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Despedida de Cristian Pérez - Sí a la Paz

Colombia: Falsa Democracia

Colombia: Falsa Democracia
Falsa democracia

RECOMENDADO CAMBIO TOTAL

[Colombia] Falsa democracia II: la democracia burguesa

Hernando Vanegas Toloza, Postales de Estocolmo. En el artículo de ayer abordamos, someramente, la historia de la democracia burguesa ...

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Politiquería colombiana Del discurso a los hechos

​​Jose Maria Carbonell, Cambio Total.

Una cosa dice la lengua y otra la conducta. La lengua habla palabras que si no fuera por la conciencia serían unas palabras vacías, sin sentido. Por ello bien lo dice el marxismo-leninismo, "a los hombres se les juzga por lo que hacen, no por lo que ellos digan o piensen de sí mismos".

Y si por la lengua fuera, ya su cuerpo estuviera condenado a la pira eterna del infierno. Porque la verdad es que los "santos Inquisidores" terminaron condenándose ellos mismos al infierno porque ellos veían en sus semejantes sus propios "pecados de acción y omisión", al igual que quedará el troglodita procurador.

Pero bueno, veníamos hablando de los discursos y los hechos que son una manera de buscar la verdad entre los politiqueros. El narco-paramilitar ex presidente Uribhitler - quien ahora quiere blindarse de un carcelazo por sus delitos de narco-paraco y de lesa humanidad- está hablando, y mucho, porque el no sabe lo que le viene pa´encima. El señor Uribhitler cree que el pueblo colombiano es desmemoriado y que sus palabras de "culebrero antioqueño" son suficientes para engrupir a todo el mundo y hoy lo vemos hablando bellezas de las cosas que durante su gobierno de 8 años no quiso hacer.

Está desaforado hablando de Paz. Dice que él no es "enemigo de La Paz", sino que él lo que quiere es que las FARC no tenga un "proceso con impunidad" -pero sí quiere su propia impunidad-, "que no le funden un partido político ni les permitan llegar al congreso", es decir, que la sociedad no les reconozca a las FARC su lucha contra las tropelías cometidas por los que han ejercido el poder en Colombia, Uribhitler entre ellos, y han anegado con sangre inocente todo el territorio nacional, y por el contrario, lo que que quiere es que los dejen reducidos a unos parias como redujo a los "capos" del narco-para militarismo cuando los extraditó a USAmérica.

Incluso el narco-paramilitar expresidente se permite hablar hasta del salario mínimo, como si no recordáramos que durante los 8 años de Uribhitler los trabajadores vieron caer precipitadamente su poder adquisitivo y las cifras estadísticas fueron revisadas para mostrar resultados que no existían en la realidad, como esa de que dos trabajadores que vivieran en una casa no eran pobres porque los dos salarios mínimos sumados daban un millón de pesos. Ni qué decir del escamoteo de la jubilación de los trabajadores y la flexibilización laboral de la jornada que permitió a los ricos empresarios no pagar las horas extras ni la jornada nocturna, embolsillándose así una porción más grande de la plusvalía producida por los trabajadores.

Ah, es que el narco-paramilitar ex presidente cree que los colombianos somos tontos y no recordamos todos los "golpes de mano" que le dio a los salarios de los trabajadores para favorecer a los ricos empresarios, los verdaderos dueños del país. No, señor, bandido. Los discursos son muy bonitos, pero sus hechos demostraron -y demuestran- lo corrompido y ventajista que es usted.


Del lado del inquilino de la "Casa de Nari" actual, lo vemos lanzando discursos carretudos a todo aquel que lo quiera oír y de los hechos na nay cucas. Lo hemos escuchado hablando de La Paz con palabras que no son propias, son robadas, y pontifica muy orondo lanzando máximas que cualquiera pensaria qué lumbrera. Pero en los hechos, en-los-hechos, lo que está adelantando es la guerra más cruel contra todo el pueblo colombiano, incluyendo a las FARC. 

Guerra que tiene varios frentes -combinación de todas la formas de lucha oligárquicas- como la guerra despiadada contra la insurgencia -y habla de Paz-, al igual que la guerra de la salud - y habla de la paz de la salud-, o la guerra contra el salario mínimo -y habla bellezas del alza del salario mínimo y lo vuelve cada vez más mínimo-, o la guerra para impedir que los sectores populares no sigan mandando en Bogotá, por ejemplo, y se confabula con los " enemigos de La Paz" quienes son sus amigos desde siempre, es decir, los Uribhitler, los Ordóñez, los Londoños, los Vargas-Lleras, en fin, toda esa lacra asesina que maneja el país.

En este Nuevo Año, el pueblo colombiano tiene que estar con las pilas puestas porque éste año es el año del inicio de la construcción de la Nueva Colombia en Paz con justicia social, libertad, verdadera democracia, independencia y soberanía nacional. Y lo vamos a hacer duélale a quien le duela!

SALUDO DE FIN DE AÑO FARC-EP: La unidad es indispensable en la lucha por la paz

Por FARC-EP.
 
El verdadero personaje del año 2013 es el pueblo colombiano, ese que con su trabajo y sudor genera las riquezas de las que se apropian la oligarquía dominante y los monopolios extranjeros. Esos millones de mujeres y hombres que diariamente se levantan a conseguir a golpe de esfuerzo el pan para sus hijos; aquellos que con hacha, machete y azadón hacen brotar de la tierra la mayor parte de los alimentos que consumimos millones de compatriotas; esos que venden su fuerza de trabajo por un mísero salario regateado hasta el último centavo por los mezquinos patronos.

Las mujeres cabeza de familia que soportan el peso de la múltiple explotación y la discriminación; los pueblos indígenas y la comunidades negras que, además de su trabajo aportan la riqueza de sus ancestros a la identidad nacional; los jóvenes que con su fuerza, alegría y optimismo nos indican que habrá un mañana mejor para la patria; los desempleados y los desaparecidos de las estadísticas oficiales por artes de magia gubernamental; los desplazados por la violencia estatal y paraestatal, los empleados y profesionales cada vez más empobrecidos y endeudados; los artistas populares, los intelectuales y académicos que aportan sus luces a la brega popular. A todo ese pueblo colombiano va nuestro saludo en este año que comienza.

2014, año del 50º aniversario de las FARC-EP y el ELN como bastiones de lucha y resistencia del pueblo colombiano. Año decisivo en la búsqueda de la paz con justicia social, democracia real y soberanía para Colombia; el gran objetivo que nos llevó a La Habana y que tras un año de conversaciones se halla más cercano en el horizonte de la patria, muy a pesar de la resistencia gubernamental a abordar los temas estructurales que dieron origen y alimentan el conflicto y de los ataques permanentes contra el proceso por parte del militarismo de civil y de uniforme.

Grandes jornadas nos esperan a los colombianos en el año que comienza, las más importantes las relacionadas con la conquista de la paz. La defensa del proceso de La Habana y la exigencia de iniciar diálogos con las demás fuerzas insurgentes son tareas de primer orden en el camino hacia la paz, tal y como la concebimos desde los sectores populares, algo muy distinto a lo que pretende el gobierno de Juan Manuel Santos, que concibe y entiende la paz como la claudicación de la insurgencia en beneficio de su modelo de dominación económica, política y social, para provecho exclusivo de las élites dominantes y potencias extranjeras.

Lograr esa paz tan anhelada por la inmensa mayoría de los colombianos no es solo cuestión de la Mesa de La Habana; vencer la resistencia de la clase dominante a producir los cambios estructurales que la paz requiere, exige la presencia activa del pueblo soberano en las calles y carreteras del país. El año que termina nos deja invaluables experiencias en ese sentido: las movilizaciones en defensa de la salud y la educación públicas, el paro cafetero, de camioneros, las protestas de los cacaoteros y arroceros, la histórica jornada de los habitantes de la región del Catatumbo, las luchas por la defensa de la pequeña minería y la minería artesanal y contra los mega proyectos minero energéticos y agroindustriales, el paro agrario y popular, las huelgas en distintas empresas y el rechazo ciudadano a la destitución del Alcalde de la Capital, entre muchas otras expresiones locales y regionales, señalan que el pueblo ha comenzado a tener conciencia de su fuerza como poder constituyente, para hacer valer sus derechos y aspiraciones.

Unir esos millones de voces en un solo clamor nacional por la solución de los problemas más urgentes; unir esas múltiples aspiraciones en un solo torrente de lucha por la paz con justicia social, democracia real y soberanía, es requisito indispensable y la tarea más urgente para obligar a la oligarquía dominante a abrir la compuerta de las transformaciones que den paso a la paz para nuestro pueblo.

Ese es el reto que tenemos quienes desde distintas posturas y las más variadas formas de lucha aspiramos a lograr la paz para Colombia. En esa dirección apunta la importante y significativa reunión de los máximos comandantes del ELN y la FARC-EP efectuada este año. Unidos lograremos cerrar el paso a los enemigos de la paz y a quienes buscan utilizarla como bandera para su aspiración reeleccionista.

Por esta razón saludamos y alentamos los esfuerzos que distintos sectores sociales y políticos vienen haciendo por la conformación de un gran movimiento nacional por la paz, la justicia social, la democracia real y la soberanía; por la integración de un bloque alternativo en capacidad de disputar el poder a la oligarquía guerrerista y vende patria; por un nuevo gobierno de mayorías realmente democrático y patriótico, que no sienta temor a estampar sobre el tratado de paz el sello indeleble de una asamblea nacional constituyente.

Por nuestra parte, como lo testifican la reciente declaratoria unilateral de cese al fuego y las centenares de propuestas llevadas a la Mesa de La Habana, seguiremos realizando todos los esfuerzos necesarios para concretar la paz con justicia social. Es el compromiso legado por los fundadores delas FARC Ejército del Pueblo.

SECRETARIADO DEL ESTADO MAYOR CENTRAL DE LAS FARC-EP
Montañas de Colombia, diciembre de 2013.

Ante la muerte de Diomedes Díaz: Quizás haya otra vida, sin rencores ni resentimientos, donde parrandearemos todos con él al son de los acordeones.

La Pluma de Gabriel Angel

Con el perdón de algunos, me apresto a escribir sobre Diomedes Díaz, el artista colombiano que por encima de todas las polémicas, representa de manera más fiel el curso de la vida emocional de la generación nacional que ronda los cincuenta años. Pese a quien le pese, el Cacique de la Junta encarnó una especie de eco de nuestras emociones y vivencias, un intérprete fiel de nuestros sueños de amor, un genio capaz de retratar como nadie en sus canciones nuestras almas.

Su muerte nos golpea, qué duda cabe, aunque en el fondo supiéramos que estaba cerca, como consecuencia de ese lado amargo que sigue a la fama y que en él resultaba ostensible con solo mirar su estampa. Me apresuro a exculparlo, no creo que el peso de los intereses mercantiles, de la vida bohemia y desordenada que le impusieran quienes usaron de él para lucrarse y disfrutar, deba caer sin piedad sobre sus hombros. Sus circunstancias fueron esas, pese a él mismo.

En alguna conversación, años atrás, un erudito conocedor del mundo vallenato, que se reclamó como seguidor por excelencia de la música de los Betos, por encima del propio Diomedes, me hizo notar algo que llamó poderosamente mi atención. En su parecer, todo el odio y pus que se descargó sobre el cantante tras el fatídico suceso en que murió una de sus seguidoras, era en realidad una guerra comercial, una embestida que buscaba derribar el ídolo inamovible.

Su reinado musical no conocía antecedentes, ni rivales. Sus discos se vendían por centenares de miles en unas cuantas semanas, sus presentaciones eran seguidas por multitudes. Mientras él conservara esa aura, resultaba imposible que surgieran competidores en condiciones de igualarlo. Por eso habían aprovechado su caída. Para construir el repudio de una buena parte del mercado. De quince años acá casi consiguieron que las nuevas generaciones aprendieran a detestarlo.

No así quienes lo conocimos bien desde sus propios inicios. En el sur de la Guajira y el norte del Cesar brotan silvestres de la tierra los aires de acordeón y la poesía en canto. En el pasado, su origen era rural, las fincas de la sierra. En el presente, un tanto impostadas, nacen de ruidosas capitales. El mérito singular de Diomedes Díaz estriba en haber conseguido que su música y sus composiciones campesinas hicieran el tránsito exitoso a las grandes ciudades.

Con él el vallenato se tomó a Colombia. Es cierto que otros lo habían precedido en el camino. Rafael Escalona consiguió que la Sonora Matancera internacionalizara algunas de sus más conocidas canciones. Y hasta que sus parrandas ingresaran al Palacio presidencial. Otros músicos alcanzaron que la elitista clase ganadera de Valledupar admitiera un día en su exclusivo club a los vaqueros, piguas y andariegos que interpretaban esos ritmos de negros, indios y zambos.

Los conjuntos de los Hermanos López y los Hermanos Zuleta, con las voces asombrosas de Jorge Oñate y Poncho, inauguraron la era de los cantantes en el vallenato, actividad reservada desde siempre a los propios acordeoneros, independientemente de la calidad de su voz. Pero su música gloriosa sólo en contadas ocasiones rompió las fronteras de la costa atlántica. Diomedes Díaz en cambio llevó sus canciones a todos los rincones de Colombia, a todos sus pueblos y ciudades.

Donde se convirtió en el ídolo incuestionable. Quizás sólo uno de los grandes cantantes vallenatos de su generación consiguió balancear su fama, Rafael Orozco, la tempranamente desgraciada voz del Binomio de Oro. Pero su imprevista muerte en el cenit de su éxito, dejó como único rey a Diomedes, quien además de su sabrosa y poderosa voz, poseía una virtud que lo elevaba al firmamento por encima de cualquier otro, su habilidad para componer cantos inmortales.

Cuántos de mi generación y la siguiente enamoramos y llevamos serenata a nuestras novias con las canciones de Diomedes Díaz. A cuántos nos acompañó a llorar embriagados nuestras decepciones. Cuántos cumplimentados, cuántos padres y madres fueron homenajeados por nosotros gracias a sus cantos, cuántos llegaron a sentirse retratados con sus versos a los hijos, a la navidad, al tedio del matrimonio en crisis, al hecho de conocer otra mujer maravillosa.

Y cuántos gozamos con la extraordinaria alegría con la que sus distintos conjuntos nos impelían a bailar una y otra vez sus interpretaciones. Cuántas frases al oído de nuestra pareja calurosa asida a nosotros repitieron las bellas insinuaciones del artista en sus discos. Cuántos de nuestros mejores recuerdos y experiencias se ligan a los bailes animados por él o sus canciones. Creo que fue él quien creó el término y lo ejemplificó como ninguno, la fanaticada, sus seguidores a morir.

Por decenas se contaban las mujeres y los hombres del pueblo que con grandes grabadoras en sus hombros seguían al artista en cada una de sus presentaciones. Para luego vender como pan caliente esas grabaciones en los pueblos de la costa. La gente las compraba y coleccionaba con una pasión conmovedora, haciéndolos sonar a todo volumen en sus casas o en los equipos de sus automóviles. Uno sentía que Diomedes Díaz era un Dios, con miles de devotos por todas partes.

A quienes correspondía cada vez que podía con sus versos. Yo no sé cómo se paga, ese gesto tan bonito, quiero repartir mi alma, dándole’ a todo’ un poquito.De ese modo, sencillo y familiar, conseguía acrecentar el amor de sus seguidores por él. Antes de que ingresara a las FARC, siendo Simón Trinidad gerente del Banco del Comercio de Valledupar, Diomedes invocó su nombre en numerosas canciones. Después, obviamente, tuvo que cuidarse de expresar su cariño al amigo.

Le cantó a la paz, con versos de Hernando Marín, y se oprimió el corazón para componer El Ahijado, un canto majestuoso a los huérfanos de los asesinados por la brutal violencia que sacude a Colombia. Si verseó a los paramilitares en parrandas en Valledupar, lo hizo animado por la clase dirigente del Cesar y los mandos militares,que lo contrataban para sus parrandas con Jorge Cuarenta. También verseó alguna vez, y gratis, para los mandos guerrilleros en la Sierra.

Era por encima de todo un artista. Un hombre del pueblo que le cantó al amor y las vivencias de su gente. Un hombre, un ser humano, con virtudes y defectos como todos. Al que recordamos y queremos por las cosas buenas que hizo, que fueron muchas. Lo demás quizás lo arregle él mismo ante Dios con la ayuda del Santo Ecce Homo del Valle y la Virgen del Carmen. Quizás haya otra vida, sin rencores ni resentimientos, donde parrandearemos todos con él al son de los acordeones.

Montañas de Colombia, triste navidad de 2013.

Las canalladas del diario El Tiempo

Desde el pasado lunes 30 de diciembre en su página el diario El Tiempo fiel a su estilo, tiene montada la justificación de un crimen de lesa humanidad, ejecución extrajudicial masiva por la que Colombia y su Estado deben responder en términos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, al ‘informar’ que “un policía fue condenado por la muerte de seis guerrilleros”.

Cuando cualquier despistado lee el titular se halla con que existe una tamaña injusticia contra el fiel servidor de la “fuerza pública”, pues condenarlo por dar de baja a terribles terroristas sería un exabrupto. Pero no es tal. Al final de la nota, como al desgaire, se indica que los crímenes son secuestro y homicidio agravado; lo que de todas formas deja una deuda con los lectores.


El señor criminal condenado es apenas la punta del iceberg que debe ser descubierto para que se haga justicia en la “masacre de Mondoñedo”. Era teniente de esa agrupación para delinquir vestida de verde que es la policía, pero llegó a escalar más altos peldaños como pago por ese –que seguramente no es el único– crimen que ahora justifica El Tiempo, el que a esta hora, noche del 1º de enero no ha rectificado, a pesar de habérselo solicitado la Brigada Jurídica Eduardo Umaña Mendoza.


Pues resulta que Martín Alonso Valdivieso Barrera, al menos en lo más conocido, no era ningún “guerrillero”. Fue a sus 21 años uno de los fundadores de la UP en Santander en su condición de militante del Partido Comunista Colombiano. Era mensajero de varias empresas, entre ellas una de las más reconocidas avícolas del país. Finalizando los años 80 comenzó a ser perseguido, no por guerrillero sino por comunista y upecista, al punto que se le intentó asesinar por un sicario paramilitar en Bucaramanga.


Ese sujeto que por poco lo mata fue desarmado por ‘Candelilla’, como le decíamos sus hermanos y allegados, y alcanzó a descerrajarle un tiro al agresor. Tras varios meses de prisión injustificada su abogado demostró que era el agredido y fue puesto en libertad, comenzando desde ahí la más implacable persecución que le obligó a salir de la ciudad y casi dejar en el abandono a su familia.


Un paréntesis: (Su abogado, el doctor Orejarena, quien era uno de los más destacados y enjundiosos penalistas de Santander, tuvo que huir de Colombia, exiliándose, tras demandar y vencer al Estado y su ejército en juicio, al demostrar que en un falso positivo fueron asesinados por la mal llamada ‘fuerza pública’ tres muchachos a los que les pusieron granadas y armas, uno de los cuales era su propio sobrino, acribillados por la osadía de adelantar en su carro al vehículo de los ‘héroes de la patria’).


Marín Alonso, dejando en casi abandono a sus en ese entonces hijos, debió refugiarse en Bogotá. Se dedicó a comercializar los incipientes pero pioneros equipos electrónicos. Vivía a plena luz del día, no como guerrillero sino como comerciante. Que sus ideas justificaran la lucha armada como respuesta del pueblo a la agresión, el crimen y el despojo –como lo compartimos varios miles de colombianos– no lo convertían en ilegal. Varias veces incluso nos embriagamos en el barrio Policarpa, sien objeto de requisas y escrutinios de los tombos. ¿De dónde acá un guerrillero andaría de farra en Bogotá?


Cuando nos enteramos, el 13 de septiembre de 1996, que ‘Candelilla’ estaba en Medicina Legal en Bogotá y que fue asesinado el 7 de ese mismo mes, nos hallamos con el cadáver de un hombre “sicariado desde dos vehículos en direcciones opuestas” –en voces de la Corte Suprema de Justicia– que fue asesinado de esa forma al saber sus victimarios que podrían ser desarmados, y al conocer que portaba con qué defenderse.


Sus otros compañeros, acosados, y ahora presentados como “guerrilleros” por El Tiempo corrieron peor suerte. Otro paréntesis: (“El día que la asesinaron Rosita andaba de suerte: de seis tiros que le dieron, no más uno era de muerte” –el corrido de Rosita Alvírez). Los demás muchachos fueron baleados, metidos en carros de la policía (¡cómo no!), torturados, vilipendiados, amarrados, se les puso llantas sobre sus cuerpos atados y heridos, se les roció gasolina, incineró y remató. ¿Eran “seis guerrilleros dados de baja”?


Los HP (hediondos policías) brindaron por la hazaña. Hoy en comentarios de los lectores de la página web –que no saben el contexto– son pobres servidores de la patria (manes del uribismo) que deberían recibir la Cruz de Boyacá.


Pero si alguien debería ser honesto sería un comunicador social. Independiente de su ideología debería ser más honesto. No ser un simple opinador con base en las fuentes exaltadoras del crimen, que es con lo que se justificó la ‘Masacre de Mondoñedo’ ejecutada por una sección de la policía llamada ‘contra actores armados ilegales’. Fue un crimen de guerra contra hombres que no estaban en campo de batalla, que deambulaban en calles de la capital colombiana, cuatro de los cuales ni siquiera ofrecieron resistencia a la supuesta “llamada de la autoridad”.


Periodistas es título que les queda grande  los autores de la infamia noticiosa. Turiferarios de las agencias de ‘inteligencia’. Palafreneros de las bestialidades oficiales, militares-policiales es el mejor rótulo.



HP (que no es justamente honorables periodistas) de El Tiempo: demuéstrenme que Martín Alonso Valdivieso Barrera era guerrillero; o rectifiquen aupadores del crimen.


Alfredo Valdivieso Barrera


Secretario general Partido Comunista Colombiano, regional Santander


Hermano y camarada de ‘Candelilla’.


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