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Despedida de Cristian Pérez - Sí a la Paz

Colombia: Falsa Democracia

Colombia: Falsa Democracia
Falsa democracia

RECOMENDADO CAMBIO TOTAL

[Colombia] Falsa democracia II: la democracia burguesa

Hernando Vanegas Toloza, Postales de Estocolmo. En el artículo de ayer abordamos, someramente, la historia de la democracia burguesa ...

Hey loco, No dispares!

Vamos a Cuentiarnos la Paz

LOS RICOS NO VAN A LA GUERRA

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La Constitución del 91

Allende La Paz, Cambio Total.

Se dice que la Constitución del 91 está igual a la Constitución de 1886. O sea, igual de retardataria y que sirve solo para favorecer los intereses de los ricos.

Miremos.

Lo único que tiene para mostrar la mencionada constitución –en minúsculo-, publicitada por sus ”creadores” como un ”tratado de paz”, es que fue un ejercicio del poder excluyente de las oligarquías (financistas, terratenientes, ganaderos, narcos, etc). Metieron a los M-19, tras el asesinato en Abril de 1990 de Carlos Pizarro León-Gómez, y uno que otro sector “minoritario”  para darle un aire, o barniz, de pluralidad y comenzó con el ejercicio “democrático” del sonido de las bombas en el bombardeo de Casa Verde, sede de reuniones del Secretariado de las FARC-EP.

Dejaron por fuera, por el querer del hombrecito de la voz aflautada –que todavía hoy sigue disfrutando las mieles del poder-, a la guerrilla que 25 años después aún continúa batallando por hacer una Asamblea Constituyente que sea realmente un Tratado de Paz, como debe ser toda Constitución, más cuando se da un proceso de paz entre una guerrilla victoriosa, no vencida, y un gobierno que fue obligado a sentarse a la Mesa de Conversaciones a “punta de fusil” y han logrado entre ambos acallar los fusiles y se respira otro aire por cuenta del Cese Bilateral de Fuego, aunque todavía no se ha llegado a la paz.

El “mortinato” Constitución 91 –apenas alcanzó a respirar algunos meses antes de que empezaran las “reformas” retardatarias para cercenar –al estilo de los “Mochacabezas” narco-paramilitares (llevados de la mano por los militares estatales)- lo poquito de positivo que tenía y dando bocanadas fue muriendo por falta de aire. La fementida “democracia” fue llevada a su fin y hoy vemos los partidos oligárquicos que realizan el más excluyente ejercicio del pueblo del ejercicio del poder.

Partidos como los Liberales (Gaviria fue nombrado por el presidente Santos como “jefe de la campaña por el sí a la Paz” cuando en diciembre 1990 le dijo NO a la paz), Conservadores, CD (Uribe Vélez y el primo del “don” Pablo Escobar Gaviria), Alianza Verde (que hizo elegir al nada democrático Enrique Peñaloza Londoño alcalde de Bogotá), Cambio Radical (Vargas Lleras, el “democrático” heredero de la “Casa Lleras”), y un largo y antidemocráticos partiditos que representan algunos a los narcos y narco-paramilitares, aunque muchos elegidos en otros partidos son narco-paramilitares también).

Siguió su curso el más espantoso Terrorismo de Estado al amparo de la “nueva” Constitución. Mas al Terrorismo estatal no le pudieron barnizar la cara. Por mucho que lo intentaron el feo rostro del accionar de las fuerzas militares-narcoparamilitares siempre se asomaba en los campos y barriadas pobres de las ciudades para aplicarles la pena de muerte a los “descontentos”, a los “raros”, a los “diferentes”, a los comunistas.

Ese oscuro panorama politico-económico-social-cultural [Constitución del 91] es el “escenario legal” al cual les tocará llegar a las FARC e intentarán, con el pueblo, “torcerle el pescuezo” al statu quo. Aunque la lucha de las FARC-EP con las armas en la mano era el mismo, el hecho de hacer política en un escenario en que los guerrilleros estarán desarmados ante un Bloque de Poder Dominante que ha recurrido hasta al asesinato selectivo, las masacres y las desapariciones forzosas no nos hace muy optimistas.

Sabemos que toda acción política tiene sus riesgos ante un contrincante sin ningún rescoldo moral. Esa es la apuesta que hacen las FARC-EP por dotar a Colombia de una nueva Constitución, una Nueva Institucionalidad.


Por una Colombia en Paz con Justicia Social hasta la vida misma…

Caso Pretelt: Impunidad

Este miércoles 20 de julio el senador del Centro Democrático José Obdulio Gaviria presentará un concepto crucial para el rumbo de la investigación en contra del magistrado de la Corte Constitucional, Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
Por: Yohir Akerman, El Espectador.

El senador Gaviria, que cumplió el sueño de su primo Pablo Escobar Gaviria de llegar al legislativo gracias a ser una de las personas más cercanas el expresidente Álvaro Uribe Vélez, es el instructor de ese caso frente al Congreso.
Violación del debido proceso.
Esas son las cuatro palabras que usará el senador Gaviria para justificar la solicitud de nulidad de ese caso en contra del magistrado, estableciendo que la indagación que se adelantó en la Cámara de Representantes fue irregular y por lo tanto jamás debió presentarse una acusación en contra del funcionario.
El informe hecho por Gaviria debe ser estudiado por la Comisión de Instrucción y luego llevado a la plenaria para una votación. Esto es inédito en la historia del Congreso, pues ningún caso de la Comisión de Acusaciones ha llegado hasta esta instancia.
Ahora bien, en la Comisión de Instrucción el partido del doctor Gaviria es mayoría, y los congresistas del Centro Democrático desde el inicio de este proceso han demostrado ser aliados del investigado.
Para no dejar dudas, el senador Gaviria repartió a sus compañeros de comisión el pasado 17 de junio un “documento de trabajo” que justifica la posición de violación del debido proceso de manera tan aguerrida que parece escrito por los abogados de Pretelt. (Ver Observaciones al proceso adelantado por la Cámara de Representantes al Juicio Especial adelantado contra el honorable magistrado).
De esta manera el Centro Democrático pedirá la nulidad y con eso el magistrado Pretelt, y sus defensores, conseguirán el suficiente tiempo para que el togado termine su periodo dentro de la Corte Constitucional. Vergonzoso.
Es decir que el partido político del expresidente Uribe, que se rasga las vestiduras gritando en los megáfonos la palabra impunidad para atacar el posible proceso de paz, está haciendo todas las artimañas políticas y jurídicas posibles para asegurarse que eso sea lo que pase en este proceso de millonaria corrupción.
Pero no sorprende.
El senador Uribe fue quien metió al magistrado Pretelt a la Corte Constitucional cuando era presidente de la República y su cercana relación comenzó mucho antes de esa postulación, ya que incluso son vecinos de finca en Córdoba.
Y eso ha pagado bien. En 2001 Pretelt fue el candidato de Uribe en una lista del Consejo de la Judicatura y poco después, en 2003, Pretelt pagó ese favor cuando publicó un libro llamado Por qué sí votar el referendo, mientras se debatía el referendo constitucional que había prometido Uribe en su campaña. Unas por otras.
Posteriormente, en julio de 2005, el presidente Uribe volvió a ternar a Pretelt ahora para fiscal. Pretelt era la carta personal del presidente y eso se demostró cuando Uribe tuvo que cambiar la terna a última hora y el único que quedó en la lista siguiente fue su compadre de Montería.
Finalmente, en 2006, el presidente Uribe lo volvió a hacer sonar ahora para la Registraduría, pero fue en 2009 cuando le pudo asegurar su puesto en la Corte Constitucional, gracias al apoyo de sus mayorías en el Congreso.
El miércoles, distintas mayorías, pero también uribistas, van a pedir la nulidad del caso del magistrado en la Comisión de Instrucción del Senado, demostrando que, en realidad, Pretelt nunca fue su investigado, sino que siempre ha sido su protegido.
@yohirakerman
akermancolumnista@gmail.com

Al final

Después de una guerra de 50 años, es tarde para los tribunales.
Por: William Ospina, El Espectador.

Si hubo una guerra, todos delinquieron, todos cometieron crímenes, todos profanaron la condición humana, todos se envilecieron. Y la sombra de esa profanación y de esa vileza cae sobre la sociedad entera, por acción, por omisión, por haber visto, por haber callado, por haber cerrado los oídos, por haber cerrado los ojos.
Si para poder perdonar tienen que hacer la lista de los crímenes, hagan la lista de los crímenes. Pero esas listas sólo sirven si son completas, y quién sabe qué ángel podrá lograr el listado exhaustivo.
Ya comete un error el que trata de convertir en héroes a unos y en villanos a los otros. Lo que hace que una guerra sea una guerra es que ha pasado del nivel del crimen al de una inmensa tragedia colectiva, y en ella puede haber héroes en todos los bandos, canallas en todos los bandos, en todos los bandos cosas que no merecen perdón.
Y ahí sí estoy con Cristo: hasta las cosas más imperdonables tienen que ser perdonadas, a cambio de que la guerra de verdad se termine, y no sólo en los campos, los barrios y las cárceles, sino en las noticias, en los hogares y en los corazones.
Pero qué difícil es pasar la página de una guerra: la ciudadanía mira en una dirección, y ve crímenes, mira en sentido contrario, y ve crímenes.
Es verdad. La guerra ha durado 50 años: de asaltos, de emboscadas, de bombardeos, de extorsiones, de secuestros, de destierros, de tomas de pueblos, de tomas de cuarteles, de operaciones de tierra arrasada, de tomas de rehenes, de masacres, de estrategias de terror, de cárceles, de ejecuciones, de torturas, de asesinatos voluntarios, de asesinatos involuntarios, de minas, de orfandades, de infancias malogradas, de bajas colaterales, de balas perdidas. Medio siglo de crímenes a los que nos toca llamar la guerra.
Pero cuando las guerras no terminan con el triunfo de un bando y la derrota de otro, cuando las guerras terminan por un acuerdo de buena voluntad de las partes, no se puede pretender montar un tribunal que administre justicia sobre la interminable lista de horrores y de crímenes que, hilo tras hilo, tejieron la historia.
Lo que hay que hacer con las guerras es pasar la página, y eso no significa olvidar, sino todo lo contrario: elaborar el recuerdo, reconciliarse con la memoria. Como en el hermoso poema “Después de la guerra”, de Robert Graves, cuando uno sabe que la guerra ha terminado, ya puede mostrar con honor las cicatrices. Y hasta abrazar al adversario.
Y todos debemos pedir reparación.
Hay una teoría de las víctimas, pero en una guerra de 50 años ¿habrá quién no haya sido víctima? Basta profundizar un poco en sus vidas, y lo más probable es que hasta los victimarios lo hayan sido, como en esas historias de la violencia de los años 50, donde bastaba retroceder hasta la infancia de los monstruos para encontrar unos niños espantados.
También eso son las guerras largas: cadenas y cadenas de ofendidos. Por eso es preciso hablar del principal victimario: no los guerrilleros, ni los paramilitares, ni los soldados, colombianos todos, muchachos de la misma edad y los mismos orígenes, hijos de la misma desdicha y víctimas del mismo enemigo.
Un orden inicuo, de injusticia, de menosprecio, de arrogancia, que aquí no sólo acaba con las gentes: ha matado los bosques, los ríos, la fauna silvestre, la inocencia, los manantiales.
Un orden absurdo, excluyente, mezquino, que hemos tolerado entre todos, y del que todos somos responsables. Aunque hay que añadir lo que se sabe: que todos somos iguales, pero hay unos más iguales que otros.
Enumeren los crímenes, pero eso no pondrá fin al conflicto. La guerra, más que un crimen, es una gran tragedia. Y más importante y urgente que castigar sus atrocidades es corregir sus causas, unas causas tan hondas que ya las señaló Gaitán hace 80 años.
Por eso se equivoca el procurador pidiendo castigo sólo para unos, y se equivocan los elocuentes vengadores, señalando sólo un culpable, y se equivoca el expresidente que sólo señala las malas acciones de los otros, y se equivoca el presidente, que habla como si, precisamente él, fuera el único inocente.
Señores: aquí hubo una guerra. Y aún no ha terminado.
Y no la resolverán las denuncias, ni los tribunales, ni las cárceles, sino la corrección de este orden inicuo, donde ya se sabe quién nació para ser mendigo y quién para ser presidente.
Si, como tantos creemos, es la falta de democracia lo que ha producido esta guerra, sólo la democracia puede ponerle fin.
Al final de las guerras, cuando estas se resuelven por el diálogo, hay un momento en que se alza el coro de los vengadores que rechaza el perdón, que reclama justicia.
Pero los dioses de la justicia tenían que estar al comienzo para impedir la guerra. Cuando aparecen al final, solo llegan para impedir la paz.

“Cuando el crimen es campeón”

Según el Centro de Memoria Histórica, en el período de gobierno de Álvaro Uribe Vélez (2002-2010) hubo 26 grandes masacres, casi todas de más de diez muertos.
Por: Alfredo Molano Bravo, El Espectador.

Nueve perpetradas por grupos paramilitares; nueve, por la guerrilla; cuatro, por grupos no identificados; dos, por agentes del Estado, y dos por desmovilizados. Aquí sólo registraremos las más grandes y sangrientas del período.
El 31 de agosto del 2002 en Tomarrazón, La Guajira, el Bloque Norte de los paramilitares asesinó 19 campesinos uno a uno, bombardeó con roquetes 15 ranchos. La mayoría de las víctimas pertenecía a la etnia indígena wiwa, cuyos integrantes son conocidos como arsarios. Seis de los muertos eran menores de edad y dos ancianos superaban los 70 años. El 18 de abril del 2004, en Bahía Portete, La Guajira, pocos días después de instalada la mesa de negociación de Santafé de Ralito, el bloque wayuu de las Auc asesinó 30 personas. El 20 de mayo del 2004 en Arauca el Bloque Vencedores de Arauca de los paramilitares, en negociación con el Gobierno, asesinó 21 personas con la tolerancia o el apoyo de tropas de las Brigadas 18 y Móvil. “Son pueblos guerrilleros…”, declaró el general Gustavo Matamoros. El 15 de junio del 2004 en La Gabarra, guerrilleros de las Farc-ep habrían dado muerte a 34 campesinos en la finca La Duquesa que “pertenecían al parecer a un grupo paramilitar de extrema derecha”, declaró Manuel Alberto Luna, secretario de Gobierno de Norte de Santander. El 30 de junio del 2004, en Llorente, Nariño, paramilitares del Bloque Libertadores del Sur asesinaron 20 personas. Según lo documentó el centro de investigación Cinep, los miembros de la fuerza pública que se encontraban en la zona no reaccionaron ante los hechos. Antes de ser asesinadas, las víctimas fueron torturadas por los paramilitares y sus cadáveres no se pudieron identificar. El 11 de noviembre del 2004, en la vereda El Afilador, Puerto Asís, Putumayo, los paramilitares reunieron a la población, escogieron 15 personas a quienes amarraron y torturaron para después colgarlas de los pies y asesinarlas con machetes, motosierras y armas de fuego, frente al resto de los habitantes. El 18 de abril del 2005, el Bloque Pacífico de las Auc torturó y ejecutó a 12 jóvenes en el barrio Punta del Este y sus cuerpos fueron hallados flotando en el mar, en el barrio El Triunfo. Sus cuerpos estaban maniatados, con señales de tortura, con los ojos arrancados de sus cuencas y con tiros de gracia en su cráneo. El lugar donde aparecieron los cuerpos ha sido establecido por los paramilitares de las Auc como centro de tortura y ejecución permanente. Según el Proceso de Comunidades Negras, 12 jóvenes fueron asesinados y otros 12 desaparecidos. El 15 de abril de 2006 en San Juan de Arama, Meta, tropas del Ejército Nacional adscritas a la Brigada Móvil No. 12 ejecutaron a diez campesinos e hirieron a cuatro más, entre los que se cuentan niños. Según testimonios, el operativo se desarrolló contra civiles inermes, sobre seguro y a mansalva. El 18 de junio del 2007, guerrilleros de las Farc asesinaron a 11 de los 12 diputados de la Asamblea del Valle del Cauca que mantenían en cautiverio desde el 2002 luego de atacar a sus víctimas cuando confundieron a otro frente guerrillero con una operación militar de rescate por parte del Estado. El 13 de diciembre del 2008, en Iraca, Meta, un grupo armado no identificado asesinó a 14 jóvenes de entre 15 y 25 años de edad en la vía que conduce hacia Llano grande, donde funciona una despulpadora de Palma. El 4 de febrero del 2009 en Barbacoas, Nariño, guerrilleros de la Columna Móvil Antonio José de Sucre de las Farc-ep asesinaron a 13 indígenas de la etnia Awá. La insurgencia reconoce la responsabilidad de ocho. En el comunicado citado, la Columna señala que los indígenas eran informantes del Ejército Colombiano. El 26 de agosto del 2009, en el resguardo de San Andrés, Nariño, tropas del Ejército Nacional pagaron para que miembros de la banda proparamilitar Los Cucarachos asesinaran a la indígena Tulia García, única testigo sobreviviente de los hechos ocurridos el día 23 de mayo del 2009. Posteriormente los integrantes de este grupo fueron asesinados por paramilitares al servicio del Ejército Nacional. Después, en el resguardo indígena Awá Gran Rosario, un grupo no identificado asesinó a 12 indígenas. El 28 de marzo del 2010 en Policarpa, Nariño, un grupo desmovilizado de los paramilitares desmembró los cuerpos de al menos diez campesinos, cuyos restos humanos fueron esparcidos por diferentes parajes de la región; la sevicia del acto contó con acciones de decapitación, mutilación de extremidades, extracción de intestinos que eran puestos en las manos de las víctimas.

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