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Despedida de Cristian Pérez - Sí a la Paz

Colombia: Falsa Democracia

Colombia: Falsa Democracia
Falsa democracia

RECOMENDADO CAMBIO TOTAL

[Colombia] Falsa democracia II: la democracia burguesa

Hernando Vanegas Toloza, Postales de Estocolmo. En el artículo de ayer abordamos, someramente, la historia de la democracia burguesa ...

Hey loco, No dispares!

Vamos a Cuentiarnos la Paz

LOS RICOS NO VAN A LA GUERRA

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El ”Israel” de Latinoamérica.


Que el Estado colombiano le importa un bledo el sufrimiento de sus conciudadanos es una verdad –axioma- que, desde luego, no necesita demostración.

En la Guerra desatada en 1964 –que ya venía de antes- por el gobernante de turno, Guillermo León Valencia, conservador, por órdenes de los estadounidenses, se comenzó a experimentar el laboratorio de guerra contra-insurgente y hoy Colombia recoge la ”cosecha”.

La Guerra interna, Conflicto Armado, ha arrojado más de 1.000.000 de muertos, innumerables heridos y más de 6,5 millones de desplazados internos, a quienes les robaron más de 7,5 millones de hectáreas civilizadas por el arduo trabajo de los campesinos pobres.

Producto de esa agresión a 48 campesinos con toda una parte del poder militar (16.000 soldados, aviación y armas biológicas (peste negra)), las fuerzas estatales, vale decir, ejecutivo, legislativo, judicial y militar, no pudieron vencer las fuerzas populares y éstas fueron creciendo y desarrollándose, hasta haber obligado a los gobiernos a sentarse en la Mesa de Negociación.

Ejemplo de ello, es la actual Mesa de Conversaciones de La Habana, la cual está ad portas de alcanzar un Acuerdo que sentará las bases para una Paz verdadera, si es que los sectores empotrados en el poder así lo quieren.

Pues bien, las hipertrofiadas fuerzas militares-narcoparamilitares del Estado Colombiano, mal usando el presupuesto nacional y con la dirección gringa y de los gobernantes nativos, se dieron a la tarea no solo de aumentar el pié de fuerza -500.000 militares-, sino también a crecer en ramas como la industria military y la fabricación de su propio arsenal (bombas, menaje, etc).

Hoy, los sátrapas asesinos, quieren incursionar en ser parte activa de los conflictos en el mundo, no sólo enviando soldados a ciertas partes como ”fuerzas de paz”, soldados que solo saben hacer la guerra, sino también vendiéndoles armas a otros países (Emiratos Árabes y Arabia Saudita), con la excusa –como la usada en el conflicto interno- de “combater el terrorismo”.

En realidad, no hay el tal “combate al terrorismo”, sino por el contrario, sabemos que éstos países son unos de los financiadores y apoyadores logísticamente de los verdaderos “terroristas” del Estado Islámico, con la orden de los gobiernos de los gobiernos estadounidenses.

Al involucrarse en una Guerra que no es propia, es de esperar que Colombia y su pueblo pase de sufrir un conflicto armado interno al ataque de las bandas de terroristas del Estado Islámico, las cuales utilizarán las bombas vendidas por el Estado colombiano a través de Indumil.

Se cumpliría así el sueño de la oligarquía –Santos, Uribe, Vargas Lleras- de convertir a Colombia en el “Israel” de Latinoamérica.


Dios nos libre !!! 

Blindaje

ALFREDO MOLANO BRAVO 13 MAYO 2016 - 
En el camino al antiguo campamento de La Caucha, en el páramo de Sumapaz, donde vivían Marulanda, Jacobo y otros comandantes, hay un sitio llamado Tripa de Yeguas, una laja resbaladiza y peligrosa.
Por: Alfredo Molano Bravo
Otro sitio, lejos de allí, donde se da cita el establecimiento a conversar y también a mandar, se llama Mesa de Yeguas. Hay tierra de por medio entre unas y otras yeguas. Hoy parece que esos dos puntos pueden llegar a cruzarse en La Habana. El 13 de mayo, día de la Virgen María y del cumpleaños de Marulanda, la mesa de negociaciones de La Habana da a conocer públicamente el acuerdo que hará posible el blindaje de lo que se firme y ponga fin a la larga y sangrienta guerra que hemos sufrido. Es un acuerdo trascendental porque siendo la negociación de la agenda difícil, más difícil eran –y siguen siendo– las garantías de cumplimiento.
Así como el Gobierno ha trazado gruesas líneas rojas, también la guerrilla ha impuesto las suyas, una de las cuales es el fin del paramilitarismo como condición para hacer posible la dejación de armas. El Gobierno ha mostrado voluntad de controlar ese engendro creado al mando de Lleras Restrepo cuando permitió que el Ejército armara la población civil para combatir a la guerrilla. Santos ha dicho que tiene presas mil unidades de lo que ahora se llama Grupos Armados Organizados (GAO), cuyo nuevo estatus permite al Gobierno bombardear sus campamentos. Un paso avanzado –y valiente, lo reconozco– frente a la complacencia que la fuerza pública había venido mostrando. Pero una cosa es atacarlos y otra desmantelar sus estructuras, y para eso se deberá llegar más adentro: hasta las “manzanas podridas”, que son su resorte vital. Es ahí donde Santos necesitará del total apoyo y la colaboración de EE. UU. porque, al fin y al cabo, es allá donde saben dónde ponen las garzas. Sus poderosos aparatos de inteligencia y contrainteligencia son el instrumento más afilado para meterle la mano de una vez por toda a ese mecanismo que ha hecho imposible todo acuerdo de paz.
La figura de Acuerdo Especial hace posible que lo suscrito en La Habana sea parte del bloque de constitucionalidad y puesto, además, bajo la vigilancia del Consejo Federal Suizo y del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Un gran logro de las partes. Contradice una arraigada tradición de incumplimiento de los gobiernos desde lo acordado con los Comuneros en Zipaquirá a fines del siglo XVIII hasta los firmados con las Dignidades Campesinas hace tres años. El esquema es simple: la gente se organiza y sale a la calle; hay muertos, pero se negocia. Y una vez los manifestantes vuelven a sus casas, se desconoce de hecho lo pactado. Si bien las Farc aceptan la legitimidad del Congreso para tramitar el acuerdo, el Gobierno reconoce su propia debilidad para hacer cumplir los pactos al poner lo que será firmado en La Habana bajo el paraguas del artículo 3 común a los Convenios de Ginebra. La voluntad de las partes es, pues, manifiesta.
El senador Uribe y su guardia pretoriana están furiosos, ardidos y, sobre todo, asustados. La tal resistencia civil que hace recordar la Acción Intrépida de Laureano Gómez que terminó en la defensa a “sangre y fuego” de la policía chulavita puede empujar al país a prolongar la guerra y a condenar a la muerte y al dolor a miles de colombianos con el perverso pero baboso argumento de que el Gobierno pactó con el cartel de la cocaína un golpe de Estado a la democracia. Teme el señor Uribe, con toda razón, que al desaparecer las Farc desaparezcan de la vida política él y sus conmilitones. ¡Que así sea!

El Senador de Novartis

por Daniel Coronell, revista semana. 

Eissenstat, asesor del senador Hatch en el senado de Estados Unidos, les advirtió a los funcionarios que Colombia no tenía derecho a declarar de interés público el tratamiento de los enfermos de cáncer.
 Daniel Coronell. Foto: John Caslon
Hace unos días un miembro del equipo legislativo del senador de Estados Unidos Orrin Hatch amenazó a funcionarios de la Embajada de Colombia con represalias contra el país si el Ministerio de Salud insistía en declarar de interés público una costosa medicina para la leucemia y otros tipos de cáncer llamada Glivec fabricada por la compañía farmacéutica Novartis. El señor Everett Eissenstat, asesor del senador Hatch en el poderoso Comité de Finanzas del Senado de Estados Unidos, le advirtió a los funcionarios que Colombia no tenía derecho a declarar de interés público el tratamiento de los enfermos de cáncer por encima de los intereses de Novartis.
La transnacional farmacéutica ha dado y ha perdido esa misma pelea en la India donde el Glivec pasó de costarle a un enfermo 2.600 dólares al mes a 145. Este ahorro que salva vidas se logró porque el gobierno de ese país tuvo el valor de defender la salud pública y de paso la libre competencia, principio rector del capitalismo.
El miembro del equipo del senador Hatch amenazó con convertir a Colombia en un país bajo “tratamiento especial” y además aseguró que “si el Ministerio de Salud no corrige esta situación, la industria farmacéutica en EEUU y los grupos de interés relacionados podrían llegar a ser muy vocales e interferir con otros intereses que pudiera tener Colombia en EEUU”, tal como lo relata la carta de la Embajada de Colombia al ministro Alejandro Gaviria. (Ver carta)
Lo que no dijo el vocero del senador Orrin Hatch es que su jefe ha recibido el generoso patrocinio del gremio farmacéutico en general y de Novartis, en particular.
El senador Hatch, republicano por Utah ha ocupado su curul por casi 40 años. De acuerdo con información pública disponible la industria farmacéutica y de productos de salud es el segundo donante más importante de las campañas del senador Hatch. (Ver Senador Top 5 industries)
La empresa Novartis tiene en el senador Orrin Hatch uno de los más grandes beneficiarios políticos de sus aportes. Según la base de datos Open Secrets ocupa uno de los primeros lugares entre más de 120 legisladores tanto demócratas como republicanos que han recibido dineros para sus campañas de la transnacional farmacéutica. (Ver Novartis receptores)
Pero ahí no acaba la lista. El Centro por la Integridad Pública reveló generosas donaciones del gremio farmacéutico a aportantes del senador Hatch en Utah. El  grupo “Freedom Path”, una organización teóricamente sin ánimo de lucro que patrocina las campañas políticas del senador Hatch, recibió 750.000 dólares de la Asociación de Investigadores y Productores Farmaceuticos de América. (Ver vínculo
Esa asociación conocida por sus siglas en inglés Phrma tiene entre sus miembros a Novartis. El presidente mundial de Novartis, el señor Joseph Jimenez, es uno de los tres miembros del consejo superior de administración del gremio con funciones de tesorero. (Ver Phrma Board.jpg)
Scott Hatch, el hijo del senador con tantos vínculos con Novartis, es cabildero profesional. En una firma llamada Walker, Martin & Hatch LLC se asoció con Jack Martin, antiguo asistente de su padre en Utah, y H. Laird Walker, otro allegado al senador. La base de datos del senado sobre lobby establece que esa firma ha recibido más de un millón de dólares de Phrma, sin contar lo que han contratado directamente con empresas farmacéuticas como Glaxo. (Pagos a la firma de Lobby)
Esos hechos probados deberían ser suficientes para que el Senador Hatch –y con él, los miembros de su equipo – se declaran impedidos para intervenir en cualquier tema que tuviera que ver con la industria farmacéutica. Sin embargo, nada de eso va a ocurrir. En Estados Unidos las corporaciones y grupos de interés logran bancadas más sólidas que los partidos políticos y hacen sentir su voz en todos los temas.
Además Novartis es un jugador global que ha buscado imponerse por las buenas, por las malas, o por los atajos, en cada rincón del planeta. Por ejemplo, el Departamento de Justicia de Estados Unidos la denunció por sobornar a médicos y farmacias para que receten y vendan sus productos y no los de sus competidores. Novartis llegó a un acuerdo para evitar ir a juicio, reconoció haber concedido estímulos indebidos y pagó 390 millones de dólares como compensación.
La justa batalla del ministro Alejandro Gaviria frente a la voracidad de Novartis debe darla no solamente por el bien de los pacientes de cáncer sino por la soberanía de Colombia.
 

Dossier Álvaro Uribe Vélez

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