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Despedida de Cristian Pérez - Sí a la Paz

Colombia: Falsa Democracia

Colombia: Falsa Democracia
Falsa democracia

RECOMENDADO CAMBIO TOTAL

[Colombia] Falsa democracia II: la democracia burguesa

Hernando Vanegas Toloza, Postales de Estocolmo. En el artículo de ayer abordamos, someramente, la historia de la democracia burguesa ...

Hey loco, No dispares!

Vamos a Cuentiarnos la Paz

LOS RICOS NO VAN A LA GUERRA

Blog ESTADÍSTICAS

BLOG DESTACADO

La cultura de la Paz

Hernando Vanegas, Blog Postales de Estocolmo.
El desarrollo del capitalismo deformado en Colombia –industrialización con reaccionaria tenencia de la tierra, dependencia de Estados Unidos, saqueo de recursos naturales, etc- ha sido complicado con la cultura violenta agenciada desde las esferas de poder. Esa cultura ha sido evidenciada en la llamada « La Violencia » de los años 50 que adelantando el despojo de campesinos produjo más de 300.000 muertos.
Posteriormente con el sofisma de las « repúblicas independientes” –figura que hoy es socorrida por los terratenientes-ganaderos y sus voceros en el gobierno-, se produce el ataque a Marquetalia, zona campesina del centro del país (departamento de Tolima), ataque que dió nacimiento a las FARC, las cuales se han desarrollado como guerrilla de defensa campesina hasta conformar las FARC de hoy, las FARC-EP.
En la década de los 60-70 un nuevo elemento viene a distorsionar el « desarrollo » del capitalismo en Colombia. El narcotráfico. Traído por ciudadanos de Estados Unidos (un tal Jimmy en la Sierra Nevada), el narcotráfico vino a ser la « perla del reino » al que los sectores tradicionalmente corrompidos querían para sí o tener muy cerca. Los corruptos politiqueros vieron acrecentar así su poder y los militares vieron el instrumento ideal para adelantar su « guerra contrainsurgente », recetadas por miembros del gobierno de Estados Unidos.
De la mano de estos dos sectores, el narcotráfico permeó la sociedad colombiana. Se produce la « traquetización » de la vida de la « sociedad » y el cambio de valores morales que veían « normal » la forma fácil de hacer dinero y la cultura colombiana se « traquetizó ». Los ríos de dinero corrieron a raudales y los « narcos » compraban haciendas, ganderías que competían con los tradicionales y reaccionarios ganaderos, equipos de fútbol (Nacional con Botero a la cabeza, América con el Cartel de Cali, etc), contrataban conjuntos de múscia vallenata, mejicana y de despecho, y hasta el « capo de capos », Pablo Escobar Gaviria, incursionó en la política y hasta hay una foto del entonces presidente César Gaviria Trujillo saludando efusivamente al otro delincuente.
La « cultura de la violencia » tuvo aquí su máximo impulso ya que las mafias del narcotráfico llevan consigo mismas la violencia. En los « negocios » mafiosos es normal que las deudas se cobren con la vida de la otra persona y el desprecio de ésta es la regla. « La debes, la pagas ». El colombiano común y los de la alta sociedad, obnubilados por el dinero fácil, se « traquetizaron » e hicieron suya esta forma de vel la vida del subproducto del capitalismo. Nunca jamás las mafias defienden el socialismo, por el contrario, son sus enemigos connaturales ya que en la base de los negocios mafiosos está la propiedad privada.
Esa « traquetización » fue aprovechada desde sus inicios por los sectores militaristas quienes adelantaban –y adelantan- la más cruel y seviciosa « guerra contrainsurgente », amparados por la Doctrina de Seguridad Nacional. El país y el mundo conoce a los extremos que ha llevado ésta traquetización y la incalculable crisis humanitaria que vive Colombia. 500.000 víctimas son apenas un pálido reflejo de los horrores sufridos por las clases pobres y clases medias del país.
Por ello, se hace indispensable alcanzar la solución política al conflicto interno a fin de ir sembrando en el imaginario colectivo la « cultura de la Paz ». Debemos adelantar una pedagogía de la Paz que inculce en los niños, jóvenes, adultos, ancianos, los valores perdidos de honestidad, transparencia, lucha contra la corrupción, y contra las formas violentas de solucionar los conflictos en la sociedad. No se alcanzará la Paz sino la sembramos en la mente de todos y cada uno de los colombianos. Solo así podremos vivir la vida en paz, con justicia social. Solo así podremos disfrutar los derechos humanos a que tenemos « derecho » por el simple hecho de ser humanos.

Michicatos y paranoicos

Por: Alfredo Molano Bravo, El Espectador.

Desde el instante mismo en que el gobierno de Samper habló de Zonas de Reserva Campesina (ZRC), el general Bedoya gritó: ¡Son repúblicas independientes!

Un sello que robó a Primo de Rivera, el fundador de la Falange, para estigmatizar el sueño catalán de autonomía en 1934. El generalato y los sectores más retardatarios del país siempre han criminalizado la figura de las ZRC, creadas por la Ley 160 de 1994. Uribe las persiguió y desmontó las que, con plata del Banco Mundial, se abrían paso como un recurso pacífico para defender la economía campesina de la voracidad terrateniente. Porque en realidad las ZRC no son más que eso: una manera de impedir que en ciertas y determinadas áreas se concentre en pocas manos la propiedad rural. A la derecha se le paran los pelos cuando le es interpuesta una talanquera legal, porque están acostumbrados a desconocerlas a las buenas o a las malas. Ahora, por ejemplo, el candidato del uribismo, señor Lafaurie, dice que nos van a quitar el departamento del Caquetá. Le faltó decir que perderemos la soberanía sobre el sur, que Venezuela es expansionista y que habrá que declararle la guerra. En fin, el hombre babosea hasta por los codos.

Cada vez es más claro que los acuerdos sobre tierra que se cocinan en La Habana están a punto de salir del horno y que incluyen las ZRC como uno de los fundamentos del arreglo, que tiene, no se debe olvidar, un carácter histórico y un alcance territorial. Histórico en cuanto la lucha de los campesinos por la tierra viene desde mediados de los años 20, para no hablar de la pelea del hacha contra el papel sellado que caracterizó la colonización cafetera. Es territorial porque, según la citada ley: “Las Zonas de Colonización, y aquellas en donde predomine la existencia de tierras baldías, son Zonas de Reserva Campesina”. Más claro: “En las Zonas de Reserva Campesina la acción del Estado tendrá en cuenta, además de los anteriores principios orientadores, las reglas y los criterios sobre ordenamiento ambiental territorial; la efectividad de los derechos sociales, económicos y culturales de los campesinos; su participación en las instancias de planificación y decisión regionales, y las características de las modalidades de producción”.

Las Farc están pidiendo nueve millones de hectáreas para ser declaradas ZRC. Para avaluar esta cifra se debe decir que las tierras robadas desde el año 80 para acá suman unos seis millones. Es decir, están pidiendo tres millones más de la superficie usurpada, reconocida incluso por la ONU. Es una cifra muy baja si se compara con los 34,5 millones de hectáreas que hay en ganadería, de las cuales 22 millones no son aptas para tal actividad. Si de La Habana sale —como debe salir— un proyecto de reforma tributaria basada en renta presuntiva, esas tierritas, que mucho le dolerían a Lafaurie, pasarían a otros usos: reforestación natural o agricultura. O mejor aún si con ellas se crearan ZRC. Más aún, hay 1,5 millones de hectáreas baldías susceptibles de ser entregadas a campesinos.

La oposición beligerante de los terratenientes, de sus socios políticos y de algunos generales a este arreglo se basa en el hecho de que los campesinos pueden organizarse al amparo de las ZRC y demandar sus derechos. Y votar, claro está. En el fondo, es lo que temen. ¿Acaso no fue este miedo la razón para liquidar a balazo limpio la Unión Patriótica? El Gobierno acepta las ZRC siempre y cuando los campesinos sigan siendo votos cautivos de los gamonales y no representen intereses políticos distintos. Altos funcionarios se erizan al oír que las ZRC podrían llegar a ser entidades territoriales como son los municipios, los resguardos indígenas y los territorios negros. Temen que los intereses de campesinos, indígenas y negros compitan con los propios y deban compartir con ellos el poder político. Si así se miran las cosas, no puede uno dejar de preguntarse: ¿Qué está dispuesto a dar el Gobierno a cambio de la paz? Todo indica que poco. O nada. ¿Será posible la paz en las condiciones en que quiere dictarla el señor Lafaurie?

Notas de Buhardilla: ¿Qué festejan?

Por: Ramiro Bejarano Guzmán, El Espectador.

Pasamos de la eterna agonía y extenuante funeral de Chávez, a la frivolidad de la elección del papa y su presentación en sociedad para mostrarlo como un hombre humilde, austero y un gran latinoamericano.

No es raro, las grandes mentiras se mueven a través de los medios. Para no ir muy lejos, Razintger, el papa nazi que no convenció a nadie, al final lavó sus numerosas faltas y se volvió respetable el día en el que decidió renunciar a tan inmejorable empleo.

Coincido con quienes han expresado en las redes sociales que la nacionalidad del papa es lo de menos. Cualquiera que nombren pontífice —sea italiano, alemán o polaco— hará siempre lo mismo, es decir, concentrar sus esfuerzos en reproducir el catecismo homofóbico, excluyente y excesivamente machista. Tan baladí es el asunto, que inclusive habrían podido nombrar a uno de esos cardenales colombianos que se volvieron influyentes al lado del ultragodo Juan Pablo II y que terminaron envueltos en chismes y consejas de pasillo que trascendieron al planeta entero.

Resulta risible que ahora las grandes crónicas sobre Francisco parezcan historias de reinas de belleza. Que no es pederasta porque tuvo novia en su infancia, que aún hoy lo recuerda por la casita blanca que le prometió si se casaban. Que el primer día de su pontificado se transportó en un bus y no en el lujoso carro en el que su antecesor se fue de Roma. Que es un hombre tan delicado que paga sus cuentas de hotel, como si el jefe de los católicos tuviera licencia para comportarse como un pontífice conejero. Que él si no usa cruz de oro. Que es hincha de San Lorenzo, etc.

Pero sobre su papel lánguido en la dictadura militar argentina todos prefieren escudarse en la resbalosa defensa del Nobel de Paz Adolfo Pérez Esquivel, según la cual Bergoglio no tuvo vínculos con la dictadura, pero tampoco la condenó. Lo que ahora recuerdan quienes no andan aplaudiendo al santo padre argentino es que en los tiempos de su obispado bonaerense retiró la protección a dos sacerdotes de su congregación que realizaban labores sociales en barrios marginados, y pagaron prisión injusta durante cinco años. En otras palabras, el prelado que hoy nos pintan como San Francisco de Asís no hizo nada cuando podía haberlo hecho y sus compatriotas lo necesitaban, actitud que de algún modo significó tomar partido por la banda de criminales que gobernó su país.

A la hora de la verdad pesan más las faltas del adulto Francisco, que las equivocaciones en su adolescencia de Benedicto XVI, pero son iguales. Por eso Francisco reproduce el discurso cavernario de Benedicto XVI, y ambos honran la memoria del papa polaco. No al aborto, porque insisten en la tozuda postura de que las mujeres son máquinas al servicio de un Dios que no se compadece con sus cuerpos ni sus vidas. No a la pastilla del día después. No al reconocimiento de las parejas homosexuales, así en los seminarios y en las iglesias pululen pedófilos que abusan de sus feligreses. No al tratamiento igualitario para las mujeres que abracen oficios religiosos. En fin, no a todo lo que signifique pluralidad, diversidad, tolerancia.
La blandicia universal también hizo metástasis en Colombia. No lo digo porque Santos haya felicitado a Francisco, sino por haber designado como su vocero en la ceremonia de su asunción como papa al también ultracatólico Alejandro Ordóñez, el encargado de vigilar disciplinariamente al Gobierno. Puede que la ley divina permita estas indelicadezas, pero la ley civil prohíbe que quien sea procurador reciba distinciones del Gobierno que vigila.
Que el nuevo papa crea que si la iglesia no proclama a Jesús “corre el riesgo de convertirse en una ONG piadosa” avizora lo que será su reinado. Ojalá esa decadente y ampulosa Iglesia católica algún día se convierta al menos en una ONG.
Adenda. La contratadora Sandra Morelli y sus lobistas de cabecera andan entregados a la perversa orgía de almuerzos organizados para perseguir y silenciar a quienes no nos arrodillamos ante su arbitrario poder.


  • Ramiro Bejarano Guzmánnotasdebuhardilla@hotmail.com / | Elespectador.com

Ser niño y pobre en EE.UU.

Por Dunkan Walker
BBC
 Viernes, 15 de marzo de 2013

Según las últimas estadísticas, casi 17 millones de niños en EE.UU. no siempre tienen acceso a suficiente comida saludable.
La comida está siempre en los pensamientos de Kaylie Haywood, una niña estadounidense de 10 años y de su hermano Tyler, de 12.
En un banco de alimentos organizado por entidades de caridad en la ciudad de Stockton, en Iowa, Estados Unidos, los hermanos debaten con su madre acerca de los 15 productos que pueden llevarse. No les queda mucho dinero para gastos extras.
Por eso, la elección es importante: ya han metido en su cesta salsa de manzana y probablemente hagan lo mismo con los espaguetis enlatados, las albóndigas y los raviolis.
Pero cuando Kaylie pide carne molida, se rechaza su propuesta ya que la habitación de motel en la que vive no tiene nevera. Así que cuando quieren mantener un producto fresco lo meten en un lavadero con hielo. Tampoco tienen un lugar para cocinar.
No es la primera vez que la familia está en dificultades para conseguir comida.
"No hacemos tres comidas al día: desayuno, comida y cena", lamenta Kaylie. "Cuando tengo hambre, me siento triste y decaída".

Vivir en un motel

Kaylie y Tyler viven con su madre Barbara, que trabajaba en una fábrica. Tras perder su empleo, comenzó a recibir una subvención del gobierno y cupones que podía intercambiar por comida, lo que hace un total de US$1.480 al mes.

Niños que pasan hambre en EE.UU.

  • 16,7 millones de niños viven en hogares con "inseguridad alimentaria".
  • Los estados más afectados son el Distrito de Columbia, Oregón, Arizona, Nuevo Mexico y Florida.
  • Los hogares encabezados por madres solteras son más vulnerables al hambre infantil.
Fuente: Feeding America
Pero ya no se podían permitir vivir en su casa, ya que tenían que pagar US$1.326 mensuales, lo que les dejaría muy poco para comida y gasolina.
Kaylie ayudaba a aumentar los ingresos familiares recogiendo latas en los alrededores de su antigua casa, en un camino que está al lado de la vía del tren. Por cada lata le daban entre dos y cinco centavos.
Su hermano Tyler también ayudó: "Por cortar el césped de algunas casas me daban US$10. Me gastaba seis en combustible y el resto se lo daba a mi madre para que comprara comida", explica.
En lugar de comprar en el centro comercial, la ropa de Kaylie es de la tienda de la organización benéfica Salvation Army donde, para su vergüenza, las camisetas de US$0,60 están permitidas pero las que cuestan US$2 son "demasiado".
A uno de sus dos perros, Nala, le tuvieron que llevar a la perrera para reducir aún más los gastos.
El alquiler de la habitación de motel en la que viven cuesta en torno a los US$700 mensuales, pero tratar de equilibrar los gastos supone sacrificios.
Tyler dice que hay días buenos y malos: "A veces, cuando tenemos cereales no tenemos leche y los tenemos que comer así, secos; otras veces, tenemos leche pero no cereales".
"En ocasiones, cuando hay un programa de cocina en la televisión, me da más hambre. Quiero meterme en la pantalla y comer la comida", señala.

Uno de cada cinco niños

Camión de reparto de comida
Se cree que unos 47 millones de estadounidenses dependen de bancos de comida.
La familia de Kaylie y Tyler está entre los 47 millones de estadounidenses que se cree que dependen de bancos de comida. Eso significa que uno de cada cinco niños recibe ayuda alimentaria.
En el área donde viven los hermanos, un proveedor, el banco de comida River Bend, ha visto como el número de necesitados ha crecido abruptamente en los últimos tiempos.
"Ha cambiado dramáticamente desde que empezó la recesión. El número de gente que viene ha crecido entre un 30% y un 40%", asegura Caren Laughlin que ha trabajado en bancos de comida en los últimos 30 años.
"Eso no se debe sólo a que la gente ha perdido sus trabajos. Es también porque los empleos que les están sustituyendo están peor pagados. No da para alimentar a la familia", explica.
Pese a que la habitación de motel de Kaylie, Tyler y Barbara está lejos de las casas de sus amigos y es muy pequeña para tres, la mudanza ha hecho su vida más fácil en algunos aspectos.
El padre de los niños no está y aunque la abuela vive cerca y ayuda en lo que puede, la madre tiene muchas dificultades. "Nunca lo he visto tan mal. Conseguir trabajo es muy difìcil", asegura Barbara.
La mujer está haciendo cursos para ser peluquera pero no tiene muchas esperanzas en el futuro.
"He ido al médico... por depresión. Me recetó antidepresivos y Xanax para los ataques de pánico. Ni siquiera sé si podré encontrar un trabajo cuando acabe los cursos, ni si la situación mejorará", lamenta.

Preocupación por el futuro

Tyler
Tyler, de 10 años, hace algunos trabajos para ayudar a su madre a comprar comida.
En febrero, el presidente Barack Obama, aseguró en el discurso del Estado de la Unión que subiría el salario mínimo a US$9 la hora.
"Esa medida incrementaría los ingresos de millones de familias trabajadoras. Podría significar la diferencia entre depender de la caridad para la comida e ir a una tienda a comprar su comida; entre pagar un alquiler o sufrir un desahucio; entre no llegar a fin de mes o salir adelante", afirmó el presidente entonces.
Pero familias como la de Barbara, en la que los padres perdieron sus trabajos y los hijos pasan hambre, siguen preocupando a los bancos de comida.
Según Laughlin, muchas personas no saben dónde buscar ayuda y a otras les da vergüenza pedirla. "Mucha de la gente que viene nunca imaginó que acabaría en esta situación", señala.
Estos problemas se reflejan en todo EE.UU., según la organización no gubernamental Feeding America (Alimentando a América) que gestiona 200 bancos de comida y ayuda a 37 millones de personas cada año, entre las que están 14 millones de niños.
Según la organización, cerca de 17 millones de niños estadounidenses viven en hogares donde no se puede asegurar el consumo de comida saludable.
Para algunas familias, la comida barata y fácil de preparar puede significar algunas elecciones poco saludables como la pizza, que incrementa la probabilidad de obesidad y problemas de salud en el futuro.
En algunas zonas, las escuelas participan en un programa denominado "mochila" por el que se reparten paquetes de comida a los niños más vulnerables los viernes para que tengan qué comer el fin de semana.
"Los niños se concentran mejor así", explica Laughlin. "Si estás preocupado por lo que vas a comer cuando llegues a casa, vas a estar pensando en eso y no en lo que está en la pizarra".
Por la mente de Kaylie también pasan los estudios. Y es que, últimamente, la niña de 12 años no está yendo al colegio ante el destino incierto de la familia.
En los últimos tiempos, su familia dejó un motel y se fue un breve periodo a una casa. Apenas podían pagar el alquiler y tuvieron que mudarse de nuevo cuando la abuela no pudo seguir ayudándoles. Desde entonces, se han quedado en tres moteles más, lo que impide que Kaylie se inscriba a un colegio.
Ahora las esperanzas de Barbara están en conseguir un trailer para establecerse mientras que, para Kaylie, volver a la escuela es vital.
"Realmente quiero ir a la escuela. Si no tienes educación, no tienes dinero, ni consigues un buen trabajo y acabas durmiendo donde tu mamá". "Te acaban echando de tu casa por no poder pagar la renta y terminas sin casa y sin comida".

Neoextractivismo vs. la defensa integral de los territorios

EcoPortal. En este fragmento de menos de dos minutos que forma parte del documental brasileño El veneno está en la mesa, Eduardo Galeano expresa un sentir de muchæs latinoamericanæs: los gobiernos progresistas también han traicionado a los pueblos. Apenas un ejemplo alcanza para justificar esta afirmación...

“El actual modelo agrario es un suicidio colectivo”

El activista y campesino Jerónimo Aguado explica que es necesario recuperar la soberanía alimentaria perdida por las políticas neoliberales




Jerónimo Aguado es campesino y activista de la Plataforma Rural, organización integrada en el movimiento internacional La Vía Campesina, que forma una coalición de más 150 organizaciones, presente en 70 países y que cumplirá 22 años de andadura en abril.

Aguado es además educador de la Universidad Popular Paulo Freire y miembro del proyecto Amayuelas Municipio Ecológico. Practica la agricultura ecológica desde hace 25 años y lleva gran parte de su vida denunciando las políticas de la UE y la Organi­zación Mundial del Comercio que ponen en riesgo la soberanía alimentaría de los pueblos.

Aguado participó recientemente en la presentación del libro de Walden Bello Foods Wars, (Guerras de alimentos) en Madrid, publicado por la editorial Virus y que cuenta con un epílogo realizado por Tom Kucharz (activista y experto en agroecología de Ecolo­gistas en Acción), sobre la crisis alimentaria y su relación con el sistema capitalista. Según Aguado “libros como éste dan coherencia y sentido a todas nuestras luchas”, en referencia al panorama internacional que documenta el profesor filipino Bello sobre la imposición de la agroecología y el modelo neoliberal, y sus consecuencias a escala planetaria.

Sin población rural agraria 

La repercusión de estas políticas en el Estado español también es devastadora. “Se nos impide nuestro derecho a ser campesinos y campesinas”, denuncia Aguado. Y da un dato revelador: “Cuando nos incorporamos a la UE contábamos con un 20% de población activa dedicada al campo, ahora estamos rondando un 4%. Queremos paralizar esto, porque sin agricultores ni agricultoras no es posible la soberanía alimentaria”, afirma.

Para eso ha sido fundamental organizarse como movimiento y en la actualidad La Vía Campesina en el Estado español está formada por campesinos sin tierra y pequeños agricultores. Las organizaciones integradas en La Vía Campesina son la Coor­dina­dora de Organizaciones de Agricul­tores y Ganaderos (COAG), el Sindi­cato Obrero del Campo (SOC) y la Plataforma Rural, ésta última como organización asociada. Según Aguado, estas organizaciones tienen grandes retos en el Estado español. “El primero, paralizar el desmantelamiento de la agricultura fruto del modelo agroalimentario impuesto a escala global”. Apunta que otro reto fundamental es abordar la necesitad de volver al campo en el Estado español, “de donde nunca tuvimos que salir”, y en el que se produce “lo básico para poder sobrevivir: los alimentos”, recuerda.

Abrazar la tierra 

“La gente de La Vía Campesina decimos que hay que volver al campo para abrazar la tierra”, declara el activista de esa organización. Considera que esta frase tiene un doble sentido. Por un lado, volver a la práctica de “la agricultura de nuestros antepasados que no es la agricultura ecológica, ni siquiera la agroecología, es la agricultura campesina y local”, para ponerla al servicio de los pueblos. Eso quiere decir “el derecho de los pueblos a ser soberanos alimentariamente, ofreciendo alternativas al modelo neoliberal, que nos está colocando en una situación de suicidio colectivo”, dice Aguado.

Apunta también que el fenómeno de acaparamiento de tierras (expolio y compra de terrenos por las multinacionales) no se da sólo África o Latinoamérica. “En el Estado español, grandes sociedades anónimas y terratenientes se están haciendo con grandes extensiones de tierras en el mundo rural”. Además, denuncia que estas transnacionales y agentes se apropian de los bienes comunes básicos para la agricultura, como el agua y las semillas, que gestionan grandes multinacionales como Monsanto.
“Es necesario desobeder las leyes impuestas por la OMC” 

Uno de los grandes retos de las organizaciones campesinas del Estado español, como La Vía Campesina, es abanderar la desobediencia de las leyes impuestas por la Organización Mundial del Comercio (OMC), apunta el campesino y representante de Plataforma Rural Jerónimo Aguado. “Nos impiden nuestro derecho a ser campesinos y campesinas y producir alimentos sanos y nutritivos. Además, nos tratan como delincuentes; las normas que nos ponen para producir alimentos son perversas”, asegura.

Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/global/actual-modelo-agrario-es-suicidio-colectivo.html

« Calentando puesto ajeno ». Crisis ministerial a la vista. Quiénes se van...


Cambio Total [NotiColombia Press].

La crisis ministerial está cantada. Lo está porque desde el equipo gubernamental se han ecuchado voces que dicen a las claras que dentro del gobierno hay ministros que no han entendido la grandeza de la Mesa de Conversaciones de La Habana. O sea, por cuenta de la Paz tendrá que haber crisis ministerial.

Por ello, también está cantado, hay ministros que están « calentando puesto ajeno ». No podía ser de otra manera. No puede ser de otra manera. Si se quiere avanzar en las conversaciones con seriedad toca hacer un espulgue del gobierno de « enemigos de la Paz ». Los enemigos de la Paz tienen que irse de un gobierno que habla de paz (pero hace la guerra con sevicia). Si los enemigos de la Paz siguen en sus puestos el mensaje que se está enviando a todos los sectores de la sociedad colombiana es que el presidente JMSantos no cree en el proceso. No se tiene confianza y no le tiene confianza.

A menos, claro está, que el gobierno esté « sentado » por cuestiones de politiquería, a la cual ya estamos acostumbrados con esta oligarquía neo-narco-paramilitarizada. A menos, claro está, que pretenda ganar en la Mesa lo que no ha podido en el campo de batalla (vencer a las FARC). A menos que vean la Mesa de Conversaciones como un « campo de confrontación » y no como lo que es, una oportunidad histórica para solucionar políticamente el conflicto interno –decretado por laoligarquía-.

Es ese orden de cosas, hay algunos ministros que « pelaron el cobre » con la Paz. El « pesista » ministro de Defensa, un tal Pinzón, sería el primero en tener que entregar su puesto a un sucesor que sí entienda que la guerra se gana no con la cantidad de muertos del « enemigo », sino en la cantidad de vidas salvadas al evitar la confrontación fratricida. Porque en últimas ese es el problema. Los oligarcas militaristas –Pinzón, militares, empresarios, terratenientes y ganaderos- adelantan la guerra de « pueblo contra pueblo » porque ni ellos ni sus hijos van a la guerra y por ello les « importa un bledo » los muertos diarios de lado y lado.

Otro que debe dajar su sillón es el ministro de Agricultura, quien habla por boca propia y de los terratenientes-ganaderos enemigos de la Paz y quiere retrotraer al país a la época en la cual para justificar la guerra adelantada desde el estado contra el pueblo se hablaba de las « repúblicas independientes », época en la cual el partido conservador jugó un nefasto papel. Si el quipo gubernamental en La Habana ha entendido que el « nudo gordiano » del conflicto pasa por la solución de la tenencia de la tierra, el ministro de Agricultura debe irse porque ni siquiera ha entendido que son las Zonas de Reserva Campesina. Ni siquiera eso.

Y así, de a poquito, la Mesa de Conversaciones de La Habana está produciendo, además de los Acuerdos logrados por las dos partes, que los ministros develen sus verdaderas intenciones sobre el proceso de Paz, es decir, muestran que son « vacas muertas » en la vía de una solución política civilizada de un conflicto interno que ya casi tiene 50 años. Esos que están « calentado puestos ajenos » deben salir para bien del país porque a los enemigos de la Paz hay que aislarlos porque o si no seguirán anegando en sangre los campos y ciudades colombianas.

De qué lado estás, JMSantos ?

La MANE convoca una nueva movilización nacional el próximo 21 de marzo

El Derecho Humano a la Paz

Declaración del Director General de la UNESCO
París, Francia, enero de 1997

La paz duradera es premisa y requisito para el ejercicio de todos los derechos y deberes humanos. No la paz del silencio, de los hombres y mujeres silenciosos, silenciados. La paz de la libertad - y por tanto de leyes justas -, de la alegría, de la igualdad, de la solidaridad, donde todos los ciudadanos cuentan, conviven, comparten.

Paz, desarrollo y democracia forman un triángulo interactivo. Los tres se requieren mutuamente. Sin democracia no hay desarrollo duradero: las disparidades se hacen insostenibles y se desemboca en la imposición y el dominio.


En 1995, quincuagésimo aniversario de las Naciones Unidas y de la UNESCO, Año Internacional de la Tolerancia, recordamos con especial énfasis que sólo en la medida en que nos esforcemos cotidianamente en conocer mejor a los demás - ¡el "otro'' soy yo!- y en respetarlos, conseguiremos tratar en sus orígenes la marginación, la indiferencia, el rencor, la animadversión. Sólo así lograremos romper el círculo vicioso que conduce a la afrenta, al enfrentamiento y al uso de la fuerza.


Es preciso identificar las raíces de los problemas globales y esforzarnos, con medidas imaginativas y perseverantes, en atajar los conflictos en sus inicios. Mejor aún es prevenirlos. La prevención es la victoria que está a la altura de las facultades distintivas de la condición humana. Saber para prever. Prever para prevenir. Actuar a tiempo, con decisión y coraje, sabiendo que la prevención sólo se ve cuando fracasa. La paz, la salud, la normalidad, no son noticia. Tendremos que procurar hacer más patentes estos intangibles, estos triunfos que pasan inadvertidos.


La renuncia generalizada a la violencia requiere el compromiso de toda la sociedad. No son temas de gobierno sino de Estado; no de unos mandatarios, sino de la sociedad en su conjunto (civil, militar, eclesiástica). La movilización que se precisa con urgencia para, en dos o tres años, pasar de una cultura de guerra a una cultura de paz, exige la cooperación de todos. Para cambiar, el mundo necesita a todo el mundo. Es necesario un nuevo enfoque de la seguridad a escala mundial, regional y nacional. Las fuerzas armadas deben ser garantía de la estabilidad democrática y de la protección ciudadana, porque no puede transitarse de sistemas de seguridad total y libertad nula, a otros de libertad total y seguridad nula. Los ministerios de guerra y de defensa han de convertirse progresivamente en ministerios de la paz.


Las situaciones de emergencia deben tratarse con procedimientos de toma de decisión y de acción diseñados especialmente para asegurar rapidez, coordinación y eficacia. Estamos preparados para guerras improbables, con gran despliegue de aparatos costosísimos, mas no lo estamos para avizorar y mitigar las catástrofes naturales o provocadas, que de forma recurrente nos afectan. Estamos desprotegidos frente a las inclemencias del tiempo, frente a

los avatares de la naturaleza. La protección ciudadana aparece hoy como una de las grandes tareas de la sociedad en su conjunto, si queremos de veras consolidar un marco de convivencia genuinamente democrática. Invertir en medios de socorro y asistencia urgente, pero también - y sobre todo- en la prevención y el largo plazo (por ejemplo, en redes de conducción y almacenamiento de agua a escala continental) sería estar preparados para la paz. Para vivir en paz. Ahora estamos preparados para la guerra eventual. Para vivir sobrecogidos e indefensos en nuestra existencia cotidiana ante percances de toda índole.

El sistema de las Naciones Unidas deberá dotarse también de la capacidad de reacción y los dispositivos apropiados para que no se repitan atrocidades y genocidios como los que remuerden nuestra conciencia colectiva: Camboya, Bosnia-Herzegovina, Liberia, Somalia, Rwanda...


Existe hoy un deseo generalizado de paz y debemos aplaudir la lucidez y la fortaleza de espíritu de que han hecho gala todas las partes en litigio, en los acuerdos alcanzados en El Salvador, Namibia, Mozambique, Angola, Sudáfrica, Guatemala, Filipinas. Estos pactos nos llenan de esperanza y de tristeza a la vez, cuando pensamos en las vidas inmoladas en el largo camino hacia el alto al fuego. Y en las heridas abiertas, difíciles de restañar. Pedimos por tanto que, al tiempo que reavivamos la "construcción de la paz en la mente de los hombres", se decidan los contendientes que todavía confían en la fuerza de las armas, a deponerlas y a disponerse a la reconciliación.


No basta con la denuncia. Es tiempo de acción. No basta con conocer, escandalizados, el número de niños explotados sexual o laboralmente, el número de refugiados o de hambrientos. Se trata de reaccionar, cada uno en la medida de sus posibilidades. No hay que contemplar solamente lo que hace el gobierno. Tenemos que desprendernos de una parte de "lo nuestro". Hay que dar. Hay que darse. No imponer más modelos de desarrollo ni de vida. El derecho a la paz, a vivir en paz, implica cesar en la creencia de que unos son los virtuosos y acertados, y otros los errados; unos los generosos en todo y otros los menesterosos en todo.


Es evidente que no puede pagarse simultáneamente el precio de la guerra y el de la paz. Garantizar a todos los seres humanos la educación a lo largo de toda la vida permitiría: regular el crecimiento demográfico, mejorar la calidad de vida, aumentar la participación ciudadana, disminuir los flujos migratorios, reducir las diferencias distributivas, afirmar las identidades culturales, impedir la erosión del medio ambiente, con cambios muy sustanciales en los hábitos energéticos, en el transporte urbano; favorecer el desarrollo endógeno y la transferencia de conocimientos; impulsar el funcionamiento rápido y eficaz de la justicia, con apropiados mecanismos de concertación internacional; dotar al sistema de las Naciones Unidas de las facultades apropiadas para abordar a tiempo asuntos transnacionales... Nada de esto puede realizarse en un contexto de guerra. Habrá, pues, que rebajar las inversiones en armas y destrucción para aumentar las inversiones en la construcción de la paz.


Cima de tradiciones, pensamientos, lenguas y formas de expresión, recuerdos, olvidos, anhelos, sueños, experiencias, rechazos, ... la suprema expresión de la cultura es el comportamiento cotidiano. La infinita diversidad cultural es nuestra gran riqueza, unida en apretada espiga - nuestra fuerza- por unos valores universales que deben transmitirse desde la cuna a lo largo de toda la existencia. Familiares - las madres, sobre todo -, maestros y profesores, medios de comunicación... todos deben contribuir a la difusión de principios éticos, de universales pautas de referencia, tan necesarias hoy para los desprovistos como para los saciados. Aquéllos, porque tienen derecho a colmar los mínimos vitales que la dignidad humana exige. Los más favorecidos, porque los bienes materiales no producen el gozo previsto. La posesión no trae consigo el disfrute, cuando no se ha soñado. En docencia, los instrumentos son convenientes. Pero nada puede sustituir la palabra amiga del maestro, la caricia y la sonrisa de los padres. No hay más pedagogía, en fin de cuentas, que la del ejemplo. Y la del amor.


El aprendizaje sin fronteras - geográficas, de edad, de lengua - puede contribuir a cambiar el mundo, eliminando o reduciendo las múltiples barreras que hoy se oponen al acceso de todos al conocimiento y la educación. La educación debe contribuir al fortalecimiento, rescate y desarrollo de la cultura e identidad de los pueblos.


La mundialización implica un peligro de uniformidad y aviva la tentación del repliegue y de la fortaleza alrededor de un sentimiento de cualquier índole (religioso, ideológico, cultural, nacionalista). Ante esta amenaza, "debemos hacer hincapié en las modalidades de aprendizaje y de pensamiento crítico que permiten a las personas comprender las transformaciones que ocurren en su entorno, generar nuevos conocimientos y modular su propio destino"
(1) . Los pueblos indígenas deben vivir en condiciones de igualdad con otras culturas, participando plenamente en la elaboración y puesta en práctica de las leyes. Paz significa diversidad, significa mezcla - de "culturas mestizas y peregrina", en decir de Carlos Fuentes -, significa sociedades pluriétnicas y plurilingües. La paz no es una abstracción: posee un profundo contenido cultural, político, social y económico.

Sobre todo, esta transformación profunda desde la opresión y el confinamiento a la apertura y la generosidad, esta mutación centrada en conjugar todos cada día el verbo compartir - clave de un futuro diferente- no podrá realizarse sin la juventud. Y, menos aún, a sus espaldas. A ellos, que son nuestra esperanza, que nos interpelan y que buscan en nosotros y en instancias externas las respuestas a sus incertidumbres e inquietudes, tendremos que decirles que en sí mismos han de hallar toda explicación, que en el interior de cada uno encontrarán la motivación y el atisbo de luz que persiguen. Aunque a veces nos parezca - ante su consternación y la nuestra- muy difícil de plantear en estos términos, nuestra actitud de aprendices-educado permanentes debe llevarnos a decirles, como en el poema de Kavafis: "Itaca te dio ya la travesía; y no puede darte más". Según su propio diseño. Según sus reflexiones. Sin interesadas injerencias foráneas, especialmente cuando les sustraen este "hondo pozo" personal, este intelecto, este talento, este ingenio que es el mayor tesoro individual y colectivo de la humanidad. Las sectas y la adicción a las drogas para la evasión, son los síntomas más certeros de esta patología anímica que hoy es el gran problema humano. Educación significa, precisamente, activar este potencial inmenso, permitir su pleno uso para ser cada uno dueño y artífice de su propio destino. No podemos dar a la juventud lo que ya no tenemos como edad, pero sí lo que acumulamos como experiencia, que es la suma de fracasos y éxitos, de un vuelo que lleva en las alas el peso, la alegría, el dolor, la perplejidad, el estímulo renovado de cada instante.


¡Si la juventud hiciera suya la bandera de la paz y la justicia! Considero que es tan relevante para el cabal cumplimiento de nuestra misión, que he propuesto a la Conferencia General como tema central de reflexión de su próxima reunión "La UNESCO y los Jóvenes"
(2) . Será una buena ocasión, porque la Conferencia General considerará para aprobación la "Declaración sobre la protección de las generaciones venideras''(3) .

Todas las conferencias de Naciones Unidas han coincidido en proclamar, sea cual sea el tema abordado (medio ambiente, población, desarrollo social, derechos humanos y democracia, mujer, vivienda) que la educación es la clave para esta perentoria inflexión del rumbo actual del mundo, que agranda la distancia que nos separa en bienes materiales y en saberes, en lugar de estrecharla. Invertir en educación no es tan sólo atender un derecho fundamental sino construir la paz y el progreso de los pueblos. Educación para todos, por todos, durante toda la vida: éste es el gran desafío. Desafío que no admite dilaciones. Cada niño es el más importante patrimonio a salvaguardar. A veces, da la impresión de que la UNESCO sólo se afana en conservar monumentos de piedra o espacios naturales. No es cierto. Esto es lo más visible. Lo menos vulnerable. Pero debemos proteger toda la herencia: el patrimonio espiritual, intangible, frágil. El patrimonio genético
(4) . Y, muy particularmente, el ético. Estos valores esenciales, universales, que nuestra Constitución establece con tan inspirada claridad. Si de verdad creemos que cada niño es nuestro niño, entonces tenemos que cambiar radicalmente los puntos de referencia de la "globalización" actual. Y el rostro humano debe aparecer como destinatario y protagonista de toda política y toda estrategia.

Un sistema se hundió en 1989 porque, basado en la igualdad, se olvidó de la libertad. El sistema presente, basado en la libertad, correrá igual suerte si se olvida de la igualdad. Y de la solidaridad. El estrépito de la caída del "telón de acero" ha impedido escuchar el temblor que recorre los cimientos del mundo "vencedor" de la Guerra Fría. Tenemos pues, por virtud y por interés, que redoblar en todos los ámbitos la lucha contra la exclusión y la marginalización. Todos deben sentirse implicados. Todos deben contribuir a facilitar la gran transición desde la razón de la fuerza a la fuerza de la razón; de la opresión al diálogo; del aislamiento a la interacción y la convivencia pacífica. Pero, primero, vivir. Y dar sentido a la vida. Erradicar la violencia: he aquí nuestra resolución. Evitar la violencia y la imposición yendo, como antes indicaba, a las fuentes mismas del rencor, la radicalización, el dogmatismo, el fatalismo. La pobreza
(5), la ignorancia, la discriminación, la exclusión... son formas de violencia que pueden conducir - aunque no la justifiquen nunca- a la agresión, al uso de la fuerza, a la acción fratricida.

Una conciencia de paz - para la convivencia, para la ciencia y sus aplicaciones- no se genera de la noche a la mañana ni se impone por decreto. Se va fraguando en el regreso - después de la decepción del materialismo y del servilismo al mercado- a la libertad de pensar y actuar, sin fingimientos, a la austeridad, a la fuerza indomable del espíritu, clave para la paz y para la guerra, como establecieron los fundadores de la UNESCO.


La ciencia siempre es positiva. Pero no lo son siempre sus aplicaciones. Los avances de la técnica y del conocimiento pueden servir para enriquecer o para empobrecer la vida de los seres humanos; pueden ayudarles a desplegar su identidad y a multiplicar su capacidad o, por el contrario, pueden usarse para usurpar la personalidad y embrutecer el talento humano. Sólo la conciencia, que es responsabilidad - y por ello es ética y es moral- puede dar buen uso a los artefactos de la razón. La conciencia debe alcanzar y conducir a la razón. A la ética de la responsabilidad es preciso añadirle una ética de la convicción, de la voluntad. La primera surge del saber y del conocimiento; la segunda de la pasión, de la compasión, de la sabiduría.


Terminamos, pues, un siglo de fantásticos avances científicos y tecnológicos: conocemos y tratamos muchas enfermedades que son causa de sufrimiento y muerte; nos comunicamos con una nitidez y celeridad extraordinarias; tenemos a nuestra disposición la información instantánea y sin límites. Pero los antibióticos y los medios de telecomunicación no pueden ocultar las sangrientas luchas que han diezmado millones de vidas en flor, que han infligido sufrimientos indescriptibles a tantos y tantos inocentes. Todas las perversidades de la guerra, tan patentes hoy gracias a los aparatos audiovisuales, no parecen capaces de detener la gigantesca maquinaria bélica puesta en pie y alimentada durante siglos y siglos. Corresponde a las generaciones presentes la casi imposible tarea bíblica de 'transformar las lanzas en arados"
(6) y transitar desde un instinto de guerra - forjado desde el origen de los tiempos- a una conciencia de paz. Sería el mejor y más noble acto que la "aldea global" podría realizar. El mejor obsequio a nuestros descendientes. ¡Con qué satisfacción y alivio podríamos mirar a los ojos de nuestros hijos! Seria también la mejor celebración del quincuagésimo aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que se efectuará en 1998.

Otros "derechos" se han incorporado a partir de 1948
(7). Debemos tenerlos todos en cuenta. Y debemos añadir el que los condiciona a todos: el derecho a la paz, ¡el derecho a vivir en paz! Este derecho a nuestra "soberanía personal", al respeto a la vida y a su dignidad.

¡Los derechos humanos! En los albores de un nuevo milenio, ésta debe ser nuestra utopía: ponerlos en práctica, completarlos, vivirlos, re-vivirlos, re-avivarlos cada amanecer. Ninguna nación, institución o persona debe sentirse autorizada a poseer y representar los derechos humanos ni menos aún a otorgar credenciales a los demás. Los derechos humanos no se tienen ni se ofrecen, sino que se conquistan y se merecen cada día. Tampoco deben considerarse una abstracción, sino pautas concretas de acción que deben incorporarse a la vida de todos los hombres y las mujeres, y a las leyes de cada país! Traduzcamos la Declaración a todos los idiomas; hagamos que figure en todas las aulas; en todas las casas: en todos los rincones del mundo! Así la utopía de hoy, será feliz realidad mañana. Aprender a conocer, a hacer, a ser y a convivir
(8).

En estos primeros días del año - días de balance y de proyectos- hago un llamamiento a todas las familias, a los educadores, a los religiosos, a los parlamentarios, políticos, artistas, intelectuales, científicos, artesanos, periodistas, a todas las asociaciones humanitarias, deportivas y culturales y a los medios de comunicación, para que difundan por doquier un mensaje de tolerancia, de no violencia, de paz y de justicia; para que fomenten actitudes de comprensión, de desprendimiento, de solidaridad
(9); para que, con mayor memoria del futuro que del pasado, sepamos mirar juntos hacia adelante y construyamos así, en condiciones adversas y en terrenos inhóspitos, un porvenir de paz, derecho fundamental, premisa. Y así, ''Nosotros, los pueblos'', habríamos cumplido la promesa que hicimos en 1945, con las más abominables imágenes de la terrible contienda que acababa de concluir doliéndonos en la retina: "evitar el horror de la guerra a nuestros descendientes"(10), "construyendo los baluartes de la paz en el espíritu"(11) de todos los pobladores de la Tierra.

(1) La Reafirmación de Ammán. Educación para Todos: Alcanzar la meta, junio de 1997.
(2) En el año 1995 el tema fue "Autopistas de la comunicación''.
(3) Iniciativa conjunta de la UNESCO y la Fundación Cousteau.
(4) Declaración sobre el Genoma Humano, elaborada por el Comité Mundial de Bioética, que se presentará a la Conferencia General de octubre de 1997.
(5) Declaración del Director General, enero de 1996.
(6) Isaías, 2,4.
(7) Pactos de 1966 y Derechos Humanos de la "Tercera Generación". Recientemente, en Estambul, el Derecho a la Vivienda.
(8) Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo XXI, presidida por Jacques Delors.
(9) "Solidaridad intelectual y moral", como se expresa en el Preámbulo de la Constitución de la UNESCO.
(10) Carta de las Naciones Unidas.
(11) Constitución de la UNESCO.

 
 

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