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Colombia: Falsa Democracia

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Falsa democracia

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[Colombia] Falsa democracia II: la democracia burguesa

Hernando Vanegas Toloza, Postales de Estocolmo. En el artículo de ayer abordamos, someramente, la historia de la democracia burguesa ...

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La Tercera Vía: ¿una vía para el ego de Santos o para la paz?

x Juanita León -La Silla Vacia   ::    Más articulos de esta autora/or: Más artículos El reelegido narco-presidente Santos se rodea de la flor y nata de la socialdemocracia más derechista para "lanzar" su tercera vía, que lleva sin paradas al neoliberalismo
Casi exactamente hace cuatro años, cuando llevaba cinco días de haber sido elegido Presidente y sin nunca haberlo mencionado en campaña, Juan Manuel Santos también anunció en una entrevista en 'El Radar' que su gobierno sería de “Tercera Vía”. Hoy lo repitió: a dos semanas de haber sido elegido con el apoyo de la izquierda, Santos convocó un gran evento en Cartagena para relanzar su gobierno, nuevamente, bajo el mismo rótulo. Solo que ahora le agregó que la Tercera Vía es la vía de la Paz. ¿Podrá ser?

El mega-evento en Cartagena contó con la participación del ex primer ministro británico Tony Blair quien en su gobierno implementó exitosamente esta tendencia política, así como Bill Clinton, que derrotó en su momento al ala izquierda de su Partido Demócrata y a los republicanos reaganistas con una propuesta de centro; al ex presidente de Chile, Ricardo Lagos, representante de la Concertación; y a los de España, Felipe González; y de Brasil, Fernando Henrique Cardoso.

Que Santos haya organizado un evento de este tamaño a tan pocos días de su elección para anunciar el marco teórico de su nuevo gobierno deja el interrogante de por qué nunca mencionó en campaña la postura que ahora anuncia como su faro ideológico.

Pero más allá de eso, el evento envía una señal que seguramente tendrá un recibimiento muy diferente en la derecha y en la izquierda.

EL EFECTO SIMBÓLICO

“Es un escupitajo para la izquierda que lo ayudó a elegir”, dijo a 'La Silla' un observador político. Lo es, si se considera su origen político, puesto que la Tercera Vía nació como una reacción de Tony Blair a la izquierdización de su partido laborista.

Desde finales de los setenta, la llegada de Margaret Thatcher al poder había empujado a los laboristas a la izquierda y los había puesto en las manos de sus centros de poder, particularmente los sindicatos.
Tras perder sucesivas elecciones contra la derecha, en los años noventa Blair y Gordon Brown llegaron a la conclusión de que si el laborismo no reconocía la sociedad de mercado y hacía un esfuerzo para moverse hacia el centro, jamás recuperaría el poder.

Blair fundó, entonces, el New Labor. Su fundamento teórico era la teoría de la Tercera Vía, un concepto desarrollado por el sociólogo Anthony Giddens, del London School of Economics (donde estudió Santos una maestría en economía y administración pública unas décadas antes) que básicamente era una respuesta al neoliberalismo de derecha promovido por el thatcherismo y al socialismo promovido por los viejos laboristas. La fórmula le funcionó.

Con ese éxito en mente, Santos ingresó a la política colombiana hace 25 años defendiendo esta misma idea de la Tercera Vía y la definió así en una de sus columnas de 'El Tiempo':

“La disputa entre la vieja social democracia y el neoliberalismo fue lo que dio origen a la Tercera Vía. En lugar de regresar al pasado, lo que pretende la nueva izquierda es mantener los principios de la igualdad de oportunidades y de una mejor distribución de la riqueza, y una absoluta prioridad sobre lo social, pero con una concepción diferente sobre el papel del Estado y su forma de intervenir.

La nueva izquierda propone una alianza entre el sector público y el privado y considera que no se puede desconocer la importancia del mercado en el funcionamiento de la economía. En palabras del propio Tony Blair: 'competencia hasta donde sea posible; regulación hasta donde sea necesario'.”

Veinticinco años después, y sin que en Colombia haya habido realmente ni neoliberalismo ni una socialdemocracia –como lo anotó el académico Jorge Giraldo en una columna de El Colombiano- Santos recupera el concepto y dice que es el camino para conseguir la paz.

Suponiendo que el Presidente no está pensando realmente en que la Tercera Vía se puede aplicar tal cual a Colombia puesto que las condiciones políticas y económicas son totalmente diferentes a las de los años 90 en Estados Unidos y Europa, el nuevo mote podría tener un efecto principalmente simbólico y eventualmente útil para avanzar en el proceso de paz.

Rotulándose como la Tercera Vía, así sea un concepto superado incluso por los mismos partidos de los ex presidentes que vinieron al evento en Cartagena, Santos envía el mensaje que su gobierno no será de izquierda y que la eventual entrada a su gabinete de algunas personas más sintonizadas con lo que se está discutiendo en la Habana (suponiendo que no era una mera rotación de ministros) no indicaría que él ahora es un castro-chavista. Tampoco las reformas que tendrá que hacer si quiere que el proceso de paz funcione.

Esto podría no ser bien recibido por los pocos en la izquierda que pudieran albergar la esperanza de que Santos gobernaría con ellos, como lo propuso este domingo en su columna de Semana León Valencia.
Pero sí puede ayudar a calmar los temores dentro del Establecimiento de que Santos se haya vuelto un comunista tras recibir los apoyos electorales de Piedad Córdoba, Iván Cepeda y Clara López.



UN RÓTULO ANTI-RESISTENCIAS

Para la mayoría de los empresarios que estaban presentes en el evento, Bill Clinton, Tony Blair y Ricardo Lagos son personajes sensatos, que creen en la economía de mercado y que están lejos del socialismo. Que ellos digan que el proceso de paz es una oportunidad que este país no puede dejar pasar, podría ayudar a reducir sus resistencias a lo que se está pactando en la Habana.

También a enfrentar con menos temor reformas que Santos tendrá que comenzar a implementar ya, si es serio con su propósito de firmar la paz.

La primera es el nombramiento del nuevo gabinete, que esta vez sí tendrá que ser un “gabinete para la paz”.
En el último remezón Santos dijo que ese sería el “gabinete para la paz”, y el primer nombre que anunció fue el Rubén Darío Lizarralde, como ministro de Agricultura.

Dos meses después, Lizarralde presentó un proyecto de ley de baldíos que iba en contra de lo que se estaba pactando en la Habana, en particular la titulación masiva de baldíos. Estaba tan en contravía que Lizarralde lo tuvo que retirar y aunque anunció que lo presentaría este año lo cierto es que el gobierno –como lo dijo La Silla en su momento- lo engavetó.

Para materializar los acuerdos que se han ido logrando en Cuba, también tendrán que haber ajustes dentro del mismo gobierno.

Por ejemplo, el Igac necesitará reformarse para ser más eficiente y lograr actualizar el catastro rural, que es el primer paso para que la mitad de los pequeños campesinos del país puedan acceder a créditos y asistencia técnica.

Para la administración del fondo de tierras que han negociado, el Incoder difícilmente podrá seguir siendo manejado por las cuotas políticas del senador conservador Hernán Andrade como sucede hoy en día.
La semana pasada, un día después de elecciones y el primero sin la restricción de la ley de garantías, el gerente Rey Ariel Borbón descabezó al experto en distritos de riego, que es el más importante de los bienes públicos rurales y uno de los ejes de cualquier revolución en el campo.

Ya las investigaciones sobre acumulación de tierras se las había encomendado –como lo denunció La Silla- a un exdiputado huilense y ahora asesor de despacho suyo sin ninguna experiencia en el tema.
Para el apoyo a los pequeños campesinos, el gobierno tendrá que organizar un sistema de finanzas adecuado para que les presten a los campesinos sin el colateral que exigen los bancos normales.

Todos estos cambios implican resistencias. Burocráticas en aquellas entidades que tendrán que cambiar sus enfoques y de sectores políticos que podrían interpretar estos cambios como de tendencia más socialista.
Sobre todo porque tal como está concebido el proceso de paz, la idea es promover al máximo la participación de la sociedad y de las organizaciones sociales en las zonas priorizadas para la ejecución de los acuerdos de paz para ir construyendo Estado “de abajo hacia arriba” como lo explicó en su conferencia en Harvard el Alto Comisionado de Paz Sergio Jaramillo.

“Políticamente, el concepto de la Tercera Vía ayuda a hacer cambios administrativos de política pública sin que sean interpretados como un paso hacia un socialismo inaceptable”, dijo una persona que trabaja en temas relacionados con el proceso de paz.

El concepto de Blair también podría eventualmente servir para reducir las resistencias de las empresas a ser reguladas, algo que también seguramente saldrá de los acuerdos en la Habana o que por lo menos será uno de los requisitos para que funcione.

Si para Clinton el problema era cómo desmantelar la dependencia del Estado Bienestar (Welfare State) o para Blair cómo reducir el poder de los sindicatos, en las zonas donde se construirá la paz de Colombia el problema no es qué tanto Estado y qué tanto mercado debe haber. No hay ni mercado ni Estado. En muchos de estos lugares lo único que hay son redes mafiosas y pobreza extrema.

Si algún día se logra la paz en estos territorios es previsible que se valorizará la tierra y aumentará la actividad económica. Habrá como mínimo una intensificación en la construcción de infraestructura de vías, de distritos de riego, etc, sin mencionar el surgimiento o el incremento de otro tipo de negocios desde la minería, la agroindustria y el turismo.

Cuando la época de Blair la gran propuesta eran las alianzas público-privadas para llevar servicios públicos. En cambio, desde la crisis financiera global de 2008, hay una conciencia mucho más clara de que hay que regular a las empresas.

En ese sentido, la semana pasdas en el foro de la OECD sobre conducta empresarial se volvieron a discutir esos estándares que tienen que cumplir las empresas en derechos humanos, en impactos adversos en el ambiente y en las comunidades aledañas, unos estándares que como muestra el reciente informe de Pax Christi sobre la Drummond, no siempre se cumplen en el país.

“Si se aplicaran en Colombia podrían darle a la ‘Tercera Vía’ el otro 50 por ciento de contenido”, dijo una fuente que conoce bien las agendas gloabales para el desarrollo como los Principios Rectores de la ONU sobre empresas y derechos humanos o la agenda antipobreza del Banco Mundial.

Cuando Santos nombre el nuevo gabinete se comenzará a saber si los millones de pesos de los contribuyentes invertidos en traer a estos expresidentes a Cartagena habrá servido en algo para la paz o si el propósito era solo reeditar la filosofía que el Presidente no ha podido aplicar en dos décadas e inflar su ego.
La Silla Vacía

La “tercera vía” de JM Santos

Allende La Paz, Cambio Total.

La politica colombiana siempre ha estado llena de eufemismos oligárquicos.  Siempre tratan de esconder sus verdaderas intenciones camuflándose con “piel de ovejas” y se presentan o tratan de presentarse con nombres “inofensivos” o engañosos. Cada candidato esconde en nombres traídos de los cabellos –a veces rimbombantes como ese de “Bienvenidos al futuro”-, y ninguno se presenta como realmente es. 

Recordemos no más el MRL de López Michelsen que de “revolucionario” no tenía nada y era solamente una estratagema para volver al partido liberal a ser nominado candidato presidencial y posteriormente presidente, único y verdadero objetivo del tal movimiento. Y el pueblo? En el olvido y el haber sido “revolucionario” no fue óbice para asesinar más de 1.000 colombianos en el Paro Civico Nacional solamente en Bogotá. Qué tenía de “revolucionario” un movimiento que apenas lo restituyeron en la dirección del Partido Liberal se olvido de lo “revolucionario” y del objeto de toda revolución, el pueblo?

Y así han sido todos. Pastrana Borrero tuvo su “Frente Social, Objetivo el Pueblo” y lo que no tuvo jamás fue pueblo. César Gaviria tuvo su “el revolcón pacífico” y “Bienvenidos al futuro” con “Apertura Económica”, y las consecuencias están a la vista: implantación del neoliberalismo y ley 100.  Ernesto Samper tuvo su “Salto Social”. Andrés Pastrana su “Cambio para construir la Paz” y anegó al país en una violencia militar-narcoparamilitar sin parangón, al punto que tiene la marca de más asesiandos en cuatro años.  

Uribhitler tuvo su “Hacia un Estado comunitario” a través de su “partido de la U”, verdadera colcha de retazos de los más corruptos clientelistas de los partidos tradicionales liberal y conservador, que por un puesto –como en efecto sucedió apenas Santos fue elegido- cambiaban todo su ideario. Si acaso el único Dios verdadero sea realmente el neo-liberalismo que practican a ultranza.

Juan Manuel Santos no podía ser la excepción. Elegido bajo la sombra fatídica y asesina del narco-paramilitar Uribhitler, no tuvo empacho en patearlo y con cajas destempladas “creó” su propia visión. Visión que en realidad se diferencia en nada con Uribhitler pues sigue aplicando todas las recetas diseñadas por el amo del norte.

Para su segundo período, cuando el pueblo lo votó más por el miedo del regreso a la “Casa de Nari” del narco-paramilitar Uribhitler que por sus propuestas políticas, y cuando ese pueblo que lo votó tenía –y tiene- la falsa creencia de que Santos sí le está postando a la Paz, ante la posibilidad de no alcanzar ningún Acuerdo total –sólo se han firmado acuerdos parciales que no atacan las causas que originaron el confllicto interno en su totalidad-, se inventa el embeleco de la “Tercera vía”, tercera vía que no es más que un vulgar remedo de la social-democracia, la cual ha demostrado suficientemente en los años de historia que ha vivido, que al derrumbarse el modelo socialista burocrático se acababa su razón de ser, y por ello el desmonte del “estado de bienestar social” como en efecto está sucediendo, por ejemplo, en los países europeaos, de la mano de los sectores más conservadores de las oligarquías nacionales.

Definitivamente los colombianos como que siempre llegamos tarde a la vida política –por cuenta de la oligarquía- y siempre nos llegan los anuncios de una “Tercera Vía”, a destiempo y sin un ideario real. Esos anuncios de Cartagena no son más que tratar de adaptarle la piel de una oveja a un lobo sanguinario, porque lo demás todo es igual. La “Tercera Vía” adopta totalmente el modelo neo-liberal del capitalismo imperialista diseñado por los ideólogos del imperio del norte, y aplica gustosamente el Terrorismo de Estado de la DSN, el cual ha producido más de 966.000 víctimas mortales y más de 5,7 millones de desplazados forzosos despojados de sus tierras. 

La “Tercera Vía” se convierte en un nuevo engaño para el pueblo y en un intento –uno nuevo- del presidente Santos por aparecer como de “avanzada”. Mas los hechos, los hechos que son los que valen en política, siguen brillando por su ausencia en las realizaciones de éste gobierno. Siguen los asesinatos de líderes populares, siguen las desapariciones, siguen las masacres, siguen los “falsos positivos” o ejecuciones extrajudiciales, y sigue, como no, la entrega de nuestros recursos nacionales a las Multinacionales imperialistas y, por ende, la entrega de nuestra soberanía.

Nacimiento de las FARC-EP: Entrevista con Miguel Pascuas en La Habana

Miguel ‘Sargento’ Pascuas, uno de los dos marquetalianos que participaron en la fundación de las Farc en 1964. Hoy hace parte de la delegación de paz en La Habana, (Cuba). / EFE

Séptimo capítulo

Uno de los fundadores de las Farc, conocido como el ‘Sargento Pascuas’, recuerda desde La Habana (Cuba), los orígenes de la guerrilla en las repúblicas independientes. En entrevista con Alfredo Molano Bravo narra sus primeros años en la guerra, cincuenta años atrás.
Por: Alfredo Molano Bravo / Especial para El Espectador
 
A Miguel Pascuas las autoridades militares lo acusan de más de 600 hostigamientos, 14 tomas guerrilleras y las cinco destrucciones de Toribío, más otros ataques, también en Cauca, en los que han perdido la vida más de 800 uniformados, como el perpetrado en El Tablón (Corinto) el 9 de noviembre de 2009, en el cual murieron ocho soldados, otros nueve quedaron heridos y un suboficial desaparecido. La Interpol emitió una circular roja que pretende la captura de Pascuas, y el Departamento de Estado de Estados Unidos ofreció una recompensa de 2,5 millones de dólares “por información que lleve a su captura”. Tras los hechos que semidestruyeron por quinta vez a Toribío el pasado 11 de julio de 2011 con una chiva cargada con 14 cilindros bomba, el Gobierno Nacional prometió una recompensa de $2.000 millones por su cabeza.
“El Viejo —dice el coronel Maldonado de la Policía Nacional— tiene poder por ser un símbolo, pero los mandos ya son otros”.

A.M.B.: Cuéntenos, Miguel, algo de su niñez.
M.P.: Existíamos en Órganos, Huila, y ahí estudié en la escuela. Cuando entró la violencia, vino la Policía y cogió la escuela por cuartel. No pudimos estudiar más. Hubo muchos muertos. Una vez la Policía llevó amarrados seis presos a donde se juntan los ríos Gagual y San Luis y en un charco los fusiló. El padre Monard —que para más veras no era colombiano—, párroco de Órganos y de San Luis, decía que los que no fueran conservadores debían irse del pueblo. Mucha gente le hizo caso. Él colaboraba con la Policía. Yo lo miré vestido de militar y de fusil al hombro. Un día se fue para San Luis y, como mi mamá le servía, nos invitó a irnos para allá. Fue entonces cuando conocí al indio Quintín Lame en la vereda El Palmar, donde había una comunidad indígena. Era orgulloso y hablaba de luchar para devolverles las tierras a los indios.
Cuando la guerrilla —a la que le decían chusma— se tomó el cuartel de la Policía, entonces llegó el Ejército y apresó al indio Quintín con dos campesinos más. Como mi mamá le hacía la comida al padre Monard, me mandó a llevarles unas papas cocinadas a los presos, y ahí lo conocí. Tenía el pelo largo, fumaba tabaco. La guerrilla se tomó Órganos por la muerte de esos campesinos, a bombazos y a puro machete, porque no tenían más fusiles que los que manejaban Charro Negro y Marulanda. Ese día no hubo más escuela ni más cuartel. En la casa cural había buenas armas, inclusive un fusil italiano, que era del cura. Creo que fueron de las primeras buenas armas que la guerrilla consiguió. Después, la chusma atacó San Luis, pero el cura tampoco estaba. Si hubiera estado, quién sabe dónde habría parado. Se hablaba mucho de lo que las guerrillas hacían: que Charro había sacado de la cárcel a Martillo, que Llanero había librado a Piedranegra, que Joselito había entrado a San Luis. Era cierto: la chusma se organizaba para defenderse de los chulavitas y de su policía. Los liberales sólo veían por entre esa mirilla. El que trajo otras ideas fue el Mayor Lister, o sea Isauro Yosa, que dijo que no había que pelear sólo por política sino para cambiar el país, y que había que comenzar por la tierra. Él hizo contacto con los Loaiza, que eran liberales ya fuertes en Rioblanco y juntos enfrentaron a los gobiernos conservadores de Ospina, Laureano y Urdaneta.

A.M.B.: Y de muchacho, ¿usted qué hacía, en qué trabajaba?
M.P.: Yo trabajé primero en una finca cafetera, recogiendo café, y después fui peón menor de arriería porque no tenía fuerza para cargar bultos. Los arrieros se echaban al hombro hasta seis arrobas; yo no podía sino con la mitad. Pero ahí fui cogiendo fuerza y ya en 1959 el gobierno del Frente Nacional abrió trabajos en la carretera de San Luis a Aleluya y en la carretera del Carmen a Gaitania. El Gobierno dio la pacificación; las guerrillas liberales aceptaron entregar las armas, pero ni Marulanda ni Charro Negro convinieron en entregarlas, las guardaron. Tampoco el Gobierno se las pidió. Manuel andaba de civil vigilando los trabajos en la carretera, llevando la estadística del personal. Se mantenía entre Gaitania y Neiva. Yo lo alcancé a conocer por los lados de Aipecito, antes de ser inspector de carretera. Él andaba armado. Yo comencé a trabajar con él haciendo alcantarillas, o sea, obras de arte en esa vía, pero yo ya estaba organizado como autodefensa porque nos rondaban gentes armadas conservadoras como El Mico y Tres Espadas. Paraban los buses y mataban a los liberales. Les hacían el corte de corbata o el de franela, les cortaban la garganta y les sacaban la lengua, o les cortaban el torso y los tasajeaban, o les cortaban los brazos para que no pudieran volver a trabajar. Las autodefensas teníamos que cuidarnos; hacíamos reuniones cada dos meses. Había muchachos que trabajaban en las fincas y otros en la carretera; vigilábamos y trabajábamos. No teníamos armas. A mí me organizaron con Lister.
La paz fue corta. Comenzaron a perseguirnos. El Gobierno metió a Mariachi en Planadas y a Peligro en Herrera. Lleras Camargo dijo que había que acabar con los comunistas y puso a Mariachi y a Peligro en contra de nosotros. Charro permanecía en Gaitania trabajando cuando un día Mariachi mandó su gente —unos tales Belalcázar y Puñalada— dizque a entrevistarse con Charro, y lo mataron. Lo quemaron por la espalda. Nosotros estábamos trabajando cuando en esas salió Marulanda otra vez armado y emputado y nos dijo: “Muchachos, se acabó la pacificación, mataron a Charro y en la lista seguimos nosotros: Isaías Pardo, Rogelio, Lister. Ya no hay nada que hacer”. Entregamos las herramientas de trabajo y sacamos los fusiles. Marulanda hizo una gira por la carretera del Carmen para traer armas y con ellas organizó los primeros 20 hombres de fila. En una pelea iban 200 soldados; les quitamos 18 mulas, unas cargadas con materiales importantes para nosotros, para nuestro abastecimiento, y también recuperamos cinco fusiles perillas. A Marulanda lo nombraron mayor. Entramos a combatir.

A.M.B.: ¿Cuál fue su primera pelea?
M.P.: Mi primer combate fue entre Gaitania y Planadas. Ahí Marulanda se enfermó, estuvo mal, se vio muy mal. Los campesinos le llevaban comida y hubo que esperar a que se alentara para ir a una pelea por los lados de Aipe para distraer al Ejército por la retaguardia, esperando que entrara por Planadas, como al fin entró. Para ese combate se nos había juntado Martín Camargo, del Partido Comunista; Guaraca, Tula, Rogelio, Isaías, Joselo, que estaban trabajando todos en sus fincas en Marquetalia. Éramos unos 60. Dormíamos en las enramadas porque no teníamos plásticos para carpa; no había en ninguna tienda para comprarlo. Usábamos alpargatas de fique primero, pero al poco tiempo comenzamos a usar zapatos tenis, de tela; había que remendarlos con alambre para que durarán un poco más; lo mismo la ropa. Había que remendar las cartucheras, algunas con cuero de vaca sin curtir. Los equipos eran morrales de cabuya y los uniformes y gorras se usaban de color verde o caqui. A algunos de nosotros nos tocaba ir a trabajar para ganar dinero para comprar la ropa. En el morral de cabuya cargábamos la cobija, plátanos, yuca, arracachas, sal, panela, cuero de vaca cosido, maíz, arepa, chachafrutos, aguacates, piñas, naranjas. Había que cargar el ají que reemplazaba la carne; cargábamos el molino para moler el maíz que nos servía para hacer arepas o cuchuco. Había temporadas en que la alimentación era solamente guarapo; durábamos hasta ocho días seguidos tomando sólo guarapo de caña porque no teníamos más para alimentarnos.
El golpe al Ejército nos ayudó mucho: un fusil M1, un fusil G3, una carabina San Cristóbal, una carabina M2, algunos fusiles punto 30, fusiles 7 mm que llaman perillas, algunos fusiles austríacos y peruanos, un fusil cortico de caballería, algunas granadas de mano y bombas de tubo con mecha, carabinas M1 y buena munición.

A.M.B.: ¿Eran todavía autodefensas?
M.P.: No, andábamos móviles. Marulanda estaba con nosotros un tiempito y luego se iba a Marquetalia; luego nos mandaba al Teniente Isaías. Él nos movía para una parte y otra y luego se iba. Venía entonces el teniente Rogelio y lo mismo. Así conocí a Guaraca cuando era teniente. Los mandos se turnaban, pero nosotros éramos móviles siempre. Sufríamos mucho porque la comida era difícil de conseguir, no teníamos botas ni morrales. Hacíamos amigos sin importar si eran conservadores o liberales, pobres o ricos. El que nos ayudaba era porque era amigo. Poco a poco fuimos consiguiendo y preparándonos. Fuimos siendo amigos de más gente, de más gente, y de gente pudiente que tenía forma y ya nos daba dinero para comprar la ropa, las botas, las lonas. Ya éramos más respetaditos. Marulanda era muy afamado y lo conocían como Tirofijo.
En Marquetalia sólo había población civil, familias, porque nosotros andábamos por fuera. Cuando se vio que comenzaba la primera invasión en 1962, atacamos al Ejército llegando a San Miguel. Las autodefensas que estaban trabajando cogieron sus fusiles y se metieron de Gaitania para arriba. El Ejército no había cambiado de táctica y andaba en fila, uno detrás de otro, y así era fácil hacer blanco. Daba hasta lástima puestiarlos así, inocentes como andaban. Por eso les tocó devolverse a su cuartel. El Gobierno perdió hombres y armas y nosotros ganamos en moral.

A.M.B.: ¿Eran ya una república independiente?
M.P.: Fue por esos días cuando Álvaro Gómez ordenó acabar con las repúblicas independientes: Marquetalia, Riochiquito, El Pato, Guayabero, Sumapaz. Dijo que Sumapaz era un movimiento grande, pero que estaban quietos; que Guayabero y El Pato eran movimientos pequeñitos, pero que Marquetalia sí era peligroso porque nosotros nos movíamos mucho. Entonces el Gobierno organizó la invasión del 64.
En abril llegaron Jacobo Arenas y Hernando González con la noticia de que nos iban a destruir con aviones y miles de soldados y que teníamos que sacar a las familias de Marquetalia. Se hizo con mucho sufrimiento y quedamos 48 hombres y cuatro mujeres.
El 27 de mayo, Guaracas, Rogelio y Joselo comenzaron a quemarle al Ejército en La Suiza, sobre el río Atá. Nosotros en Puerto Tolima hicimos dos peleas duras para pararlo. Por tierra la tropa no podía avanzar, porque por donde asomaba dejaba un soldado muerto. Entonces les tocó botarlos desde los helicópteros en el propio comando de Marquetalia. Ahí también los esperábamos y ellos que tocaban tierra y nosotros que les zampábamos candela a los ranchos.

A.M.B.: Y después de esa entrada del Gobierno en Marquetalia, ¿qué pasó?
M.P.: Salimos por varias trochas para encontrarnos cerca de Símbula. Penamos mucho pasando esos fríos y esas cuchillas a pesar de conocer el camino. Caímos a Rionegro y por ahí llegamos a Riochiquito, comando que era de Ciro Trujillo. Pasaba de 50 guerrilleros, muchos indígenas. Con los nuestros, juntamos 145 unidades. Sabíamos que tarde o temprano el Ejército iba a entrar. Hubo un respiro entre octubre o noviembre del 64 y marzo del 65, tiempo en que se reunió la Primera Conferencia del Bloque Sur, a la que llegaron mandos del Sumapaz, del 26 de septiembre, de El Pato. Ya había muerto Ríchard, el hombre que condujo a la gente desde El Davis hasta Villarrica y de Villarrica hasta El Pato. Haciendo cuentas, no fueron muchos los días de diferencia con la muerte de otro comandante muy querido, Isaías Duarte, al que mucho quería el camarada Marulanda. Mientras se reunía la conferencia, él había sido encargado de distraer a la tropa, y en esas cayó.

A.M.B.: ¿Cómo fue la toma de Inzá?
M.P.: El Gobierno hizo una campaña por la prensa y la radio diciendo que Marulanda estaba muerto, que habían encontrado su cadáver, que nos habían acabado. Entonces se dio la orden de prepararnos para un operativo. Duramos ocho días haciendo ejercicios, acumulando fuerzas, alistándonos sin saber qué era lo que los mandos tenían en sus cabezas. Por fin, una tarde nos pusimos en marcha. Y dos días después estábamos en la carretera que comunica Inzá con Belalcázar. Montamos la emboscada, nos tomamos el pueblo y volvimos a las montañas.

A.M.B.: ¿Y de las monjitas qué?
M.P.: No sabíamos que en el bus iba un piquete de Policía y cuando lo detuvimos comenzó a dispararnos. Respondimos y matamos a las monjitas en la balacera. También perdimos en una emboscada a Hernando González. Así es la guerra.

A.M.B.: ¿Qué pasó después de la toma de Riochiquito?
M.P.: Después de los bombardeos, el Ejército ocupó Riochiquito mientras nosotros nos dividíamos. A Jacobo y a Joselo los destinaron para la zona de Aipe; a Ciro y a Arrañanales al Quindío, para abrir frente sobre el Valle. Con Marulanda teníamos que hacer una travesía por Bilbao, La Herrera, Planadas, Chaparral. Casi no llegamos. Al camarada Manuel lo hirieron en un brazo. El Ejército sabía que iba herido y mandó toda su tropa a perseguirnos, apoyada por 500 pájaros de civil. Por Marulanda pagaban 25.000 pesos, cuando la plata valía, y 15.000 por cada guerrillero. El Ejército dijo: “Los sacamos de Marquetalia, los sacamos de Riochiquito, ahora también los sacamos de esas montañas”. Y salimos, pero a combatir. Salimos a combatir a lo limpio y cambiamos de táctica: eramos más móviles de noche que de día y golpeábamos pocos y duro. Las peleas eran diarias. Así, hasta cuando llegamos a Natagaima y los compañeros del partido nos ayudaron a pasar el río Grande de la Magdalena. Lo pasamos cerca de Aipe y de ahí nos trepamos hacia Dolores y la Alpujarra para llegar a Galilea, donde nos remolcaron para, por fin, estar a tiempo en la Hoya de Palacio, donde se reunía la Segunda Conferencia del Bloque Sur, fundadora de las Farc.
 

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