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Despedida de Cristian Pérez - Sí a la Paz

Colombia: Falsa Democracia

Colombia: Falsa Democracia
Falsa democracia

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[Colombia] Falsa democracia II: la democracia burguesa

Hernando Vanegas Toloza, Postales de Estocolmo. En el artículo de ayer abordamos, someramente, la historia de la democracia burguesa ...

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Tanta retórica hace daño, Santos

Escrito por  Comandante Timoleón Jiménez Comunicados/Pueblo colombiano Pa´la Mesa!
 
El Presidente Santos respondió calculando cada palabra al referirse en Nueva York a los ofrecimientos de colaboración que le hiciera el Presidente Mujica. No obstante agradecer la propuesta del territorio uruguayo como posible sede, el primer mandatario colombiano prefirió no adelantar nada sobre diálogos con la guerrilla del ELN. En este tipo de situaciones hay que ser muy prudente. Las decisiones se toman de común acuerdo, afirmó.

Vale creer que para el Presidente Santos esta última frase debe inspirar también los diálogos con las FARC. Las decisiones, los acuerdos, han de ser el producto del consenso. No puede pretenderse estar sentado en una mesa de conversaciones y que sólo lo que una de las partes sostenga merezca atención. Si como lo predica repetidamente Santos, se conversa es con el enemigo, si la paz consiste en tender puentes entre contrarios, los modelos económico y de democracia, verdaderas causas de la confrontación social y armada, necesariamente deben ser modificados.

En las más recientes intervenciones del Presidente Santos, su discurso apunta a señalar con un grave e irresponsable sesgo, que el conflicto armado colombiano, la guerra, esa que ha dado en llamar mula o vaca muerta atravesada en el camino, es atribuible de manera exclusiva a la insurgencia. El terrorismo de Estado, las ejecuciones extrajudiciales, el paramilitarismo, los desplazamientos y demás horrores, según él, sólo son imputables a nosotros. Los intereses norteamericanos, la oligarquía colombiana, sus fuerzas armadas, sus políticas antipopulares y violentas, su corrupción y sus represiones son por completo ajenos e inocentes.

Si bien es cierto que varias generaciones de colombianos no hemos conocido en la vida un solo día de paz, tampoco puede desconocerse que lo peor de la existencia ha correspondido siempre a los sectores más pobres, la inmensa mayoría, y no precisamente a las familias engominadas que durante más de un siglo han manejado el país para beneficio de sectores minoritarios. Que Santos padre o hijo hayan prestado su servicio militar en la Armada o el Ejército, está muy lejos de equipararlos con los humildes colombianos que se juegan la vida en el campo de batalla. Las odiosas distinciones de clase y los privilegios perversos no desaparecen con frases enternecedoras.

El cerrado régimen bipartidista, la violencia salvaje en que echó sus raíces desde la primera parte del siglo pasado, azuzada por familias como los Santos, según sus propias y espontáneas revelaciones recientes, la brutal redistribución de la tierra que se prolonga hasta los albores de esta centuria, las políticas económicas encaminadas a favorecer siempre a banqueros, empresarios, terratenientes y compañías extranjeras al precio del envilecimiento de la vida de los trabajadores y campesinos, la militarización creciente, la criminalización de la lucha social, el vandalismo policial, la conjunción de corrupción, narcotráfico y paramilitarismo, el exterminio de la Unión Patriótica y lo más granado del movimiento sindical, campesino y popular, la guerra sucia, los crímenes cometidos por las fuerzas armadas en nombre de la contrainsurgencia, el capitalismo salvaje desatado en el país con la implementación de las políticas neoliberales, para la oligarquía gobernante ninguno de esos fenómenos de la vida colombiana guarda relación alguna con el conflicto armado existente en el país. Así que basta nuestra voluntad para poner fin a todo.

Lo que hemos afirmado las FARC desde el comienzo de las aproximaciones con el actual gobierno, es que para poner fin definitivamente al conflicto es necesario remover todas esas causas reales de la confrontación. Tras un largo proceso denominado Encuentro Exploratorio, firmamos con el gobierno nacional un Acuerdo General que todo el mundo conoce. Cuando lo hicimos, las dos partes coincidimos en que el desarrollo de los puntos de la agenda acordada se cumpliría en el espíritu de las distintas consideraciones que integraron su preámbulo. Sin embargo, nuestros delegados siempre se topan con la actitud gubernamental de considerar que el Acuerdo sólo comprende los puntos de la Agenda, a los cuales además insisten en otorgar tal restricción, que sólo lo que ellos llevan a la Mesa merece considerarse.

Cumplidas así las cosas, y ya lo han explicado ampliamente nuestros voceros, el gobierno nacional insiste en sus imposiciones unilaterales. Ya cuenta con su marco legal para la paz, un modelo de justicia transicional diseñado sin contar para nada con nuestra opinión, el cual además el Presidente Santos promociona hasta en las Naciones Unidas, única fórmula que considera válida para los puntos sobre víctimas y participación política. Ya tiene lista su ley de referendo para refrendar los acuerdos finales. Afirma que una vez desmovilizada, la guerrilla deberá cambiar de bando y sumarse a la política estatal de erradicación de cultivos ilícitos, porque así lo tiene él decidido antes de tratar del tema en los foros respectivos y en la Mesa. Así también la responsabilidad por el conflicto deberá ser asumida toda por nosotros.

Y aparte, presiona con el cuento de que el tiempo y la paciencia de los colombianos se agotan. Las protestas, las marchas y los paros recientes demuestran que eso puede ser cierto, pero no en el sentido que indica el Presidente. Su tal Pacto Nacional por el Agro no pasa de ser otro de sus falsos positivos. Los problemas, la inconformidad y la rebeldía siguen vivas. Lo que se acorta en realidad es el tiempo para definir su candidatura a la reelección, y es evidente su afán en exhibir al país un acuerdo de paz. Pero ni siquiera por ello asume una posición que facilite la concertación. Somos nosotros quienes debemos ceder a sus afanes y firmar cuanto antes lo que él quiere. Vuelve a llamarnos terroristas, se ufana de haber derramado nuestra sangre como nadie en los últimos cincuenta años y exhibe en cada mano la cabeza de un miembro del Secretariado.

Así la cosas, cada gesto nuestro de reconciliación significa debilidad. Haber pasado sobre el cadáver del camarada Alfonso Cano, haber aceptado los dos enviados al primer encuentro cuando no eran los que oficialmente nos habían dicho, hasta nuestra sincera voluntad de firmar una paz digna y justa es interpretada como el producto de la derrota militar. Y qué decir de la propuesta de cese bilateral de fuegos. Y de cada una de las propuestas a la Mesa. Todavía a estas alturas, tres años después de fracasar con su Espada de Honor y su Prosperidad Democrática, y pese a sus manifestaciones de encontrar una salida política, Santos, alucinado, confía en doblegarnos con gruñidos. Estamos muy viejos para eso. La clave está en consensuar, en cambiar para bien esa actitud arrogante y mezquina.

Mientras eso pasa, ante tan grande ofensiva discursiva y mediática contra nosotros y lo que sucede en la Mesa, con el exclusivo propósito de que el país y el mundo conozcan en verdad lo que ocurre, he decidido autorizar a nuestros voceros en La Habana la elaboración de un informe al pueblo colombiano. Tenemos una gran responsabilidad ante él, y tanta retórica hace daño, Santos.

TIMOLEÓN JIMENEZ
JEFE DEL ESTADO MAYOR CENTRAL DE LAS FARC-EP
25 de septiembre de 2013.

La silenciosa “misión humanitaria” del Comando Sur en Costa Rica

Por Ricardo Martínez Martínez

Organizaciones sociales y de los derechos humanos en Costa Rica denunciaron la presencia de militares estadunidenses que estarían incursionando en regiones y territorios indígenas.

En las comunidades cabécares y bribí del Alto Telire en el cantón Talamanca de la provincia de Limón, se vive bajo zozobra. La movilización agazapada de militares y grupos irregulares armados, como han denunciado los propios pueblos originarios, y la recién petición del Alcalde Municipal, Melvín Cordero, en el sentido de pedir la acción del Comando Sur del Departamento de Defensa de los Estados Unidos en territorio indígena, alertó desde entonces la vida de los pobladores.

La Organización COECO Ceiba Amigos de la Tierra reveló la existencia de gestiones oficiales para que los militares estadunidenses generen “un puente aéreo humanitario” con el fin de dar acceso a representantes oficiales de las instituciones del gobierno central de Laura Chinchilla en la zona donde pueblos originarios mantienen una lucha por la defensa de sus derechos ancestrales.

“Esta acción pone en riesgo a la población y facilita la entrada de militares sin la consulta a la población indígena”, aseguró Leonardo Buitrado, representante indígena, quien también expresó su temor ante la presencia de tropas: “ya se sabe que el Comando Sur ha ayudado a despojar de sus territorios a indígenas en otros países”, dijo.

Por su parte, Xixaola Gómez, otro represente indígena, sostuvo que las incursiones son injustificadas porque no representan ninguna ayuda. “Las misiones humanitarias pueden hacerse por las mismas comunidades articulando las distintas instituciones encargadas de velar por el bienestar de la población.”

Según los pobladores se trata de acciones que abren camino a potenciales movilizaciones masivas de militares que desembarquen en Puerto Limón, una base de abastecimiento de las naves de la IV Flota con algunos pocos años de haber sido reactivada; y abrir un arco territorial para entrenamiento, formación, ensayos en tácticas de guerra.

Los indígenas temen ser despojados de sus territorios para ser usados como una mega base militar que anude puertos con ágil salida al mar y territorios caracterizados para el uso de la movilización de tropas.
No es la primera vez que se registran movimientos militares estadunidenses en la zona. El pasado 30 de junio, los pueblos bibrí registraron presencia de personal militar extranjero en las cercanías de Alto Cuén, también en Talamanca.

Un grupo de personas con formación en fuerzas especiales se hizo pasar como religiosos tratando de infiltrarse y estudiar el terreno, población e identidad política de los lugareños. Al ser descubiertos, los militares amenazaron con regresar con violencia al sitio, considerado como una reserva natural con ricos afluentes de agua.

Estos episodios muestran que las acciones encubiertas estadunidenses se realizan en un país que formalmente no cuenta con ejército propio desde 1948. Washington provee de elementos castrenses y asume el control de la “defensa nacional”, tomando decisiones de facto sobre el accionar militar por fuera de las instituciones civiles costarricenses en una clara flagrancia violatoria de la soberanía nacional, porque Costa Rica no se ha declarado en guerra.

Desde el año 2010, los Estados Unidos montaron una base militar en este país centroamericano con una masiva presencia de efectivos, supuestamente en la lucha contra el narcotráfico. 1600 de personal operativo, 1000 soldados y 500 marinos de infantería, así como médicos e ingenieros, 100 voluntarios de la llamada cooperación vía USAID, 46 buques anfibios, portaaviones, un barco plataforma para 10 helicópteros. Todo ello integra la llamada Operation Continuing Promise.
 
En realidad de lo que se trata es la creación de un “striking point” logístico y geopolítico que posiciona a las tropas de Estados Unidos en las agua del Caribe, estrechando un cinturón militar en toda la región que aprieta Florida, Puerto Rico, Cuba (Guantánamo), Honduras, ahora Costa Rica, Panamá, Haití, algunas islas frente a Venezuela. Es decir, lograron cerrar el círculo de control en la zona más rica de hidrocarburos y energéticos de aguas profundas del Caribe.

Con ello, se evidencia la acción dirigida desde la IV Flota estadunidense, con sede en Panamá, que fue activada durante la administración del ex presidente George W. Bush después de 58 años de permanecer inactiva. El objetivo es el control geopolítico y el control de potenciales recursos energéticos.

La base en Costa Rica se suma a las más de 860 que tienen los Estados Unidos en más de 40 países.
Los operativos silenciosos de militares estadunidenses revelan que la estrategia de militarización en la región sigue su marcha.

Y así.... dos ejemplos de cómo hacer política


Allende La Paz, Cambio Total.

Mientras el presidente JMSantos está en la ONU « promocionando » la paz, que él considera desde su punto de vista la adecuada para los colombianos, en Colombia tenemos dos ejemplos de cómo hacer política. Ambos diametralmente opuestos. Uno a cargo de la mafia del Cartel de Medellín. El otro a cargo del pueblo.

El pueblo colombiano en su proceso re-organizativo del tejido social roto por el Terrorismo de Estado de las fuerzas militares-narcoparamilitares estatales, ha ido elevando sus líderes a los primeros lugares del concierto nacional. Líderes que mediante el trabajo de masas, de campesino en campesino, de barriada en barriada, han mostrado cómo es que se hace « política » sana, sin intereses oscuros y delincuenciales.

De entre esos líderes sobresale la « Negra » Piedad Córdoba por su tesón, su dedicación y consecuencia con la causa popular. Piedad de estirpe liberal, ha ido dando saltos cualitativos, y ha alcanzado el grado de conciencia para liderar la Marcha Patriótica. Sus viajes a lo largo y ancho del país, dictando conferencias, dialogando con los campesinos, promoviendo luchas y planteando soluciones; al tiempo de sus viajes al exterior en los cuales explica el sentir de los colombianos pobres, desafectos del poder, le han hecho merecedora de los más altos honores que puede brindar un pueblo : ser reconocida como una « propia ».

Piedad con sus altos valores morales y principios éticos está demostrando que el pueblo hace política de manera limpia, diáfana, transparente. Llamar « al pan pan y al vino vino » le ha granjeado la antipatía de los que con un pensamiento « traqueto » creen podeer avasallar a los que no tienen armas para defenderse. No saben que no hay nada más poderoso que la fuerza de las masas, máxime cuando esas masas orientan a rodearse de dirigentes duchos la mayoría, bizoños otros, pero todos convencidos de la necesidad de construir una Colombia en paz, con justicia social.

El otro ejemplo, muy mal ejemplo, es la llamada « lista de Uribe ». Qué pobreza ideológica y qué pocos recursos exhiben los « militantes » del pensamiento « traqueto » del país, de los narco-paramilitarizados y narcotraficantes que se han rodeado de toda la escoria de la sociedad. Porque es escoria lo que hay en esas listas. Todos son familia de los narcotraficantes del Cartel de Medellín –JOG entre ellos-, o de « políticos » condenados por la narco-para-política, o investigados por la CSJ. No hay uno que no sea narco, o tenga relación con ellos, o esté inmerso en investigaciones de tipo penal por delitos de lesa humanidad.

Esculque en « la lista Uribe » y no encontrará nada nuevo, ni bueno. La única propuesta de los candidatos y su jefe, Uribhitler, es la guerra. Más sangre piden los « traquetos », narco-paramilitares que quieren condenar a Colombia a seguirse desangrando fratricidamente. Su pensamiento mafioso, narcotraficante, retardatario y troglodita, no tiene cabida en la Colombia de hoy. 8 años de equivocaciones fueros suficientes. 8 años del más horroso cuadro de violaciones de derechos humanos, corrupción y desgreño administrativo no puede ser echado al cajón de la basura. Recordemos que « todos los caminos del paramilitarismo conducen a Uribe ». Ello tiene que ser « castigado » por los colombianos mediante la denuncia y el más claro aislamiento.

Definitivamente, en momentos en que las FARC-EP y el gobierno nacional están dialogando en La Habana, buscando una salida política al conflicto interno, no tienen cabida los llamados a echar el país hacia atrás. Las « vacas muertas » de que siempre hemos hablado en nuestros escritos en Cambio Total y Anncol (que parece quiere JMSantos apropiarse de esas palabras), es decir, las fuerzas que quieren ver al país transitando hacia atrás los caminos del feudalismo no tendrán fuerzas suficientes porque el narcotráfico y la troglodita caverna de los « enemigos de la Paz » tienen enfrente un pueblo valiente, dispuesto a lo que sea, para construir una Nueva Colombia, en paz con justicia social, democracia, libertad, independencia y soberania nacional.

Declaración final de la Cumbre Agraria y Popular: nueva convocatoria para octubre

El documento conocido ayer como "Declaración Política de la Cumbre Nacional Agraria, Campesina y Popular", brinda un repaso por el pliego de peticiones planteadas por los distintos sectores que hicieron parte del Paro; insiste con el reclamo de "reconocimiento político del campesinado"; desconoce al nuevo ministro de Agricultura; y finaliza con "un llamado a todos los campesinos y campesinas, indígenas y afro descendientes de Colombia, organizaciones agrarias y populares, como también al conjunto de la población colombiana, a que nos juntemos en la cumbre agraria y popular a realizarse en el mes de octubre de 2013".


A Continuación, el texto completo de la Declaración.



Declaración política de la Cumbre Nacional Agraria, Campesina y Popular


Con el impulso del reciente Paro Nacional Agrario y Popular donde nos movilizamos millones de personas a lo largo y ancho del país, hoy nos reunimos para lanzar la Cumbre Nacional Agraria, Campesina y Popular. Nos encontramos miles de hombres y mujeres, líderes de diversos sectores populares, para compartir reflexiones sobre los logros de la reciente movilización y para contribuir a la definición de las rutas de encuentro para avanzar en la unidad del movimiento popular colombiano.


El Paro Nacional Agrario y Popular ha sido un avance para el movimiento social colombiano, en especial para los sectores campesinos, indígenas y afros. El Paro representa la movilización más importante y contundente de los últimos años en el país. Podemos decir con orgullo que por primera vez en mucho tiempo, las campesinas y los campesinos logramos mostrarle a la sociedad colombiana nuestro poder de convocatoria para defender nuestra dignidad y nuestros derechos.


Durante 24 días nos hemos movilizado en veintidós (22) departamentos del territorio nacional, para expresar nuestra inconformidad por las políticas de despojo, y desigualdad que se han lanzado contra los más humildes. A la vez, hemos puesto en discusión democrática una serie de exigencias, propuestas y soluciones, recogidas en diversos pliegos que recogen nuestros planteamientos.


Como el país y el mundo bien lo saben, la respuesta del gobierno a nuestras movilizaciones y planteamientos ha consistido en el excesivo uso de la fuerza contra civiles desarmados. Frente a nuestros pliegos y justas demandas, el gobierno respondió con la detención de nuestros líderes, con la militarización de los campos y las calles, y dándole un tratamiento de guerra a la justa protesta social. La represión gubernamental deja un saldo desolador, que incluye la pérdida de 12 vidas humanas, 4 personas desaparecidas, 660 casos de violaciones a los derechos humanos individuales y colectivos en todo el país, 262 detenciones arbitrarias, 485 personas heridas, 21 personas heridas con arma de fuego, 52 casos de hostigamientos y amenazas contra los manifestantes y líderes sociales y 51 casos de ataques indiscriminados a la población civil en diferentes departamentos del país.


El Paro Nacional Agrario y Popular es una respuesta a la crisis del campo y del país en general generada por políticas que han empobrecido en especial a la población rural. Los gobiernos de turno han impulsado un modelo económico diseñado para favorecer a terratenientes, ganaderos y empresas transnacionales, desconociendo a las grandes mayorías campesinas, indígenas y afro. Se han impulsado acuerdos de libre comercio que han facilitado la importación de productos subsidiados que han quebrado a los pequeños productores colombianos. Se ha puesto en marcha una política de impulso a la gran minería transnacional que ha despojado a comunidades, que ha golpeado a los pequeños mineros, que ha acaparado el agua en las regiones y ha contaminado nuestros territorios.


Como si fuera poco, el gobierno persigue a los cultivadores que guardan sus propias semillas para su producción, amenazando gravemente la soberanía y autonomía alimentaria nacional, y favoreciendo a los grandes monopolios globales que controlan las semillas y los insumos.


Nuestras propuestas han sido claras. Seguimos insistiendo en avanzar hacia una política de reforma agraria integral que reconozca los territorios colectivos indígenas y afro, que dote de la tierra y territorialidad necesaria al campesinado, y que desmonte los grandes latifundios que han concentrado la mayor parte de la tierra cultivable. También planteamos la derogatoria de las leyes que han incentivado el despojo, que han legalizado los robos de tierras, el desplazamiento, la apropiación indebida de baldíos y los títulos de tierras falsos auspiciados por notarios espurios. En lo inmediato, para buscar la salida a la crisis agraria, insistimos en la necesidad urgente de implementar medidas y acciones frente a la crisis de la producción agropecuaria, que incluyan el desmonte de las políticas de libre comercio, la anulación de los Tratados internacionales que afecten a los productores nacionales y el avance hacia una integración justa y solidaria entre los pueblos de América Latina y el mundo.



En ese marco, nuestros procesos han redactado pliegos que recogen nuestras propuestas para el campo colombiano. Exigimos tierras para los pueblos que las trabajan y las cuidan, el acceso a la propiedad y tenencia de la tierra, reconocimiento al territorio y la territorialidad campesina. Lo anterior solo se lograra con la adjudicación y dotación de tierras a los campesinos, indígenas y afrocolombianos. La compra directa de tierras en cantidad suficiente y de buena calidad y la titulación inmediata de las tierras baldías que ocupan los campesinos, que cumplen los requisitos para ser adjudicatarios. También exigimos que se declaren nulas las compras masivas de tierras que han hecho empresas nacionales y extranjeras violando la ley 160 de 1994. Detener la política de extranjerización de tierras y Detener la reformulación del tamaño de la Unidad Agrícola Familiar (UAF), y en todo caso no disminuir la extensión que actualmente está definida.


Exigimos que el Estado fije precios de sustentación para la producción campesina, que se garantice una remuneración efectiva a los productores, así como precios accesibles para los consumidores. Exigimos la reducción de los precios de los combustibles, de los precios de fertilizantes, insecticidas, abonos y demás insumos agropecuarios.


En materia de minería, nuestros pliegos rechazan la gran minería transnacional, promueven consultas populares para la definición de proyectos mineros, y la participación de los pequeños mineros en la formulación de la política agraria. También se plantean condiciones para la discusión pública de una ley marco de hidrocarburos que reoriente el manejo de la política petrolera para el bienestar y la soberanía nacional, y no para el lucro de las grandes empresas.


Exigimos una política de sustitución autónoma y concertada de cultivos de uso ilícito. Exigimos que se detengan las fumigaciones y la erradicación manual sobre los territorios, e insistimos que no se debe perseguir ni criminalizar al campesino cultivador, campesino que no debe ser tratado como delincuente, sino como víctima de los desaciertos de la política del Estado.


Luchamos por el reconocimiento político del campesinado. Exigimos que se adopten medidas y se cumplan las garantías reales para el ejercicio de los derechos políticos de la población rural, la inversión social en la población rural y urbana en educación, salud, vivienda, servicios públicos y vías. Creemos que la consulta previa también debe ser un derecho para el campesinado colombiano.


Las organizaciones, comunidades, pueblos, mujeres y hombres participantes de la Cumbre Nacional Agraria, Campesina y Popular, rechazamos el Pacto Agrario impulsado por el gobierno de Santos. Consideramos que es la reedición del nefasto Pacto del Chicoral que agrupó a los terratenientes para detener una posible reforma agraria. La gran diferencia radica en que hoy los grandes propietarios e inversionistas del campo quieren aliarse con los pequeños productores para apropiarse de su trabajo y de su sudor.


Por esa razón desconocemos al nuevo Ministro de Agricultura, representante de un modelo de agronegocios que ha sido agente de contaminación ambiental, despojo, persecución al movimiento sindical y desmejoramiento de las condiciones laborales de los trabajadores. No creemos que sea la persona adecuada para impulsar la política agraria que necesita el país. Seguiremos construyendo nuestros pliegos, mandatos y planes de vida como camino a la defensa del campo y sus habitantes más humildes.


Hoy es el momento de que se consoliden propuestas desde los distintos sectores de la sociedad, pero en concreto que el campesinado, los afrodescendientes y por supuesto los indígenas, desde sus vivencias construyan espacios y soluciones a sus problemas, es el momento en que puedan opinar y decidir sobre su futuro. Hoy nuevamente debemos estar al frente de nuestros problemas, y asumirlos con la valentía y compromiso que nos da este momento histórico.


Es necesario avanzar en la construcción de la cumbre agraria y popular teniendo en cuenta que la movilizacion no es algo que haya terminado, es un proceso que esta en curso, como determinante del ejercicio de soberanía popular, que siente las bases para el camino de construcción colectiva, que contribuya a la UNIDAD en la acción de las diversas organizaciones que confluimos en este espacio


Por lo tanto, buscamos construir el proceso de resistencia y movilización social para recoger y articular los acumulados de lucha, anhelos y clamor, de transformación social del pueblo colombiano, para traducirlos en una propuesta alternativa. Así también buscamos elaborar a partir de políticas democráticas y populares formuladas en mandatos o leyes, que sienten las bases de construcción de un nuevo pacto social por la paz y la vida digna, que recojan los deseos, sueños y anhelos de paz con justicia social de las colombianas y colombianos de a pie, de la cuadra, el barrio, el pueblo, municipio, vereda, corregimiento, región, gremio, convite, sector y/o proceso organizativo.


Es por eso que hacemos un llamado a todos los campesinos y campesinas, indígenas y afro descendientes de Colombia, organizaciones agrarias y populares, como también al conjunto de la población colombiana, a que nos juntemos en la cumbre agraria y popular a realizarse en el mes de octubre de 2013 en Bogotá con la participación masiva de los diversos sectores populares y sociales, que permitan construir las propuestas, soluciones que darán respuesta al conflicto agrario y social que vivimos. Invitamos a construir nuestra iniciativa de Paz con Justicia Social.

Foro Nacional l Solución al problema de las drogas ilícitas

El Esmad de la Policía actuó como fuerza criminal contra los campesinos en Boyacá según informe de Derechos Humanos

Biografía incompleta y no autorizada de José Obdulio Gaviria

Por: Olga Lucía Lozano/Tomado de Pacocol.
 
José Obdulio Gaviria, quien ahora aparece como uno de los candidatos de la lista de Álvaro Uribe al Senado,  daría para escribir un tomo completo de la Enciclopedia Británica. Eso sí, más por el número de polémicas que protagoniza cada tanto, que por cualquier otra razón.

Ahora, que de nuevo y para no variar, se encuentra en el centro de la polémica, La Butaca decidió arrancar con él como protagonista esta serie que quincenalmente presentará las biografías no autorizadas de los personajes claves de la contienda electoral que se nos viene encima.

Eso sí, aclaramos que no metimos mano en la recreación de los hechos y etapas que han marcado la vida pública de Gaviria, solo recogimos algunos de los contenidos que nos permiten reconstruir su vida reciente y que nos parecen más relevantes a la hora de contextualizar la existencia del más polémico escudero del uribismo. Señores, esta es la primera parte de este ejercicio curatorial, el cual seguramente irá creciendo en diversas direcciones mientras estamos en campaña. Algunos de los capítulos apenas han sido esbozados, para que sean nuestros usuarios en el espacio de comentarios quienes nos ayuden a seleccionar los contenidos que les parece pertinente adicionar en todos los casos.

Capítulo 1: José Obdulio, bajo las sospechas de siempre   Capítulo 2: José Obdulio, el terror de la oposición   Capítulo 3: José Obdulio, el "supuesto espía"   Capítulo 4: José Obdulio, el ateo   Capítulo 5: José Obdulio, el llanero solitario   Capítulo 6: José Obdulio, El Tiempo de la discordia   Capítulo 7: José Obdulio, el escudero del frente uribista     En la Imagen, el candidato de Uribe, José Obdulio Gaviria, candidato al Senado por el Puro Centro Democrático  al lado de su primo Pablo Escobar Gaviria     La silla Vacía 

"Las calaveras en el armario" uribista

Por: Cecilia Orozco Tascón

Mucho se ha contado ya sobre lo que el columnista Daniel Coronell, con gran tino, denominó “las calaveras en el armario” que guardan los aspirantes al Senado por el movimiento de Álvaro Uribe, movimiento que fue presentado por este como un “instrumento político útil para las nuevas generaciones”.

Pobres ellas. A las revelaciones de Coronell sobre conductas poco honorables de algunos de los candidatos de esa agrupación, siguieron las de la analista Cristina de la Torre en El Espectador, quien destapó, en un comentario contundente que tituló “La lista Uribe”, no los pajaritos de la felicidad que pinta el expresidente, sino “la perpetuación del viejo país con sabor a parapolítica”. Empezando por el jefe, quien continúa siendo acosado por fantasmas judiciales que van y vienen, ahora en forma de compulsa de copias de sendas investigaciones a exparamilitares cuyas declaraciones contra el exjefe de Estado fueron enviadas a la Comisión de Acusación por el Tribunal Superior de Antioquia y, luego, por la propia Corte Suprema. Nada más ni nada menos.

De la Torre llama la atención sobre “las nuevas generaciones” de Uribe para el Senado de 2014: el hijo de Luis Alfredo Ramos, cacique electoral detenido y a la espera de un juicio por sus presuntas relaciones con el paramilitarismo; el sobrino del condenado por ese delito Miguel Pinedo Vidal; una exmiembro del PIN en el Valle del Cauca, el partido del sentenciado parapolítico e investigado por delitos electorales Juan Carlos Martínez; una exintegrante de Alas Equipo Colombia, grupo disuelto después de que sus principales representantes recibieron fallo condenatorio, repito, por parapolítica. Y así…

El temible José Obdulio Gaviria merece capítulo aparte. Su presencia en un puesto seguro de ingreso al Congreso levantó una ola de protestas incluso en los círculos más cercanos al exmandatario. El precandidato presidencial Óscar Iván Zuluaga le pidió a Gaviria desistir de su aspiración. En su comunicado utilizó doblemente un concepto: “los dos sabemos que Álvaro Uribe es leal hasta la médula y que nunca le pedirá que retire su candidatura”. Y después: “las circunstancias exigen de usted el máximo gesto de lealtad, el de retirar(se)”. Qué curioso, Francisco Santos, otro de los precandidatos del uribismo, rechazó la petición de Zuluaga y lo criticó pero con idéntica línea. La reiteración conceptual es inquietante: “es un acto de deslealtad con el presidente Uribe con quien ha sido leal con él. Me parece una equivocación absoluta y manda una señal: que la lealtad se castiga y eso no me parece que sea sano…”.

La lealtad, como pilar de cierre de grupos que detentan poder, es un arma bien conocida en Italia, concretamente en Sicilia, en donde también se acata el código del silencio. Una más es la intimidación, campo en que se mueve con solvencia el cuasisenador Gaviria. Una cosa es una discusión en Twitter de un ciudadano particular que, diga lo que diga, no tiene responsabilidades públicas ni pretende tenerlas, caso de Juan Carlos Pastrana, y otra es el tono de las afirmaciones asquerosas y violatorias de la dignidad y la intimidad en boca de quien pretende ostentar un cargo de elección popular. Algún límite tiene que haber en las democracias para impedir que sujetos del lado más oscuro de la sociedad sean elegidos. La lista Uribe, de la que la columnista De la Torre asegura que es un “remedo de la lista Clinton”, tendrá mucho éxito gracias al perverso esquema político nacional, pero no podrá representar jamás al país de la decencia y de la legalidad.

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Dossier Álvaro Uribe Vélez

Colombia Invisible - Unai Aranzadi

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Basta de Terrorismo de Estado

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