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Despedida de Cristian Pérez - Sí a la Paz

Colombia: Falsa Democracia

Colombia: Falsa Democracia
Falsa democracia

RECOMENDADO CAMBIO TOTAL

[Colombia] Falsa democracia II: la democracia burguesa

Hernando Vanegas Toloza, Postales de Estocolmo. En el artículo de ayer abordamos, someramente, la historia de la democracia burguesa ...

Hey loco, No dispares!

Vamos a Cuentiarnos la Paz

LOS RICOS NO VAN A LA GUERRA

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Las otras formas de combatir

Cambio Total.

Los ”enemigos de la Paz”, carentes de ideas echan mano de su discurso trasnochado y señalan como ”humillación” que los militares estatales se sienten en la Mesa de La Habana a discutir con las FARC-EP porque –según ellos- las fuerzas militares están ”hechas para combatir el terrorismo”. No entienden, ni siquiera, que en la guerra hay muchas formas de ”combatir”.

El triunfo de la guerrilla ha sido a todo lo largo de este proceso. Sus insumos, sus ideas, su visión de un Nuevo País creado por una Asamblea Constituyente se van abriendo paso, a pesar de la terquedad del gobierno que solo quiere ganar en la Mesa lo que no ha podido en el terreno militar.

Gananciosos los colombianos con ésta estrategia de las FARC. Mas debemos mirar las cosas según los teóricos de la guerra. Decía Klausewitz que ”la guerra es la continuación de la política por otros medios, medios armados”. Si tomamos esta máxima y la aplicamos a Colombia visualizaremos que el Estado –y el imperio- escogieron los medios armados para asegurarse la exclusión de campesinos y obreros, estudiantes, mujeres, etc, de las grandes decisiones del país y a fin de implantar el modelo excluyente de democracia burguesa, es decir, democracia sí, pero nada más para la élite en el poder.

Entonces, en estos momentos de lo que se trata es precisamente de volver la política a sus cauces ”naturales”, o sea, hacer política por medios ”no armados”. El estado, a través de todos sus funcionarios, gobierno, justicia, congreso, militares, están diseñados para hacer y continuar la guerra. Hasta el ”delito político” han excluído de la Constitución para poder aplicarle la legalidad burguesa a los campesinos, obreros, estudiantes, mujeres, que –obligados por las circunstancias (víctimas)- se vieron obligados a empuñar las armas.

Es más, los que han abrazado la lucha dentro de la legalidad burguesa han pagado un alto tributo en sangre y asesinatos. Ahí están los más de 966.000 Asesinados por el Terrorismo de Estado, de los cuales (si le creemos al Informe Basta Ya!) por lo menos el 83% de las violaciones -100% en desapariciones y desplazamiento-, son causadas por las fuerzas militares-narcoparamilitares estatales. Ahí está el genocidio contra la Unión Patriótica (U.P.). Ahi está la continuidad de esa política de exterminio de todo aquel que piense diferente al régimen que ya van 70 compañeros de la Marcha Patriótica asesinados en poco más de dos años, pagando ”a cuenta-gotas” el atrevimiento de pensar diferente al dictado oligárquico.

En ese orden de ideas, queda claro que en política hay dos formas de luchar o ”combatir”. La forma no armada, civilista, y la forma armada, militar. Mandela con su sabiduría dejó claro que las formas de lucha las escogía el sector en el poder, las cuales eran respondidas de la misma manera por los desposeídos de ese poder a fin de hacerse con el. Los esfuerzos que las FARC-EP han hecho todos estos años han desembocado en la actual Mesa de Conversaciones de La Habana. Pareciera que en el sector oligárquico en el poder –por lo menos en gran parte de él- hay un entendimiento que es imposible un triunfo militar sobre la insurgencia armada y por ello, después de que ”la gota ha golpeado permanentemente la piedra” ésta se ha resquebrajado y pareciera que estamos andando por buen camino. Pareciera.


Hay datos que llevan a darle la ”bienvenida la Paz siempre que sea real”. La llegada de militares estatales activos por primera vez a la Mesa de Conversaciones de La Habana –hito histórico- nos permite entrever –en la lejanía desafortunadamente- que por primera vez los verdaderos ”combatientes” se podrán ver a los ojos y se reconocerán ambos como colombianos. Razón tiene el Comandante Iván Márquez cuando asevera: “Es de un valor inobjetable que por primera vez en la Mesa, representantes activos de las Fuerzas Armadas (…) se sienten en igualdad de condiciones a iniciar las discusiones e intercambios sobre los asuntos del proceso cuya naturaleza es de importante trascendencia militar”.

No es igual el dolor de las víctimas

Cambio Total.

Se viene afirmando que el dolor de las víctimas es igual. Eso nunca podrá ser comprendido por los que viven de escribir sobre las miserias de los demás. Nosotros desde Cambio Total escribimos desde y con la perspectiva de las víctimas. Por ello rechazamos categóricamente esa falaz aseveración.

El dolor de las víctimas no es igual, ni desde el punto de vista individual ni colectivo. Individualmente no es el mismo dolor de las víctimas de los ”falsos positivos” que los del club oligárquico El Nogal, sitio de reuniones de la oligarquía –Pachito Santos entre ellos- con los capos del narco-paramilitarismo, Salvatore Mancuso entre ellos, compartiendo a manteles champaña y whiskey con los que regaban con sangre pobre los campos de Colombia.

Los burgueses siempre tendrán a mano sus recursos para enfrentar su vida, por ejemplo, psicólogos o psiquiatras, mudarse de casas o contratar guardaespaldas que los protejan, mientras los pobres que han perdido sus hijos, esposos, hermanos, sostén de la familia, o han perdido toda su familia, no tienen más que ”abandonar la tierrita” y desplazarse, comenzando su deambular por el país engrosando los miles de pobres e indigentes que en un semáforo sobreviven con la economía del rebusque.

Esas víctmas son re-victimizadas por los ”enemigos de la Paz”, quienes a través de sus medios –prensa, radio, twitter, etc- señalan nuevamente a éstas víctimas y reviven su dolor al no comprender que ésta es una política de Estado y por ello esos ”altos dignatarios” se solazan en hurgar con sal en las heridas de las víctimas.

Caso aparte merece el del muchado víctima del exterminio de su familia que no le queda más opción que enguerrillerarse. Es éste muchacho otra víctima del Terrorismo de Estado que ha asesinado a su familia y lo ha obligado a ir a la guerra, a la que nunca había pensado ir, convirtiéndolo en doble víctima. De estos hay muchos en las guerrillas de las FARC-EP y del ELN.

Ni qué decir de las familias de los comandantes guerrilleros. El caso de Raúl Reyes es emblemático. Su familia fue practicamente exterminada por el Terrorismo de Estado por –es la excusa- ser familiar de un comandante guerrillero, instaurando el ”delito de sangre” por sus parentescos. O el de Simón Trinidad, obligado a enguerrillerarse para salvar su vida, su hermana fue secuestrada por los brazos armados del ejército oficial estatal, y él mismo extraditado por la soberbia e incapacidad de un mafioso que odia las FARC con todas las fuerzas de su asesino ser.

En Cambio Total, Anncol y la Asociación Jaime Pardo Leal tenemos casos significativos de víctimas que soportan la presión del Terrorismo de Estado. Compañeros que dejaron tirado todo para poder salvar sus vidas, soportando un exilio en un país extraño en idioma y costumbres, con un clima inclemente, hacen todos los esfuerzos con la mira siempre de –algún día- poder regresar a su país. Algunos de ellos han soportado el asesinato de 1, 2 o 3 hermanos, asesinados por ser hermanos de alguien que se les escapó de las manos asesinas del Terrorismo de Estado. Y siguen siendo victimizados al ser estigmatizados y señalados como ”auxiliadores de las FARC” por el ”delito” de denunciar las atrocidades cometidas por el Terrorismo de Estado en Colombia.

Nuestro dolor, el dolor de los pobres que somos quienes han soportado el Terrorismo de Estado –culpable del 83% de las masacres, del 83,2% de los falsos positivos, del 97,7% de las desapariciones y del 100% de desplazamiento forzado-, nunca podrá ser equiparado al dolor de un ”secuestrado”, que después de cierto tiempo regresa a su familia y a su vida de comodidades, a seguir explotando a los pobres. Los pobres son los que han puesto los muertos en esta guerra fratricida decretada por el imperio y la oligarquía lacaya ya que ningún, ninguno, oligarca ha muerto en esta guerra interna.


Nuestro dolor, entonces, nunca y por ninguna razón puede ser equiparado al dolor de los oligarcas que han resultado víctimas de las políticas de su propia clase en el poder. Jamás! Podremos trabajar juntos por la Paz, pero no revueltos.

ALFREDO MOLANO BRAVO Militares con militares

Cuando lo que ahora escribo se publique, los oficiales que fueron invitados a una mesa técnica sobre el tercer punto de la agenda de negociación con las Farc en La Habana ya estarán en su casa.
Por: Alfredo Molano Bravo 

Y la opinión pública habrá comprendido la función que cumplieron. En todos los temas de la agenda ha habido mesas técnicas: en tierras, participación política, coca, víctimas. El problema del último punto no es nada fácil y requiere un intercambio de interpretaciones porque se trata de un asunto de armas y, por tanto, de poder. Los anteriores intentos de negociación con las Farc naufragaron en este punto: la masacre de la Unión Patriótica, con Betancur; la delimitación de zonas de concentración de la guerrilla, con Gaviria; el asedio paramilitar de la zona desmilitarizada, con Pastrana. El actual proceso —se puede decir— pasó su Ecuador: está acordado más de la mitad de lo pactado. El costo de regresar a cero es altísimo y difícilmente las partes están dispuestas a pagarlo.
El encuentro entre puros militares en La Habana tiene, por otra parte, un transcendental significado para la paz porque Uribe ha movido todas las palancas que puede —y tiene muchas— para poner en contra de la negociación a los militares. Y lo ha logrado con un sector, pero se ha estrellado con el otro, lo que, traducido a buen lenguaje, equivale a apostarle a la división de las FF.AA., un delito que se conoce como traición a la patria, esa de la que tanto habla. Juega con candela porque de lograr su objetivo, podría transformar una guerra irregular de guerrillas a punto de terminarse en una guerra civil en toda la regla. No lo logrará, claro está, y la muestra es que los generales (r) Mora y Naranjo han estado sentados en la mesa todo el tiempo y ahora el general Javier Flórez, quien comandó, ni más ni menos, la Fuerza Omega —30% del Ejército— está a la cabeza de la comisión del Gobierno para discutir temas estrictamente militares en La Habana. Puede ser la ocasión, digo yo, de acercarse a evaluar la conveniencia de una franja desmilitarizada entre las dos partes, vigilada por fuerzas internacionales para iniciar un proceso —que no será un mero acto— para volver inútiles las armas.
El general Bedoya, un general deliberante que amenazó con espada en mano al gobierno de Samper y fue derrotado en el Guaviare, viene ahora como títere de otro títere a posar de defensor de una Constitución que no sabe si es la del 86 o la del 92 (sic) —o todas las del mundo— que impiden a los militares participar en política. Acusar a la delegación que va a Cuba de ignorar la ley y de rebelarse contra ella, ¿no es simplemente una estratagema para que el sector afecto a Uribe se levante contra el Gobierno en defensa de la Constitución? ¿No será que ahora, el procurador —punta de lanza del uribismo— acusará a los oficiales de desafuero y delitos conexos?
Que los militares de ambos mandos se miren a los ojos —por donde mira el alma— como seres humanos y no a través de la mirilla de los fusiles es un acto de valor de ambas partes y de sinceridad y nobleza por parte del Gobierno. Un reconocimiento a que antes que militares —institucionales o insurreccionales— son ciudadanos de una misma nación que quieren, como lo mostraron las víctimas, reconciliarse para siempre.
Punto aparte. Voy a cancelar mi cuenta con Comcel por dos motivos: uno, porque tres de cuatro llamadas se caen y sin embargo son cobradas, y dos, porque la Superintendencia del ramo está bajo la égida de Carlos Slim y de nada sirve para evitar abusos denunciados por sus usuarios.

”No hay que ensillar el caballo antes de enlazarlo”

Allende La Paz, Cambio Total.

Durante todo el tiempo de duración de los procesos de Paz ha sido una constante oligárquica ”ensillar las bestias antes de traerlas”. Por eso cuando la cosa no avanza de acuerdo con sus intereses y visiones patean la Mesa con todo el cinismo del caso, eschándoles las culpas a la insurgencia armada.

Ahora están con el mismo cuento. Quieren llegar a un desarme sin haber agotado los pasos previos. Pasos previos que van sentando las bases para una Paz firme, duradera. Que nosotros sepamos, en éstos casos se debe llegar a un Acuerdo de Cese de Fuegos Bilateral previamente –que prepara el terreno- a un Acuerdo sobre ”desarme y entrega de armas”. Es más, para llegar al ”desarme y entrega de armas” primero, y previamente, debe darse un Acuerdo para la creación de un Nuevo País, con nueva Constitución –refrendación de los Acuerdos Totales- y nuevas superestructuras, lo cual significa en carta blanca, derruír el vetusto y viejo estado burgués, clientelista y corrompido, hasta sus cimientos, y proceder a sentar nuevas bases para que los colombianos empiezemos a vivir en Paz.

Evidentemente que es importante que los militares estatales vayan a La Habana y se encuentren con sus pares, los militares guerrilleros, y ambos se miren a los ojos, directamente. De allí, de ese encuentro, deberán salir los puentes comunicantes al identificarse los dos como las partes reales de la confrontación armada. Identificaran que la misma sangre que corre por las venas de unos es la de los otros –no la de un inexistente  ”enemigo interno”-  y que no tiene sentido seguir enfrascados en la guerra fratricida decretada por el imperio y la parásita oligarquía nativa desde antes de 1928, inaugurada con la Masacre de las Bananeras.

Naturalmente que es necesario ir construyendo una hoja de ruta –si se llega a un Acuerdo Total- para ir avanzando hacia el ”desarme y entrega de armas”. Mas lo primero es lo primero. Primero sería acordar un Cese de Fuegos Bilateral. Segundo sería llegar a Acuerdos sobre las causas reales que han dado origen y perpetúan el Conflicto Interno y la guerra fratricida –recetada por el imperio y la oligarquía nativa, reitero-, y tercero, firmar esos Acuerdos, los cuales deberán ser rubricados por una Asamblea Nacional Constituyente que inicie la construcción de ese Nuevo País por parte de todos los colombianos en su conjunto, sean amigos o enemigos de la Paz.

Es saludable que esos puntos se aborden –podría ser, simultáneamente-, pero ”no debemos ensillar el caballo sin haberlo todavía enlazado”. Porque eso pareciera que quieren mostrar tanto el gobierno colombiano como sus medios mediatizadores. ”Lanzan campanas al vuelo” porque los militares fueron a la Mesa de La Habana como si ya las FARC-EP fueran a firmar la entrega de armas y la desmovilización, pero no se preocupan realmente por llegar al fondo del problema. Ese fondo del problema es la exclusión de los colombianos pobres –más del 70% de la población- de todos los ámbitos de la vida nacional, económica, política, social, cultural, etc.


Refrendados los Acuerdos Totales por una Asamblea Constituyente, los colombianos arrancaremos –ahí sí- a construir en la práctica el Nuevo País que todos soñamos –a excepción de algunos trogloditas a quienes les parece correcto la situación actual colombiana-, y estamos seguros que las energías de casi todos situará a Colombia en el sitial que la historia le ha reservado. La ”desmovilización y entrega de armas” se irá dando ”como se diluye el agua del mar en la arena de la playa”. Serán agua y arena un todo indiferenciado. Una vez formado este todo no habrá fuerza humana capaz de vencernos. 

Víctimas y víctimas - José Antonio Gutiérrez D.

x José Antonio Gutiérrez D., Tomado de LaHaine.org

Estoy del lado de quienes se han resistido a los designios de quienes, a fin de conservar sus nefastos privilegios, serían capaces de hacer arder a toda Colombia

El otro día, pasando por delante del local de una organización de caridad acá en Dublín, vi un cartel que decía “Nuestra organización seguirá apoyando a las víctimas de Israel y de Palestina en el actual conflicto”.

Comparto la opinión de quienes dicen que toda pérdida de vida humana es lamentable: pero equiparar la tragedia de dos mil civiles palestinos masacrados con uno o dos civiles israelíes muertos en una guerra asimétrica declarada por Israel sin ningún asidero en el derecho internacional, me parece un abuso indignante. Equiparar las víctimas de una nación desarraigada, bloqueada, despojada, empobrecida, con un par de ciudadanos respaldados por uno de los Ejércitos más modernos del mundo y cuyas familias se beneficiarán de todo el apoyo psicológico, económico y social del Estado de Israel, me parece francamente obsceno.

No sólo es deshonesto, sino estúpido, y sin embargo, constituye la narrativa con la cual EEUU justifica los crímenes de lesa humanidad de su alfil en el Medio Oriente. Porque cuando se trata de un conflicto donde las partes son tan desiguales, tratar de equipararlas en el discurso es un recurso para dar mayor preponderancia a las minorías poderosas.

Una situación parecida es la manera como se está abordando el tema de las víctimas que comienza a ser discutido en las negociaciones de La Habana . La delegación de víctimas que llegó a La Habana[1] , “muy plural que representaba varios hechos victimizantes, varias regiones, varios estratos sociales y víctimas de varios victimarios”, en palabras del representante de la ONU en Colombia, Fabrizio Hochschild[2] , refleja ese desequilibrio. Representando a todas las víctimas por igual, se pierde toda noción de representatividad en el conflicto colombiano, en el cual la inmensa mayoría de las víctimas son pobres y han sido victimizadas por agentes estatales o paraestatales. Se sigue así invisibilizando a la inmensa mayoría de las víctimas de esa violencia masiva que han sufrido los pobres, fundamentalmente en el campo, por parte del Estado con el propósito de aplastar la rebelión.

Con el discurso de los “victimarios” se dejan de lado las responsabilidades políticas e históricas, así como la escala de las violencias respectivas. Se nos dirá que es muy difícil mantener el equilibrio en estos casos: pero ahí está la raíz del problema, y es que tal equilibrio entre victimarios y violencias no existe. En el intento de crearlo artificialmente se desfigura la realidad.

Aún el mismo término “víctima” es utilizado de manera bastante elástica en la narrativa oficial. Desde los medios se machaca que todos somos víctimas, aunque claro, algunos somos más víctimas que otros. El Estado es una víctima, en opinión de Álvaro Uribe, quien dice esto sin sonrojarse, parodiando a Turbay Ayala cuando decía que él era el único prisionero político en Colombia. El tema de víctimas da para todo y aunque sé que se trata de un tema espinoso y sensible, creo necesario discutir en torno a algunos problemas que obscurecen la real naturaleza del debate.

¿Qué entendemos por víctima?

Uno de los primeros problemas es la falta de definición en torno a qué nos referimos con víctimas: ¿víctimas de violaciones al derecho internacional humanitario o a las violaciones de derechos humanos? Hay una tendencia a confundir de manera deliberada el DIH con los DDHH, tendencia que ha ido de la mano con una tentativa de “privatizar” los DDHH e ignorar que es responsabilidad suprema del Estado garantizarlos en función de su legitimidad ante la sociedad. Incluso, los DDHH se han convertido en un ejercicio de relaciones públicas a la vez que en arma de guerra: las oficinas de DDHH del Ejército están ligadas a Operaciones Psicológicas. DIH y DDHH no son lo mismo y su confusión no ayuda a esclarecer lo que está en juego. Una son las infracciones de los actores en conflicto en el contexto de la confrontación armada[3] .

Las violaciones a los derechos humanos son aquellas perpetradas por el Estado o por su inacción, por agentes del Estado o por personas aliadas a él (ej. paramilitares), que van directamente en contra de las disposiciones estipuladas en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Lo particularmente grave de este último tipo de violaciones, es que no solamente victimizan la persona, sino que degradan las nociones más esenciales que se tienen del ser humano en la modernidad, así como también degradan el concepto de ciudadano en que se fundamenta el Estado Moderno, que aunque se pueda argumentar que es una ficción, representa una o bligación para quienes ejercen el poder en la actual sociedad. Las violaciones a los derechos humanos, insistimos, son hechas por el Estado y al decretar a sectores de la sociedad como no-ciudadanos, paso previo a negarles su condición humana, abre las puertas al derecho a la rebelión consagrado en el preámbulo de la Declaración de los Derechos Humanos. En esta perspectiva, el surgimiento de los movimientos guerrilleros se ve en una luz completamente diferente.

Otro problema es la perspectiva temporal corta en que se asienta todo el debate en torno a las víctimas. Se da por sentado que el conflicto armado que hoy se vive en Colombia se inició con el surgimiento de los movimientos guerrilleros FARC-EP y el ELN entre 1964-1966. A lo sumo, como se hace en el informe “Basta Ya” del Centro Nacional de Memoria Histórica, se comienza con el Frente Nacional en 1958. El problema con esta historia “corta” es que no da cuenta del momento en que el escenario para la actual violencia fue sentado desde la década de los ’30, surgiendo una violencia nítida, con una continuidad hasta el presente desde 1946. Cuando los guerrilleros en La Habana se declararon víctimas del conflicto, despertaron airadas reacciones por parte de los gurús del establecimiento y de sus obsecuentes propagandistas en los medios. Sin embargo, si adoptamos la historia larga y una comprensión cabal de los DDHH, podremos comprender cómo los campesinos perseguidos en el período conocido como la Violencia (1946-1958) se alzaron en armas, en rebelión, contra un Estado que, cuando no los masacraba y violaba, observaba impávido como las milicias privadas de los terratenientes lo hacían. Todo esto tiene lógicamente que ver con el problema de la memoria y de la verdad histórica, que también son temas que tendrán que abordarse en el marco de las negociaciones.

El otro problema es que la misma definición de víctimas también deja de lado algunos elementos más complicados para asir la naturaleza de esta guerra degradada, difusa, a veces difícil de definir: ¿qué pasa con los exiliados? ¿qué pasa con los presos políticos y de guerra víctimas de atroces torturas y de privaciones de agua, medicamentos, alimentos, útiles de aseo, etc.? ¿una persona que ha sido victimizada por agentes del Estado o paramilitares pierde su condición de víctima si se rebela y toma las armas ? ¿qué pasa con las víctimas de la limpieza social, esos nadie, los llamados desechables, que viviendo en los márgenes de la sociedad no tienen organizaciones que les representen? ¿qué pasa con los que han sido víctimas de un modelo de desarrollo impuesto a sangre y fuego por las multinacionales? ¿por qué no son las multinacionales, de hecho, consideradas como un actor del conflicto armado pese a su abierta complicidad con agentes del Estado y con bandas paramilitares? ¿es la naturaleza una víctima del conflicto, independientemente de su centralidad para sostener a la humanidad como una entidad viable? ¿qué pasa con las personas que sin haber sufrido de la violencia física directamente sufren de la violencia estructural, de la exclusión, la marginación y la violencia de la sociedad impuesta median te la guerra, como el caso de los niños hambreados en la Guajira y en toda Colombia? Son preguntas nada fáciles y que algunas organizaciones se están atreviendo a plantear.

La víctima despolitizada y pasiva

Hay una tendencia a despolitizar al concepto de víctimas, tendencia en la que han caído aún algunos sectores tradicionalmente vinculados a la izquierda. Se puede afirmar que “no permitiremos que enfrenten a las víctimas”, como si todos fueran la misma cosa, pero ese nunca ha sido el problema de fondo. Esta manera indiferenciada de abordar la problemática de las víctimas refuerza un discurso desmovilizador y apolítico que ha calado hondo en sectores de los defensores de DDHH (¡Cuánta falta hace el doctor Eduardo Umaña!). Denunciar los “manejos políticos” ante el tema de las víctimas es un sin sentido, precisamente, porque las víctimas están inscritas en un conflicto esencialmente político.

El problema de fondo es que el debate en torno a las víctimas (quién, cómo y en qué sentido es una víctima) es un debate que nos enfrenta con la naturaleza misma del conflicto social y armado en Colombia, con esa violencia que permea diferencialmente al conjunto de la sociedad, violencia que es ante todo y por sobre todas las cosas, una violencia de carácter político. Explorar el problema de las víctimas desde una perspectiva aséptica, acrítica, como si fuera una categoría que engloba a todos por igual es insostenible. No puede darse el debate de las víctimas dejando de lado aspectos claves de contexto ni de la intencionalidad de quienes han perpetrado los actos de violencia. No todas las violencias son iguales. Este es un principio clave del proyecto “Nunca Más”, en el que participaron las más importantes organizaciones de DDHH del país, el cual expresa sin ambigüedades:

Desde hace varios años (…) nos hemos visto sometidas a extremas presiones, por parte de fuerzas sociales, nacionales e internacionales, para que nuestras denuncias y acciones humanitarias se sitúen en ‘posiciones neutrales’, que no recarguen las censuras sobre ninguna de las partes en conflicto, y para que nuestro trabajo se rija por parámetros de ‘equilibrio’ que lleve a estigmatizar ‘por igual’ y a ‘equiparar’ las diversas violencias que afectan a la sociedad colombiana. Se nos ha presentado como principio rector que debe orientar nuestro trabajo, el de ‘Condenar toda violencia, venga de donde viniere’. Muchas veces nos hemos preguntado si tal tipo de neutralidad es éticamente sustentable.
Creemos que ningún tipo de discernimiento ético puede dispensarnos (…) de tener en cuenta (…) los móviles y estrategias globales que comprometen a los diversos actores enfrentados. Imperativos éticos (…) nos llevan a censurar con mayor fuerza a quienes se sirven de la violencia represiva para defender violencias estructurales e injusticias institucionales que favorecen a capas privilegiadas de la sociedad, mientras victimizan, exterminan o destrozan a las capas sociales más pobres y vulnerables, sometidas a siglos de despojo e injusticia.
(…) No es posible ser neutral cuando se es consciente de que un polo de la violencia es mucho más dañino para el conjunto de la sociedad, o acumula en sí mismo mayores perversidades, o representa la oclusión institucional de los caminos que podrían conducir a una sociedad más justa, o acumula en su haber mayor violencia contra los débiles. [4]

Qué pena, y digo esto con todo el respeto del mundo: no es lo mismo el caso de Bojayá, donde el cilindro-bomba –lanzado por lo demás de manera irresponsable- fue desviado pero no hubo la intención explícita de asesinar personas, con las incontables masacres del paramilitarismo que fueron hechas con intención y alevosía. Por censurable que sea, no es lo mismo el secuestro de un parapolítico corrupto, que la desaparición de un campesino que organizó a su comunidad para tratar colectivamente de superar los efectos más apremiantes de la pobreza. Jamás podré estar de acuerdo con quienes traten de equiparar situaciones tan complejas y diferentes, equiparamiento que sirve para encubrir la naturaleza políticamente motivada de la violencia que azota a Colombia.

Una opción ética, popular y libertaria ante el tema de víctimas

Si hay una cosa en la que estoy de acuerdo con los uribistas es que no todas las víctimas son iguales: esto es tan cierto en Colombia como lo es en Palestina. Creo que afirmar lo contrario es una necedad que no tiene nada que ver ni con el acto humano de la empatía ni de la reconciliación. Cualquiera que haya visto la televisión colombiana se da cuenta de esto que los uribistas insisten hasta el cansancio: algunas “víctimas” – las menos y las que tienen una posición económica privilegiada- reciben atención en horarios estelares mientras otras son vilipendiadas, ignoradas o despreciadas con la terrible sentencia “por algo habrá sido”. El tema de las víctimas reproduce la exclusión y marginalización de una sociedad polarizada en clases que parecen más bien castas.
Esto lo expresa mucho mejor un artículo del mordaz Camilo de los Milagros:

Durante décadas se ha construido una narrativa de la confrontación en Colombia a la medida de las élites: malos muy malos contra buenos impecables. Ciertas víctimas gozan desde entonces un protagonismo claramente interesado en desprestigiar al malo de oficio, al demonio causante de todas las desgracias del país. ¿Pero qué tan nocivo ha sido ese demonio? ¿Por qué en lugar de uno o dos testimonios desgarradores y amarillistas, no se valora de conjunto la catástrofe humanitaria donde ambos bandos han cometido atrocidades? ¿Por qué no se esclarecen las responsabilidades completas?

(…) Las comparaciones son odiosas, pero necesarias. Ninguna comparación tan odiosa como ésta de poner muertos en los dos extremos de la balanza. Con horror se constata que el 70% de los crímenes cometidos en el marco del conflicto armado son atribuidos al Estado o sus agentes paralelos, mientras ni siquiera el 20% corresponde a los grupos subversivos. Es una desproporción aterradora que no se corresponde para nada con la narrativa oficial. Las cifras corresponden a mediciones de las Naciones Unidas, a los datos del CINEP e incluso a la Comisión de Memoria Histórica que financia el mismo gobierno nacional. No es retórica mamerta, no es complicidad con el terrorismo, no es un intento por desviar la atención sobre los crímenes de la insurgencia. Es la constatación de cómo usando un magnífico encantamiento televisivo uno de los bandos va a salir limpio. El que más dolor ha causado. [5]

Ante el debate de las víctimas uno tampoco puede ser neutral. Si tengo que estar con alguien, estoy con aquellos que han sido víctimas de los que han querido mantener una de las sociedades más desiguales del planeta a sangre y fuego. Estoy al lado de aquellos que se han opuesto a los que trataron de aniquilar -hasta la semilla- visiones alternativas de sociedad. Estoy con los que han sido víctimas de quienes se han enriquecido despojando a los que menos tienen. Estoy del lado de quienes se han resistido a los designios de quienes, a fin de conservar sus nefastos privilegios, serían capaces de hacer arder a toda Colombia.

Estoy del lado de quienes no se les ha permitido ni siquiera llorar a sus muertos por miedo al castigo de un Estado que celebra el espectáculo aleccionador de la sangre chorreando de cabezas decapitadas. Estoy del lado de quienes no se les ha permitido siquiera decir que son víctimas, porque las víctimas del Estado, supuestamente, no existen. Estoy del lado de quienes nunca han tenido ni la televisión ni la prensa para cubrir sus desgracias, aunque me lluevan rayos y centellas. Como se ve, el tema de víctimas es otro campo de batalla más en esta confrontación fundamentalmente política.
____________
NOTAS:
[1] http://www.semana.com/nacion/articulo/las-victimas-que-viajaron-la-habana/399162-3
[2] http://www.reconciliacioncolombia.com/historias/detalle/onu-habla-sobre-el-primer-cara-a-cara-de-victimas-con-victimarios
[3] Esto sin abordar las inadecuaciones del DIH para regular conflictos irregulares o fundamentados en la lucha de guerrilla.
[4] Colombia Nunca Más , Capítulo V, Tomo I, 2000, pp.99-100.
[5] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=188663&titular=comparaciones-odiosas-
CALPU

Guerrilleros víctimas del conflicto social y armado (I)

«En el mes de septiembre envió a su mamá el dinero que le había prestado y posteriormente ingreso a las filas de las FARC-EP, a la edad de 15 años» 
Por Equipo de Redacción Resistencia

Norbey
A principios del año 2000 en el municipio de El Castillo, del departamento del Meta, incursionaron paramilitares al mando de Martin Llanos, acompañados y apoyados de forma directa por el Batallón 21 Vargas establecido en Granada (Meta); la comunidad identificó que los militares se cambiaban las prendas oficiales por las empleadas por los paramilitares para cometer las criminales masacres en contra de la población civil, que era señalada de ser combatiente o colaboradora de la guerrilla; también dejaban sus armas de dotación oficial y empleaban fusiles AK-47 para con ellos asesinar a las víctimas.
En su avance por el territorio dejaron muerte y desolación; Norbey contaba para ese entonces con 13 años de edad y trabajaba en la finca de propiedad de don Gabriel Quiguanás, ubicada en la vereda La Floresta. Allí tuvieron noticias que indicaban que los paramilitares estaban en la vereda La Esperanza que era la más próxima a ellos. Ante la inminente llegada de los paramilitares, Norbey partió en la mañana de la finca donde trabajaba rumbo a casa de su mamá. Ese mismo día los hombres al mando del sanguinario Martin Llanos arribaron a la finca de los Quiguanás; allí fue golpeada y encerrada toda la familia, con excepción de dos de los hermanos. A uno de ellos lo torturaron introduciéndole el cañón de un fusil por el recto, al otro, llamado Edier Quiguanás, lo golpearon y posteriormente lo asesinaron a tiros.
Luego de estar donde su mamá, cuya casa era la última que había en la vereda La Floresta antes de comenzar la selva, Norbey se fue para la casa de su tía, que era donde usualmente vivía. Estando allí se enteró que el grupo paramilitar había llegado hasta la casa de su mamá, con la acusación de que era colaboradora de la guerrilla, dándole 10 minutos para abandonar el lugar, sacando sólo lo que pudiera en ese corto tiempo. Como es natural la mujer saco lo que pudo, incluyendo sus 7 pequeños hijos, para luego huir con rumbo a casa de su hermana (tía de Norbey).
A los tres días Norbey fue a la casa de su mamá, la cual encontró totalmente quemada. También vio algunos animales que se habían salvado, entre ellos un pequeño pato que tenía la cola medio chamuscada. En medio del dolor pensó: ¿Qué podrían estar pagando ellos? Eran unos campesinos humildes que vivían del cultivo del café. Resolvió de inmediato ingresar a la guerrilla, pero en las filas no lo recibían por su corta edad. Así que tomo la decisión de acompañar a su mamá y a sus siete hermanos y hermanas en su forzoso desplazamiento hacia la capital del país, el cual tuvieron que realizar solamente con el dinero del pasaje y unas pocas ropas que lograron salvar de la quema y destrucción de su vivienda.
Cuando iban saliendo hacia Bogotá pasaron por Puerto Esperanza, pueblito donde ellos solían comprar los víveres. Allí solo encontraron a 3 personas, ya que el resto de pobladores habían huido a causa de la incursión paramilitar. Estas personas les contaron que al primo Luis, de Norbey, que trabajaba como vaquero en la región, le habían quemado el rostro y el cuerpo con ácido y que luego lo habían matado haciéndole el sangriento “corte de franela”. La familia aterrada y conmovida no tuvo más que continuar con el desplazamiento.
A su llegada a Bogotá todo fue difícil, ya que llegaron sin nada a la casa de un familiar lejano. A los días siguientes se acercaron a una institución del Estado destinada a la recepción de ayudas a las víctimas del desplazamiento forzado; en este lugar recibieron unas cuantas colchonetas, algunos útiles de aseo y un mercado como para saciar el hambre por al menos 15 días.
No encontrando nada más que hacer, Norbey comenzó a trabajar vendiendo frutas y verduras en una carreta que el mismo empujaba por las calles de la capital. Por su parte, su mamá se dedicó a lavar ropas ajenas por unos cuantos pesos. A los 3 meses y ante la incomodidad que causaban a sus familiares por causa de tantos niños pequeños que había en la familia, tuvieron que buscar en arriendo un ranchito donde poder instalarse.
Poco tiempo después Norbey se comunicó con un tío suyo que trabajaba en la Uribe (Meta), y este le recomendó que se fuera a trabajar a dicha región como raspachin en cultivos de coca. Allí estuvo por cerca de un año, pero el asesinato de dos compañeros de trabajo suyos entre la Julia y Mesetas (Meta) y su posterior presentación como guerrilleros caídos en combate (crimen perpetrado por el Ejército), provocaron que Norbey nuevamente huyera hacia Bogotá.
El 8 de diciembre de 2001 llegó a Bogotá, donde empezó a trabajar con el compañero sentimental de su mamá, en un vehículo de tracción animal, mal llamado zorra, reciclando a partir de los desechos de los capitalinos. En este oficio se mantuvo hasta marzo de 2002, mes en que su madre le prestó dinero suficiente para irse al departamento del Vichada a trabajar con un primo. En el mes de septiembre envió a su mamá el dinero que le había prestado y posteriormente ingreso a las filas de las FARC-EP, a la edad de 15 años; la decisión, en palabras de Norbey, fue impulsada por la dura situación económica y social que padecía su familia y la totalidad de sus allegados, que como el resto del pueblo eran también víctimas de la violencia del Estado y sus fuerzas paramilitares… así que fue la única forma de defensa. Norbey dice que toda su familia ha sido víctima del Estado colombiano por ser partidaria de la lucha revolucionaria, y afirma que 17 familiares han sido muertos en combate haciendo parte de la guerrilla, solo recuerda los nombres de algunos: Arnulfo, Ricardo, Wilington, Armando, que eran sus tíos; Danilo, Wilder, Esteban, Alberto, Omerli, John Jairo, que eran sus primos; y Edilson, su hermano.
Norbey dedica esta historia a la memoria de su familia y todos los campesinos que fueron torturados, asesinados y desplazados en el Alto Ariari, por las tropas del Batallón 21 Vargas establecido en Granada (Meta), que actuaron en compañía de grupos paramilitares.
Montañas de Colombia, 22 de agosto de 2014

Médicos israelíes roban órganos de cadáveres palestinos

Red Voltaire.
Las autoridades del régimen israelí no solo maltratan y torturan a los presos palestinos, sino que en las cárceles llevan a cabo experimentos médicos ilegales contra ellos, así ha revelado este miércoles el diario jordano, Alarab Alyawm(cómo ha ocurrido también en otras partes del mundo).
Según la fuente, la semana pasada, un joven jordano, identificado como Wael Salim, perdió la vida en una de las prisiones israelíes. Cuando su cadáver fue traslado a su país la fiscalía de Aman, capital, ordenó someterle a exámenes de un forense para esclarecer las causas de su muerte.
Los resultados del forense muestran que algunas partes del cadáver del fallecido, como su lengua y laringe no estaban, además algunas de sus costillas estaban rotas y tejidos de su corazón habían sido extraídos por los israelíes, ha añadido.
También ha agregado que, anualmente, se llevan a cabo cientos de experimentos con prisioneros árabes y palestinos. El régimen israelí realiza tales intervenciones sin consultar a los detenidos, en lo que ha considerado como un serio delito y una violación flagrante de la ley humanitaria internacional, dado que muchos de estos actos inhumanos provocan el deterioro de la salud de los reclusos.
Con fecha anterior, los medios palestinos anunciaron que al menos 22 presos palestinos, en cartas dirigidas por separado a sus familias, aseguraron que el citado régimen les utiliza como ratones de laboratorio para hacer experimentos, y después no les ofrece servicios médicos (tráficos de órganos también descubiertos en los Estados Unidos).
Cabe recordar que la antropóloga israelí, Meira Weiss, reveló anteriormente los robos masivos de órganos a cadáveres palestinos, que luego son utilizados para fines educativos o trasplantes para pacientes israelíes.
En un nuevo libro, Weiss afirmó que visitó el instituto forense de Abu Kabir, un laboratorio israelí de investigación forense situado en el barrio de Abu Kabir en Tel Aviv, entre los años 1996 y 2002. En ese periodo investigó lo que ahí se hacía con los cuerpos sin vida de algunos de los soldados israelíes y palestinos de los territorios ocupados.
Weiss descubrió que los empleados del instituto separaban los cuerpos de los judíos y de los palestinos y, después, extraían órganos de los cadáveres palestinos a petición del ejército israelí.
Por último, aseveró que los órganos de los palestinos eran trasplantados en pacientes israelíes o se utilizaban con fines educativos en escuelas de medicina.

Fuente: HispanTV, 13 de agosto de 2014.

¿Qué es la Sierra Nevada de Santa Marta?

Las víctimas, o el espejo


Hernando Gómez Buendía
Fueron 12 las personas que viajaron a La Habana: cinco víctimas de las Farc, cuatro de agentes del Estado, dos de los paramilitares, y una mujer violada por guerrilleros, ‘paras’ y soldados.
Por: Hernando Gómez Buendía, El Espectador.
Esas 12 personas no representan a los seis millones de víctimas en sentido estadístico (no son una muestra), ni político (no fueron escogidas por el voto), ni jurídico (no recibieron un mandato o unas instrucciones). Tampoco representan todo el universo de delitos, ni las épocas del conflicto, ni las muchas reivindicaciones de las víctimas.
Es más: cada víctima es una historia única, un sufrimiento único, un traumatismo íntimo que nadie más puede entender y por lo tanto nadie puede “representar”: son seis millones de vidas que habría que reconstruir para llegar a la reparación —o, más difícil aún, a la autorreparación, porque esos golpes lo destruyen a uno desde adentro—.
Pero esas 12 personas tienen una enorme representatividad simbólica: son 12 rostros que pintan la realidad inmunda de este conflicto degradado, criminal, prolongado y enredado. Son el espejo horrible de una realidad horrible que por lo mismo nadie quiere ver o —para ser precisos— no quiere ver del todo.
Por eso las disputas tan amargas sobre quiénes fueron, cómo fueron escogidos o qué dijeron esas 12 personas en La Habana. Esas disputas seguirán, no sólo con los 48 viajeros que faltan, sino con lo que falta del acuerdo, el posacuerdo y la vida de varias generaciones.
Decir quiénes fueron las víctimas y de quién fueron víctimas es definir cuál fue el conflicto, quién lo causó y cómo puede o debe resolverse. Es la batalla por la historia y el sentido de la historia.
Por eso hay un “relato instalado”, el del Gobierno y toda o casi toda la “opinión pública”: las víctimas somos todos, el victimario son las Farc, sus crímenes son asesinar policías y civiles indefensos, secuestros abominables (25.000 en 50 años), atentados terroristas, asaltos a poblaciones... Todo lo cual es cierto. Y nada de lo cual quieren ver los guerrilleros.
Hay un contrarrelato, que es también cierto y que no quiere ver el resto del país: 27.000 desaparecidos, 4.000 muertos de la UP, 2.100 “falsos positivos”, bombardeos de poblados, torturas, violaciones... Víctimas, no “del Estado” sino de “agentes del Estado”, como se empeñan en decir los voceros del Estado. Pero aquí empieza la franja más oscura, el elefante en la habitación de La Habana, el de la relación entre “el Estado” (como decir los 110 congresistas acusados de parapolítica) y las masacres o los desplazamientos masivos (4 millones de hectáreas usurpadas).
Y hay otros, muchos, relatos invisibles —o invisibilizados—. El de las campesinas violadas, el de los pueblos indígenas en extinción, el de las viudas de los policías, el de las madres de niños guerrilleros...
Es el espejo de una realidad inmunda. Pero si no somos capaces de mirarnos al espejo completo, no habrá paz ni piedad para mi pobre Colombia.

Hernando Gómez Buendía *

Director de www.razonpública.com.

Abuelas de Plaza de Mayo recuperan a nieta 115: Ana Libertad

El convoy humanitario ruso cruza la frontera de Ucrania


LaRepublica.es. El convoy humanitario ruso ha empezado cruzar la frontera de Ucrania. Moscú ha tomado la decisión de dirigirlo hacia Lugansk después de más de una semana de trámites en la aduana ucraniana, explica el Ministerio de Exteriores de Rusia.
Aproximadamente, una quinta parte de los camiones ya ha cruzado la frontera, según informa la agencia rusa de noticias RIA Novosti.
“Kiev está demorando deliberadamente la entrega de la ayuda humanitaria hasta que no haya nadie que la necesite”, ha denunciado el Ministerio. “Kiev está demorando deliberadamente la entrega de la ayuda humanitaria hasta que no haya nadie que la necesite”, ha denunciado el Ministerio. Desde su punto de vista, el Gobierno ucraniano “tiene como objetivo garantizar una ‘limpieza’ completa de Lugansk y Donetsk”, probablemente para llegar con este resultado a los encuentros con representantes europeos y líderes del espacio postsoviético, incluido el presidente ruso, Vladímir Putin, programados para el próximo 26 de agosto en Minsk.
“Los retrasos artificiales para poder comenzar la entrega del cargamento humanitario ruso a las regiones del sureste ucraniano se han vuelto insoportables”, aseguró el Ministerio de Exteriores en un comunicado oficial y ha instado a respetar una misión puramente humanitaria. El documento subraya el esfuerzo ruso en todos los niveles para cumplir con todas las “demandas increíbles” de la parte ucraniana.
Moscú ha facilitado listas extremadamente detalladas de todos los cargamentos, siempre ha aceptado “los chequeos y rechequeos” de las rutas programadas en el territorio ucraniano, ha firmado todos los documentos necesarios con el Comité Internacional de la Cruz Roja y ha proporcionado todas las garantías posibles de seguridad para el convoy, asegura el Ministerio. Las autodefensas también han dado todas las garantías no solo para la carga rusa sino también para los convoyes que Kiev ha dirigido a Lugansk, indica el documento, y añade que la Cruz Roja ha reconocido oficialmente todas estas garantías.
Los documentos estaban arreglados desde hace tiempo y la carga estaba dispuesta para el control fronterizo ucraniano. Sin embargo, Kiev pospuso varios días el acuerdo formal necesario para la Cruz Roja con diferentes pretextos e intensificando al mismo tiempo los ataques contra Lugansk y Donetsk, denuncian los diplomáticos rusos.
“Se han agotado todos los pretextos para demorar la entrega de la ayuda a la gente en la región de la catástrofe humanitaria. La parte rusa ha tomado la decisión de actuar. Es imposible seguir tolerando este abuso, mentira descarada e incapacidad de negociar”, acentúa el Ministerio de Exteriores.
La Cruz Roja rusa, “indignada” con Kiev
“Estoy realmente indignada con la postura de las autoridades ucranianas: todas estas promesas, unos requisitos increíbles. La parte rusa ha cumplido con todas las demandas, una tras otra, mostrando paciencia. Pero la paciencia se agota”, ha comentado la directora de la Cruz Roja rusa, Raísa Lukutsova. Según Lukutsova, lo que pasa en Lugansk y Donestk no es solo una situación de emergencia, es algo que “está fuera del entendimiento humano”.
La carga de 2.000 toneladas de ayuda humanitaria rusa destinada a las víctimas del conflicto en el sureste de Ucrania es transportada por 280 camiones. Entre los artículos enviados hay alimentos, unas 400 toneladas de cereales, 100 toneladas de azúcar, 62 toneladas de alimentos para bebés, 54 toneladas de equipo médico y medicamentos, 12.000 sacos de dormir y 69 generadores de energía.

John McCain, el organizador de la «primavera árabe» y el Califa

 

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