción violenta de la caverna, aquellas se quedaron en el papel. Peor aún, la escandalosa concentración de la tierra se disparó, precisamente porque los gobiernos, alelados en el credo dieciochezco del dejar hacer, dejar pasar, permitió que el libre mercado de tierras —tan caro para Congote— se resolviera ahora en favor del narcotráfico y sus amigos políticos. Con la venia del Estado, la tal “redistribución de la propiedad por las fuerzas del mercado” arrebató sus fundos a millones de campesinos que huyeron sin tiempo para enterrar a sus muertos. Y en la refriega, aprovecharon los potentados de siempre para usurpar baldíos destinados a los campesinos.

Como si fuera poco, el libre comercio practicado entre tiburón y sardina —que los TLC presentan como pacto entre iguales— termina en que el primero se manduquea a la segunda. Por obvias razones de tamaño y porque los nuestros, asimétricos, abusivos, son tratados que violentan inclusive los principios mismos del libre comercio. No es cierto, como lo afirma Congote, que “renegociar los TLC ahondaría nuestra pobreza”. Si apenas en el despegue ellos han causado estragos, negro pinta el porvenir. En la primera década de la apertura hacia adentro, se dejó aquí de sembrar un millón de hectáreas. El TLC con EE.UU. suprime de entrada los aranceles para más de dos tercios de los productos que ellos nos mandan. Y este Gobierno acaba de firmar desgravación total de aranceles con los países de la Alianza Pacífico. Lo que implica terminar con 48% del producto agropecuario restante y comprometer 1’250.000 empleos. Razón le asiste al movimiento campesino en apuntar de nuevo al acceso a la tierra, activo primero de su supervivencia, y en exigir renegociación de los TLC. Acaloradas discusiones se prevén en la mesa de deliberaciones que este jueves se inaugura sobre “cambios estructurales” para el campo. Sobre todo si el nuevo ministro Lizarralde postula, como se teme, el imperio excluyente de la gran propiedad agroindustrial en desmedro de una economía campesina que levanta cabeza y ocupa a la cuarta parte de los colombianos.

También critica nuestro interlocutor la protección de la industria naciente que, en su opinión, más bien la rezagó. Olvida que los países industriales llegaron a serlo porque protegieron sin pausa su producción nacional, y sólo se lanzaron al mar proceloso del comercio mundial cuando se sintieron capaces de competir. No al revés, como lo hacemos aquí. Rudolf Hommes, artífice de la apertura en Colombia, sostiene que “el mayor beneficio del comercio proviene de las importaciones y no de las exportaciones”. Ya decía Smith que el destino de los países avanzados era producir manufacturas; y el de los atrasados, extraer lo que natura da: productos primarios. ¿Industrializarse? ¡Anatema! Colombia involuciona sumisa a la economía primaria: carbón, petróleo, bananitos, florecitas.

Tal vez llegó la hora de sacudirnos las telarañas de este liberalismo anacrónico que, tras un siglo de capitalismo redistributivo, nos presentan hoy los neoliberales como panacea del siglo XXI. Cuando no es más que sabotaje del desarrollo a manos del capitalismo salvaje.
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Siria accede a propuesta rusa de entregar armas químicas

Cuba muestra excelentes resultados en el Día Mundial de la Alfabetización

Una Mesa de Esperanza


Cambio Total.

La Mesa de La Habana, Mesa de Conversaciones entre la guerrilla de las FARC-EP y el gobierno colombiano, ha sido recibida con un halo de esperanza por parte de los colombianos y por muchas personalidades del mundo.

Se abrió con la instalación de la Mesa de La Habana una esperanza para alcanzar la solución política al conflicto interno que azota inclemente a los colombianos pobres. Son ellos, guerrilleros, militares y policías, y pueblo en general –campesinos, obreros, sindicalistas, políticos de oposición, etc-, los que han encajado los golpes propinados por una guerra fratriciada. Por ello, es el pueblo el que alborozadamente ha recibido estos diálogos o conversaciones y, por el contrario, son los agentes de la guerra, los llamados « enemigos de la Paz », los que a diario critican y despotrican contra el proceso que se adelanta en La Habana, Cuba.

Las « conversaciones » han desarrollado la Agenda que pactaron las FARC y el gobierno, y su primer punto, el referente al campo colombiano, si bien no se llegó a un acuerdo total por la renuencia del gobierno a discutir la tenencia terrateniente e improductiva de la tierra, ella ha abierto las alamedas para que sea el pueblo con su accionar quien diga cuál es el modelo que requiere el campo colombiano para subsanar años y años de estigmatización y tratamiento zona de guerra.

Es el campo, los campesinos e indígenas, los que han soportado el accionar de las fuerzas militares-narcoparamilitares del estado, las cuales actúan como un « ejército invasor » en su propio país y contra sus propios conciudadanos. La escalofriante cifra de 500.000 víctimas es una muestra del grado de sevicia con que se actúa en ésta guerra interna y debe llamar a los colombianos a desarrollar todo tipo de acciones a fin de acabar la guerra y encontrar la salida política al conflicto.

Por ello, por las discusiones que se han generado en los Foros Agrarios y la decisión de campesinos e indígenas de continuar luchando contra las erradas y hambreadoras políticas gubernamentales, especialmente el referente a la firma de TLCs con quien quisiera y a cambio de nada, es que se ha generado todo un movimiento de masas que ha confluído en el Paro Nacional Agrario y Popular, el cual demuestra que el pueblo ya se cansó de tantas promesas incumplidas por parte del estado y sus gobiernos.

Lamentablemente el gobierno actual, al igual que todos los anteriores, están muy imbuídos de las políticas que les han sido impuestas por el imperio en materias económicas y políticas, y a la negativa de discutir en La Habana el modelo económico del país y el tratamiento dado a los protestantes contra esas políticas erradas es la represión y la muerte; estamos hablando de los ALCAs y los TLC y su componente militar que conlleva a la aplicación del Terrorismo de Estado de la Doctrina de Seguridad Nacional que vé en cada campesino, en cada indígena, en cada niño y jóven, no los conciudadanos que con justeza reclaman ante el olvido de éste y todos los gobiernos anteriores, sino los « delincuentes », los « enemigos » a los que hay que exterminar y desaparecer de la faz de la tierra.

El pueblo colombiano ha comprendido cabalmente que ante gobiernos neoliberales como los que ha tenido –y tiene- nuestro país, la única garantía para la satisfacción de las promesas de los funcionarios gubernamentales ante las protestas ciudadanas es la movilización permanente de los desposeídos, del pueblo.  Sólo las masas populares son capaces de imponerles a los oligarcas en el poder políticas que satisfagan las necesidades del pueblo en su conjunto. Nuestro pueblo ha despertado y ya no se dejará engañar más. Y si los oligarcas neoliberales en el poder continúan escamotéandoles sus derechos, la lucha y sólo la lucha será capaz de cambiar el país. Hacia allá vamos !

Marcha Patriótica: Se inicia negociación del pliego nacional I El paro y la movilización continúa

Estados Unidos anuncia «lluvia de misiles» para Siria

APR: La MIA Nacional levantará bloqueos y Gobierno abrirá mesas de diálogo

La MIA Nacional levantará bloqueos y Gobierno abrirá mesas de diálogo

Domingo 8 de septiembre de 2013
Descargar y leer el acta de acuerdo (PDF) El acuerdo fue realizado entre el Gobierno Nacional y los líderes campesinos de 17 departamentos. La delegación gubernamental estuvo conformada por el vicepresidente Angelino Garzón y los gobernadores de Cauca, Guaviare, Huila, Meta, Nariño, Putumayo y (...)

Honduras: Policías raptan a líder campesino que sobrevivió a represión militar

Domingo 8 de septiembre de 2013
La madrugada del jueves 5 de septiembre, miembros de la Policía Nacional de Honduras raptaron al líder campesino Desiderio Méndez, un testigo ocular de la represión por miembros del ejército hondureño el pasado lunes 15 de julio en la comunidad de El Achotal, Río Blanco, Intibucá. El Consejo de (...)

Proteste erzwingen Regierungsumbildung

Sonntag 8. September 2013
Nach wochenlangen Sozialprotesten hat der kolumbianische Staatschef Juan Manuel Santos die Regierung umgebildet. Santos kündigte in eine Fernsehansprache in Bogotá eine "Regierung der Einheit für den Frieden" an. Fünf von 16 Kabinettsmitgliedern wurden ausgetauscht, darunter die Minister für (...)

El misterio de las Zonas de Reserva Campesina

Ahora que la protesta campesina adoptó connotaciones nacionales y exige respuestas de fondo, valdría la pena analizar con cuidado la propuesta de las zonas de reserva campesina (ZRC)
Domingo 8 de septiembre de 2013
Hay buenas razones para mirar con cautela las ZRC. Pero esas razones no deberían llevar a la conclusión de que las ZRC no deben existir, sino más bien de que estas deben ser manejadas de modo adecuado para que produzcan los fines para los cuales se crearon. Si ello sucede, las ZRC pueden (...)

Fin del paro nacional agrario. Levantarán bloqueos el martes

Luego de 21 días de paro llegaron a acuerdos la comisión del Gobierno y voceos de la Mesa Nacional Agraria y Popular de interlocución y Acuerdo (MIA Nacional)
Domingo 8 de septiembre de 2013
El martes se levantaran totalmente los bloqueos y tomas de las 8 carreteras, que persisten a causa del paro nacional. La decisión se tomó en Popayán. Luego de 21 días de paro llegaron a acuerdos la comisión del Gobierno y voceos de la Mesa Nacional Agraria y Popular de interlocución y Acuerdo (MIA (...)

El Nobel fallido

Por: María Elvira Bonilla

El comité nobel del parlamento de Noruega solicitará que se le retire a Barack Obama el Premio Nobel de la Paz otorgado prematuramente en 2009, hipnotizado por las promesas del recién elegido presidente comprometido entonces a jugársela por un nuevo paradigma político y moral para Estados Unidos y, por su influencia y poder, para el mundo.

Pero el Comité no sólo quiere castigar su intención de intervenir militarmente en Siria, sino “las políticas seguidas por el presidente Obama, tanto en lo referente a política exterior, especialmente en Oriente Medio y el norte de África, como el inaceptable recorte en libertades de los ciudadanos de su país y del resto de mundo, con la utilización de programas espía como Prism (los famosos drones), el mantenimiento de la prisión de Guatánamo, etc. hacen que considere totalmente inadecuado que ostente este galardón, por no ser merecedor del mismo”. Y tienen razón. Porque ni qué decir de su persecución a Edward Snowden por haberse atrevido a desafiar el poder y denunciar prácticas ilegales por parte del gobierno de Estados Unidos a escala mundial, y violando los derechos de millones de personas al interceptarles las comunicaciones privadas, incluida la presidenta Dilma Rousseff, que tiene al Brasil en franca indignación.

Poco a poco Barack ha ido mostrando el cobre. De una manera tan decepcionante que cada vez se confunde más con George W. Bush, a quien le ganó precisamente por oponerse a sus prácticas arbitrarias y violatorias de derechos fundamentales bajo el pretexto de enfrentar la amenaza terrorista. La gran pregunta es: o se trata fatalmente de uno más de los políticos sin convicciones, acomodaticios y oportunistas, cuyo compromiso de cambiar la guerra por la diplomacia y el respeto no fue más que un discurso elocuente, o se trata de un gobernante atrapado indefectiblemente por las estructuras de poder belicosas e imperiales del establecimiento estadounidense que finalmente cierra filas sin dejar margen de acción. Cualquiera de los dos escenarios es lamentable para un presidente en el que su país, el mundo y hasta el jurado del Premio Nobel de la Paz creyeron.

En su momento, pocos entendieron por qué le otorgaban el Premio Nobel a un hombre que apenas iniciaba un gobierno y que, si bien significaba una oportunidad de cambio, éste apenas se vislumbra a través de las palabras, elocuentes, eso sí, con las que Obama hipnotizó al mundo. Resulta increíble presenciar la manera como se esfumó esta postura y todo indica que actuará incluso en contravía de la opinión pública de su país que, a diferencia del ataque a Irak, no lo acompaña mayoritariamente, porque sabe que el argumento de las armas químicas es un simple pretexto, como ocurrió con Irak.

El Comité Noruego le puso de presente a Obama que “este premio se otorga a las personas que hayan trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos existentes y la celebración y promoción de procesos de paz”, tal como aparece en el testamento de Alfred Nobel. Una tarea que no es exactamente la que él está cumpliendo.
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Historia de una traición

Por María Jimena DuzánRevista Semana

OPINIÓN. Prueba de que Santos se sintió traicionado es la forma como recompuso su gabinete: mandó al carajo a las directivas de los partidos conservador y liberal.

Quien traiciona será traicionado, dice el dicho. Y el turno para ese acto alevoso, parece haberle llegado al propio presidente Santos, experto como nadie en estos avatares. ¿Y quiénes son los que quieren traicionar al presidente Santos? Pues nada más ni nada menos que sus socios políticos, los
partidos más poderosos de la Unidad Nacional que, en el momento más crítico de su gobierno, en lugar de apoyarlo, le dieron la espalda. 

Esta es la historia de esa traición: 

-La traición goda: Mientras el país se llenaba de marchas y de protestas y el descontento crecía, el Partido Conservador, miembro de la Unidad Nacional anunció que iba a presentar una moción de censura contra la canciller María Ángela Holguín. La moción sorprendió no porque no tuviera sustento sino porque provenía de un partido miembro de la coalición de gobierno. 

A la semana siguiente, Omar Yepes, el jefe del Partido Conservador salió a los medios a decir que estaban muy descontentos con Santos porque les quería reducir su porción de mermelada e insinuó que si esto sucedía su partido no le quedaba más remedio que irse a donde Uribe. Además de su falta de sintonía con el país –Yepes ni siquiera se refirió a la situación de los campesinos–, le reclamó a Santos por el bajo presupuesto del Ministerio de Agricultura. 

De refilón, dijo que ninguno de los ministros conservadores que había en el gabinete representaba al conservatismo y que estos habían sido escogidos sin el concurso de la dirección del partido. Aunque después fue recogiendo esta andanada, a medida que pasaba la semana, fue evidente que Yepes aprovechó la crisis del gobierno no para ayudar sino para extorsionar al presidente. Con estos amigos políticos, para qué enemigos.

-La traición liberal: En medio de las marchas y de las protestas, su jefe Simón Gaviria nunca se puso la camiseta para apoyar a Santos ni lo hicieron los ministros liberales. El único que lo hizo fue Aurelio Iragorri, de La U, quien se arremangó y se metió en el barro de la negociación. Mientras los conservadores pedían sus puestos públicamente, los liberales filtraban sus ambiciones a los medios y se empezó a mover la idea de que si iba a haber un cambio de ministros este tenía que favorecer al Partido Liberal, porque era el que lo iba a llevar a la reelección. 

Sin embargo, la estocada final vino con la entrevista en Caracol radio del expresidente César Gaviria en plena crisis del gobierno Santos. Se esperaba que él, que era considerado el socio político de más influencia en Palacio, saliera en defensa de Santos, como de hecho lo hizo Germán Vargas Lleras, tal vez el único de los potenciales traidores que salió a apoyarlo. Pero no solo no lo apoyó sino que lo fustigó. 

Cuestionó su lejanía con el poder, cosa innegable, y remató diciendo que la razón por la cual Santos tenía problemas era porque “hacía muy poca política”. Solo le faltó decir que la mejor forma de subsanar esa falta de política era dándole más ministerios al Partido Liberal para impulsar esa gesta heroica que está haciendo su hijo Simón Gaviria del renacer liberal. 

De esta forma la saga de la traición tuvo un nuevo corolario: Santos traicionó a Uribe, los socios políticos traicionaron a Santos y a estos los traicionó la codicia. 

Prueba de que Santos se siente traicionado es la forma como recompuso su gabinete: mandó al carajo a las directivas de los partidos Conservador y Liberal. Sacó dos de los tres ministros conservadores y castigó la gula del liberalismo al conminarlo a un solo ministerio, desde donde le tocará a Simón Gaviria seguir impulsando el renacer liberal sin la mermelada que esperaban. 

Y al nombrar a Alfonso Gómez Méndez en la cartera de Justicia, un importante liberal que Gaviria había condenado al ostracismo, Santos castigó la deslealtad del expresidente César Gaviria. Vamos a ver cuánto dura este gabinete antes de se produzca una nueva traición.
 

Dossier Álvaro Uribe Vélez

Colombia Invisible - Unai Aranzadi

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Basta de Terrorismo de Estado

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