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Despedida de Cristian Pérez - Sí a la Paz

Colombia: Falsa Democracia

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Falsa democracia

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[Colombia] Falsa democracia II: la democracia burguesa

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El fantasma que recorre Colombia



(especial para Revista Cambio Total).

”Un fantasma recorre Colombia”. No es el fantasma del comunismo. O sí. Es el fantasma de las FARC. Y todos sabemos que las FARC son comunistas, es decir, Marxistas-Leninistas.

Desde 1964 cuando el pueblo dió a la luz su hijo, después de haber sido agredido por la oligarquía, éste ha sido culpado de todo lo malo que pasa en Colombia. Primero como forma de quitarle autoridad ante los hijos del pueblo. Pero como un tal Jesús por allá en el Oriente Medio hace más de 2.000 años, a éste fantasma lo culpabilizan de todo y quieren llevarlo a la Cruz. Mas a diferencia del tal Jesús las FARC no se deja crucificar.

Como decíamos a este fantasma lo culpabilizaban de todo para satanizarlo y mostrarlo como lo peor. Y no pudieron. Y no han podido. Como vieron que se desarrollaba, comenzaron a temerle. A temerle de verdad ya que los que lo atacaban veían que ese fantasma se aparecía ya no solo en la vereda Marquetalia -Tolima-, sino que fue apareciendo en Río Chiquito, el Pato, Guayabero , y despuesito de unos cuantos años se comenzó a aparecer en el Guaviare, en Antioquia, en Urabá...

Y el fantasma como no lo dejaban hablar, entonces lanzaba proclamas a los colombianos acompañadas de combates -única forma de hacer política- en los cuales clamaban por la Paz en Colombia. Y los inquilinos de la Casa de Nariño se hacían los oídos sordos. Ese ”fantasma” está reducido a la maginalidad de los más recónditos lugares del campo colombiano, la selva, decían.

La Madre Selva o lo que es lo mismo, la Madre Tierra los amamantó con sus pechos floridos y los fue convirtiendo en unos jóvenes fuertes, robustos, llenos de vida que luchaban por la vida misma. Así fueron creciendo. Ya no eran 48, eran muchos, cientos, que poco a poco llegaron a ser miles.

Como el miedo de los cobardes les paraliza el fundillo, entonces se compraron más fusiles, más aviones, más lanchas torpederas, y lanzaban sus ataques para acabar con el fantasma, el cual como fantasma que era desaparecía y volvía a aparecer un poco más allá o más acá, pero siempre aparecía para terror de los mandaderos de los inquilinos de la Casa de Nariño.

El fantasma creció y se desarrolló. Se convirtió en un ejército irregular, un ejército guerrillero. Y desde los medios de comunicación en poder de la oligarquía, casi todos, lanzaban anatemas contra el fantasma. Que comen niños. Que son asesinos y los asesinos son los otros, los que dicen que son asesinos. Que después eran narcotraficantes y los narcotraficantes eran compadres de los congresistas, ministros y hasta de los inquilinos de la Casa de Nariño hasta el punto que hoy es ”Casa de Nari”, pero los narcotraficantes decían que los narcotraficantes eran los otros, los buenos de corazón.

Los asesinos que acusan al fantasma de asesino son los que siguen asesinando los hijos del pueblo. Por eso es que el fantasma no se dá. Como buen hijo del pueblo, que tampoco se dá. Por eso luchan. Los indígenas del Cauca luchan contra un gobierno que no los representa. Por eso expulsan de sus territorios al ejército estatal porque ese es un ejército invasor que va allá no es a protegerlos sino a proteger sus antenas repetidoras para poderse comunicar entre ellos y nunca han podido comunicarse con los indígenas.

Y entonces viene el tartamudo inquilino de la ”Casa de Nari” a decir que no va a permitir indígenas en sus bases militares como si el territorio en donde están esas bases no fuera territorio de los indígenas. Y entonces, en que quedó el cuento de la propiedad privada? Ese territorio es indígena desde antes de la llegada de los invasores españoles en 1492. Desde antes de que se construyera la Casa de Nariño. Desde antes de que existiera el estado burgués.

Y como FARC es pueblo, entonces FARC defiende a indígenas, negros, blancos, mestizos, zambos, mujeres, estudiantes, niños, en fin todos los pobres de Colombia. Claro que eso no le gusta al tartamudo. Y entonces dice que el ”fantasma”, perdón, las FARC han infiltrado a los indígenas. Señor, para que sepa: ”infiltrar” es penetrar un tejido social -en este caso- que no le es propio al ”infiltrado”, y no se puede ”infiltrar” un tejido social -comunidad, población- que es parte y esencia del pueblo. El pueblo no puede ”infiltrar” al pueblo, entendés? (O quieres que te lo repita?).

Lo que si puede hacer el pueblo, en este caso los indígenas, es castigar al pueblo que traicionando a su clase trata de ”infiltrarlos” para con la información recabada golpear a su propio pueblo. Y cómo se castigan los traidores? Expulsándolos de sus territorios. Sencillamente.

Así las cosas, seguiremos oyendo la cantaleta del señor tartamudo inquilino de la ”Casa de Nari” diciendo es el fantasma, son las FARC. Porque el pueblo seguirá luchando contra la corrupción que campea, contra las violaciones de derechos humanos, contra la carencia de políticas que favorezcan al pueblo, contra la guerra, única política que tiene los administradores del estado para el pueblo.

Evidentemente que nosotros desde nuestra civilidad vemos con ojos atentos todo lo que hace el pueblo, incluídas las FARC, porque ellas, querrámoslo nosotros o no, quiéranlo o no los oligarcas, son pueblo, ya que nosotros somos de la familia popular y como tú no puedes escoger tus hermanos, primos, madre, padre, etc, nosotros no los escogimos, ellos nos fueron dados por nuestros padres del pueblo y naturalmente que estamos orgullosos de esa familia que nos tocó.

Un fantasma recorre Colombia. Es el fantasma de nuestros indígenas masacrados por el anterior imperio y por el actual, es el fantasma de nuestros próceres, es el fantasma de nuestros luchadores populares que han ofrendado su sangre generosa por la liberación e independencia de Colombia. Ese fantasma está vivo y se mueve por cordilleras y llanuras, ciudades y pueblos, luchando por la Nueva Colombia en paz con justicia social, libertad, independencia, democracia y soberanía nacional.

Más de 7.000 Campesinos se Movilizan por el Departamento del Putumayo


Pacocol

"Hacemos el llamado a no  callar mas, a rechazar las políticas  y acciones  que generan terror, desolación, pobreza en nuestros campos, hambre y final mente el desplazamiento de las comunidades a las ciudades en donde reina el desempleo la inseguridad y la desigualdad social".

¡Muchos indios!


Catalina Ruiz-Navarro

Por: Catalina Ruiz-Navarro

Ese es el título que le da un portal de internet a la noticia sobre cómo la guardia indígena sacó antier al Ejército Nacional a empujones de su territorio.


Una expresión coloquial en un país donde “indio” es un insulto y “mona” un cumplido, donde “indio” significa feo, salvaje, ordinario, exótico, y donde a las comunidades indígenas sólo las quieren los turistas —siempre y cuando vistan trajes autóctonos—.


Los paeces tienen toda la razón para estar furiosos con un Estado que nunca les ha dado garantías sociales y cuya presencia ha sido sobre todo militar, y es natural que desconfíen de un ejército que no parece estar ahí para cuidarlos a ellos sino a unas antenas de telefonía celular. Tienen que sentirse excluidos si Santos realiza en su territorio un Consejo de Gobierno y no los invita, y poco le deben a un Estado que olvida sus intereses y en cambio mueve la cola como un perro entusiasta ante lo que digan las multinacionales que explotan nuestros recursos con el eufemismo de “invertir”.


Ante ese panorama es apenas natural que los paeces quieran sacar al Ejército y a la guerrilla de sus tierras, incluso con violencia. No justifica la agresión de ninguna manera, pero la explica, y la pregunta para el Estado no debería ser cómo controlarlos, sino cómo reparar el daño y volver a ganar la confianza de una comunidad a la que ha dejado en el olvido.


Sin embargo, para que nadie diga que le tiembla la mano, ayer en la mañana Juan Manuel Santos dijo por Twitter: “Vamos a Vichada y luego al Cauca. No quiero ver un solo indígena en las bases militares”. ¿Se percató el presidente de que muchos, si no todos, los soldados del Ejército deben tener ascendencia indígena? ¿Se da cuenta de que acatar a pie juntillas su orden implicaría casi desalojar las bases? Su tweet evidencia por qué los paeces están tan jodidos: porque son los otros, una masa parda y bajita de jerga ininteligible con la que la mayoría de los colombianos, racistas y acomplejados, no se reconoce. Algunos, mejor intencionados pero igualmente racistas, creen que los miembros de las comunidades indígenas son todos seres de luz en comunión con la naturaleza. En ninguno de los casos se los considera como colombianos y por eso decimos que el Ejército somos nosotros, y las lágrimas de un soldado despiertan patriotismo, pero el asesinato de un indígena se considera un daño colateral.

Pero resulta que los paeces son un nosotros, y cada uno que muere, sea por los actores armados o por el olvido del Estado, es también un colombiano. En esa misma línea olvidamos con frecuencia que los guerrilleros también son nuestros, colombianos que viven en este país, y no una manada de orcos sin nombre que hay que exterminar.
Reporta La Silla Vacía que ayer un paez ajeno a los hechos de Toribío fue asesinado en Caldono, en un retén en Laguna Siberia. Los soldados le ordenaron detenerse, y como no atendió el llamado le dispararon. Así es como ese discurso racista vuelve a cobrar vidas y nos hace olvidar que cada indígena es un individuo y que cada individuo en Colombia es un indígena. El Gobierno sólo reafirma ese imaginario al resolver el problema amparado en el monopolio de la fuerza, en vez de aprovechar la ocasión para realmente desarrollar una política que le dé sentido real al principio pluralista y multicultural de la Constitución, que escuche las voces locales y no confunda a la sociedad civil con los actores del conflicto.
La guerra en Colombia no se resolverá pensando en dicotomías. No es el Ejército contra la guerrilla, la guerrilla contra los indígenas o los indígenas contra el Ejército: somos los colombianos contra los colombianos, y sí, somos muchos indios, porque los indios somos todos.
@Catalinapordios
  • Catalina Ruiz-Navarro | Elespectador.com

 

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