La sombra como una mancha le sigue a todas partes. Por mucho que intenta dejarla atrás, ella se estira y siempre le alcanza. Y si hay sol se muestra diáfanamente. Caminas y caminas intentando que ella se descuide para perderla de vista, pero nada. Es la marca indeleble que llevas contigo.
Es la mancha que te mancho aún antes de tu nacimiento. No fue un pecado original. Fue un pecado congénito el que te transmitieron y tu a tus hijos. Por ello, ellos también llevan la sombra pegada a sus talones. Pecado doble por cuanto su madre es también pecadora y perseguida por la mancha.
No puedes quitártela de encima. No puedes aunque quieres. Tampoco podrás hacer que la gente se olvide de la sombra que te ensombrece. Que todo lo tuyo se vuelve negro. Feo. Maluco. Despreciable. Como tu mismo.
Nadie podrá olvidar tus crímenes. Esos aborrecibles crímenes cometidos contra indefensas personas. Que hoy están en camino para hacer justicia. Por ello, siempre están andando contigo, caminando contigo, para no perderte pisada, para por fin hacer valer la justicia. La verdadera justicia. La justicia del pueblo.
Tu sientes que ella, la sombra, te respira en la nuca. A veces no la ves, pero siempre la sientes encima de ti. Como sí quisiera cabalgarte. Ya que como jinete dirigirá tus pasos hacia el encuentro con justicia. Algunos otros te han marcado. Te han señalado. Te pusieron el número 82 en la frente para que estés cerquita de tu patrón, "Don" Pablo, el número 79.
Que paradoja tu vida. Cometiste todos los delitos para vivir bien, y sin embargo hoy no se puede decir que vivas. No tienes tranquilidad. El desasosiego te acompaña todo el tiempo. Respiras como sí sufrieras del corazón. Y ese desasosiego te hará sentir el dolor de los miles de muertos que tu has regado en los campos de tu país. Y en las ciudades también. Cuantos sindicalistas asesinaste? Cuantos hijos de pueblo mandaste a ejecutar? Cuantos... Cuantos?
Tampoco sabemos si pagaras tus pecados. Ni con tu vida pagarías las miles de vidas que cercenaste. Mucho menos pagarías los años de sufrimientos de los huérfanos, las viudas, la familia. Quizá por eso estas condenado a sufrir en vida. Estas condenado a tratar de salvarte. Tu vida de penas transcurre como la del judío errante. Sin fin...
