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Despedida de Cristian Pérez - Sí a la Paz

Colombia: Falsa Democracia

Colombia: Falsa Democracia
Falsa democracia

RECOMENDADO CAMBIO TOTAL

[Colombia] Falsa democracia II: la democracia burguesa

Hernando Vanegas Toloza, Postales de Estocolmo. En el artículo de ayer abordamos, someramente, la historia de la democracia burguesa ...

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La experiencia política

[Cambio Total Revista].

Algunos ”analistas” –ya sabemos al servicio de quién- están haciendo cuentas alegres sobre el futuro político de las FARC-EP. No aventuran nada sobre el futuro como partido político, ni si la intolerancia endémica de los partidos del Establecimiento y el Estado hará que sean barridos a punta de plomo, balazos, como sucedió con la Unión Patriótica (U.P.), que mostraría una vez más la exclusión de las decisiones de la vida nacional de que es objeto el pueblo.

Se jalan de los pelos tratando de adivinar si las FARC-EP tendrán 13 curules en la Cámara, que si tendrán 10 en el Senado, que si tendrán el rechazo de la población ”ahora que no tienen armas”, o que ahora sí se ”les podrá preguntar todo lo que no se habían atrevido hasta ahora, etc, etc.

Piensan con el deseo y su subjetivo y mezquino pensamiento no parte de la premisa correcta. O sea, que las FARC-EP han sobrevivido más de 50 años luchando hombre a hombre, palmo a palmo, al lado del pueblo. Inmersos en las comunidades –rurales en principio y después también citadinas-, las FARC supieron aplicar el principio de “las masas son la mejor montaña” y les dieron la orientación política a las comunidades que se levantaban –y levantan- por sus más sentidas reivindicaciones en un fructífero diálogo de iguales.

Los campesinos, los indígenas, los estudiantes, las mujeres, todos, siempre supieron que las armas farianas no se apuntaban contra ellos, sino contra el enemigo de clase el cual, ante sus reclamos, siempre le daba al pueblo bala y represión.

También es necesario resaltar que las FARC-EP tienen una amplia experiencia política derivada de sus años de haber ejercido la política –obligadamente-  con las armas en las manos y de haber vivido en la práctica la experiencia de ser un partido politico (sus escuadras funcionan como células de partido) con sus principios de democracia interna, centralismo democrático, crítica y autocrítica e  internacionalismo proletario.

Algunos conceptúan que no saben nada de la mecánica electoral, mas nosotros entendemos que la ”habilidad” electorera –registros fraudulentos de votantes, retención de cédulas de ciudadanía, votos ”cautivos” o que ”pertenecen” al señor X, compra de testigos electorales, alteración fraudulentas de actas de votación, alteración de votaciones en las registradurías, etc- no es más que la máxima mostrada al pueblo por Camilo Torres, ”el que escruta, elige”.

El camino apenas se comienza a transitar y estamos seguros que la necesaria transformación de las FARC-EP en partido politico será una enorme ganancia para el pueblo colombiano en su conjunto y en una fuente de quebraderos de cabeza y enormes preocupaciones para el círculo dominante empotrado en el poder estatal, quienes irán viendo como se cumplen y aplican los postulados de un partido de Nuevo Tipo para bien de nuestro pueblo y como las masas se movilizarán por sus reivindicaciones de todo tipo, largamente aplazadas, como sucedió con el ultimo Paro Agrario, precisamente adelantado para obligar el cumplimiento de los Acuerdos alcanzados en el Paro Agrario hace 2 años más atrás.


Definitivamente, “Caminante no hay camino, se hace camino al andar…”

El DANE y sus numeritos de empleo

No se puede dejar pasar por alto la amañada presentación del director del DANE con las últimas cifras de desempleo, que no son tan favorables como las describió en ingenuos medios de comunicación.

Por: José Roberto Acosta, El Espectador.

Actualmente existen 37’788.000 colombianos en edad de trabajar, mayores de doce años, de los cuales solo 24’136.000 ofrecen su mano de obra, los demás estudian o ya no buscan empleo por diversas razones; de esta oferta laboral, sólo 12’376.000 logran conseguir un trabajo digno y 7’061.000 más tienen un contrato laboral pero en actividades muy por debajo de su nivel educativo y con remuneraciones paupérrimas, mientras que 2’564.000 compatriotas viven del rebusque, sin contrato alguno, ni prestaciones sociales, ni nada. Pero los que más sufren son los 2’135.000 desempleados que, a pesar de pasar muchas hojas de vida y entrevistas, no logran ninguna oportunidad y ni siquiera viven del rebusque.
Sacando la proporción que estos desempleados representan en el total de colombianos que ofrecen su mano de obra al mercado (2’135.000/24’136.000), tenemos el 8,85 % del que tanto se vanagloria el director del DANE diciendo, además, que los mismos conceptos para sólo las 13 principales ciudades arrojan el dato “más favorable” de los últimos 16 años, pero ocultando que el veneno de esta cifra está en el denominador de tan manipulable cociente, el cual se redujo en el último año en 449.000 personas, las cuales, absolutamente frustradas, ya dejaron de ofrecerse en tan deplorable mercado laboral.
Esta disminución en la oferta de mano de obra tiene varias razones como, por ejemplo, ponerlas a estudiar cualquier curso en el Sena, muchos de ellos inútiles por cierto, o porque definitivamente se aburrieron de buscar empleo. La realidad es cruda y terrible: No se generan puestos de trabajo suficientes y los que existen tienden a una menor remuneración.
La creación de puestos de trabajo está estancada, no solo en Colombia sino en el planeta entero; por ello, esconder la realidad no ayuda en absoluto y es más el daño que se hace. No conviene vender ilusiones falsas, pues de los 76.000 nuevos ocupados en el último año, todos son catalogados de subempleo, y el número de desempleados solo se ha reducido en 16.000 personas. Que el engaño no sea política de Estado, por favor.
@jrobertoacosta1; jrobertoacostaopinion@gmail.com

Reconocer la vereda

Los millones de colombianos que viven las ciudades —ya todas tan grandes y contaminadas— han oído la palabra vereda como algún lugar que queda “por allá en el campo”. Para ellos existen el barrio, la calle, la carrera. Son sus puntos de orientación, referencia y pertenencia más cercanos. Es ahí donde uno se cría, crece, juega, quizá se enamora de la niña en el parque.

Por: Alfredo Molano Bravo, El Espectador.

Para los campesinos la vereda es su mundo: ahí viven los abuelos, los vecinos, los amigos; ahí se conoce cada camino, cada atajo, cada quebrada, cada árbol. Hay viejos que saben sobar las coyunturas, curar los dolores de barriga, conocer los tiempos; hay hombres recios que saben mandar y arriar bestias; mujeres que han sido amadas y aman y ayudan a parir a las vecinas. En fin, la historia va dejando su huella en ese mundo, en esos territorios que los vecinos cruzan, donde trabajan, viven, se defienden. Tienen nombres muy bellos: El Encenillo, El Linde, La Sonora, La Media Luna, Dos Aguas, Horizontes. En las zonas de colonización no se habla de veredas sino de trochas: la trocha ganadera, la trocha de los boyacenses, de los santandereanos, de los opitas. En general no hay trochas paisas, pero sí muchas tiendas y fondas.
La vereda es un camino, la trocha también, pero ambas son áreas definidas que recuerdan por dónde se llegó, o dónde pega el viento, o qué se ve. Otras toman el nombre de la hacienda que dominó o domina la vida económica de la región. Para quien nació ahí, sus límites son precisos: de la quebrada, o del caño, al quiebre de aguas; del claro aquel al camino de…
En una vereda hay autoridades respetadas, hay historias conocidas, hay apellidos que dominan y se cruzan. Hay obras que se hacen en común: una carretera, un acueducto, una cooperativa. Una vereda es el gentilicio más simple, el primero, el que no se olvida. Pero una vereda o una trocha es para los municipios, sus cabeceras político-administrativas, un feudo electoral, un por allá de donde vienen a pedir o a donde hay que ir a traer al muerto recién muerto. Los municipios absorben y se sorben las veredas, las suplantan, las usan y las ignoran. Pero la vereda, como el barrio, es, después de la familia, el lazo más simple de unión colectiva, de identidad ciudadana, de poder local. Las juntas de acción ciudadana las representan. A pesar del peso del clientelismo, en esas células funciona una democracia directa, cara a cara. En general la vereda es manejada por el municipio y sus derechos son apropiados y expropiados por la cabecera. Las “partidas” —es decir, la plata que por ley se les debe dar— se contabilizan, pero raramente llegan. Los contratistas de obras veredales son del municipio o del departamento y siempre —invariablemente— de la cuerda del alcalde, y contribuyen con sobreprecios a financiar las campañas electorales.
Es necesario, urgente, que ese poder local sea reconocido como una nueva unidad político-administrativa. O mejor, que se le reconozcan sus derechos de ser fuente del poder para poder hacer en su provecho. Si la familia es, según se dice, la célula de la sociedad; en el campo, la vereda es el tejido y el órgano primo. En un futuro no lejano, la nueva Asamblea Constituyente tendrá que ocuparse del reordenamiento territorial sobre la base no de los intereses electorales del clientelismo histórico, sino de un auténtico poder local, la vereda, la comunidad, la comarca, la región.
Si se quiere institucionalizar la propiedad en Colombia con base en el trabajo, es imperativo reconocer la vereda, en ella se esconde su secreto y su tradición. ¡El asunto que tanta sangre ha costado!

El jefe sicarial de ‘Los Doce Apóstoles’

Por Juan Diego Restrepo E. (*)

Se trata de Jorge Alberto Osorio Rojas, quien desde marzo pasado tiene orden de captura. Su testimonio podría ser clave en el proceso contra Santiago Uribe Vélez.
El grupo paramilitar conocido como ‘Los Doce Apóstoles’ tuvo un jefe de sicarios que coordinaba los asesinatos de aquellas personas señaladas por comerciantes y ganaderos como delincuentes o guerrilleros en buena parte del norte de Antioquia. Se trata de Jorge Alberto Osorio Rojas, alias ‘Rodrigo’ o ‘El mono’, sobre quien pesa una orden de captura desde marzo de este año.
Algunas fuentes que consulté se preguntan por qué no se ha logrado su detención, puesto que muchos saben que se encuentra en el departamento de Quindío, llevando una vida de finquero. Su testimonio podría aclarar el papel que el ganadero Santiago Uribe Vélez tuvo en la conformación y financiación de ese grupo ilegal, razón por la cual fue detenido el 29 de febrero de este año.
Aquellos que conocen esta región de Antioquia, con algunos de los cuales tuve la oportunidad de hablar, me explicaron que Osorio Rojas coordinaba las acciones sicariales en los municipios de San Pedro, Entrerríos, Santa Rosa, Donmatías, San José de la Montaña, Yarumal, Valdivia, Belmira, Labores y San Andrés de Cuerquia. En cada población tenía un pequeño grupo que contaba con armas de corto y largo alcance, radios de comunicación y vehículos, y eran apoyados por la Policía y el Ejército, así como por finqueros y comerciantes. Su tarea fundamental fue proteger a finqueros y comerciantes de las guerrillas de las Farc y el Eln.
Osorio Rojas, oriundo del corregimiento El Cedro, de Yarumal, fue emergiendo poco a poco en el mundo criminal gracias a la experiencia adquirida durante la prestación del servicio militar. Debido a presiones de las guerrillas de las Farc y el Eln contra su familia, se vio obligado a abandonar su familia y se trasladó a Yarumal, donde se conectó de inmediato con el Ejército y comenzó a prestar servicios de informante y guía a las tropas acantonadas en la zona.
“Es un tipo arrogante, de carácter fuerte, que mostró talento para ese tipo de trabajos”, me cuentan. Su temperamento y experiencia militar lo llevaron a generar confianza entre el Ejército, por lo que fue llevado a la finca La Carolina, donde conoció a Santiago Uribe Vélez. Desde ahí comenzó a estructurar un grupo armado ilegal, que se conocería a finales de la década del ochenta como las ‘Autodefensas Lecheras del Norte’ y que luego sería identificado como ‘Los Doce Apóstoles’.
Tras las denuncias de los crímenes que estaba perpetrando esta organización y la captura de varios de sus financiadores en 1994, desmantelando así a ‘Los Doce Apóstoles’, Osorio Rojas no fue involucrado en los procesos judiciales y se refugió en algunas fincas de los Llanos de Cuivá, donde conformó un grupo de vigilancia privada de por lo menos 15 hombres, dotados con fusiles, revólveres y radios de comunicación, para continuar protegiendo a finqueros, entre ellos a las familias Botero y Londoño, productoras de leche y papa, y a Santiago Uribe Vélez.
Cuando irrumpió en Yarumal, a comienzos de 1996, una célula de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (Accu), comandada por Rodrigo Pérez Alzate, alias ‘Julián Bolívar’, Osorio Rojas lo contactó, puso a su disposición el grupo bajo su mando y cesó toda actividad para dejarle esa labor a los paramilitares.
Con la salida prematura de las Accu de la zona a finales de 1997, luego de un ataque de la guerrilla, Osorio Rojas vuelve por sus fueros, reactiva su grupo y comenzó a llevar una vida relativamente tranquila, visible, sin ningún tipo de problema con la justicia, se movía tranquilo entre Llanos de Cuivá y Yarumal, cobraba ‘vacunas’ a los ganaderos e imponía el orden donde se requiriera. Su estructura armada fue disuelta en 2003, una vez se anunciaron los diálogos con las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc).
La tranquilidad Osorio Rojas se alteró en 2007 cuando se expidió una orden de captura en su contra. Para hacerla efectiva se adelantó un allanamiento a una de las fincas donde tenía su base de operaciones, pero no fue posible detenerlo porque supo del operativo momentos antes de su ejecución y se ocultó. Dos días después fue sacado de la región en helicóptero y desde ese momento no ha vuelto a la región. Se cree que vive en Filandia, Quindío.
Su nombre apareció en prensa el 3 de marzo de este año, cuando se anunció la reactivación de la orden de captura dentro del proceso que se le sigue al ganadero Uribe Vélez, detenido cuatro días antes del anuncio de esa medida. La noticia fue escueta: “La Fiscalía General de la Nación reactivó la captura de Jorge Alberto Osorio Rojas, alias ‘Rodrigo‘, sindicado de ser el comandante operativo del bloque paramilitar ‘Los 12 Apóstoles’”.
Para contrastar esta información, hablé con Santiago Uribe Vélez y le pregunté si conocía a Osorio Rojas, me contestó que sobre este tema no me diría nada y que “en su momento hablaría con la justicia”.
“Creemos que él ha tenido protección especial de alguien muy poderoso y por eso no lo detienen”, me dice un conocedor de la región, quien también se pregunta por qué se suspendió durante nueve años la orden de captura en contra de Osorio Rojas.
Lo que esperan algunos ciudadanos afectados por este grupo armado ilegal es que se capture prontamente a este hombre, quien tiene suficiente información para aclarar el papel no solo de Uribe Vélez sino de muchos ganaderos y comerciantes que financiaron un aparato criminal que ensangrentó esta productiva región del norte de Antioquia a comienzos de la década del noventa.
En Twitter: @jdrestrepoe
(*) Periodista, director de VerdadAbierta.com
 

Dossier Álvaro Uribe Vélez

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