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Despedida de Cristian Pérez - Sí a la Paz

Colombia: Falsa Democracia

Colombia: Falsa Democracia
Falsa democracia

RECOMENDADO CAMBIO TOTAL

[Colombia] Falsa democracia II: la democracia burguesa

Hernando Vanegas Toloza, Postales de Estocolmo. En el artículo de ayer abordamos, someramente, la historia de la democracia burguesa ...

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La implementación de los Acuerdos de La Habana

Cambio Total. Twitter. Facebook.

No habíamos querido meternos en estos asuntos, pero parece que llegó la hora. Los Acuerdos que firmaron el presidente JM Santos y el comandante en Jefe de las FARC-EP, Timoléon Jiménez, y la Mesa en pleno, contemplan que tendrán una fase de Implementación, o sea, de llevarlos a la práctica.

Ésta fase es extremadamente sensible, delicada y compleja. Determinará la subsiguiente confianza en el Proceso de Paz. Por ello, la cuestión debería ser desarrollada con toda la pulcritud, honestidad y sin los apuros a que se vé sometido un gobierno constantemente.

No es solamente el problema de la financiación de la Paz. Si no también la  concreción de los Acuerdos. A la élite -el Bloque de Poder Dominante- que ha practicado desde el Estado el asesinato de la verdadera oposición popular –les da por llamarla ”izquierda”- la forma de hacer política, le corresponde al Estado –y es un compromiso- no solo proteger la vida de los guerrilleros re-incorporados a la vida civil, sino desmontar todas las doctrinas y políticas que le dan sustento a tan criminales prácticas: Terrorismo de Estado de la Doctrina de Seguridad Nacional (DSN), Doctrina del Conflicto de Baja Intensidad y Documentos Santa Fé.

Llama la atención en el berenjenal que se metió el mismo Santos con el Plebiscito a pesar de que las FARC-EP desde el 8 de febrero de 2016, en carta enviada al presidente, alertaba sobre la peligrosidad de tal mecanismo de refrendación popular, y lo hizo leyendo acertadamente la conformación de las fuerzas electorales y la dinámica tradicional de las votaciones en las elecciones.

En dicha misiva las FARC-EP manifestaban: ”Concretamente queremos referirnos a los alcances negativos que para el Acuerdo General y su espíritu y para el tránsito hacia la paz, tiene el llamado “plebiscito para la refrendación”, recientemente aprobado por el Congreso de la República. Creemos que éste, no es ni la vía política ni el instrumento jurídico-constitucional adecuado para lograr la “refrendación del acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera” (texto tomado para su cita del Proyecto conciliado por las cámaras).


Por ello, no puede el  presidente Santos si no aceptar su falta de cálculo político y no salir con excusas insulsas, como que “el pueblo” votó el No al Plebiscito. Cuál votó? Apenas el 0,5% que depositó su voto por el No. Y el 0,4% que votaron por el Sí? Y el 63% de abstención, en dónde quedan?

Pues los errores políticos se pagan y se pagan caro, y por ello tendrá el presidente que, mediante una decisión presidencial, llamar a la Unidad de toda la Nación, colocar la Paz como bien inalienable, no sujeto a los vaivenes politiqueros, sino sujeto solamente a la soberanía popular que ya se está manifestando en las calles con las masivas manifestaciones de éstos días.

Debería el presidente continuar con la implementación del Acuerdo Final, pero ya. No esperar al 31 de octubre para comenzar a tomar las medidas necesarias, sino, desde Ya porque lo que está en juego no son unos “retoques” al Acuerdo Final, sino todo el Acuerdo Final para una Paz duradera y estable.

Lo anterior ha sido reafirmado por Uribe Vélez cuando comienza a esgrimir sus “inamovibles” que no son más que torpedos lanzados contra el Proceso de Paz de La Habana, en la vana esperanza de ser él el creador de una supuesta Paz, que es como el sol escandinavo en otoño e invierno, brilla pero no calienta.

Es decir, un Proceso de Paz que sería una copia del Proceso Narco-paramilitar de Santa Fé de Ralito. Y ya sabemos todos en qué terminó tal engendro: extradición de los capos de las AUC cuando se aprestaban a contr toda la verdad incluyendo desde el presidente hasta toda la clase politiquera y a los empresarios que apoyaron su estructura criminal, impunidad casi total porque de 31.000 miembros de la AUC supuestamente ”desmovilizados” apenas 4.000 se acogieron a la Ley  Justicia y Paz y  de éstos, a pesar de haber confesado impúdicamente horrendos crímenes, apenas han sido condenado 52 miembros de las AUC. O sea, total Impunidad.

El pueblo colombiano merece vivir en paz, con justicia social, y ello pasa por Implementar la Paz firmada entre el presidente Santos y las FARC-EP, dándole cabal cumplimiento a la palabra empeñada.


/alp

La mujer, por primera vez reivindicada en un proceso de Paz (Acuerdo Final)

Allende La Paz, Revista Cambio Total. Twitter. Facebook.

Si de algo ha servido el Acuerdo Final es para mostrar la clase de país que han estructructurado las élites en el poder. Una sociedad mojigata, que posa de avanzada, pero que en el fondo no es más que apariencia, que se escandaliza con temas como educación sexual para los niños, el aborto, las relaciones sexuales no solo heterosexuales sino también las homosexuales (LGTBI), el papel de la mujer en la sociedad actual, etc.

De entre todas las aberrancias que carga la sociedad colombiana sobresale las aberraciones en que quieren todavía –todavía en pleno siglo 21!- mantener a la mujer sometida, mantenerla como un apéndice del hombre que solo sirve para satisfacer al “macho” lefebrista o al “macho cow boy”.

En el libro ”Plan Colombia y Conflicto Interno Colombiano” mostrábamos el papel de la mujer en el conflicto interno y como era –y es- ella la que carga con todos los sufrimientos derivada de una guerra fratricida, recetada desde los centros de poder de Bogotá y Washington.


So pretexto del Conflicto Interno a la mujer la maltratan, la golpean, la violan, la someten a los peores vejámenes, enmarcada en una Colombia profundamente patriarcal, machista, y la tropa oficial (militares y narco-paramilitares) se creen con derecho –por ser ellos los “machos” que pelean contra la guerrilla- a cometer con toda clase de tropelías contra todas las poblaciones consideradas enemigos internos –“secarle el agua al pez”-, especialmente contra las mujeres que al soportar todos los vejámenes quedan “marcadas” –como el ganado- por el “macho vaquero” que tiene y usa dos armas, su fusil y su pene, sin considerer que al degradar a cualquier mujer con ellas degradan a sus madres, hermanas, esposas o concubinas, o sea, a todas las mujeres de su entorno familiar.

Los “cow boys” violan muchachitas menores de edad y ellos son asesores estadounidenses (caso violación en Melgar -Tolima), nativos con aberraciones sexuales (enfermos sexuales) y hasta oficialidad que acosa y viola a sus mismas compañeras de carrera policial o militar (cuántas de las mujeres en los aparatos represivos no han sido víctimas de esas aberraciones?) y en algunos casos asesinan a las mujeres víctimas sin importar si son menores de edad (caso Arauca).

Ni qué decir de los medios de comunicación que con sus publicaciones tendenciosas sobre temas como el aborto, pretendían demonizar a las FARC-EP porque la organización insurgente tenía como norma –producto de las condiciones de guerra que vivían- que quería impedir la concepción con la planificación o en ciertos casos ordenar el aborto, aunque en otros casos el embarazo seguía su curso normal y hoy la mujer muestra orgullosa su producto, su hijo.


Las FARC-EP desde su 8a Conferencia Nacional definió que la mujer “es libre” y combatió el machismo que lógicamente predominaba en sus filas ya que los guerrilleros en su mayoría reproducían el modelo en qué habían vivido hasta llegar a las filas guerrilleras.

En ese orden de ideas, creemos que la cuestión de género es de suma importancia no solo para los guerrilleros, sino para el conjunto de la  sociedad. La comandante de las FARC-EP, Victoria Sandino, lo dice en una entrevista a la Revista Semana:

Por primera vez, se reconoce en un proceso de paz los derechos de las mujeres y de la población LGBTI. Y resulta que no entendemos cómo la gente se puede oponer a eso basándose en mentiras. (…) En absoluto estaríamos dispuestos a excluir el enfoque de género de los acuerdos. Mal haríamos en sacar del acuerdo un asunto que vela por los derechos de las mujeres, de la población LGBTI, ¡si es que si somos más de la mitad de la población!


(…) (excluirlo del Acuerdo Final) sería renunciar a nuestro anhelo por las reivindicaciones de las mujeres, el respeto a los derechos de la comunidad LGBTI. Esto es un avance. No es nuestro anhelo y aspiración permitir que se retroceda. Tenemos la disposición de hablar, aclarar, incluir notas aclaratorias frente al enfoque que se plantea, pero eso es distinto a que tengamos que ceder o permitir que se quite de los acuerdos el enfoque de género. De lo contrario, estaríamos retrocediendo y eso sería tremendo”.

Los derechos de las víctimas en el contexto del proceso de paz

Por: Marco Romero,
profesor, Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales Universidad Nacional de Colombia. Sep. 17 de 2016

El proceso de paz entre el Gobierno y las FARC fue el primero en Colombia que reconoció los derechos de las víctimas desde un principio de universalidad, lo cual significa esclarecer la responsabilidad de todos los que participaron de manera directa o indirecta en crímenes graves.

El aporte más evidente de todo proceso de paz es frenar la cadena de hostilidades. Esa fue una de las exigencias de las delegaciones de víctimas que concurrieron ante la mesa de diálogo: “Que no se levanten sin acordar la paz y que no ocurra a otros lo que nos ha ocurrido”. 
La terminación de un conflicto armado por esa vía conlleva a la ponderación de las necesidades de reconciliación basadas en el derecho a la paz y la garantía de los derechos de las víctimas.
Estos derechos dependen del tipo de solución que se da a las guerras civiles, pues cuando triunfa una de las partes, esta impone a los vencidos su visión de justicia y sociedad. Pero cuando son resueltos a través de negociaciones de paz, no se reconocen vencedores ni vencidos y se pacta la transición al nuevo orden.
En ese sentido, las transiciones pactadas resultan superiores en términos de democracia porque evitan el autoritarismo, permiten mayores oportunidades de inclusión en el sistema político y ofrecen mejores posibilidades para el reconocimiento de los derechos de todas las víctimas; siempre que el compromiso no incluya una transición amnésica.
Mecanismos judiciales y extrajudiciales
El acuerdo de La Habana incorpora dos conjuntos de medidas. El primer conjunto de acuerdos establece un Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición, compuesto por mecanismos judiciales con funciones de investigación y sanción (Jurisdicción Especial para la Paz); también, mecanismos extrajudiciales complementarios como la Comisión de la Verdad, que deben contribuir a establecer las responsabilidades, la búsqueda de personas desaparecidas y la reparación de los daños.
Por primera vez en Colombia, el sistema adopta el principio de “universalidad”, esto es el reconocimiento de la responsabilidad de todos los que participaron de manera directa o indirecta en el conflicto, involucrados en graves violaciones de los derechos humanos e infracciones al Derecho Internacional Humanitario.
Según el historiador Mario Aguilera Peña, en Colombia se han concedido más de 180 procesos de amnistía e indulto, sin mayor consideración por los derechos de las víctimas, para resolver las guerras civiles entre liberales y conservadores, y en los años 90, entre el Estado y grupos insurgentes.
En el proceso de diálogo del expresidente Álvaro Uribe Vélez con los grupos paramilitares se acordó un modelo unilateral basado en la determinación de responsabilidad de estos grupos, pero dejando por fuera a los responsables indirectos y agentes de Estado. En su momento, la Ley 975 del 2005 incorporó los derechos de las víctimas y dejó atrás la propuesta gubernamental de “alternatividad penal” basada en la impunidad.
No obstante, los opositores del actual proceso hablan de impunidad, pero en el fondo rechazan el criterio de “universalidad” porque prefieren un sistema selectivo, que excluya a empresarios, agentes de fuerza pública, expresidentes y líderes políticos.
El segundo principio da prioridad a la justicia restaurativa y la reparación sin descartar sanciones retributivas, para lo cual se adopta un sistema de condicionalidad y de incentivos, que otorga penas especiales a quienes aporten a la verdad y la reparación. La principal ventaja de este concepto de justicia es que permite esclarecer los crímenes sistemáticos y, con ello, contribuir a la verdad, uno de los reclamos básicos de las víctimas.
Al respecto, la oposición sostiene que el nuevo sistema erosiona las instituciones y garantías de la justicia ordinaria nacional e internacional. Además, deberían considerar que esta seguirá actuando frente a quienes no concurran al sistema especial.
Asimismo, se debe reconocer que históricamente la justicia ha sido un bien escaso para las víctimas, pues la impunidad registra índices aberrantes superiores al 95 % frente a delitos graves, como la desaparición forzada, el desplazamiento forzado, la violencia sexual contra las mujeres o el asesinato de líderes sindicales. Irónicamente, el país está ante la probabilidad de que las víctimas tengan más justicia con el sistema especial que con décadas de “justicia” ordinaria.
Finalmente, el modelo ofrece seguridad jurídica a quienes decidan acogerse al sistema especial de justicia, como elemento de transición a la paz, pero en función de asegurar los derechos a la verdad y la reparación de las víctimas.
Atención y reparación de víctimas
El Acuerdo Final también prevé importantes medidas para garantizar los derechos de las víctimas y el tránsito a la vigencia de sus derechos ciudadanos. De esta manera, se convino:
1) Planes de retorno para las víctimas en el exterior y los desplazados internos, basados en principios de dignidad, seguridad, voluntariedad y sostenibilidad. Es previsible un alto índice de retornos, dados los incentivos de la paz territorial, lo cual demanda soluciones duraderas rurales y urbanas y concertación de medidas de regularización migratoria para los refugiados que no quieran regresar.
2) Además de la restitución de tierras, las víctimas de desplazamiento que decidan retornar y tengan vocación productiva tendrán acceso preferencial al fondo de tierras, al programa de formalización y a los sistemas de subsidio, asunto decisivo si se considera que muchos desplazados carecen de propiedad formal o real de tierras.
3) Las víctimas tendrán prioridad en las circunscripciones electorales de carácter transitorio en 16 territorios afectados por la violencia.
4) Los programas de la paz territorial tendrán en cuenta los índices de victimización, a fin de favorecer las poblaciones y territorios más afectados.
5) Fortalecer los planes de reparación colectiva a partidos y movimientos sociales, pueblos étnicos, organizaciones sociales, iniciativas de mujeres, gremios económicos y demás colectivos afectados por el conflicto, a fin de reparar daños, reconstruir sus capacidades y su lugar en el sistema democrático.
6) Un proceso participativo de reforma de la institucionalidad y la normatividad vigente para la atención y reparación de las víctimas para adecuarla a las necesidades, la temporalidad y las oportunidades que ofrece el proceso de paz.
7) Reconocer los derechos especiales de las mujeres víctimas, los jóvenes y niños, los grupos LGBTI, los pueblos indígenas y afrodescendientes, etc., para reparar los daños con medidas diferenciadas.
Estas reformas deben asegurar la implementación de los acuerdos sin menoscabar los derechos ya adquiridos por las víctimas, además, demanda una voluntad política que asegure el funcionamiento eficaz de las nuevas instituciones, superar el desfinanciamiento de la Ley de Víctimas advertido por la Contraloría General de la República y resolver el déficit de soluciones duraderas documentado por el auto 373 de 2016 de la Corte Constitucional.


Edición:
 

Dossier Álvaro Uribe Vélez

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