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Despedida de Cristian Pérez - Sí a la Paz

Colombia: Falsa Democracia

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Falsa democracia

RECOMENDADO CAMBIO TOTAL

[Colombia] Falsa democracia II: la democracia burguesa

Hernando Vanegas Toloza, Postales de Estocolmo. En el artículo de ayer abordamos, someramente, la historia de la democracia burguesa ...

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LOS RICOS NO VAN A LA GUERRA

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Los muros capitalistas que nadie denuncia

Cadena SER. No sólo dividen pueblos, ciudades y países. Sobre todo, estas enormes edificaciones de hormigón y cemento se levantan con el objetivo de separar personas, realidades, visiones, sueños, esperanzas... Se extienden por todos los continentes: en grandes potencias económicas y en donde la miseria es lo único que puede dividirse. De la mano de Marta del Vado recorremos los nuevos muros del mundo.
El muro de la vergüenza
El muro que Israel decidió levantar en 2002 en la franja de Cisjordania es una barrera entre dos realidades, dos culturas y religiones, ya de por sí muy separadas.
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Una barrera en la Unión
Dentro de la propia Unión Europea existe un muro que separa una ciudad de norte a sur en dos comunidades: Nicosia, la capital de Chipre. La región occidental es reconocida por la ONU, la orientas sólo por Turquía.
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Muro sin plan
El muro que levantó Marruecos en el Sahara Occidental se ha convertido en una fortaleza militar rodeada de campos de mina, además de ser el principal escollo en las negociaciones con el Frente Polisario.
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Espaldas mojadas
En un intento desesperado por cruzar a EEUU, cientos de personas se dejan sus vidas cada año en el desierto o en el río que separa el país de las oportunidades y México.
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En mitad del infierno
Al drama de la invasión y del terrorismo de Al Qaeda se une en Irak la guerra fraticida entre suníes y chiíes que recurren a la violencia por hacerse con el poder en la capital.
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Resquicio del telón de acero
El paso fronterizo que se levanta entre las dos Coreas es, a día de hoy, la zona más militarizada del mundo. Se trata del último resquicio de la II Guerra Mundial y del viejo telón de acero que separó el mundo en dos.
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El salto del Estrecho
No hay que viajar mucho para encontrarse muros que rompen sueños. En nuestro país, en Melilla, una valla de alambre trata de contener el paso de los que nada tienen que perder en la paupérrima África.
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Intervención del prisionero de guerra de las FARC EP Tulio Murillo

La condena a Salvatore Mancuso conduce a Luis Camilo Osorio - Santiago Villa

En la condena del Tribunal de Justicia y Paz al Bloque Catatumbo, Salvatore Mancuso menciona la colaboración de miembros de la Fiscalía con los paramilitares. El camino de los testimonios conduce al ex fiscal general Luis Camilo Osorio.
Por: Santiago Villa
Los caminos de los testimonios de procesados por paramilitarismo siguen conduciendo a Luis Camilo Osorio. La sentencia de ocho años de prisión a Salvatore Mancuso y a otros cinco cabecillas del Bloque Catatumbo pone nuevamente de relieve la ineficiencia de las investigaciones adelantadas contra el ex fiscal general Osorio (2001 - 2005).
La reciente sentencia contra el Bloque Catatumbo recoge más de cinco años de barbarie en el departamento de Norte de Santander, que tuvieron su auge entre 1999 y 2004. En plata blanca, la conclusión del Tribunal de Justicia y Paz es que la violencia que causó más de 13.000 muertos, 2.000 desapariciones y 70.000 desplazamientos fue una política de Estado. Quien conoce la historia del Catatumbo sabe que en esta región fronteriza con Venezuela las instituciones estatales trabajaban en llave con el Bloque Catatumbo. Hasta el momento se ha hecho justicia en algunos casos. La mayor impunidad existe, sin embargo, entre quienes colaboraron desde el Estado para imponer este régimen de terror.
En su sentencia, el Tribunal de Justicia y Paz cuestiona que Luis Camilo Osorio hubiera mantenido en su cargo a Ana María Flórez, ex directora seccional de Fiscalías de Norte de Santander, que se encuentra prófuga de la justicia, a pesar de que ya había indicios de su colaboración con los paramilitares. Magali Moreno, ex asistente de la fiscal Flórez, afirmó que Osorio era amigo personal de Flórez. Este no es el único testimonio que compromete a Osorio. Varios ex empleados de la Fiscalía General de la Nación y del Cuerpo Técnico Investigativo afirman que cuando Luis Camilo Osorio fue fiscal general los paramilitares eran protegidos por esa institución.
Uno de los proceso más grandes que se han abierto contra la estructura financiera de los paramilitares fue anulado por Luis Camilo Osorio, según me confirmó el doctor Alfonso Gómez Méndez, el antecesor de Osorio en la Fiscalía General. El proceso tenía alrededor de 1.200 cuadernos y 3.000 anexos. El año pasado hablé con uno de sus investigadores, quien me dijo que "iba a ser más grande que el proceso 8.000".
Hace dos años, en esta misma columna, también me referí a la investigación que entre los años 2001 y 2002 realizó Richard Maok Riaño, ex investigador del CTI, sobre los vínculos que había dentro de la Fiscalía General con los paramilitares.
Maok Riaño, quien está asilado en Canadá y fue despedido a los pocos días que el ex fiscal Osorio supiera que se hacía esta investigación, dice estar reconstruyéndola. Hablé ayer con Maok Riaño. Explicó que durante el último año y medio ha logrado recuperar los cruces de información de 36.000 registros que se archivaron en la Fiscalía General hace más de diez años.
Dijo que está a punto de concluir un informe de 400 páginas en el que evidencia relaciones de ex funcionarios de la Fiscalía General con paramilitares. Solicita que la Comisión de Acusaciones y la Fiscalía envíen a un perito en Documentología y Grafología Forense, y otro en Análisis Criminal, con el software IBM i2 Analyst's Notebook, con el fin de entregar la información. Los investigadores de la Comisión de Acusaciones ya han incumplido tres citas para recoger el testimonio y las pruebas de Richard Maok Riaño.
Hacia el final de nuestra conversación, Maok Riaño dijo: "No entiendo por qué han dejado en el olvido a tres fiscales que en su momento también denunciaron a Osorio. Son Elcida Molina, Luis Augusto Sepúlveda y Marcela Roldán".
Maok Riaño tiene pocas esperanzas en el sistema colombiano, y más confianza en los procesos que pueda iniciar la Corte Interamericana de Derechos Humanos y la Corte Penal Internacional. Lamentablemente, yo también. Ojalá que las instituciones de este país no nos den la razón.
 Twitter: @santiagovillach
  • Santiago Villa | Elespectador.com

El desembarco aliado en Normandía, del mito a la realidad

laRepublica.es
A lo largo de 70 años ha venido construyéndose un mito de que los anglosajones liberaron Europa. Sin embargo, como recuerda la profesora Annie Lacroix-Riz, la prioridad de Washington y de Londres no era la lucha contra el nazismo sino contra el comunismo. Así que no fueron las tropas de Estados Unidos las que derrotaron el Reich sino, ante todo, los soldados soviéticos del Ejército Rojo.
En junio de 2004, en ocasión del 60º aniversario del «desembarco aliado» en Normandía, a la pregunta «¿Cuál es, en su opinión, la nación que más contribuyó a la derrota de Alemania?», el instituto francés de sondeos de opinión mostró una respuesta exactamente contraria a la que se había recogido en mayo de 1945: en 2004, el 58% de las personas consultadas estimó que había sido Estados Unidos, contra sólo un 20% en 1945, mientras que un 20% se pronunciaba por la URSS, contra un 57% en 1945  .
Desde la primavera hasta el verano de 2004 se había repetido constantemente que entre el 6 de junio de 1944 y el 8 de mayo de 1945, los soldados estadounidenses habían recorrido Europa «occidental» para devolverle la independencia y la libertad que la ocupación alemana le había arrebatado y que se veía en peligro ante el avance del Ejército Rojo hacia el oeste. No se mencionaba el papel de la URSS, víctima de aquella «muy espectacular [inversión de los porcentajes registrada] con el tiempo»  .
En 2014, la 70ª edición del desembarco de Normandía promete ser mucho peor en cuanto a la presentación de los «Aliados» que protagonizaron la Segunda Guerra Mundial, en plena campaña de infundios contra el anexionismo ruso en Ucrania y en otras partes  .
La leyenda fue progresando junto con la expansión estadounidense en el continente europeo, planificada en Washington desde 1942 y puesta en práctica con ayuda del Vaticano, tutor de las zonas católicas y administrador –antes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial– de la «esfera de influencia “occidental”»  .
Dirigido junto a la RFA, aunque también compitiendo con ella, y posteriormente con la Alemania reunificada, el avance estadounidense hacia el este alcanzó un ritmo desenfrenado a partir de la «caída del muro de Berlín», en 1989, llegando a pulverizar los «objetivos de guerra» que Moscú había proclamado en julio de 1941 y alcanzado en 1944 (recuperación de los territorios perdidos en 1939-1940) y en 1945 (adquisición de una zona de influencia que debía dominar el antiguo «cordón sanitario» de Europa central y oriental, vieja vía germánica para invadir Rusia  . El proyecto estadounidense avanzaba tan rápidamente que Armand Berard, diplomático en Vichy y posteriormente –después de la liberación de Francia– consejero de la embajada en Washington (en diciembre de 1944) y más tarde en Bonn (en agosto de 1949) llegó a predecir en febrero de 1952 que
Las predicciones al estilo de Casandra de Armand Berard, que en aquellos tiempos parecían descabelladas, se han visto sobrepasadas por la realidad que estamos viviendo en mayo-junio de 2014: la antigua URSS, reducida desde 1991 al territorio que hoy conocemos como Rusia, se ve amenazada desde su puerta ucraniana.
La hegemonía ideológica «occidental» que acompaña esa Drang nach Osten  se ha visto favorecida por el tiempo transcurrido desde la época de la Segunda Guerra Mundial. Antes de la Debacle, «la opinión francesa» se había visto «embaucada por las campañas “ideológicas”» que presentaban a la URSS como el lobo y al Reich como el cordero. La gran prensa, propiedad del capital financiero, había convencido a la opinión pública francesa de que abandonar al aliado checoeslovaco bastaría para garantizar una paz duradera. «Esa anexión será y no puede ser más que el preludio de una guerra que se hará inevitable, y al cabo de cuyos horrores Francia se verá en peligro de ser derrotada, desmembrada y sometida al vasallaje de lo que pueda quedar del territorio nacional como Estado aparentemente libre», había advertido –sólo 2 semanas antes de Munich– otra predicción al estilo de Casandra, proveniente del Estado Mayor del ejército  . Engañada y traicionada por sus propias élites, «Francia» vivió el destino previsto. Pero sus obreros y empleados, que entre 1940 y 1944 perdieron el 50% de sus salarios y entre 10 y 12 kilogramos de peso corporal [debido a las privaciones], ya no se dejaron tanto «embaucar por las campañas “ideológicas”».
Cierto es que percibieron las realidades militares después que los «medios bien informados». Pero, con el paso de los meses fueron cada vez más numerosos los que seguían en los atlas y los mapas de la prensa colaboracionista lo que sucedía en el «frente oriental». Y comprendieron que la URSS, que desde julio de 1941 reclamaba en vano la apertura en el oeste de un «segundo frente» que aligerase su martirio, estaba cargando sola con el peso de la guerra. El «entusiasmo» que despertó en ellos la noticia del desembarco anglo-estadounidense en el norte de África (el 8 de noviembre de 1942) se había «apagado» para la siguiente primavera: «Hoy todas las esperanzas se vuelven hacia Rusia, cuyos éxitos llenan de alegría a toda la población […] Cualquier propaganda del partido comunista se ha hecho innecesaria […] la comparación demasiado fácil entre la inexplicable inacción de unos y el heroico accionar de los otros augura días difíciles para quienes se inquietan por el peligro bolchevique», subraya un informe de abril de 1943 destinado al BCRA  gaullista [10].
Si bien era difícil engañar a las generaciones que aún conservaban el recuerdo de la guerra, hoy en día es muy fácil engañar a las generaciones que no vivieron el conflicto. A la desaparición paulatina de los testigos y actores de la guerra se agrega el derrumbe del movimiento obrero radical.
El Partido Comunista Francés (PCF), que al final de la ocupación alemana era conocido en Francia como «el partido de los fusilados», informó durante mucho tiempo y mucho más allá de sus filas sobre las realidades de aquel conflicto. Pero lo que hoy queda del PCF aborda mucho menos ese tema en su propia prensa, que a su vez está a punto de desaparecer, e incluso prefiere dedicarse más bien a rasgarse las vestiduras sobre el pasado «estalinista» contemporáneo de sus propios combatientes de la Resistencia. La ideología dominante, ya libre de un serio obstáculo, se ha vuelto hegemónica en ese terreno, al igual que en otros.
Los sectores académicos ya no se oponen sino que más bien se asocian a la intoxicación reinante en la prensa escrita y audiovisual, e incluso a través del cine [11]. Y es importante destacar el hecho que largometrajes como el film de ficción Salvar al soldado Ryan y el documental Apocalipsis no abordan los preparativos ni objetivos del desembarco del 6 de junio de 1944.
Mucho antes del «viraje» de Stalingrado –en enero-febrero de 1943–, las élites franceses ya habían percibido las consecuencias que tendría para Estados Unidos la situación militar que resultaba de la «resistencia […] feroz del soldado ruso». Fiel testimonio de ello es el informe –fechado a mediados de julio de 1941– que el general Paul Doyen, presidente de la delegación francesa ante la Comisión alemana de armisticio de Wiesbaden, hizo redactar a su colaborador diplomático Armand Berard [12]:
 1. La Blitzkrieg había muerto. «El giro que han tomado las operaciones» contradecía el pronóstico de los
 2. El peligro de una derrota alemana (que Berard explica detalladamente) obligaba a los amos de Francia a unirse a otro protector, que ya no era el imperialismo «continental» por el que habían optado desde la «Reconciliación» de los años 1920. Al hallarse ante un viraje que resultaba imposible, «en los próximos meses», habría que pasar convenientemente de la hegemonía alemana a la estadounidense, que ya se percibía como inevitable. Porque «Estados Unidos, que ya salió de la guerra de 1918 como único vencedor, lo será más aún al final del actual conflicto. Su poderío económico, su alta civilización, su cantidad de población, su influencia creciente en todos los continentes, el debilitamiento de los Estados europeos que podían rivalizar [con Estados Unidos] implican que, pase lo que pase, el mundo tendrá que someterse en las próximas décadas a la voluntad de Estados Unidos» [13]. O sea, desde julio de 1941, Berard ya diferenciaba al futuro vencedor militar soviético –vencedor que el Vaticano identificó claramente poco después [14] y que quedaría exhausto debido a la guerra alemana de desgaste– del «único vencedor», por su «poderío económico», que, al igual que en la guerra anterior, aplicaría en aquel conflicto la «estrategia periférica».
Desde antes de la era imperialista, y también puede decirse que a partir de ella, Estados Unidos, que desde los tiempos de la sumisión del sur agrícola (esclavista) al norte industrial nunca sufrió una ocupación extranjera ni ningún tipo de destrucción en su propio suelo, había destinado su ejército permanente a la realización de misiones tan implacables como fáciles de llevar a cabo: liquidación de los pueblos autóctonos, imposición de su propia dominación a vecinos débiles («el traspatio» latinoamericano) y asegurar la represión interna. Para garantizar la expansión imperial, la consigna del defensor del imperialismo Alfred Mahan –desarrollar perennemente la marina de guerra– fue enriquecida por sus sucesores con las mismas reglas adaptadas a la aviación [15]. Sin embargo, debido al modesto volumen de sus fuerzas terrestres, Estados Unidos no disponía de la capacidad necesaria para intervenir en un conflicto europeo. Después de garantizar la victoria a través de otro país, que ponía la «carne de cañón» («canon fodder»), Estados Unidos despliega a última hora sus tropas para ocupar el territorio a controlar. A partir de entonces, el control se ejerce desde bases aeronavales en el exterior y las del norte de África se agregan a las británicas a partir de noviembre de 1942 [16].
En 1914, la Triple Entente (Francia, Inglaterra, Rusia) había distribuido entre sus miembros la acción militar que, debido a la retirada rusa, finalmente recayó sobre todo sobre Francia. Pero durante la Segunda Guerra Mundial fue la URSS la que asumió sola aquel papel en una guerra estadounidense que, según el estudio secreto de la Junta de Jefes del Estado Mayor Conjunto [de Estados Unidos] (Joint Chiefs of Staff o JCS) fechado en diciembre de 1942, se fijaba como norma «ignorar las consideraciones de soberanía nacional» de los países extranjeros.
En 1942-1943, la JCS
La «guerra fría», al convertir la URSS en «ogro soviético» [18], daría rienda suelta a las confesiones sobre la táctica destinadas a disponer del uso de la «carne de cañón» de los aliados (momentáneos) en función de los objetivos de los «bombardeos estratégicos americanos». En mayo de 1949, con el Pacto Atlántico ya firmado (el 4 de abril), Clarence Cannon, presidente de la Comisión de Finanzas de la Cámara de Representantes (House Committee on Appropriations), glorificó los costosísimos «bombarderos terrestres de gran ataque capaces de transportar la bomba atómica que “en 3 semanas habrían pulverizado todos los centros militares soviéticos”» y se regocijó por la «contribución» que aportarían nuestros «aliados […] enviando los jóvenes necesarios para ocupar el territorio enemigo después de que nosotros lo hayamos desmoralizado y liquidado con nuestros ataques aéreos. […] Ya seguimos ese plan durante la última guerra» [19].
Así lo mostraron los historiadores estadounidenses Michael Sherry y Martin Sherwin: fue la URSS, instrumento militar de la victoria, la que fue blanco simultáneo de las futuras guerras de conquista, y no el Reich, a pesar de que este último había sido oficialmente designado como «enemigo de las Naciones Unidas». Para comprender por qué podemos recurrir a la lectura de William Appleman William, uno de los fundadores de la «escuela revisionista» (progresista estadounidense. Su tesis [20] sobre «las relaciones americano-rusas de 1781 a 1947» (1952) demostró que el imperialismo estadounidense no toleraba ningún tipo de limitación a su esfera de influencia mundial, que la «guerra fría», que en realidad comenzó en 1917 y no en 1945-1947, no se basaba en consideraciones ideológicas sino económicas y que la rusofobia estadounidense databa de la era imperialista [21].
Los soviéticos tuvieron además la audacia de explotar por sí mismos su propia caverna de Alí Babá, excluyendo de su inmenso territorio (22 millones de km²) a los capitales estadounidenses. Fue eso lo que generó «la continuidad, desde Theodore Roosevelt y John Hay hasta Franklin Roosevelt, pasando por Wilson, Hugues y Hoover, de la política americana en el Extremo Oriente» [22], y también en África y en Europa, otros campos privilegiados «de un reparto y de un re-reparto del mundo» [23] estadounidenses constantemente renovados desde 1880-1890.
Washington pretendía realizar ese «reparto re-reparto» única y exclusivamente en beneficio propio y fue por esa razón fundamental que Roosevelt vetó toda discusión en tiempo de guerra con Stalin y Churchill sobre el reparto de las «zonas de influencia». El final del conflicto le garantizaría la victoria sin el menor costo, dado el lastimoso estado de su gran rival ruso, devastado por el asalto alemán [24]. En febrero-marzo de 1944, el millonario Harriman, embajador en Moscú desde 1943, coincidía con 2 informes de los servicios «rusos» del Departamento de Estado («Varios aspectos de la política soviética actual» y «Rusia y Europa oriental») al pensar que la URSS «empobrecida por la guerra y en espera de nuestra ayuda económica […,] uno de nuestros principales instrumentos para orientar una acción política compatible con nuestros principios», no tendría fuerzas ni siquiera para ser un estorbo en el este de una Europa que pronto sería estadounidense. [Para Harriman, Rusia] se conformaría con una promesa de ayuda estadounidense de postguerra, lo cual permitiría [a Estados Unidos] «evitar el desarrollo de una esfera de influencia de la Unión Soviética en Europa oriental y los Balcanes» [25]. Aquel pronóstico era excesivamente optimista ya que la URSS no renunció a garantizarse una zona de influencia.
Los planes de paz sinárquicos…
Aquel «instrumento» financiero era, tanto en Europa occidental como en Europa oriental, «una de las armas más eficaces a nuestra disposición para influir en los acontecimientos europeos en la dirección que deseamos» [26].
Con vista a aquella Pax Americana, la alta finanza sinárquica, corazón del imperialismo francés particularmente bien representado del otro lado del Atlántico –Lemaigre-Dubreuil, patrón de la firma de aceites Lesieur (y de varias compañías petroleras); el presidente del Banco de Indochina Paul Baudouin, último ministro de Relaciones Exteriores de Reynaud y el primero de Petain, etc.– negoció más activamente, a partir del segundo semestre de 1941, con el financista Robert Murphy, delegado especial de Roosevelt en el norte de África.
Futuro primer consejero del gobernador militar de la zona de ocupación estadounidense en Alemania y uno de los jefes de los servicios de inteligencia estadounidenses, desde la OSS (Office of Strategic Services) creada durante la Segunda Guerra Mundial hasta la CIA (Central Intelligence Agency), creada en 1947, Robert Murphy se había instalado en Argel en diciembre de 1940. Este católico integrista estaba preparando desde allí el desembarco de Estados Unidos en el norte de África, como trampolín a la ocupación de Europa que debía comenzar por el territorio francés cuando la URSS se dispusiese a traspasar sus fronteras de 1940-1941 para liberar los países ocupados [27]. Las negociaciones secretas se desarrollaron en una zona no ocupada del «imperio» a través de los «neutrales», que iban desde los pro-hitlerianos Salazar y Franco –sensibles a los cantos de sirena estadounidenses– hasta los suizos y los suecos, incluyendo al Vaticano, tan preocupado como en 1917-1918 por garantizar una paz tranquila con el vencido Reich. Luego de prolongarse hasta el final de la guerra, incluyeron –ya en 1942– planes para la «inversión de los frentes» en contra de la URSS, que llegaron a conocerse antes de la capitulación de Alemania [28] pero que sólo entraron en aplicación después de los días 8 y 9 de mayo de 1945.
Al abordar con los grandes sinarcas asuntos económicos inmediatos (en el norte de África) y futuros (en la metrópoli y en sus colonias después de la Liberación [de la Francia ocupada por los nazis]), Washington también contaba con ellos para deshacerse de De Gaulle, igualmente odiado por ambas partes. Pero no lo odiaban porque se tratase de una especie de dictador militar a quien, según una tenaz leyenda, el gran demócrata Roosevelt no lograba soportar. De Gaulle no gustaba únicamente porque, a pesar de lo reaccionario que fuese, su popularidad y su fuerza provenían de la Resistencia interna (fundamentalmente comunista). Por esa razón dificultó el control total de Estados Unidos en momentos en que un «Vichy sin Vichy» ponía [a la disposición de Estados Unidos] una serie de colaboradores odiados por el pueblo y, por consiguiente, tan dóciles perinde ac cadaver a las órdenes estadounidenses como antes lo habían sido a las órdenes alemanas. Aquella fórmula estadounidense, finalmente condenada al fracaso por la correlación de fuerzas en general –y también por la correlación de fuerzas existente en Francia– tuvo como héroes sucesivos, de 1941 a 1843, a los miembros vychistas de La Cagoule [29] –Weygand, Darlan y, posteriormente, Giraud–, defensores comprobados de la dictadura militar [30] pero muy representativos del agrado de Washington por los extranjeros partidarios de la libertad de los capitales [estadounidenses] y de la instalación de sus bases aeronavales [31].
El objetivo no era esforzarse por deshacerse de De Gaulle para tener que lidiar con los soviéticos. Espantados ante el resultado de la batalla de Stalingrado, los mismos financieros franceses enviaron rápidamente a Roma al particularmente fiel Emmanuel Suhard, a quien habían utilizado desde 1926 en sus planes de liquidación de la República. Este cardenal y arzobispo (de la ciudad francesa de Reims) había sido nombrado [arzobispo] en Paris en el mes de mayo [de 1940], justo después de la invasión alemana (del 10 de mayo), después de que La Cagoule eliminara oportunamente –en abril de 1940– a su predecesor Verdier. Sus “representados” y Paul Reynaud, cómplice del inminente putsch Petain-Laval, lo habían enviado para iniciar en Madrid –el 15 de mayo y a través de Franco– las conversaciones de «Paz» (más bien la capitulación) con el Reich [32].
Por lo tanto, a Suhard se le confió nuevamente la tarea de preparar, con vista a la «Pax Americana», las conversaciones con el nuevo tutor. Suhard debía pedir al papa Pío XII que planteara «a Washington», a través de Myron Taylor –ex presidente de US Steel y «representante personal» de Roosevel «ante el papa» desde el verano de 1939– «la siguiente interrogante: “Si las tropas americanas se viesen obligadas a entrar en Francia, ¿se comprometería el gobierno de Washington a que la ocupación americana fuese tan total como la ocupación alemana?”», excluyendo cualquier «otro tipo de ocupación extranjera (léase soviética). Washington respondió que a Estados Unidos no le interesaba la futura forma de gobierno de Francia y que se comprometería a no permitir que el comunismo se instalara en el país» [33].
La burguesía, señaló un informante del BCRA a finales de julio de 1943, «que ya no cree en la victoria alemana, cuenta […] con América [Estados Unidos] para que le evite el bolchevismo. Espera con impaciencia el desembarco anglo-americano y todo retraso le parece una forma de traición». Esa fue la canción que se repitió hasta la realización de la operación Overlord [34].
Al «burgués francés [que había] considerado siempre que el soldado americano o británico estaría naturalmente a su servicio en caso de victoria bolchevique», los RG [35] trataban de asustarlo, desde febrero de 1943, con «el proletariado» cuyos «temores de ver “su” victoria escamoteada por la alta finanza internacional van desapareciendo con la caída de Stalingrado y el avance generalizado de los soviéticos» [36].
Por ese lado, al rencor contra la inacción de los anglosajones contra el Eje se agregó la cólera suscitada por la guerra aérea de estos contra los civiles, incluyendo a los de las «Naciones Unidas». Los «bombardeos estratégicos americanos», constantes desde 1942, provocaban víctimas entre la población pero no afectaban a los Konzerne de los socios de los Aliados, encabezados por IG Farben, como informó en noviembre «un importante industrial sueco que mantenía estrechas relaciones [con IG Farben] a su regreso de un viaje de negocios a Alemania»: en Francfort, «las fábricas no han sufrido»; en Ludwigshafen, «los daños son insignificantes»; en Leverkusen, «las fábricas de IG Farben […] no han sido bombardeadas» [37].
Nada cambió hasta 1944, cuando un largo informe de marzo sobre «los bombardeos de la aviación angloamericana y las reacciones de la población francesa» expuso los efectos de «esos ataques mortíferos e inoperantes». La indignación crecía tanto desde 1943 que incluso amenazaba la base del inminente control estadounidense sobre el territorio. Desde septiembre de 1943 se habían intensificado los ataques contra la periferia de París, donde las bombas parecían como «lanzadas al azar, sin objetivos precisos y sin la menor preocupación por evitar la pérdida de vidas humanas». Después sucedió lo mismo con las ciudades de Nantes, Estrasburgo, La Bocca, Annecy y Tolón, «llevando al paroxismo la cólera de los obreros [franceses] contra los anglosajones». En todas aquellas ciudades se producían constantemente las mismas escenas de obreros muertos mientras que los objetivos industriales alcanzados eran pocos o ninguno. Las operaciones evitaban afectar la economía de guerra alemana, como si los anglosajones «temiesen que la guerra terminara demasiado rápido». Así que se mantenían intactos los altos hornos, cuya
«destrucción paralizaría de inmediato las industrias de transformación, que dejarían de funcionar por falta de materia prima». Se hacía cada vez más común
Es por lo tanto en medio de una atmósfera de rencor contra aquellos «aliados», tan complacientes con el Reich como antes y después de 1918, que se produjo el desembarco del 6 de junio de 1944. Se mantuvieron la cólera y la sovietofilia populares, otorgando al PCF una importancia que inquietaba al inminente Estado gaullista: «el desembargo ha quitado a su propaganda parte de su fuerza de penetración» pero
La poca simpatía comprobada en esa parte inicial de la esfera de influencia de Estados Unidos se mantuvo durante el periodo intermedio entra la liberación de París y el fin de la guerra en Europa, como puede comprobarse en los sondeos de opinión de la IFOP realizados después de la liberación –en la región de París– («del 28 de agosto al 2 de septiembre de 1944») y en mayo de 1945 –a escala nacional (ya citado) [40]. Únicamente después de la guerra fue desapareciendo, como ya dijimos, poco a poco al principio y luego bruscamente.
Y no quedan hoy en día muchas personas que recuerden que después de la batalla de las Ardenas (desde diciembre de 1944 hasta enero de 1945), donde se produjeron los únicos combates importantes de los anglosajones contra las tropas alemanas (con 9 000 muertos estadounidenses) [41], el alto mando de la Wehrmacht negoció febrilmente su rendición «a los ejércitos anglo-americanos y el traslado de las fuerzas [alemanas] al este»;
 que, a fines de marzo de 1945, «26 divisiones alemanas se mantenían en el frente occidental» únicamente con fines de evacuación «hacia el oeste» a través de los puertos del norte, «mientras que 170 divisiones se mantenían en el frente del este» y siguieron combatiendo ferozmente hasta el 9 de mayo (día de la liberación de Praga) [42];
 que el libertador estadounidense, cuyo ingreso nacional se había multiplicado por 2 gracias a la guerra, perdió en el Pacífico y en Europa 290 000 soldados entre diciembre de 1941 y agosto de 1945 [43], cifra similar a la cantidad de soldados soviéticos que murieron durante las últimas semanas de la caída de Berlín. El total de bajas estadounidenses en el Pacífico y Europa representa un 1% de los muertos soviéticos de la «Gran Guerra Patria», cerca de 30 millones de un total de 50 millones.
Entre el 6 de junio de 1944 y el 9 de mayo de 1945, Washington terminó de crear prácticamente todas las condiciones para reinstaurar el «cordón sanitario» que los rivales imperialistas ingleses y franceses habían construido en 1919 y para convertir en ogro al país que más estimaban los pueblos de Europa (incluyendo a los franceses).
El mito de la «guerra fría» merecería que se le aporten las mismas correcciones que habría que hacer al de la liberacion de Europa por los estadounidenses [44].

Fallo acusa a medios de haber sido "complacientes" con las Auc

El excomandante del bloque Catatumbo de las Auc, Salvatore Mancuso. / AP
El Tribunal Superior de Bogotá emitió polémicos conceptos en la condena contra el excomandante del bloque Catatumbo.
Por: María Flórez, El Espectador
Una controversial sentencia contra el excomandante paramilitar Salvatore Mancuso acaba de proferir el Tribunal Superior de Bogotá, con ponencia de la magistrada Alexandra Valencia. En el fallo quedó consignada una tesis que, de ser aceptada, le daría un vuelco al proceso de Justicia y Paz. Se pide que en adelante se pueda juzgar y condenar a miembros de la Fuerza Pública, funcionarios del Estado, comerciantes y empresarios por los crímenes que cometieron los paramilitares contra la población civil. La propuesta está sustentada en que los miembros de las instituciones y de los gremios que apoyaron y financiaron a las autodefensas hacían parte orgánica de esa estructura y, por tanto, son igualmente responsables de los delitos ejecutados por su ala militar.
No menos sorprendente resultó el análisis del Tribunal sobre el papel de los medios de comunicación en el conflicto armado. Según él, los medios fueron “complacientes” con el paramilitarismo, toda vez que publicaron extensas entrevistas con el máximo jefe de las Auc, Carlos Castaño Gil, en las que el desaparecido fundador de las autodefensas habría publicitado su discurso antisubversivo. Una posición cuestionable, a la que añadió la opinión de que la prensa “cumple un rol fundamental en la propagación y legitimación de los discursos de odio” proferidos por algunos funcionarios públicos. Además exhortó al Congreso a que tipifique la “ofensa” como un delito, de tal forma que las declaraciones de los representantes del Estado puedan ser investigadas y sancionadas.
Estas consideraciones, elaboradas por la ponente del fallo, recibieron serios cuestionamientos de parte del resto de los magistrados que integran la Sala de Justicia y Paz, quienes solicitaron la reelaboración del documento en repetidas ocasiones. No obstante, la sentencia finalmente fue proferida en esos términos.
En cuanto a Mancuso, juzgado en este proceso como comandante del bloque Catatumbo de las autodefensas, el fallo recordó que fue él quien planeó, junto con Carlos Castaño, la expansión del proyecto paramilitar en Norte de Santander. En mayo de 1999, bajo la comandancia del capitán retirado del Ejército Armando Pérez Betancourt, al menos 200 hombres fueron trasladados a la zona con el fin de ejecutar una serie de masacres que comenzaron en las veredas Socuavo y Carboneras, de Tibú, y que se extendió al resto del departamento. El interés de los ‘paras’ era apropiarse de los extensos sembrados de hoja de coca que controlaban las Farc y el Eln, hasta el punto que, según el propio Mancuso, lograron extraer del Catatumbo 119.600 kilogramos de pasta base entre 1999 y 2004, año de la desmovilización del bloque.
A esa fuente de financiación se sumaron las contribuciones obligatorias y voluntarias de los propietarios de estaciones de gasolina y de casas de cambio, comerciantes de Cenabastos y de sanandresitos, terratenientes, ganaderos y contrabandistas de gasolina. También figuraban como aportantes, según el Tribunal, Ecopetrol, la Central Termoeléctrica Tasajero y algunos miembros de Fedegán, empresas que “se vieron beneficiadas de la violencia a la que el bloque Catatumbo sometió a la población de Norte de Santander”. Entre los crímenes por los que Mancuso acaba de ser condenando se encuentran el asesinato de dos fiscales especializados, un concejal de Gramalote, una candidata al Concejo de El Zulia, dos investigadores del CTI, el rector de la Universidad Libre Seccional Cúcuta y la registradora municipal de Salazar de las Palmas.
La comisión de esos y otros crímenes, entre los que se incluyen secuestros, torturas y desplazamientos forzados, habría sido posible, en concepto del Tribunal, porque la Fuerza Pública “se apartó injustificadamente de su obligación legal de proteger a la población civil de las acciones delictivas del bloque, permitiendo su expansión y consolidación en la región”. Por eso ordenó investigar a miembros del Ejército, la Policía, la Fiscalía y el desaparecido DAS. El exfiscal general Luis Camilo Osorio también será investigado por cuenta de este fallo, teniendo en cuenta que fue él quien nombró a Ana María Flórez como directora seccional de Fiscalías de Cúcuta, condenada a 12 años de prisión por el delito de concierto para delinquir.
Otra solicitud consiste en determinar si se cometió algún delito durante el proceso de postulación y nombramiento de Mario Iguarán como fiscal general para el período 2005-2009. La determinación se tomó porque, según Benito Osorio Villadiego, exgerente del Fondo Ganadero de Córdoba y exgobernador de ese departamento, el presidente de Fedegán, José Félix Lafaurie, se reunió con Mancuso para solicitarle su apoyo en la elección de Iguarán. En ese sentido, será la Comisión de Acusación de la Cámara la encargada de esclarecer los hechos. El Tribunal también exhortó a la Unidad de Víctimas para que elabore y presente una iniciativa legislativa que permita destinar al Fondo de Reparación de las Víctimas los recursos de las entidades públicas “cuyas autoridades hayan colaborado con la llegada, consolidación y expansión de los grupos paramilitares, especialmente con el bloque Catatumbo”.
Mancuso, recluido en una cárcel de Virginia (Estados Unidos), fue beneficiado con la pena alternativa de ocho años de prisión contemplada en la ley de Justicia y Paz. Por orden del Tribunal de Bogotá deberá reconocer públicamente su responsabilidad por las violaciones a los derechos humanos cometidas en Norte de Santander y participar en distintos actos simbólicos que redignifiquen a las víctimas. En la sentencia, la primera en Colombia contra ese exjefe paramilitar, también fueron incluidos Jorge Iván Laverde Zapata, alias Iguano, y otros cuatro desmovilizados del desaparecido bloque Catatumbo.


mflorez@elespectador.com
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Imaginaciones fundadas / Alfredo Molano Bravo

'La última palabra es de la sociedad'

Para Kai Ambos, en el propósito de lograr la reconciliación entre los colombianos el proceso de paz debe ir más allá de lo penal. /Óscar Pérez
Kai Ambos es un reconocido profesor alemán, jurista y uno de los redactores del Estatuto de Roma. Esta es su visión sobre la justicia transicional y el derecho penal en el proceso de paz colombiano.
Por: Daniel Salgar Antolínez, El Espectador
- ¿Cuál es la relación entre los estándares internacionales de derechos humanos y los criterios de priorización y selectividad que se aplicarían en un modelo de justicia transicional en Colombia?
En el sistema penal siempre tenemos que seleccionar y priorizar. Lo que se hace ahora en Colombia con la estrategia de la Fiscalía en cuanto a los crímenes internacionales, sean de grupos paramilitares, el Estado o la guerrilla, tener el enfoque a los más responsables, la selección de los crímenes más representativos, priorizar es algo normal en el mismo sistema penal. Tal vez es más importante en situaciones de macrocriminalidad, por el mismo hecho de que tenemos muchos más crímenes y eso en el caso colombiano es más obvio. Tenemos tantos crímenes, tantos posibles autores de crímenes, que es imposible que un sistema, aunque sea un sistema más moderno como el alemán, pueda tratar todos esos crímenes.
- ¿No es una obligación del Estado investigar todos los crímenes?
Todos seguramente no. Uno podría hablar de la obligación de investigar y perseguir crímenes internacionales en sentido estricto, es decir, genocidio, crímenes de lesa humanidad, crímenes de guerra, como lo han dicho la Corte Interamericana y otras cortes. Si vemos la justicia de transición, o la justicia posconflicto, con la situación de un país que está en un proceso de paz, en una negociación con un actor tan importante com las Farc, uno tendría que repensar si esta posición muy dogmática, según la cual hay que perseguir “todos” los crímenes, es algo realista. Tenemos que poner otros modelos, por ejemplo justicia alternativa, comisión de verdad, etc.
- Modelos que no serían incompatibles con estándares internacionales.
No lo son. Sobre todo en una situación como la colombiana, donde tenemos una democracia formal como contexto y no tenemos una situación de crímenes de una dictadura como en el Cono Sur, que fueron los casos de la Corte Interamericana. Tenemos un estado democrático formal con instituciones, con prensa libre, y hay un grupo armado. Si uno quiere que dejen las armas, hay que ser más flexibles y no dar demasiada prioridad a la parte penal del asunto.
La opinión común es que las amnistías son incompatibles con los derechos humanos.
No es tan simple, depende de cada caso y del tipo de amnistía y crimen. Por ejemplo, si tomamos la ley 975, no es una amnistía sino una ley que reduce la pena. Son modelos alternativos. Hemos creado muchos modelos en los últimos 20 o 30 años en procesos también fuera de América Latina. Colombia es protagonista en esos modelos, la ley 975 fue absolutamente novedosa, en el sentido de que hubo un ingrediente de justicia penal en la justicia paralela, y una sanción mínima en vez de una amnistía.
Ahora tenemos que ser mucho más sofisticados, porque al final la cuestión es qué es mejor para la sociedad. Esa decisión la tiene que tomar la sociedad, no puede tomarla la Corte Interamericana, ni EE.UU. ni la Unión Europea. Es una decisión de los colombianos. Para mí, es mucho más importante la participación de la sociedad civil en estos procesos, la transparencia del proceso. El gran problema tal vez en la negociación con las Farc es si es suficientemente transparente para comunicar a la sociedad colombiana qué están negociando. Hay que ser inclusivo, llevar a la sociedad como negociador, para que sepa qué se negocia y qué debe aceptar.
- ¿Cuál es el valor de la verdad en el posconflicto?
Es muy importante. Es algo extrapenal. La pregunta es cómo se logra. Hay diferentes modelos, puede haber una comisión de verdad en sentido estricto, con autoridades nacionales donde los posibles autores tienen que aparecer y confesar —ese es el caso sudafricano, que tiene muchos defectos—. Hay otros modelos, como la Memoria Histórica en Colombia. Si uno ve los informes que produce Memoria Histórica, hay algo de verdad, pero tal vez necesitamos otros procesos. Cómo lograr la verdad es algo flexible y toma tiempo. En Alemania aún discutimos sobre nacionalsocialismo, aparecen críticas y nuevas investigaciones. Son procesos largos.
- Otro concepto importante es la reparación.
La reparación está desvinculada de la ejecución de una pena. Es más compleja y puede ser el reconocimiento mismo de que alguien sufrió como víctima. Poner un símbolo, un monumento, en el pueblo o en el lugar donde hubo una masacre. Tomar en serio a las víctimas. La parte penal es la que a veces es muy exagerada, ahí realmente la cuestión es si necesitas mandar la gente a la cárcel. Como el fin es la reconciliación, hay que pensar en qué puede contribuir el derecho penal para reconciliar a los colombianos. Si las víctimas se reúnen con sus victimarios y los victimarios piden disculpas honestamente —no como tal vez en el proceso de la ley 975—, y si uno cree como víctima que los victimarios sienten lo que hicieron, tal vez eso sea mejor que enviarlos a la cárcel. Esa reconciliación autor-víctima puede ser mejor.
- Usted ha dicho que no podrá haber amnistías totales...
Algo tienen que pagar, la cuestión es cómo definir ese pago. Las Farc no quieren aceptar penas de cárcel. La estrategia del ministro de Justicia concibe la pena impuesta pero no ejecutada. Hay que ofrecerles algo mejor, en la ley 975 dijimos ocho años mínimo como pena alternativa. Con las Farc, la solución podría ser imponer condenas o hacer procesos, pero nunca implementar la pena. Pero la cuestión no es legal aquí. Si uno tiene un referendo después del proceso y el pueblo en su mayoría acepta, la comunidad internacional debe aceptar. La última palabra la tiene la sociedad. La legitimidad del proceso viene por referendo. Para los colombianos mi consejo es: olvídense de todo lo internacional, la CPI, la Corte Interamericana, y resuelvan sus problemas internos, traten de llegar a la reconciliación. Es cien veces más importantes un seminario entre víctimas y victimarios en Barranquilla, que lo que digan cortes internacionales.

El documento que revela la verdad sobre Uribe por León Valencia

EU, el Estado terrorista número uno / Noam Chomsky

Victimizando las víctimas nuevamente

Domínico Nadal, Cambio Total.

Las víctimas siguen gravitando sobre la vida colombiana de manera indeleble. Los verdaderos criminales además del horror causado con su accionar contra las comunidades y personas que se atreven a denunciar los atropellos, amén de su accionar para causar ”terror”, han soportado aberraciones como en el caso de la ”desaparición de desaparecidos”, práctica ejecutada por los grupos narco-paramilitares que desenterraban los cadáveres y los tiraban al mar o a los ríos para que nunca se pudiera saber su paradero, o como en el caso de los ”hornos crematorios” al estilo hitleriano practicados en el departamento de Norte de Santander.

Ahora, las llamadas BACRIM –por orden de propias instituciones del Estado?- han producido una ”lista negra” de personas –entre ellas todas las víctimas que han ido a La Habana-, victimizando a las víctimas del Terrorismo de Estado.
Pareciera que hubiera toda una orientación institucional por callarle la boca a las víctimas, en especial a las víctimas del Terrorismo de Estado. Ya sabemos que los ejecutores son las BACRIM, pero sabemos también que en Colombia los grupos narco-paramilitares, llamados, neo-narco-paramilitares, no son una ”rueda suelta” en la práctica del Terrorismo de Estado. Todo eso está ”fríamente calculado”.

Sabemos también que el Estado y su Terrorismo de Estado es el responsable del 83% de las ejecuciones extrajudiciales, del 83,3% de las masacres y del 97,7% de las desapariciones forzadas, además de otras violaciones, y por ello no creemos que los determinadores y los ejecutores vayan a quedarse quietos ante la denuncia de sus crímenes y ante la exigencia de la aceptación de su responsabilidad penal y societal.

Ello lo hemos visto palpablemente en sus intentos tratar de pasar impunes ante la propia justicia colombiana y presentarse como ”héroes” en la ”lucha anti-subversiva” y para lograrlo cometen otros delitos, asesinado a las víctimas, es decir, tapando un delito con otro delito.

El Estado –y su gobierno- no quiere aceptar que el Terrorismo de Estado ha cometido sus crímenes  –y lo sigue haciendo- en personas civiles, desarmadas, no inmersas en el conflicto, en aplicación de lo contemplado en la DSN de ”secarle el agua al pez” (el agua los civiles, el pez la guerrilla). El caso de Jorge Noguera Cotes es ilustrativo (gobierno de Álvaro Uribe Vélez, ”Uribhitler”). Elaboró una ”lista negra” de líderes populares y académicos para su ejecución extrajudicial y la entregó al capo narco-paramilitar ”Jorge 40” para su ejecución, produciéndose el asesinato de connotados líderes populares, entre ellos Alfredo Correa D´Andréis. Ante la aberrancia de actuación la propia justicia burguesa colombiana lo condeno por ello.

Mas los verdaderos ”determinadores” siguen en la calle, ideando como tapar sus crímenes.

Habrá conducta más criminal que asesinar a las víctimas del Terrorismo de Estado? Afortunadamente, las FARC han entendido esta situación y ninguna de las víctimas ha sido re-victimizada por la guerrilla –lo que demuestra que en la guerrilla no hay orientaciones institucionales de causar daños a la población civil-, y por el contrario, sus sinceros y veraces muestras de arrepentimiento han tocado el corazón de las víctimas, con excepción de uno que otro que tiene incubado el odio en su mente.

Mas éstas muestras de arrepentimiento mostradas por la guerrilla, contrasta con la posición estatal de no pedir ni siquera perdón por los crímenes estatales del Terrorismo de Estado.


6 millones de víctimas más sus familas exigen sinceridad al Estado en el proceso de Paz de La Habana. Allá no se puede llegar con esguinces para evitar la responsabilidad. Allá se tiene que llegar ”con la verdad y nada más que con la verdad”.
 

Dossier Álvaro Uribe Vélez

Colombia Invisible - Unai Aranzadi

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Basta de Terrorismo de Estado

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