Headlines News :
Con tecnología de Blogger.

Despedida de Cristian Pérez - Sí a la Paz

Colombia: Falsa Democracia

Colombia: Falsa Democracia
Falsa democracia

RECOMENDADO CAMBIO TOTAL

[Colombia] Falsa democracia II: la democracia burguesa

Hernando Vanegas Toloza, Postales de Estocolmo. En el artículo de ayer abordamos, someramente, la historia de la democracia burguesa ...

Hey loco, No dispares!

Vamos a Cuentiarnos la Paz

LOS RICOS NO VAN A LA GUERRA

Blog ESTADÍSTICAS

BLOG DESTACADO

Pandillismo, nueva forma contrainsurgente



​​José María Carbonell, Cambio Total.

El "Pandillismo" es una nueva forma de "sacar" a los jóvenes de su entorno social -el cual no tiene nada mirando su futuro- y meterlos en la estrechez y la delincuencia de las pandillas, jugando a veces de manera inconciente el la guerra contrainsurgente contra el pueblo. Ya estamos viendo como el fenómeno crece en las ciudades como Bogotá, Medellín, Barranquilla, Cartagena, Pereira, y otras, ciudades en que el "pertenecer" a una pandilla les ofrece un espacio de identidad y de protección, espacios que debían ser brindados por un estado que privilegiara al ser humano en primer lugar.

El Estado tiene la obligación de brindar oportunidades de desarrollo societal e individual a todos los habitantes de su territorio, especialmente a los niños y jóvenes. Mas en Colombia, un estado que es incapaz de haber configurado una nación, mucho menos puede realizar cabalmente tal obligación. El estado al permitir e incentivar el desarrollo de sus niños y jóvenes deberia asegurar que sus conciudadanos seran gentes de bien, con valores morales y principios éticos, que les permitirán vislumbrar y vivir y construir el futuro sin sobresaltos y sin las incertidumbres que da la dependencia de un país.

Es sabido que el pandillismo no es un fenómeno colombiano, sino que ciertas agencias imperiales han aprovechado las desafortunadas experiencias de latinoamericanos que son arrojados a la delincuencia común bajo la mampara de pertenecer a una pandilla que se preconiza como una organización de defensa de los jóvenes que se han insertado en otra sociedad de manera violenta, única forma permitida por el gobierno imperial. Los pandilleros son utilizados como carne de cañón y utilizados en la guerra contrainsurgente.

Ejemplo típico lo hemos tenido en los llamados "Maras", los cuales con tatuajes y demás formas de asegurar la pertenencia al grupo producen una "identidad" que esta muy lejos de ser la identidad del ser latinoamericano. La idiosincracia, la historia, el vivir de sus pueblos es desdeñado y hecho olvidar para asimilar una idiosincracia falsa, sin ningún asidero real en la vida de los pueblos.

Las pandillas al cooptar jóvenes sanos que son obligados por el "matoneo" de ciertos sectores de las clases sociales a ingresar a esas pandillas, son transformados en delincuentes que nada bueno producen a sus pueblos, sólo problemas. No se resuelven las carencias y el abandono de un pueblo respondiendo violentamente a toda la vida de la sociedad de un pueblo o país dado, sino que el interés primordial se coloca en la satisfacción de los anti valores que les inculcan y los introducen en la cadena fatídica del narcotráfico y la narcodependencia.

Ejemplos de esos anti valores los tenemos en el caso de los narco-paramilitares, los cuales son utilizados como punta de lanza contra su propio pueblo. Jóvenes que son convertidos en horripilantes figuras como el "sicario en moto", o en el "mochacabezas", o en los asesinos despiadados que con MotoSierra en mano desmembran los cuerpos de sus supuestos enemigos y enemigas, perdiendo de esa manera su sentido de pertenencia a una clase social y perdiendo toda su humanidad. Esos jóvenes y esas generaciones son perdidas para construir entre todos un Nuevo País.

Al no jugar su papel como nuevas generaciones que luchan por un cambio social y ser atrapados por la delincuencia pandillera, esos jóvenes carecen de valor real y le sirven en bandeja de plata sus cabezas para que siga reinando el statu quo que pretenden los regímenes como el colombiano. Es más, esos jóvenes son utilizados por los gobernantes de turno para enfrentar los a su propio pueblo y destruir todo el tejido social popular, sembrando de paso la desesperanza en la sociedad.

Otro papel está reservado para nuestros niños y jóvenes como hemos mostrado en nuestras páginas. Son ellos los llamados a escribir la historia grátificante de construir un nuevo país, en paz con justicia social. Los jóvenes no pueden ser ajenos a las exigencias del presente porque pueblo que no lucha su presente no puede esperan un reluciente mañana.

Las “maras”: nueva forma de control social

Hoy día el discurso oficial que barre las distintas naciones centroamericanas –y Washington también participa en esta “preocupación”, para lo que impulsa una iniciativa regional a nivel militar conocida como Plan Mérida (la réplica mesoamericana del Plan Colombia)– presenta a estas maras como un flagelo de proporciones apocalípticas.

Marcelo Colussi / Especial para CON NUESTRA AMÉRICAmmcolussi@gmail.com
Para situar el problema

En algunos de los países del istmo centroamericano (Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua) desde hace ya unos años, y en forma siempre creciente, el fenómeno de las pandillas juveniles violentas ha pasado a ser un tema de relevancia nacional. Se trata de un fenómeno urbano, pero que tiene raíces en la exclusión social del campo, en la huída desesperada de grandes masas rurales de la pobreza crónica y de la violencia de las guerras internas que estos últimos años asolaron la región.

Estas pandillas, surgidas siempre en las barriadas pobres de las ciudades cada vez más atestadas y caóticas, son habitualmente conocidas como “maras” –término derivado de las hormigas marabuntas, que terminan con todo a su paso, metáfora para explicar lo que hacen estas “mara-buntas” humanas–. Las mismas, según la representación social que se generó estos últimos años, han pasado a ser el “nuevo demonio” todopoderoso. Según el manipulado e insistente bombardeo mediático, son ellas las principal causa de inestabilidad y angustia de estas sociedades, ya de por sí fragmentadas, sufridas, siempre en crisis; es frecuente escuchar la machacona prédica que “las maras tienen de rodilla a la ciudadanía”.

El problema, por cierto, es muy complejo; categorizaciones esquemáticas no sirven para abordarlo, por ser incompletas, parciales y simplificantes. Entender, y eventualmente actuar, en relación a fenómenos como éste, implica relacionar un sinnúmero de elementos y verlos en su articulación global. Comprender a cabalidad de qué hablamos cuando nos referimos a las maras no puede desconocer que se trata de algo que surge en los países más pobres del continente, con estructuras económico-sociales de un capitalismo periférico que resiste a modernizarse, y que vienen todos ellos de terribles procesos de guerra civil cruenta en estas últimas décadas, con pérdidas inconmensurables tanto en vidas humanas como en infraestructura, los cuales hipotecan su futuro.

Las maras, de esa forma, son una expresión patéticamente violenta de sociedades ya de por sí producto de largas historias violentas, o mejor aún: violentadas, hijas de una cultura de la impunidad de siglos de arrastre, de países que se siguen manejando con criterio de Estado finquero donde las diferencias económicas son irritantes (Guatemala, por ejemplo, es el país del mundo con mayor porcentaje de avionetas particulares y vehículos Mercedes Benz de lujo per capita, mientras que más del 50 % de su población está por debajo del límite de la pobreza). Sociedades donde transcurrieron monstruosas guerras civiles en la década de los 80 del pasado siglo –guerras contrainsurgentes, expresión caliente de la Guerra Fría, y en el caso de Nicaragua, guerra a partir de la contrarrevolución antisandinista– que dieron lugar a procesos de post guerra donde no hubo ni culpables de las atrocidades vividas ni medidas de reparación para atender las secuelas derivadas de tanto dolor. Sociedades, en definitiva, estructuradas enteramente en torno a la violencia como eje definitorio de todas las relaciones: patriarcales, racistas, machistas, excluyentes; sociedades donde todavía funciona el derecho de pernada y donde la noción de “finca” (el feudo medieval) es parte de la cultura dominante (cuando alguien es llamado responde “¡mande!” en vez de “usted dirá”).

Las maras empiezan a surgir para la década de los 80 del siglo pasado, aún con todas esas guerras en curso. En un primer momento fueron grupos de jóvenes de sectores urbanos pobres que se unían ante su estructural desprotección. Hoy, ya varias décadas después, son mucho más que grupos juveniles: son “la representación misma del mal, el nuevo demonio violento que asola el orden social, los responsables del malestar en Centroamérica”…, al menos según las versiones oficiales.

No cabe ninguna duda que las maras son violentas; negarlo sería absurdo. Más aún: son llamativamente violentas, a veces con grados de sadismo que sorprende. No hay que perder de vista que la juventud es un momento difícil en la vida de todos los seres humanos, nunca falto de problemas. El paso de la niñez a la adultez, en ninguna cultura y en ningún momento histórico, es tarea fácil. Pero en sí mismo, ese momento al que llamamos adolescencia no se liga por fuerza a la violencia. ¿Por qué habría de ligarse? La violencia es una posibilidad de la especie humana en cualquier cultura, en cualquier posición social, en cualquier edad. No es, en absoluto, patrimonio de los jóvenes. De todos modos, algo ha ido sucediendo en los imaginarios colectivos en estos últimos años, puesto que hoy, al menos en estos países de los que estamos hablando, ser joven –según el discurso oficial dominante– es muy fácilmente sinónimo de ser violento. Y ser joven de barriadas pobres es ya un estigma que condena: según el difundido prejuicio que circula, provenir de allí es ya equivalente de violencia. La pobreza, en vez de abordarse como problema que toca a todos, se criminaliza.

A esta visión apocalíptica de la pobreza como potencialmente sospechosa se une una violencia real por parte de las maras que a veces sorprende, por lo que la combinación de ambos elementos da un resultado fatal. De esa forma la mara pasó a estar profundamente satanizada: la mara pasó a ser la causa del malestar de estas eternamente (al menos para las grandes mayorías) problemáticas sociedades. La mara –¡y no la pobreza ni la impunidad crónicas!– aparece como el “gran problema nacional” a resolver. No caben dudas que se juegan ahí agendas fríamente calculadas, distractores sociales, cortinas de humo: ¿pueden ser las pandillas juveniles violentas –que, a no dudarlo, son violentas, eso está fuera de discusión– el gran problema de estos países, en vez de enormes poblaciones por debajo de la línea de pobreza? ¿Pueden ser estos grupos juveniles violentos la causa de la impunidad reinante (“los derechos humanos defienden a los delincuentes”, suele escucharse), o son ellos, en todo caso, su consecuencia? Si fue posible desarticular movimientos revolucionarios armados apelando a guerras contrainsurgentes que no temieron arrasar poblados enteros, torturar, violar y masacrar para obtener una victoria en el plano militar, ¿es posible que realmente no se puedan desarticular estas maras desde el punto de vista estrictamente policíaco-militar? ¿O acaso conviene que haya maras? Pero, ¿a quién podría convenirle?

Los jóvenes: entre promesa y peligro

Algunos años atrás la juventud –“divino tesoro” por cierto…, al menos, así se decía– era la semilla de esperanza. Algo sucedió con aquella promesa de la juventud como “futuro de la patria” para que haya pasado a ser ahora un “problema social”. ¿Cómo se dio ese movimiento? ¿Qué pasó con aquella visión, expresada en 1972 por Salvador Allende diciendo que “ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”, que se transformó en una juventud despolitizada, desinformada, light? Y peor aún: si huele a pobre, proveniente de barrios pobres, ni hablemos si está tatuada: ¡peligrosa! En los países centroamericanos, de composición indígena en muy buena medida –cruel paradoja de la historia– la exclusión social está ligada en relación inversamente proporcional a la blancura de la piel. Si se viene de barrios pobres –donde en general asienta la población menos “blanca”– la posibilidad de ser un “potencial delincuente” se dispara: “blanco manejando un Mercedes Benz: empresario exitoso; negro o indio manejando un Mercedes Benz: vehículo robado”.

Las pandillas son algo muy típico de la adolescencia: son los grupos de semejantes que le brindan identidad y autoafirmación a los seres humanos en un momento en que se están definiendo sus papeles sociales, sus imágenes de sí mismo como adultos. Siempre han existido; son, en definitiva, un mecanismo necesario en la construcción psicológica de la adultez. Quizá el término hoy por hoy goza de mala fama; casi invariablemente se lo asocia a banda delictiva. Pero de grupo juvenil a pandilla delincuencial hay una gran diferencia.

En la génesis de cualquier pandilla se encuentra una sumatoria de elementos: necesidad de pertenencia a un grupo de sostén, la dificultad en su acceso a los códigos del mundo adulto; en el caso de los grupos pobres de esas populosas barriadas de cualquier capital centroamericana se suma la falta de proyecto vital a largo plazo. Por supuesto, por razones bastante obvias, esta falta de proyecto de largo aliento es más fácil encontrarlo en los sectores pobres que en los acomodados: jóvenes que no hallan su inserción en el mundo adulto, que no ven perspectivas, que se sienten sin posibilidades para el día de mañana, que a duras penas sobreviven el hoy, jóvenes que desde temprana edad viven un proceso de maduración forzada, trabajando en lo que puedan en la mayoría de los casos, sin mayores estímulos ni expectativas de mejoramiento a futuro, pueden entrar muy fácilmente en la lógica de la violencia pandilleril. Una vez establecidos en ella, por una sumatoria de motivos, se va tornando cada vez más difícil salir.

La sub-cultura atrae (cualquiera que sea, y con más razón aún durante la adolescencia, cuando se está en la búsqueda de definir identidades). Constituidas las pandillas juveniles –que son justamente eso: poderosas sub-culturas– es difícil trabajar en su modificación; la “mano dura” policial-militar no sirve. Por eso, con una visión amplia de la problemática juvenil, o humana en su conjunto, es inconducente plantearse acciones represivas contra esos grupos como si eso sirviera para modificar algo. De lo que se trata, por el contrario, es ver cómo integrar cada vez más a los jóvenes en un mundo que no le facilita las cosas. Es decir: crear un mundo para todos y todas. O más aún: si se quiere trabajar de verdad el problema, habría que partir por plantearse dónde están las causas, y sobre ellas actuar. Y no son otras que la exclusión crónica, la pobreza, las asimetrías sociales. Pero lo que vemos es que estos grupos, en vez de ser abordados en la lógica de poblaciones en situación de riesgo, son criminalizados.

Tan grande es esa criminalización, que eso lleva a pensar que allí se juega algo más que un discurso adultocéntrico represivo y moralista sobre jóvenes en conflicto con la ley penal. ¿Por qué las maras son el nuevo demonio? Porque, definitivamente, no lo son. ¿Hay algo más tras esa continua prédica?

¿Una estrategia de control social?

Cuando un fenómeno determinado pasa a tener un valor cultural (mediático en este caso) desproporcionado con lo que representa en la realidad, por tan “llamativo”, justamente, puede estar indicando algo. ¿Es creíble acaso que grupos de jóvenes con relativamente escaso armamento y sin un proyecto político alternativo se constituyan en un problema de seguridad nacional en varios países al mismo tiempo?

Hoy día el discurso oficial que barre las distintas naciones centroamericanas –y Washington también participa en esta “preocupación”, para lo que impulsa una iniciativa regional a nivel militar conocida como Plan Mérida (la réplica mesoamericana del Plan Colombia)– presenta a estas maras como un flagelo de proporciones apocalípticas. Definitivamente el accionar de estos grupos es muy violento (llamativamente violento, nos atreveríamos a decir). En modo alguno, desde ningún punto de vista, se puede minimizar su potencial criminal: matan, asaltan, violan, extorsionan. Todo eso es un hecho. Ahora bien: la dinámica donde todo eso se da abre sugestivas preguntas.

Definitivamente, para poder contestarlas a profundidad, deberían realizare investigaciones muy minuciosas que, dada la naturaleza de lo que está en juego, se torna muy difícil, cuando no imposible. Pero pueden intuirse ciertas perspectivas que, al menos, dan idea de por dónde se direcciona la cuestión.

Por lo pronto, y aunque no se disponga de datos concretos terminantes, todo esto deja preguntas que permiten concluir algunas cosas:

- Las maras no son una alternativa/afrenta/contrapropuesta a los poderes constituidos, al Estado, a las fuerzas conservadoras de las sociedades. No son subversivas, no subvierten nada, no proponen ningún cambio de nada. Quizá no son funcionales en forma directa a las grandes empresas, pero sí son funcionales para ciertos poderes (poderes ocultos, paralelos, grupos de poder que se mueven en las sombras) que –todo así lo indicaría– las utilizan. En definitiva, son funcionales para el mantenimiento sistémico como un todo, por lo que esas grandes empresas, si bien no se benefician en modo directo, terminan aprovechando la misión final que cumplen las maras, que no es otro que el mantenimiento del statu quo.

- No son delincuencia común. Es decir: aunque delinquen igual que cualquier delincuente violando las normativas legales existentes, todo indica que responderían a patrones calculadamente trazados que van más allá de las maras mismas. No sólo delinquen sino que, esto es lo fundamental, constituyen un mensaje para las poblaciones. Esto llevaría a pensar que hay planes maestros, y hay quienes los trazan.

- Si bien son un flagelo –porque, sin dudas, lo son–, no afectan la funcionalidad general del sistema económico-social. En todo caso, son un flagelo para los sectores más pobres de la sociedad, donde se mueven como su espacio natural: barriadas pobres de las grandes urbes. Es decir: golpean en los sectores que potencialmente más podrían alguna vez levantar protestas contra la estructura general de la sociedad. Sin presentarse así, por supuesto, cumplen un papel político. El mensaje, por tanto, sería una advertencia, un llamado a estarse quieto.

- No sólo desarrollan actividades delictivas sino que, básicamente, se constituyen como mecanismos de terror que sirven para mantener desorganizadas, silenciadas y en perpetuo estado de zozobra a las grandes mayorías populares urbanas. En ese sentido, funcionan como un virtual “ejército de ocupación”.

- Disponen de organización y logística (armamento) que resulta un tanto llamativa para jovencitos de corta edad; las estructuras jerárquicas con que se mueven tienen una estudiada lógica de corte militar, todo lo cual lleva a pensar que habría grupos interesados en ese grado de operatividad. ¿Pueden jovencitos semi-analfabetas, sin ideología de transformación de nada, movidos por un superficial e inmediatista hedonismo simplista, disponer de todo ese saber gerencial y eso poder de movilización?

Por supuesto que no podemos responder aquí con exactitud todas estas dudas, por la carencia de datos precisos al respecto. Pero el sólo hecho de plantearlas y ver cómo los poderes mediáticos bombardean en forma sistemática con mensajes que potencian esa sensación de indefensión de las grandes mayorías, permite inferir que estas maras pueden jugar un papel político que va muchísimo más allá que lo que sabe cada uno de estos jóvenes que actúa en ellas. Podría decirse que hay en estas apreciaciones una óptima confabulacionista. Espero que el discurso paranoico no me doblegue, pues está claro que todos estos patrones arriba mencionados, más que responder a abstrusos fundamentalismos que ven conspiraciones de la CIA en cada esquina, abren interrogantes que “llamativamente” ningún medio de comunicación contribuye a aclarar sino, por el contrario, oscurece más aún día a día.

Se entremezclan en todo este proceso varias lógicas: por un lado, efectivamente hay una búsqueda psicológica de estos jóvenes en relación a “familias sustitutas”, deseos de protagonismo, sensación de poder; elementos que, sin dudas, la mara les confiere (en mayor o menor medida, cualquier joven participa de esas búsquedas en cualquier parte que esté). Pero además, articulándose con ese nivel subjetivo, todo indicaría que hay determinantes político-ideológicos en los planes de acción de estos grupos que llevan a pensar que, “curiosamente”, allí donde puede generarse la protesta social, aparecen las maras. Si las grandes masas urbanas empobrecidas no se benefician con esto sino que, al contrario, viven en la permanente zozobra, maniatados, guardando un forzado silencio, ¿quién sacará provecho de esto? Si podemos entenderlas entonces como mecanismos de control social: ¿quién controla? Seguramente los mismos poderes que vienen controlando todo desde hace un buen tiempo; y sabemos que los poderes no son nunca ni “buenitos”, ni transparentes. “El fin justifica los medios”, se dijo hace mucho…, y no se equivocaba quien lo dijo, que fue alguien que sabía mucho de estas opacidades del poder: Maquiavelo.

Insistimos: todas estas son hipótesis. Pero la experiencia nos enseña que estos rimbombantes hechos mediáticos –como la caída de las Torres Gemelas en Nueva York con los avionazos del 11 de septiembre del 2001, el “fundamentalismo islámico” que es el nuevo demonio para otra parte del mundo (el Medio Oriente), el narcotráfico (que nos toca a los latinoamericanos en buena medida), o en su momento, durante la Guerra Fría, el “comunismo internacional” que abría supuestas cabezas de playa por todos lados–, funcionan como fantasmas que sirven para atemorizar, y por tanto: controlar. En cada país con petróleo o agua dulce aparece sugestivamente una célula de Al Qaeda que, por supuesto, justifica todo.
¿Se estará repitiendo la misma historia con esto de las maras? ¿Por qué el gran “problema nacional” de los sufridos países de Centroamérica son las maras y no la pobreza y exclusión que las producen?

Glifosato: Un crimen contra la humanidad

Read article in English. Delegacioón de Paz de las FARC-EP

Un crimen contra la humanidad, especialmente  contra  mujeres y niños.
No serán casualidades que el Agente Naranja y el Glifosato coincidan en dos guerras dirigidas por Estados Unidos, y ambos procedan de la industria de la multinacional Monsanto. El Agente Naranja, fue empleado durante la guerra de Vietnam como arma de guerra y el Glifosato se emplea en Colombia con el mismo fin.
La inhumanidad de la guerra de Vietnam provocó escándalo mundial y logró un gran movimiento de solidaridad que exigió el fin de la ocupación norteamericana. Ahora pareciera que el tiempo de los movimientos sociales contra la guerra se detuvo, y en consecuencia, no se ven similares gestos de solidaridad en el caso de Colombia.

Silvia Parra escribió en la revista Semana una columna titulada "Los hijos del Agente Naranja". Su memoria recorre los vestigios de la guerra del Vietnam hasta tropezar con  los vietnamitas que a gritos claman justicia a los actos inhumanos de los estadounidenses. Y se pregunta ¿Que terminó la guerra de Vietnam?  y añade: "No para miles de niños que aún hoy, después de 40 años, siguen cargando la cruz de una guerra que como todas, sólo trae miserias y desolación".

Con toda razón la articulista afirma: "este veneno es el hijo diabólico, fruto de la unión del Departamento de Defensa de EE. UU., con la corporación Monsanto y Dow Chemical, dos empresas químicas estadounidenses  que se han beneficiado del sufrimiento de millones de personas y de atentar contra la naturaleza, los agricultores y los consumidores". Le añadiría, son las mismas beneficiadas con las aspersiones de glifosato en Colombia, además construyen un emporio financiero lavando activos del narcotráfico.

Aquí nos aproximamos al triste drama vietnamita donde derramaron un promedio de 80 millones de litros del Agente Naranja y en 10 años envenenaron tres millones de hectáreas, a 30 mil pueblos y victimizaron a dos millones de personas. Se dice que en Vietnam muchos murieron a los pocos años de nacer afectados de leucemia o de otros tipos de cáncer.[1]  Según la Cruz Roja de Vietnam, por lo menos 1 millón de personas son discapacitadas o tienen problemas de salud debido al Agente Naranja.[2].


En Colombia, en 20 años van 1, 5 millones de hectáreas fumigadas con Glifosato en altas concentraciones. "El glifosato formulado es el que provoca las primeras etapas de la cancerización", dijo a El Universo Robert Bellé, científico francés que dirigió una investigación sobre el Roundup, y  afirmó que la aspersión aérea de este químico es "una locura".[3].

Muchos estudios han demostrado que uno de los efectos que deja en los humanos el glifosato, es que entre los afectados con daños permanentes un 5% generará problemas de cáncer, 3% engendrará hijos con malformaciones y otro 2% tendrá problemas de fertilidad.[4] Por tal razón, quienes nos pronunciamos contra este crimen lo hacemos con argumentos científicos.

Ahora que se van a retomar las aspersiones aéreas, el próximo 15 de febrero, se oyen voces de intelectuales y académicos, pocas a nuestro parecer, en solidaridad con las víctimas de las descargas químicas, que además destruirán cultivos, alimentos, animales y sus territorios. Precisamente, uno de los casos que tendrá a cargo la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad Histórica del Conflicto -si el gobierno llegara a aceptar la propuesta formulada por las FARC-EP-, serán las víctimas del glifosato.


Alfredo Molano Bravo,  nos dice que: "Los aviones con sus alas llenas de Roundup —herbicida producido por la criminal Monsanto— y con las barrigas blindadas para evitar que con todo y avioneta los pilotos gringos se destripen contra el suelo, volverán a levantar vuelo en Cauca, Putumayo, Norte de Santander, Antioquia, Chocó, Caquetá, Meta, Nariño y Guaviare".

Suspendieron las fumigaciones mientras blindaban los aviones contra el fuego guerrillero, protegerlos si les importa, en cambio, les es indiferente si la población enferma de cáncer, si en los úteros de campesinas e indígenas se producen malformaciones congénitas y si los niños van a seguir naciendo con deformaciones genéticas, como viene ocurriendo. La única esperanza para los afectados sería una poderosa movilización nacional e internacional y, por desgracia, falta conciencia de la gravedad de esta guerra química.

Y claro que es una locura, como lo afirma el científico francés Robert Bellé. Un crimen contra la humanidad a cuenta de monumentales ganancias de multinacionales como Monsanto, de empresas transnacionales y de los intereses de Estados Unidos.

Ante tal amenaza se hace urgente impulsar una campaña nacional e internacional en solidaridad con las víctimas del Glifosato. Y desde luego, al menos un juicio ético y político al gobierno de Colombia, a Monsanto y al gobierno de los Estados Unidos.

[4]  http://laniel.free.fr/INDEXES/GraphicsIndex/DanoGenetico.pdf..

Huelga de hambre en la cárcel de Acacias/Meta por arbitrariedades de la guardia de custodia y vigilancia

Andrómeda: el "Estado profundo" en Colombia

José Antonio Gutiérrez D.


La revista Semana ha revelado la existencia de una operación de inteligencia militar para espiar los diálogos de paz en La Habana así como a figuras políticas de oposición, la cual era conocida con el código de “Andrómeda” [1] . Estas revelaciones demuestran, inequívocamente, tres cosas. Primero, las agudas contradicciones internas del bloque en el poder, cuyos hilos son en realidad movidos desde EEUU. Segundo, que el tema de la utilización de los aparatos de inteligencia en tareas propias de la guerra sucia es un fenómeno más extendido que unos cuantos funcionarios corruptos del antiguo DAS y que infecta todos los aparatos de inteligencia que han proliferado como maleza en el Estado. Tercero, que el problema es mucho más profundo que “chuzadas” o “escuchas”; el problema es qué se está haciendo con esta información, porque acá ha habido manipulación política, sabotajes, atentados, amenazas, hostigamiento, asesinatos y desapariciones.

Sin ir más lejos, hace unos días aparecía un panfleto firmado por los comandos urbanos de la agrupación paramilitar “Los Rastrojos” en la que decían tener información sobre los esquemas de seguridad y el itinerario diario de miembros de la Marcha Patriótica, la MIA y la Unión Patriótica [2] ¿quién les provee esta información? ¿Cómo es que Uribe Vélez consigue información sensible sobre el proceso de paz para torpedearlo desde Twitter?

George Orwell se quedó, francamente, corto en su obra “1984” sobre una sociedad distópica dominada por el “Gran Hermano”. Colombia se ha convertido en el Estado policial-político por excelencia, mientras se mantiene una fachada liberal para engañar a los ingenuos. Un Estado policial, además, manejado a control remoto: como si ya las declaraciones del Washington Post no hubieran dejado suficientemente en claro que los hilos de las operaciones contrainsurgentes se manejan en realidad desde EEUU, ahora se revela que los aparatos de inteligencia militar y sus “salas grises” de interceptación son manejados directamente por la CIA, y son ellos los “verdaderos jefes”, en opinión de un militar colombiano [3] . No es casual que en fotografías de efectivos militares en “Andrómeda” se les ve portando en sus uniformes banderas de EEUU, no de Colombia; queda claro para quién trabajan.



"Soldados partícipes de la operación Andrómeda, en poses propias de mafiosos, sicarios y narcotraficantes.
Nótese las banderas de EEUU en los uniformes de los soldados (foto de La FM, @JoaloNet)"

Dos oficiales de inteligencia han sido relevados por el caso: Jorge Zuluaga y Mauricio Ricardo Zúñiga [4] . La gravedad de lo ocurrido ameritaba, por lo menos, sanciones a las más altas instancias de la institución, por incompetentes o por cómplices. Pero una vez más, el ministro de guerra Juan Carlos Pinzón ha demostrado ser intocable, pese a sus contantes sabotajes al proceso de paz y hacer labor de zapa al uribismo recalcitrante en su cartera.

En Turquía, desde los ’70 con los crecientes escándalos que vinculaban orgánicamente al ejército, los aparatos de inteligencia, la red anticomunista Gladio de la OTAN, funcionarios y la mafia, en una estructura críptica que controlaba los aparatos estatales, se acuñó el término “Estado profundo” (Derin Devlet en turco) para indicar la fuente real del poder más allá de las fachadas institucionales y los controles legales. Escándalo tras escándalo se revela en Colombia la omnipresencia del “Estado profundo” que extiende sus tentáculos por todo el territorio, incluso (o sobretodo) ahí donde el “Estado de fachada” dice no tener presencia o ser estructuralmente débil. Y después de alimentar este monstruo, aparece el ministro del interior Aurelio Irragori diciendo que ellos son víctimas (ie., de su propio invento) [5].

Suena a burla escuchar a Santos decir que se llegará hasta las últimas consecuencias en la investigación. Cada vez queda más claro que, frente al bloque en el poder, no tiene siquiera capacidad política para controlar las explosivas contradicciones internas frente a las negociaciones de paz; no es él quien gobierna Colombia [6] . A lo sumo, es capitán del Estado de fachada. Además, ni siquiera tuvo capacidad de llegar hasta el final con el problema relativamente más sencillo del DAS: esta institución, luego del escándalo de las “chuzadas” terminó reciclándose en el DNI, a la vez que sus 5.000 funcionarios eran reubicados en otras instituciones estatales; el grueso de sus crímenes permanecen impunes, y para colmo, Semana revela que el DAS sigue existiendo, desde las sombras, con un total de 300 funcionarios [7] .

El Estado colombiano cada vez se parece más al “Cartel de los Sapos”. Esta no es una discusión técnica sobre la “modernización” de la inteligencia, la cual es bastante moderna, diríamos incluso que de punta. La discusión es eminentemente política y se relaciona directamente con el tema de las negociaciones para superar el conflicto armado. ¿Con quién hay que negociar entonces si Santos no tiene el poder? ¿Cómo podrá garantizar la implementación de acuerdos mínimos para la superación del conflicto? ¿Cómo garantizar que los saboteadores de la derecha permanezcan a raya? ¿Cómo garantizar que el ejército, institución intocable, se someta a la autoridad civil?

Santos dice que con estas negociaciones no cambiará nada, pero es que sin cambios profundos, de raíz, frente al “Estado profundo” (mafioso, paramilitarizado, caníbal), no habrá paz, ni en el sentido más estrecho de la palabra. Así de sencillo.

NOTAS:

1] http://www.semana.com/nacion/articulo/alguien-espio-los-negociadores-de-la-habana/376076-3
[2] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=180395&titular=paramilitares-amenazan-de-muerte-a-l%EDderes-de-la-uni%F3n-patri%F3tica-marcha-patri%F3tica-y-mia-  
[3] http://www.semana.com/nacion/articulo/la-sala-desde-donde-se-hacian-las-chuzadas-del-ejercito/376079-3 http://www.semana.com/nacion/articulo/los-oscuros-antecedentes-de-la-sala-gris/376080-3
[4] http://www.semana.com/nacion/articulo/chuzadas-relevan-jefe-de-inteligencia-del-ejercito/376155-3  
[5] http://www.rcnradio.com/noticias/en-el-gobierno-no-chuzamos-nuestros-propios-miembros-mininterior-115313
[6] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=180461&titular=%BFqui%E9n-gobierna-a-colombia?-  
[7] http://www.semana.com/nacion/articulo/la-sala-desde-donde-se-hacian-las-chuzadas-del-ejercito/376079-3


(*) José Antonio Gutiérrez D. es militante libertario residente en Irlanda, donde participa en los movimientos de solidaridad con América Latina y Colombia, colaborador de la revista CEPA (Colombia) y El Ciudadano (Chile), así como del sitio web internacional www.anarkismo.net. Autor de "Problemas e Possibilidades do Anarquismo" (en portugués, Faisca ed., 2011) y coordinador del libro "Orígenes Libertarios del Primero de Mayo en América Latina" (Quimantú ed. 2010).

Colombia del suicidio al genocidio

Editorial. 
El país más feliz del mundo lo es porque es un país sepultado.
REMA – ACPP (Red de Medios Alternativos – Agencia Colombiana de Prensa Popular)

Según las últimas informaciones Colombia nuevamente es el país más feliz del mundo.

“Por segundo año consecutivo, Colombia se ubicó en el primer puesto como el país más feliz del mundo, según el Barómetro Global de Felicidad y Esperanza 2014. El estudio, realizado en 65 países por la red Mundial de Empresas Independientes de Investigación de Mercados (WIN-Gallup International), reveló que el 86 por ciento de los colombianos consultados se declaró feliz y solo el 2 por ciento dijo ser infeliz. Y el 11 por ciento afirmó no ser ni lo uno ni lo otro” (1)

Debemos pensar entonces que los infelices son solo los millones de “terroristas” que han llegado para hacernos olvidar la dulzura política y social de la realidad colombiana. ¿No será que Colombia es el país más feliz del mundo, porque es un país sepultado?

Definitivamente es una ficción que este “honor” se lo lleve precisamente el país con el conflicto político y armado más antiguo de la historia contemporánea, el país que es el paraíso del narcotráfico, del tráfico de órganos, de tráfico de personas, el primero en violación de derechos humanos contra periodistas y sindicalistas, donde se cierran escuelas públicas pero se abren escuelas de descuartizamiento y el país donde los niños de las comunas plácidamente comen papel.

Pero que más se puede esperar si cuando estudiantes descontentos protestan con justificación evidente en una universidad pública colombiana, Caracol TV titula la noticia de manera tan increíble como esta: “Encapuchados se refugiaron en la universidad de Tunja”, ¿Encapuchados se refugiaron en la universidad de Tunja? ¿Estudiantes descontentos en Colombia? ¡Imposible! Aunque surge la pregunta: ¿No es más verídico afirmar -teniendo en cuenta las cientos de investigaciones, y detenciones contra congresistas por parapolítica, narcotráfico y corrupción, que: Narco – paramilitares se refugiaron en el Congreso de la República?

Lo cierto es que ahora al pueblo colombiano le toca soportar falsos positivos pedagógicos como el llamado nuevo grado 12 ¿Por qué en lugar de incluir la lecto – escritura y la filosofía en las academias militares y de cadetes, quieren ahora imponer un año escolar más en la educación básica secundaria de los colombianos? ¿Será para manipular los índices de desempleo? ¿Para hacerles creer a las nuevas generaciones de suprimidos que la policía y el ejército son muy buenos y educados? ¿O será para venderle más libritos de Santillana o Norma a los hijos desheredados del pueblo?

Estos y otros métodos parecen ser la nueva ola de titulares para la audiencia de un circo macabro, donde los “periodistas periodistas”, reciben “periodísticamente” con euforia el Plan Espada Honor II.

Porque si el Plan Patriota fue el fusilamiento y la masacre contra miles de campesinos inermes, la tortura atroz y la cimentación de centenares de fosas comunes en suelo patrio por parte de fuerzas estatales y paraestatales, y si el Plan Consolidación fueron falsos positivos, falsas desmovilizaciones y la apertura a la entrada de las multinacionales, precisamente a esos territorios ya destrozados y desangrados, vaciados de pueblo o con habitantes que por el temor y el trauma ya pertenecían más al reino de la muerte que al de dios; en consecuencia el plan Espada de Honor II (cuya espada no es precisamente la de Bolívar) será otro capítulo de la mentira, o en otras palabras; el regreso de lo que no se ha ido. El Espada de Honor II, no es más que una búsqueda del honor perdido o inexistente de la fuerza pública colombiana, y por ello será la multiplicación de falsos positivos, militares, judiciales y mediáticos.

Si el Plan Consolidación consolidó la barbarie del Plan Patriota, El Espada de Honor II buscará exculpar y condecorar a sus autores y ejecutores con honores. Así funciona la oligarquía colombiana acostumbrada a organizar mundiales de futbol, carnavales y reinados de cuanta hortaliza hay mientras ejecuta horribles festines de la muerte, y anuncia la construcción de drones mientras miles de niños mueren de hambre y no saben lo que es un avión de papel.

Sin embargo los poderosos del país viven una crisis sin antecedentes, profunda como las fosas que han cavado para enterrar las voces disidentes de los ciudadanos, de allí que no tengan más remedio que el suicidio que como es costumbre intentarán convertir en genocidio.

Lo patético es que para la oligarquía y sus medios masivos, lo anterior son solo apariencias, Colombia es el país más feliz del mundo, con una apacible mordaza de prensa, donde los medios se autocensuran y crean un mundo factico a voluntad para no hacernos sentir mal y donde millones de incautos agradecemos la venda y el látigo y donde no hay nada más qué decir.

Por eso mientras Santos aumenta desaforadamente la prima a los senadores de la república, el ESMAD en una calle desahuciada de Cali irrumpe y sin preámbulos pisotea con orgullo la mercadería de los trabajadores que venden manzanas, piñas, naranjas, cachivaches y demás lujos de la pobreza. Así también mientras se desliza ofídicamente la reforma a la salud en el congreso más antipopular de la historia colombiana, una banda de policías afilan sus bolillos en el cráneo de un joven, que obviamente contaría con mucho más futuro que todos los miembros de un escuadrón del ESMAD juntos.

Pero la historia real es otra, la burguesía colombiana solo alcanza a un cómico heroísmo que entre devaneos logra mantener, mientras sobrevuelan sobre el capitolio no los cóndores sino los buitres.

¿Qué opción le queda al país? Si Santos y Vargas Lleras representan a la mafia capitalista, y Uribe Vélez, Pacho Santos y José Obdulio personifican al capital mafioso, sus locuaces contradicciones y acusaciones internas también son su derrota, solo quedará de ellas el desmantelamiento de un Estado mafioso disfrazado de Estado de derecho. Al igual que en el círculo de los soberbios descritos en la Divina Comedia, los infiernos de la política colombiana, demostrarán que ellos se demolerán entre sí como ciegos que se conducen unos a otros hacia el abismo. Sus superficiales contradicciones revelan ya las contracciones de un nuevo país, menos feliz pero más real.

http://www.eltiempo.com/colombia/otraszonas/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-13331815.html
fosa_3.png fosa_2.png

Prensa Rural: Farc propõem que fundo para reparação de camponeses venha dos EUA

Farc propõem que fundo para reparação de camponeses venha dos EUA

Viernes 7 de febrero de 2014
As Forças Armadas Revolucionárias da Colômbia (Farc) dão continuidade ao processo de paz, em seu 20º ciclo de negociações com o governo colombiano, que acontecem em Havana, Cuba. Atualmente, as partes discutem a questão das drogas ilícitas, que é o terceiro ponto de uma agenda prevista em seis temas de (...)

La CSC i diversos partits polítics d’esquerres de Catalunya es posicionen a favor de la pau a Colòmbia

Representats de diversos partits polítics i la CSC expressen en un video el seu suport a un procés de pau amenaçat pels constants atacs contra el moviment popular colombià | Lorena Vicioso (EUiA), Sara Vilà (ICV), Isabel Vallet (CUP), David Minoves (ERC) i Sergi Perelló (CSC) posen rostre a la denúncia dels atacs al procés de pau.
divendres 7 de febrer de 2014
Per a més informació, reproduïm aquest article d’Albert Company publicat al web Societat.cat 2014: Catalunya diu Sí a la PAU a Colòmbia Una agenda de 5 punts per posar fi a un conflicte que ha marcat la història de Colòmbia de la segona meitat del segle XX i l’inici del XXI, 15 mesos amb tots els ulls (...)

Acción Integral del Ejército en La Marina

Pan y circo… y amenazas

Viernes 7 de febrero de 2014
La aparición de panfletos amenazantes, firmados por el propio Ejército colombiano, en contra de pobladores del corregimiento de La Marina -Chaparral, sur de Tolima-, en medio de actividades cívico-militares, plantea una serie de inquietudes respecto al significado de la “Acción Integral del (...)

Crimen y espionaje en Colombia

Viernes 7 de febrero de 2014
“No sé qué películas verás tú pero en el mundo real no matamos a 11 personas tan sólo como medida de precaución”. Esta frase la escucharán de labios de uno de los protagonistas de una serie de TV que pronto se estrenará en Colombia. La dice un expolicía corrupto que asesina y pone escuchas electrónicas (...)

Allanamientos ilegales por parte del ejército en el corregimiento El Paraíso de Simití, Bolívar

Viernes 7 de febrero de 2014
El día 28 de diciembre del año 2013 tropas del ejército nacional al mando del Teniente Coronel Rojas del Batallón de Selva número 48 y Batallón Ricaurte quienes se identificaron como fuerza de desplegue rápido interrumpieron la tranquilidad del corregimiento El Paraíso. 2 helicópteros del ejército (...)

Red Voltaire: Después de Yugoslavia, ¿le ha llegado el turno a Ucrania?

 

Dossier Álvaro Uribe Vélez

Colombia Invisible - Unai Aranzadi

Tendencias

.

Basta de Terrorismo de Estado

Support : Creating Website | Johny Template | Mas Template
Copyright © 2011. CambioTotalRevista - All Rights Reserved
Template Created by Creating Website Published by Mas Template
Proudly powered by Blogger