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Despedida de Cristian Pérez - Sí a la Paz

Colombia: Falsa Democracia

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Falsa democracia

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[Colombia] Falsa democracia II: la democracia burguesa

Hernando Vanegas Toloza, Postales de Estocolmo. En el artículo de ayer abordamos, someramente, la historia de la democracia burguesa ...

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La Tierra en el año 2052

Por Evan Romero-Castillo, Cubadebate


¿En qué estado estará nuestro planeta en cuarenta años? Los expertos del Club de Roma acaban de publicar un informe que le da a la sobrepoblación y al cambio climático un aura aún más amenazante que la que ya tienen.
A estas alturas, cualquiera puede vaticinar que la segunda mitad del siglo XXI estará marcada por sequías más pronunciadas, inundaciones más frecuentes, condiciones meteorológicas más extremas y difíciles de predecir. Después de todo, muy pocas actividades humanas descritas como catalizadoras del calentamiento global han sido modificadas; ni los países industrializados ni aquellos en vías de estarlo se han
comprometido a sacrificar su crecimiento económico y a reformar sus sistemas de producción para frenar el deterioro del ecosistema.
Pero cuando es el Club de Roma el que hace esas predicciones, como lo hizo ahora al presentar su informe 2052: pronóstico global para los próximos cuarenta años en la ciudad neerlandesa de Róterdam, todos prestan oídos. Fundada en 1968, esta organización formada por alrededor de cien expertos de treinta países, activos en los ámbitos de la ciencia, la cultura, la economía y la política, ya atizó intensos debates en 1972, cuando salió a la luz su reporte sobre Los límites del crecimiento.
Entonces, los especialistas liderados por la biofísica Donella Meadows, advirtieron que si no se ralentizaban los procesos de industrialización, la contaminación ambiental, el crecimiento demográfico, la producción de alimentos y la explotación de las materias primas, la capacidad de crecimiento en el planeta se agotaría por completo en el siglo XXI. En el informe presentado ahora, su autor principal, el economista Jorgen Randers, pareciera anunciar que es demasiado tarde para echar marcha atrás.
LOS LÍMITES DEL CRECIMIENTO
“La humanidad ha agotado los recursos que la Tierra le ha ofrecido y, antes del año 2052, seremos testigos de grandes colapsos en algunos puntos del planeta”, dijo Randers al dar a conocer el informe del Club de Roma. “Cada año generamos dos veces más emisiones contaminantes que las que los bosques y los mares pueden absorber”, agregó el investigador de tendencias futuras para luego ilustrar escenarios que parecen sacados de películas de ciencia ficción: “El nivel del mar subirá medio metro y el hielo del Ártico se derretirá en verano”.
En 2030, las emisiones de gases contaminantes habrán alcanzado su punto más alto y será muy tarde para evitar que la temperatura global supere la marca de los dos grados, el límite descrito como “aceptable” por quienes promueven la firma de un acuerdo internacional que sustituya al Protocolo de Kioto. Randers, quien siendo un veinteañero participó en la elaboración de Los límites del crecimiento, no titubeó al atribuir los daños infligidos a la naturaleza y sus efectos a ciertos dogmas económicos, como el empeño en crecer sin pausa.
El informe 2052 incluye treinta y cinco capítulos en los que se augura que, de aquí a esa fecha, el Producto Interno Bruto global sólo será 2,2 por ciento mayor que el de hoy porque tanto los índices demográficos como los de productividad tenderán a bajar: la población mundial alcanzará las 8.100 millones de personas hacia 2040, para luego comenzar a decrecer. En 2052 habrá menos pobreza y desigualdades socioeconómicas en los países en vías de industrialización y más en los ya industrializados, asegura uno de los autores del informe.
RECALCULANDO EL PIB
El gerente de inversiones argentino Carlos Joly responsabilizó al “triunfo del capitalismo financiero” por la futura caída de Occidente y el economista malayo Chandran Nair, a su “fe casi religiosa en el libre mercado”. El texto del Club de Roma señala que en el cálculo del Producto Interno Bruto se ha omitido el valor patrimonial de las aguas, la fertilidad de los suelos y la estabilidad del clima, entre otros factores.
En resumen: la estimación de las ganancias debe cambiarse. El austríaco Karl Wagner va más lejos y pronostica una revolución hacia el año 2020. Los más jóvenes no soportarán la idea de pagar por los pecados ambientales de las generaciones que los precedieron, dice Wagner, comparando el levantamiento del futuro con el que tuvo lugar en 1848 contra el sistema feudal. Según este miembro del Club de Roma, la revolución consistirá en la transformación de la cultura del consumo y allanará el camino para una economía sustentable. Por su parte, Randers no cree que la humanidad esté a tiempo de cambiar sus maneras y evitar que los escenarios más ominosos se vuelvan realidad.
A sus ojos, la lentitud con que se toman las decisiones en las democracias sería un obstáculo adicional. Y, sin embargo, la declaración con que el noruego cerró la presentación del reporte 2052 demuestra que él no ha perdido del todo la esperanza: “Por favor, ayuden a que mis pronósticos no se cumplan”, pidió Randers. Se dice que el informe del Club de Roma de 1972 fue el germen de la ecología política, el ecofeminismo y el ambientalismo. Está por verse qué reacciones despierta la publicación de “2052″.
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Doña Lía, la mamá de Piedad Córdoba

Doña Lía, la mamá de Piedad Córdoba
Por: Kien&Ke (Enviado por Libertadlos5.estocolmo)
Texto de Pacho Escobar.
 
El día en que Lía Esneda Ruiz se casó con un negro chocoano, sus padres advirtieron hasta dónde podía llegar su hija. La joven, de ojos azules y piel blanca como la porcelana, contaba 17 años. Su prometido, 8 años mayor, se llamaba Zalubón Córdoba y era director de la escuela de Puerto Valdivia (Antioquia). A Lía la cautivaron las finas maneras de expresarse de aquel hombre con quien solía compartir libros que la había enamorado con astucia y elegancia. Zalubón, por su parte, quedó flechado con los ojos claros y el pelo rubio de Lía. Estaba dispuesto a lograr algo que parecía imposible: robarle el amor a la hija de aquella familia paisa que había jurado nunca dejar entrar un negro a casa.
Mientras más se oponían a su noviazgo, a la jovencita más le gustaba ese hombre nacido en Negua, un humilde caserío a orillas del río Atrato. Hasta el sacerdote de Puerto Valdivia le aconsejaba tener cuidado y no dejarse enredar de Zalubón.
Fueron ocho meses de noviazgo. Se casaron por la iglesia, como debía de ser, en la parroquia La Sagraría de Medellín. Los padres de la novia la acompañaron a regañadientes y les dieron su bendición. Zalubón logró ganarse el respeto de la familia de Lía, pero nunca el aprecio verdadero. Pronto llegó el primer hijo, a quién bautizaron con el nombre del padre. Pero el bebé murió a los cuatro meses de nacido. La segunda fue Piedad Esneda Córdoba Ruíz, nacida en el barrio Manrique Oriental. Ocho hijos más completaron la familia, que durante más de 30 años vivió en el sector de La Floresta.
Cuentan que una tarde, mientras Lía paseaba por el parque de La Floresta llevando a Piedad de la mano, una vecina se les acercó con la intención de hacer amistad y preguntó:
—¿Y esta morenita de quién es hija, se la cambiaron?
—Mis hijos pueden ser verdes si se quiere, pero los respetás porque son iguales que tus hijos y hasta mejor criados —respondió Lía con furia. Aquella tarde todo el vecindario conoció su carácter. Era una mujer amigable que se convertía en una fiera cuando alguien hacía comentarios racistas.
Doña Lía, la mamá de Piedad Córdoba
Lía dedicó su vida a la docencia y la crianza de diez hijos. Hoy sigue siendo el bastión de la familia.
 
Piedad recuerda un día en que salió a jugar y regresó llorando a casa para decirle a su mamá que no quería volver porque los niños le decían apodos como ‘negra espantalavirgen’ y ‘negro mis zapatos’. Lía reunió a sus hijos en la sala y con tono enérgico les dijo que si volvían llorando como Piedad, no saldrían más a la calle, porque era el colmo que las burlas por su color de piel los ‘achicopalaran’. La gente es gente, les dijo, por lo que tiene por dentro, por su espíritu trabajador, por su sabiduría. Desde ese día, en el subconsciente de Piedad se fue formando aquel valor que la ha caracterizado en su vida política: hacer respetar el derecho a la igualdad.
En contra de la opinión de su esposo, cuando nació el quinto hijo, Lía decidió volver a trabajar. Piedad ya estaba grande y podía cuidar a los menores. En 1961 fue nombrada profesora en propiedad de la escuela Santa Lucía. Dictaba clases en la jornada de la mañana y en las tardes cuidaba a sus hijos. Mientras tanto, Zalubón fue nombrado profesor de sociología en la Universidad Bolivariana. Años más tarde haría un posgrado en Ciencias Económicas en la Universidad de los Andes. Llegó a ser decano de la Facultad de Sociología de la Universidad Bolivariana de Medellín.
Exprimiendo al máximo sus sueldos y ayudados por préstamos bancarios, Lía y Zalubón sacaron a sus nueve hijos profesionales: Piedad, abogada; Augusto, ingeniero; Adolfo, licenciado en educación física;  Byron Oswaldo, economista; Álvaro, economista; Gloría, ingeniera agropecuaria; Martha, estadística; Sandra, abogada, y José Fernando, administrador de empresas. A mediados de los años ochenta, Lía puso el grito en el cielo porque Piedad abrió un bar para ayudarse a pagar sus estudios y los de sus hermanos. Pero Piedad había heredado el carácter de Lía y el negocio se abrió. En la Avenida San Juan de Medellín comenzó a ser reconocida la taberna ‘Mi viejo San Juan’, atendida por su propietaria y tres hermanos más.
El lugar fue noticia en la radio por un petardo que hizo volar en pedazos las puertas del sitio. La madre, asustada, les dijo a sus hijos que debían cerrar. Piedad ya había incursionado en la política. Hacía parte del Partido Liberal y era la piedra en el zapato de los políticos tradicionales. Pero necesitaban trabajar y estudiar, entonces inauguraron otra famosa taberna llamada Habana Club.
Doña Lía, la mamá de Piedad Córdoba
Zalubón Córdoba, a la izquierda con Piedad, fue decano de la Facultad de Sociología de la Universidad Bolivariana de Medellín.
La matrona de la casa Córdoba Ruíz siguió dedicando su vida a la docencia. Fue profesora y directora en escuelas de primaria de Copacabana, El Poblado, La Floresta y Belencito. En algunos colegios, como en la institución Santa Lucía, trabajó 18 años.
El 21 de mayo de 1999 al mediodía, en una de la escuela de Belencito, Lía vio que sus compañeros de trabajo se secreteaban entre ellos. De pronto, cuando comenzaron a dar los titulares del noticiero, se dio cuenta de que su hija Piedad había sido secuestrada. De inmediato llamó a todos sus hijos, los reunió en su casa y juntos esperaron noticias sobre quién se la había llevado. Tres días después, Lía redactó un mensaje a los medios, exigiendo a los captores que se pronunciaran. En la tarde de aquel sábado, el comandante paramilitar Carlos Castaño se atribuyó el secuestro, que duró 16 días. Con ese episodio supo que vendrían muchos momentos difíciles.
Pocas veces se le ha visto llorar. Pero no pudo contener las lágrimas aquel 10 de enero de 2008, cuando su hija Piedad logró la liberación de Clara Rojas y Consuelo González, las primeras personas liberadas en el marco del Acuerdo Humanitario. Un mes más tarde, con el corazón latiendo a mil, llena de orgullo, vio cómo Piedad lograba que volvieran a la libertad Gloria Polanco, Jorge Eduardo Gechem, Orlando Beltrán y Luis Eladio Pérez, quienes llevaban más de seis años en cautiverio.
Doña Lía, la mamá de Piedad Córdoba
Piedad pasó su infancia en le barrio La Floresta, donde su familia vivió por más de 30 años.
Durante todos estos años, las alegrías se han confundido con las tristezas y los disgustos. Zalubón murió en los años noventa, por lo que a Lía le ha tocado soportar sola el hecho de ser madre de una de las mujeres más criticadas del país. El ejercicio voluntario de su hija, se convirtió en el karma de la familia. Aunque muy pocos en la calle reconocen quién es la madre de Piedad Córdoba, ella sufría al escuchar los improperios de mucha gente que no veía bien sus acciones. El temperamento de las dos chocó y rebozó la copa el día que a uno de sus hijos le fue rechazada la hoja de vida al saber que era hermano de Piedad. De nuevo doña Lía la llamó a casa y con la sabiduría que dan los años y su marcado acento paisa le hizo saber lo que sentía:
—Piedad, cómo es posible que vos sigas en una lucha en la que lo único que has recibido son persecuciones y bofetadas. Cómo es posible que no pensés ni en tu familia y peor aún, en vos misma, en tu salud, en tu integridad. Ya es hora que dejes a un lado esta situación. Me tiene arrugado el corazón la pensadera de lo que te pueda pasar. Ahora vea esto, la gente se da cuenta quiénes son tus hermanos y la cogen contra ellos.
Ante semejante regaño, Piedad ofreció cambiarse el apellido. Lía le contestó que esa no era la solución. Y la volvió sermonear por poner el pellejo y no obtener a cambio ni siquiera las gracias. Luego de discutir dejaron de hablar durante una semana. Nunca habían estado tanto tiempo alejadas. Pronto volvieron a hablar. Ambas saben que comparten el temperamento, el mismo que Piedad formó en su niñez, en el parque La Florida, cuando paseaba junto a su madre tomada de la mano.

Una nueva manifestación de lucha por la paz


Allende La Paz, NotiColombia Press

Las FARC-EP en su reciente comunicado con el cual celebra los 48 años de lucha contra el Terrorismo de Estado deja en claro quiénes son los agenciadores de la guerra y quiénes son los que quieren la paz. Su extenso y claro análisis nos llama a los colombianos a reflexionar sobre los anuncios nada claros de paz hechos por la oligarquía santafesina de Santos y Cía.

Sabemos que desde el segundo día de mandato de Santos, su ministrico de guerra Riverita declaró que « El diálogo y posibles salidas negociadas de paz no están en la agenda del Gobierno ». Más claro no canta un gallo o cacarea una gallina.  Ello es así porque la oligarquía colombiana es uno de los mejores y sanguinarios alumnos del imperio, y es éste el que define la política en Colombia. Oligarquía que siempre se ha caracterizado por sus intentos de esconder sus crímenes con eufemismos. Que si « el mandato claro », que si « la seguridad democrática », que si « bienvenidos al futuro », que si la paz es posible con Andresito y dejó el país anegado en sangre mediante las masacres, desapariciones, asesinatos selectivos, y desplazados. El único « sincero » fue Uribhitler porque ese sí dijo lo que quería como empleadillo de la oligarquía : GUERRA PARA ACABAR LAS FARC, o lo que es lo mismo, guerra contra el pueblo.

Santos llega hablando de « locomotoras », sin recordar que cuando Lenin usó el símil de las locomotoras, ellas eran lo más avanzado de la época y se preveía serían la base del desarrollo. Hoy en día, lo que está a la orden del día son los aviones supersónicos, aviones inteligentes y demás, y la oligarquía se quedó encartada y sumida en las « locomotoras », aparatos que sirven para transporte humano y de mercancías a nivel local, sobre todo en países como los latinoamericanos, en donde su accidentada geografía es salvada por aviones, « locomotoras » que además, muy macondianamente hablando, no tienen energía y su « dueño » no tiene plata para mandarlas a arreglar y mucho menos para comprar combustible, porque el petróleo, nuestro petróleo, es « propiedad » del imperio quien lo necesita para hacer andar sus fábricas –« en cualquier lugar del mundo »-, sus vehículos gastadores y contaminadores y sus lujosos yates, como los que usan los del sector financiero para gastarse la platica que les dió Obama dizque para solucionar la crisis.

Embustero como el que más, tan mal embustero que olvida sus propias mentiras, Santos habla de paz, gaguea y gargajea con la palabrita, pero hace la guerra de manera más despiadada que el « guerrerista » Uribhitler, el cual se quedó sin discurso ya que Santos en su palmarés puede mostrar « orgulloso » sus heroicidades : ataque al Ecuador y asesinato de Raúl Reyes ; asesinato del comandante Alfonso Cano ; y sigue empeñado en demostrar que no se necesita ningún mafiosito como Uribhitler para hacer la guerra, porque ellos, la oligarquía de todos los pelambres, han hecho la guerra desde antes de 1948.

Pero, mentiroso como el que más, habla de paz. Pretende controvertir a un investigador colombiano que los llama « los hacedores de guerra », los cuales no tienen en su plan guerrerista la alternativa de la paz porque ellos en su única e inflamada neurona creen que van a ganar la guerra. Allá los que « le comen cuento ». Allá los estudiosos de la paz desde la lejanía del mar mediterráneo. Allá los vecinos que se comieron el cuento del « mejor amigo », como se comieron el del gallo capón.

Llamamos entonces a los colombianos, al pueblo colombiano, ese de abarca y sombrero, de ruana y polas, ese de clase media que cada día ve crecer su depauperización, ese empleado oficial que ha visto pasar 17 presidentes prometiendo acabar la guerrilla porque ella es la más autética expresión de la valentía del pueblo colombiano, y se van de la Casa de Nari con la más grande frustración porque « dueño del balón » todavía necesita seguir con sus guerras en el mundo, a seguir en la lucha por una Nueva Colombia, en paz con justicia social, libertad, democracia, independencia y soberanía nacional.

Saludamos a todos los colombianos de bien que luchan por la paz. Esa es la reserva democrática del país de que hablara el glorioso PCC. Estamos con todo ese pueblo y por él seguimos en la lucha.
 

Dossier Álvaro Uribe Vélez

Colombia Invisible - Unai Aranzadi

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