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Despedida de Cristian Pérez - Sí a la Paz

Colombia: Falsa Democracia

Colombia: Falsa Democracia
Falsa democracia

RECOMENDADO CAMBIO TOTAL

[Colombia] Falsa democracia II: la democracia burguesa

Hernando Vanegas Toloza, Postales de Estocolmo. En el artículo de ayer abordamos, someramente, la historia de la democracia burguesa ...

Hey loco, No dispares!

Vamos a Cuentiarnos la Paz

LOS RICOS NO VAN A LA GUERRA

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Narcotráfico en los diálogos de Paz y el debate electoral

Cambio Total.

Aún no comienza el debate electoral y los « candidatos » oligárquicos están trenzados en una lucha sin cuartel, hacienda uso de las más bajas armas. Publicaciones de libros, respuestas del otro, uso de propaganda antes de tiempo, y...

Y la verdad es que los escándalos que implican a altos políticos muestran lo que siempre hemos venido diciendo en Cambio Total: la ligazón indisoluble entre narcotráfico-políticos tradicionales. No es solamente el caso de unos « jefes » liberales o conservadores, sino de las cúpulas de esos partidos en cabeza de los presidentes (hoy ex presidentes). Una vez establecido ese contubernio impúdico, la utilización de las estructuras y dineros del narcotráfico para adelantar la principal política estatal –la lucha contrainsurgente-, se cae por su propio peso. 

El narcotráfico corrompió –y sigue corrompiendo- a toda la clase política de variadas maneras. Con dineros financiando las campañas políticas. Con votos obligados por las armas de los neo-narco-paramilitares. O con la utilización de esas bandas para eliminar contradictores.

La única política sería, limpia, es la que se adelanta en La Habana por parte de las dos partes, aunque la parte estatal siempre anda « metiendo caña para sacar guarapo ». Las FARC-EP están mostrando al país cómo se hace política en favor del pueblo y cómo el pueblo responde de manera vigorosa cuando tiene los espacios para adelantar su lucha política y reivindicativa.

La política que adelantan en La Habana nos deja un halo de esperanza y evidencia que en Colombia hay partidos populares, de izquierda revolucionaria, que son alternativa a los candidatos del régimen. Unos candidatos oligárquicos que salen mal parados ante los escándalos de corrupción que se denuncian y se « tiran los trapitos al sol ». Es evidente y queda claro –ya lo dijimos hace unos meses-, es que la re-elección de Santos dependía –y depende- de los diálogos de Paz en La Habana.

Ya sabemos que se « tira al agua » el presidente, a pesar de su falta de claridad frente al proceso de La Habana. JMSantos tendrá si quiere ganar las elecciones que decidirse con todo por la Paz. No es posible continuar con la mezquindad típica de la oligarquía y « agarrar el toro por los cuernos » y entrar de verdad a solucionar las causas que han dado origen al conflicto interno. Tenencia de tierra, latifundio improductivo, inclusión del pueblo a la vida política, participación política sin el temor a ser asesinado por sus opiniones políticas, y definir qué es lo que quiere el gobierno y el estado hacer con el narcotráfico.

Las FARC-EP desde mucho antes del Caguán están claras –como en los otros puntos- sobre como se debe abordar el problema del uso de drogas ilícitas para darle la solución acertada. « Muerto el perro, se acaba la rabia », dice el dicho popular. En ese tratamiento, juega su papel el gobierno de los Estados Unidos ya que ellos son los creadores y mantenedores del problema al demandar el uso de sustancias alucinógenas. El problema si quiere ser abordado seriamente deberá ser tratado como un problema de salud pública, semejante al tratamiento a las enfermedades derivadas del uso de alcohol o tabaco, por ejemplo.

Los diálogos de La Habana nos están mostrando que podemos construir un Nuevo País, nuevas Instituciones, una Nueva Colombia en Paz con Justicia social.


Carta abierta al Pibe Valderrama y al Chicho Serna


La Habana, Cuba, sede de los diálogos de paz, noviembre 30 de 2013

Estimados compatriotas
CARLOS ALBERTO VALDERRAMA
MAURICIO SERNA

Cordial saludo,

Nos alegra poderles escribir con ocasión de la paz de Colombia, pues somos fieles admiradores de las proezas que Ustedes protagonizaron en las distintas canchas de nuestro país y el mundo.

Con el mayor de los gustos nos hemos enterado de las afirmaciones que realizaron el pasado 29 de noviembre al diario El Tiempo. Nos alegra particularmente el compromiso que manifiestan con las víctimas en particular y con la paz de Colombia en general. Sabemos que comparten dicho interés con el gremio de los futbolistas y con toda la afición del balompié de nuestro país.

Sepan que en las filas de las FARC-EP el fútbol cuenta con extendida fanaticada. Los guerrilleros y guerrilleras zurcen con esmero los escudos de sus clubes favoritos en sus equipos de campaña, y la discusión sobre los resultados del rentado nacional, los torneos internacionales y de la selección Colombia es usual y recurrente en los momentos de descanso de las marchas y el combate.

En las horas culturales que permite la confrontación, los integrantes de nuestros frentes y compañías organizan picaditos alegres en donde gambetas, chilenas, escorpiones y atajadas se camuflan en los colores de la montaña. Y al final “todo bien, todo bien”.

Nosotros reivindicamos la naturaleza del fútbol como patrimonio de nuestro pueblo. Es la actividad por excelencia en el descanso de los obreros, es el juego dominguero de los cabildos indígenas y del pueblo afrocolombiano, y es factor de unidad en todas las barriadas de la patria. Defendemos la alegría del picado bien jugado y el código de respeto de las banquitas callejeras.

Sabemos igualmente de la creciente adhesión de los hinchas de todo el país a las distintas causas sociales y populares. Nos alegra ver en las tribunas banderas de solidaridad con el campesinado, el movimiento indígena, con los estudiantes y por la salud gratuita. Y también los pendones del Che. Esto es síntoma de una ciudadanía crítica, que no traga entero y que está perdiendo el temor a manifestarse.

Somos solidarios con las reivindicaciones de los jugadores profesionales del fútbol colombiano, que se resisten a la tercerización laboral y al manejo mafioso de los clubes. Su lucha, como la de todos los sectores populares, también es nuestra lucha.

Por todas estas razones, y porque además practicamos usualmente el fútbol en nuestros ratos libres de la Mesa de Conversaciones, aceptamos gustosos el reto que nos hacen y complementamos la propuesta de la siguiente manera: juguémonos el Picado por la Paz en dos cotejos de ida y vuelta, la  primera aquí en La Habana, la segunda en el tradicional barrio de Pescadito, en Santa Marta, de donde salieron tantas glorias del fútbol nacional.

Nos parece importante definir alineaciones, teniendo en cuenta que en nuestra titular destaca también la participación de compañeras de nuestra Delegación, por lo que es pertinente que Ustedes incluyan en su equipo a compatriotas jugadoras de fútbol comprometidas con la paz, que no habrán de faltar teniendo en cuenta los recientes triunfos de los seleccionados nacionales femeninos. En el Picado por la Paz habrá de reinar el juego limpio y la bandera al viento de la reconciliación.

Estamos dispuestos a todo lo pertinente para materializar cuanto antes estos dos partidos. Quedamos a la espera de su respuesta. Mientras tanto, nos alistamos física y tácticamente para salir a la cancha a jugarnos el Picado por la Paz. Prepárense pues. Aquí los esperamos en La Habana. Refuércense con Higuita, Leonel, Valenciano, el Pipa, Rincón, El Chonto, El Tren, y todas las estrellas rutilantes del futbol colombiano dispuestos a jugarse este partido por la paz.

Y como dice Leonel: “Listo, papá, ¡si es ya es ya!”.

Fraternalmente, compatriotas,

Delegación de Paz de las FARC-EP

URL corto: http://j.mp/IA2t09


Parapolítica: Ex Alcalde de El Banco Matías Oliveros acusado de Homicidio del lider político Fernando Pisciotti

por Prensa - Colectivo de Abogados.
 
Un fiscal de derechos humanos profirió resolución de acusación en contra del ex Alcalde del municipio de El Banco, Magdalena, Matías Oliveros del Villar, como determinador del homicidio del ex Representante a la Cámara y líder liberal político regional Fernando Pisciotti Van Strahlen. En la misma determinación se acusó a alias “Rubén”, comandante político del frente Resistencia Motilona, como coautor de dicho crimen.
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Visión sobre una solución al problema de las drogas ilícitas

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La Habana, Cuba, sede de los diálogos de paz, noviembre 29 de 2013

Contornos de una discusión

La construcción de acuerdos sobre el cuarto punto de la Agenda, tercero en la discusión, demanda esfuerzos por superar caracterizaciones simplistas del problema, que pretendan  reducirlo a un asunto de campesinos productores de “cultivos ilícitos” frente a los cuales debe imponerse la política criminal del Estado. Con miras a ello, la delegación de las FARC-EP propone algunos contornos necesarios para una discusión que vaya a la raíz del problema y contribuya de esa manera a la formulación de propuestas comprensivas y ajustadas a la realidad de la problemática social que hay en la tras escena, en la búsqueda de un necesario acuerdo político en esta materia.

1.- El problema de las llamadas drogas ilícitas debe abordarse como algo consustancial al modo de producción capitalista y, en especial, a sus formas criminales. Se trata de un negocio corporativo transnacional, cuya mayor expansión se origina en las demandas crecientes por nuevas fuentes de acumulación y rentabilidad, en el contexto de la crisis capitalista mundial de 1974-1975. El negocio cubre todas las fases del proceso de producción (producción, circulación, distribución y consumo); se encuentra estimulado por un creciente consumo proveniente de los países del capitalismo central, en especial, de Estados Unidos y Europa, y sobre todo por su carácter ilegal, el cual le confiere altísimas tasas de rentabilidad; se sustenta en una división internacional capitalista del trabajo, en la que los eslabones más fuertes y de mayores dividendos se encuentran en el lavado de dinero, sea a través de “alianzas estratégicas” con empresas capitalistas legales productivas y de prestación de servicios o de su incorporación en los circuitos financieros. Las políticas neoliberales se han convertido en un importante estímulo al negocio transnacional al haber reducido de manera significativa e incluso eliminado los controles estatales a los flujos de capital. En atención a lo anterior, el narcotráfico debe considerarse esencialmente como una empresa capitalista transnacional de carácter criminal.

2.- La llamada guerra contra las drogas es en lo fundamental el producto de un diseño geopolítico imperialista, que adquiere mayor sentido y contenido luego del derrumbe del “socialismo realmente existente” en la Unión Soviética y Europa Oriental. Como lo demuestran múltiples documentos de inteligencia estadounidense, tras la desaparición del “enemigo comunista” se hizo necesaria la invención de un nuevo enemigo que justificara la persistencia de los elevados gastos en seguridad y defensa, y posibilitara nuevas formas de la injerencia y la intervención militar, así como de la dominación y control social. La invención del nuevo enemigo se acompañó en nuestro país de operaciones ideológicas de producción lingüística dirigidas contra la guerrilla revolucionaria,  orquestadas por los grandes conglomerados de las comunicaciones: Primero se habló de narco-guerrilla, y luego -cuando se instaló el discurso terrorista- apareció el término de narcoterrorismo.  La “guerra contra las drogas" no ha combatido los componentes más lucrativos del negocio, sino que se ha erigido contra los más débiles.
En el caso de la cocaína, se ha encauzado contra los cultivadores de la hoja de coca, los procesadores primarios de la pasta de coca, y los consumidores de cocaína, al tiempo que sus principales beneficiarios -grandes narcotraficantes, altos funcionarios del Estado, incluidas sus fuerzas militares y de policía, empresarios capitalistas y banqueros transnacionales- amasan gigantescas fortunas que son reinvertidas en el proceso de acumulación o destinadas al consumo extravagante.

3.- Como lo demuestran numerosas investigaciones científicas, dentro de las que se destacan los trabajos del profesor Andrew Weil de la Universidad de Arizona, que reafirman y amplían los conocimientos ancestrales de nuestras comunidades originarias, la coca no es la mata que mata. Por el contrario, la hoja fresca o seca alimenta como verdura, harina, infusión o mascándola; sirve como medicina para la diabetes, la obesidad, la gingivitis, inhibe células cancerígenas, atenúa la hipertensión; y se considera como fertilizante natural. Los cultivos de coca no son más que otra de las modalidades de la producción agrícola, con raíces ancestrales y culturales indiscutibles. Lo que los ha hecho ilícitos son los usos capitalistas que los terminaron convirtiendo, en la mayoría de los casos, en componentes esenciales de un proceso capitalista de producción de altísima rentabilidad: el de cocaína. En efecto, de la hoja de coca, luego de un procesamiento primario, resulta la pasta de coca; ésta, sometida a tratamientos químicos, arroja la cocaína, producto de alta demanda en los mercados internacionales.

4.- Sectores del campesinado colombiano y de algunas comunidades indígenas fueron empujados por la dinámica de la acumulación capitalista al cultivo de la hoja de coca. La imposibilidad de acceder a la tierra por la alta concentración de la propiedad latifundista y por el ejercicio secular de la violencia contra el campo, además de ser una de las causas del surgimiento de las guerrillas revolucionarias, propició procesos de colonización a lo largo y ancho del territorio nacional. Decenas de miles de familias de labriegos desposeídos, expropiados y desplazados fueron obligados a ocupar tierras inhóspitas y a adecuarlas para producir el sustento diario, en condiciones no sólo de total abandono estatal, sino sometidos incluso a su continua persecución. Las tierras fértiles fueron reservadas para la agricultura capitalista de plantación o para la ganadería extensiva del latifundio improductivo. La producción campesina emergida de los procesos de colonización, aunque logró garantizar la subsistencia, lo hizo en condiciones de precariedad, pobreza y miseria. Cuando se tuvo la capacidad de producir excedente, éste no pudo ser realizado en el mercado por las inexistentes condiciones de comercialización, incluida la falta de vías y de medios de transporte. En ese contexto, frente al creciente consumo de cocaína en Estados Unidos y Europa y el consecuente mayor estímulo a la producción de esa droga, la demanda por hoja de coca se incrementó igualmente de manera significativa. Entre tanto, la “guerra contra las drogas” en Bolivia y Perú, había generado a lo largo de la década de 1980, un desplazamiento de los cultivos hacia el territorio colombiano. Los campesinos encontrarían en la hoja de coca un cultivo alternativo que, además de no perecedero, gracias a un tratamiento básico, les brindaría la posibilidad de mejorar relativamente sus precarias condiciones de vida y de ingreso.

5.- En muchos de los territorios campesinos en los que se han desarrollado los cultivos de hoja de coca, ha habido una presencia histórica de la guerrilla. En ellos avanzamos hacia la construcción de un nuevo poder y sentamos las bases de un Estado guerrillero en formación, en medio de la más intensa confrontación con las fuerzas militares del Estado. Nuestro Comandante Timoleón Jiménez ha dicho con razón que “no teníamos ni el derecho ni la vocación de volvernos contra la población con miras a prohibirle la única alternativa de que se derivaba su pírrica subsistencia”. Nos vimos obligados a establecer un régimen de tributación y de regulación a las transacciones realizadas por los campesinos, siempre pensando en sus derechos, protegiéndolos frente a abusos de intermediarios y narcotraficantes, sin desatender nuestro propósito político mayor: La toma del poder y la construcción de la Nueva Colombia.

6.- Las clases dominantes y sus gobiernos de las últimas décadas, en lugar de enfrentar las causas estructurales que dieron origen a los cultivos campesinos de hoja de coca usados con fines ilícitos, esto es, de poner en marcha la realización de una reforma agraria integral, se allanaron por completo a la estrategia imperialista estadounidense de la “guerra contra las drogas”. Al tiempo que sectores de ellas se lucraban con sus altísimos rendimientos económicos, encontraron en esa guerra nuevos argumentos para dar continuidad a la estrategia contrainsurgente iniciada desde la heroica resistencia de Marquetalia, promovieron alianzas con el narcotráfico, contribuyeron directa e indirectamente a la creación de estructuras mafiosas, desarrollaron nuevas formas del terrorismo de Estado al participar activamente en la conformación de organizaciones narco-paramilitares, y  activaron toda una maquinaria de destrucción, persecución, estigmatización y criminalización contra el campesinado, así como de depredación socioambiental a través de fumigaciones aéreas indiscriminadas con glifosato, que han producido daños de difícil -pero necesaria reparación- sobre la vida humana, vegetal y animal. Todo ello, con el continuo apoyo y financiación del gobierno de los Estados Unidos. Expresión de ello ha sido el fracasado Plan Colombia con todos sus relanzamientos y nuevas denominaciones.

7.- Es indiscutible que se está frente a un incremento del consumo de drogas sico-activas a nivel mundial y de manera especial en los países del capitalismo central. Son múltiples las causas que lo explican; pero en lo esencial, más allá de situaciones particulares, éstas se encuentran en la naturaleza misma de la sociedad capitalista que no ofrece una perspectiva humana y humanista frente a la vida y el trabajo, especialmente para las nuevas generaciones. Las rentabilidades espectaculares que produce el consumo han desatado múltiples fuerzas para estimularlo y ampliarlo a través de los más variados mecanismos, constituyendo organizaciones empresariales criminales orientadas a ese propósito. El prohibicionismo es una fiel representación de la doble moral promovida por la formación capitalista. Al tiempo que se estimula el consumo por los rendimientos que éste produce, se persigue, estigmatiza y criminaliza a los consumidores, convirtiéndolos en foco de las políticas de “seguridad ciudadana”; en sentido estricto, en objetos de políticas de dominación y control social. En lugar de tratos en términos de salud pública, la “guerra contra las drogas” resulta útil en este aspecto para promover el proceso de militarización de la vida social.

8.- Tras décadas de “guerra contra las drogas”, sus beneficiarios saltan a la vista y no han sido precisamente los campesinos, ni los consumidores, ni las guerrillas revolucionarias. La presencia e intervención militar estadounidense se han intensificado hasta poner a disposición gran parte del territorio nacional al servicio de sus intereses geopolíticos; la desocupación forzada de territorios ha generado desplazamientos internos y producido alistamientos para la explotación de la riqueza natural minero-energética por parte de empresas transnacionales, el desarrollo de megaproyectos infraestructurales y la promoción de cultivos de larga duración para la producción de agrocombustibles; el negocio financiero se ha visto incentivado por la incorporación de los capitales ilícitos en sus circuitos. La vinculación obligada de sectores del campesinado en la empresa capitalista transnacional de las drogas ilícitas no ha sido para su provecho. De ahí el interés por desarticularse de ella, como se ha visto a lo largo de la historia reciente en recurrentes movilizaciones campesinas en las que se ha demandado la atención estatal frente a este problema social y se han formulado numerosas propuestas para un tratamiento alternativo. 

9.- De nuestra parte, desde la Octava Conferencia Nacional realizada en 1993, hemos insistido en que este problema, de naturaleza social, no puede ser resuelto por la vía militar. Esta posición la reafirmamos en los diálogos de San Vicente del Caguán, en los que nuestro Comandante Manuel Marulanda Vélez presentó los fundamentos de una propuesta de desarrollo alternativo, que continúa vigente en aspectos esenciales y sirve de referente para ser complementado y rediseñado en La Mesa de conversaciones. La inclusión de este tema en la Agenda pactada por la partes es un reconocimiento del fracaso de la política antidrogas y de la necesidad de encontrar, también en este campo, una salida que contribuya a poner fin a la profunda injusticia a la que han sido sometidas las comunidades campesinas. Las propuestas que presentaremos recogen no sólo las aspiraciones inmediatas del campesinado en esta materia, sino aquellas con las que nos hemos comprometido a lo largo de nuestra lucha. También expresan nuestra preocupación por considerar el consumo de drogas sicoactivas desde la perspectiva de la salud pública. Aspiramos a un país sin coca, a la que se le den usos ilícitos; aspiramos a un país con coca para usos alimenticios, medicinales e industriales, y de reconocimiento pleno y respeto a los usos culturales que nos enseñan nuestras comunidades indígenas ancestrales. 

Deseamos un país sin cocaína, aunque somos conscientes que ello depende más bien de regulaciones y definiciones de alcance global por parte de todos los Estados que de manera directa o indirecta se encuentran involucrados en la organización de esta empresa capitalista transnacional de carácter criminal. Dado el reconocimiento en múltiples sectores de la opinión pública mundial, del fracaso de la “guerra contra las drogas” y de las políticas prohibicionistas, en la actualidad existen condiciones para abordajes de la solución al problema de las drogas ilícitas más ceñidos a la realidad, incluidos los enfoques de salud pública y las políticas contra el lavado de dinero.

DELEGACIÓN DE PAZ DE LAS FARC-EP

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Saboteando las negociaciones de paz entre Estados Unidos e Irán

Rito Alejo y el magnicidio de Gómez Hurtado

Foto: Jose Luis Cubillos/Fiscalía

Revista Semana. 

JUDICIAL. Un reciente y hasta ahora desconocido testimonio vincula por primera vez al general retirado con el asesinato del líder conservador.

En la declaración del pasado 15 de mayo que entregó a fiscales de Justicia y Paz, el exparamilitar Edwin Zambrano, alias William, vincula al general retirado Rito Alejo del Río y al extraditado capo Hernando Gómez, alias Rasguño, con el magnicidio de Álvaro Gómez Hurtado en noviembre de 1995.

Una explosiva declaración de un exparamilitar llamado Edwin Zambrano, alias William, que supuestamente estuvo presente en una reunión crucial, abriría un nuevo capítulo en el caso del magnicidio de Álvaro Gómez Hurtado, en noviembre de 1995. Por primera vez desde ese crimen, hace 18 años, el no
mbre del general (r) del Ejército Rito Alejo del Río aparece mencionado como uno de los protagonistas y principales responsables del asesinato del líder conservador. 

Del Río fue condenado a 25 años de prisión en agosto de 2012 por su responsabilidad en la muerte de un campesino en 1997, cuando se desempeñaba como comandante de la Brigada 17 en Urabá. El polémico exoficial está detenido desde 2008 y actualmente purga su condena en las instalaciones del Batallón de Policía Militar número 13 en el occidente de Bogotá. A pesar de múltiples señalamientos y sindicaciones por otros delitos, esa es la única condena en contra de Del Río. 

Sin embargo, su situación podría complicarse por cuenta de esta desconocida declaración a la que tuvo acceso SEMANA.

“Para agosto de 1995 se hizo un consenso de comando de milicias urbanas de las autodefensas en la finca Campo Dos en la vía a Valencia presidida por el señor Carlos Castaño, Vicente Castaño y varios narcotraficantes entre ellos Varela, Hernando Gómez Bustamante, alias Rasguño, y el general Rito Alejo del Río. Reunión en la que se expuso por parte de los narcotraficantes realizar varios magnicidios. 

En el caso del doctor Álvaro Gómez, este estaba dando bastante incentivo a los medios sobre la influencia del narcotráfico en la campaña de Samper por lo que era necesario betar (sic) esa propaganda para que no se distorsionara una posible negociación de narcotraficantes en el futuro”, dice uno de los apartes del documento de la Fiscalía. 

“Se consideró que el personal más adecuado para este tipo de operaciones era conseguir un enlace con el general Rito Alejo del Río y la brigada de inteligencia de la Décimotercera Brigada en Bogotá. El general determinó que el operativo más seguro sería a la salida de la universidad donde laboraba el doctor Gómez, dijo además que la única forma era filtrar la seguridad por medio del mismo Estado y eso se logró por medio del general a quien señala de ser el autor intelectual de la muerte de Álvaro Gómez”, afirma otro segmento del documento de la Fiscalía, en el cual se compulsan copias para que se investigue al general por las declaraciones del exparamilitar, quien dijo que estuvo presente en esa reunión en la cual supuestamente se planeó el crimen (ver documentos 1 y 2). 

La declaración de Zambrano ocurrió el pasado 15 de mayo durante una audiencia de Justicia y Paz en Barranquilla sobre los crímenes de las autodefensas en los Montes de María. Nació en 1970 en El Bagre, Antioquia, y prestó el servicio militar en el Batallón de Infantería Cacique Nutibara, en el municipio de Andes, Antioquia. En una declaración ante la Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía General de la Nación, dijo haber ingresado a las autodefensas por sugerencia del entonces teniente coronel Rito Alejo del Río, quien le habría dicho que en Urabá se estaban conformando unas milicias de contraguerrilla. 

Al principio consiguió trabajo en Mineros de Antioquia, empresa en la que duró poco. Al quedarse sin empleo tomó la decisión de ingresar a los paramilitares que, para entonces, comandaba Fidel Castaño. Para poder ingresar a las nacientes autodefensas, hizo curso en las escuelas la Acuarela y la ECA, siendo instructor el también oficial retirado Carlos Mario García, alias Doble Cero. 

Está condenado por fuga de presos y por los delitos de homicidio agravado, al haber participado en el asesinato del alcalde electo de San Jacinto, Carlos Quiroz. Tras ese crimen se entregó a la Fiscalía en Magangué porque sospechó que sus cómplices, Edwin Tirado, alias el Chuzo, y Juan Manuel Borré Barreto, alias Javier, lo iban a asesinar. Al entregarse lo hizo como informante, pero por la precisión de los datos que estaba suministrando sobre diversos crímenes hizo que los funcionarios del CTI de Cartagena se dieran cuenta que no era un simple delator sino un importante protagonista. 

Desde entonces la Unidad de Derechos Humanos lo acogió y se ha convertido en un testigo creíble y eficiente que ha ayudado en más de una docena de procesos. Razón por la cual es considerado un testigo serio, según confirmaron a SEMANA funcionarios de la Fiscalía. De allí la importancia y trascendencia de su reciente declaración en la que menciona al exgeneral Del Río. 

Fuera de la vinculación del alto oficial como uno de los posibles determinadores del magnicidio, su testimonio también tiene un interesante aspecto al mencionar como otro de los partícipes del crimen al narcotraficante Rasguño. Después de su captura, en 2004, y posterior extradición a Estados Unidos, Rasguño ha entregado múltiples y confusos testimonios en los últimos años sobre el caso Gómez Hurtado. 

No obstante, en estos siempre ha afirmado ser un testigo de oídas que estuvo en una reunión con paras y narcos en donde se habló del tema tras el asesinato de Gómez. Ahora, con la declaración de Zambrano su situación, al igual que la de Del Río, cambia sustancialmente. El capo pasaría a ser considerado ya no como un testigo sino como uno de los determinadores del magnicidio. 

La declaración que entregó Zambrano en mayo pasado fue enviada el 9 de septiembre a los despachos del búnker de la Fiscalía en Bogotá, donde se compulsarán copias en los próximos días para investigar al general Del Río, quien deberá entrar a controvertir y responder por los graves señalamientos que lo vinculan al magnicidio.
 
 

Coca: tierra y oro

Hoy que amanecí con los huesos en su sitio, quisiera escribir sobre la recuperación de los manglares de la isla de Salamanca, o sobre las plantaciones campesinas de sábila en el desierto de la Tatacoa o, en fin, sobre la declaratoria de un millón de hectáreas en la serranía del Chiribiquete como Parque Nacional Natural. Pero nuestra realidad es terca y debo escribir otra vez sobre cultivos ilícitos, ahora cuando en la mesa de negociaciones se aborda la cuestión.
Por: Alfredo Molano Bravo

El primer punto de la agenda en La Habana, el derecho a la tierra, quedó acordado. También el segundo, que tiene que ver con el ejercicio de ese derecho. El tercero tendrá que resolver el asunto de la sustitución de cultivos ilegales por cultivos lícitos, lo que quiere decir en tres palabras: mano al dril. El Estado tiene que financiar esa transición, porque no sólo no impidió, sino que facilitó, el cambio de café, maíz, arroz, por marihuana, coca y amapola. Hay que buscar el origen de la tragedia, que tanta sangre ha costado, en la constante burla de la reforma agraria. No en vano el Pacto de Chicoral —que liquidó el tímido intento de Lleras Restrepo— y los primeros cultivos de marihuana tuvieron lugar en los mismos días. Hablo del vil metal por un simple cálculo: la cosecha anual de coca cuesta unos 500.000 millones de pesos, asumiendo que hay unas 100.000 hectáreas cultivadas que botan tres cosechas al año y que de cada hectárea sale un kilo de base cuyo valor promedio es de dos millones de pesos. La solución del problema pasa, a mi manera de ver, por la reformulación de las políticas minera y agropecuaria. Quiéralo o no, la mesa tendrá que hablar de política económica. La coca, para mencionar el tema gordo, ha pasado de dominar el panorama económico en el piedemonte oriental a determinar la economía en el andén pacífico. En la zona oriental, la sustitución está ligada a las Zonas de Reserva Campesina y a la financiación de planes de desarrollo regional.

El Estado no le puede decir al campesino cocalero: acabe con eso porque es ilegal y rebúsquese. Porque vuelve a rebuscarse, como se rebuscó. Tampoco puede salirle a la guerrilla con el cuento de que “colabore” para acabar con el flagelo y conviértase en una fuerza policiva. Para que la guerrilla “colabore” —si llegara a hacerlo— se requiere que el Estado financie planes de desarrollo regional que tengan en cuenta, ante todo, la participación campesina, tal como quedó acordado en el segundo punto bajo el título de “Consejos de desarrollo territorial”. Es aquí donde la marrana tuerce el rabo, porque la mayoría de opciones se estrellan con los TLC. Los campesinos encuentran soluciones si los dejan resolver sus problemas y no les amarran las manos. Por este lado hablarán de crédito barato, fletes subsidiados —la coca, incluidos insumos, tiene costos de transporte muy bajos—, eliminación de intermediarios —o mercados campesinos— y política arancelaria compensatoria. Un reto para los que saben de mermelada y otras mieles.

Por el lado del Pacífico la cosa es distinta: las comunidades negras abandonaron el mazamorreo del oro —práctica ancestral— porque la coca les daba más. La gente de los ríos que trabajaba con la batea optó por cultivar coca porque el oro estaba por el suelo a mediados de los 90. Al recuperarse el vil metal, los negros regresaron a lavarlo en ríos y quebradas, pero se encontraron con retroexcavadoras y dragas, lo que llaman minería ilegal. Si el Gobierno los defiende contra ella, e impide que en sus ríos se meta la gran minería, dejan el cultivo de coca. Para eso se debería crear una nueva figura: las zonas reservadas para la minería artesanal del oro y del platino. Las comunidades negras han vivido y podrían seguir viviendo a su ritmo del mazamorreo sin el cerco del hambre ni de la coca ni de la violencia.

El Gobierno debe aceptar que no puede arreglar las cosas sin sacrificar algo, que, bien vistas las cosas, no es mucho. Ojalá en La Habana llegaran a un acuerdo para poder cambiar de tema.

Punto aparte: La Comisión Colombiana de Juristas (CCJ) cumple 25 años de haber sido creada ¡Enhorabuena! No obstante la pelea de sus fundadores, entre ellos Gustavo Gallón, y de todo el grupo, tiene el doble de tiempo de haber comenzado a enfrentar las arbitrariedades que se cocinan en las distintas versiones de los fueros militares. La CCJ, con valentía y rigor jurídico, ha defendido a miles de colombianos que sin su defensa —gratuita, por lo demás— se habrían podrido en una apestosa cárcel o habrían quedado tirados en una carretera disfrazados de guerrilleros.

 

Dossier Álvaro Uribe Vélez

Colombia Invisible - Unai Aranzadi

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Basta de Terrorismo de Estado

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