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Despedida de Cristian Pérez - Sí a la Paz

Colombia: Falsa Democracia

Colombia: Falsa Democracia
Falsa democracia

RECOMENDADO CAMBIO TOTAL

[Colombia] Falsa democracia II: la democracia burguesa

Hernando Vanegas Toloza, Postales de Estocolmo. En el artículo de ayer abordamos, someramente, la historia de la democracia burguesa ...

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“Un sector del Ejército está conspirando con 'paras' para reproducir lo que ocurrió con la UP”: Enrique Santiago

POR: 

ADRIANA LUCÍA PUENTES
Enrique Santiago, asesor jurídico de las Farc, alertó sobre la posibilidad de que se repita el asesinato selectivo de guerrilleros desmovilizados como sucedió con la Unión Patriótica. Dijo que hay un sector del Ejército que está conspirando contra la paz.
Enrique Santiago Romero, asesor jurídico de las Farc y miembro de Izquierda Unida y del Partido Comunista, aseguró que hay un sector del Ejército que está “conspirando contra el proceso de paz” y buscan “reproducir lo que pasó con la Unión Patriótica”.
Frente a la posibilidad de que se repita el asesinato selectivo de guerrilleros desmovilizados como sucedió con la UP, Romero dijo, en entrevista con el diario El Mundo de España, que “existe un riesgo de que algunos grupos intenten sabotear el acuerdo con las Farc”.  “Se han firmado unos acuerdos para combatir y erradicar el paramilitarismo, pero ese trabajo está sin hacer”.
“Hay un sector del Ejército, por fortuna muy minoritario, que está conspirando contra el proceso de paz y coordinándose con grupos 'paras' para intentar reproducir lo que ocurrió con la Unión Patriótica”, dijo al medio.
Agregó que, al momento, hay 40 defensores de derechos humanos y líderes comunitarios que “han sido asesinados en Colombia y todavía no existe ninguna condena contra los responsables”. 
Sobre el hedho de que este asesinato selectivo se esté dando recientemente, el asesor de las Farc dijo que “es preocupante” que en el Urabá y el Chocó  se esté presentando “un despliegue de grupos paramilitares con toda tranquilidad sin intervención alguna del Ejército”.
Romero sostiene que la actitud de las instituciones militares del país ha sido “unánime, transparente y eficaz en favor del proceso de paz”, pero que ”no caben dudas” de que existe un riesgo de disensión, aunque aseguró que “estas disidencias no alcanzan a la cúpula militar”. 
“Es un ejército muy grande, con más de medio millón de efectivos, y existe un riesgo de disensión, así sea un porcentaje muy reducido”.
El asesor jurídico dijo que “antes del plebiscito debería aplicar las medidas de seguridad acordadas”.

El guerrillero Ronald de las Farc cuenta cuando siete toneladas de bombas cayeron sobre el campamento guerrillero de Jorge Briceño, alias Mono Jojoy

El guerrillero Roland relata para el reportero Dick Emanuelsson el año 2012 cómo fue el bombardeo del campamento de Mono Jojoy el 22 de septiembre de 2010. FOTO: MIRIAM EMANUELSON


POR DICK Y MIRIAM EMANUELSSON, RESUMEN LATINOAMERICANO

Video:





El legendario comandante de las Farc,
Jorge Briceño, alias ´Mono Jojoy´ con
algunos de sus camaradas en armas.
Entrevista desde la selva colombiana en julio de 2012 en donde el guerrillero RonaldGuerrero cuenta las horribles horas y días cuando el Ejército Nacional y la Aviación colombiana (FAC) vomitaron siete toneladas encima el campamento donde se encontraba el legendario comandante de las Farc, Jorge Briceño (Mono Jojoy), integrante del Secretariado del Estado Mayor de las Farc.



El guerrillero Ronald, con 20 años en la insurgencia también relata como los guerrilleros se reagruparon y tomaron posiciones para defender su comandante y sus propias vidas. Fueron combates intensivos en donde los “Comandos Junglas” del Ejército Nacional sufrieron muchísimas bajas que el mismo general que dirigía las tropas regulares reconoció posteriormente.

 
Guerrilleros en una trinchera de un otro frente del Bloque Sur de las Farc. FOTO: DICK EMANUELSSON


Eran hombres y mujeres que dieron sus vidas contra un Ejército que al estilo estadounidense en Vietnam regaba la selva colombiana con sus armas destructivas pensando en el sueño Uribista que una solución militar era posible. Calcularon mal.

Historia de guerra y muertos

José María Carbonell, Cambio Total.

”No más Repúblicas Independientes”, dijo Álvaro Gómez.

Y desataron la Guerra. El presidente Valencia agredió a 48 campesinos que estaban constituídos en Autodefensas después de “La Violencia”, de la mano del imperio estadounidense, con 16.000 soldados, la aviación y la “peste negra”. Ellos cultivaban la tierra en una zona a la que nunca había llegado el gobierno. Hasta ese día para “restablecer la soberanía” en una zona que si algo había era soberanía ejercida por 48 campesinos (2 mujeres, 46 hombres).

Desataron la guerra y empezó el Segundo ciclo de “La Violencia”. Continuó la agresión y a los campesinos, a los pobres de la ciudad y del campo, los excluyeron de la vida nacional. Que en el fondo eso era lo que querían. Que en los recintos de los centros de poder solo retumbara el eco de sus voces. Las voces de los poderosos de Colombia.

Se profundizó la guerra, se degradó como toda guerra, y son casi 1 millón de víctimas mortales cuyas vidas han sido cercenadas porque los que son como Álvaro Gómez Hurtado no permiten que nadie, nadie, les dispute el favor de los ciudadanos. Ni se diga el poder porque el poder lo tienen bien asegurado. Ni siquiera que las voces de los campesinos que dicen ”hayga” profane los ”recintos sagrados” de la corrupción, o sea, los centros de poder.

Mas el ”enano se les creció”. Ante la violencia ejercida por las fuerzas militares y después por los militares-narcoparamilitares, no había otro camino que “enmontarse” o exiliarse. La inmensa mayoría de los perseguidos, de los excluídos, decidió enmontarse. Ya hoy no son 48, ahora son más de 16.000. Los cuales, a golpes de fusil, los obligaron –al Bloque de Poder- a sentarse en una Mesa de Negociación y ésta vez si firmar un Acuerdo Final que posibilita concretar todas las reivindicaciones largamente conculcadas.

“No más impunidad para las FAR”, dice Álvaro Uribe Vélez.

El Narco-paramilitar No 82 ex-presidente y hoy senador Uribe Vélez no quiere que haya Paz en Colombia. Él adelantó “el Corralito de Ralito” con los narco-paramilitares para institucionalizar en narco-paramilitarismo en las estructuras de poder y como los “capos” narco-paramilitares tenían otra vision los extradite a los Estados Unidos. Hoy suena su clarín desafinado llamando a más guerra. Utiliza un galimatías y proclama que él “quiere el NO para alcanzar el SÍ”, o sea, quiere más guerra para alcanzar la Pax de los sepulcros, que es la única paz que merecen quienes osan mancillar los recintos sagrados del poder corrupto en Colombia, en momentos en que se ha firmado el más justo Acuerdo para la Paz jamás concebido en el mundo.

Se cuida de decir que la guerra que él quiere debe ser librada entre pobres contra pobres –como siempre-, ya que él no envió sus dos parásitos hijos ni siquiera a pagar el Servicio Militar Obligatorio. Qué cobardes!!!


Mas contra esas posiciones, la de Gómez en los años 60 y la de Uribe hoy, se alza un pueblo con capacidad de lucha que está dispuesto a alcanzar la Paz al precio que sea. Así éste precio sea el de la muerte ya que ”es preferible morir de pié que vivir encadenado” a la guerra.

¿Quieren de verdad las FARC dejar las armas? - Revista SEMANA (Video)

"La Habana no es Ralito": investigador Manfredo Koessl

El analista especializado en el fenómeno del paramilitarismo compara los dos más recientes procesos de paz en el país. Cuál es tu opinión sobre lo plasmado por el autor?
Por: Manfredo Koessl / Especial para El Espectador, Alemania. 


Foto: Archivo
Foto de un integrante de las Autodefensas Unidas de Colombia en 2001 en Santa Fe Ralito.
Colombia es uno de los pocos países en el mundo en el que ha habido tantos procesos de paz y reinserción. De esta manera, surge la tentación de compararlos entre sí y luego de analizar profundamente el acuerdo de Ralito, me ha llamado la atención algunas similitudes y diferencias con el actual proceso de paz: La Habana no es Ralito. 
 
¿Qué tienen ambos acuerdos en común? Para empezar la férrea voluntad de los presidentes electos de concretar el acuerdo, sorteando críticas y retrocesos. 
Un acuerdo de paz resultaba indispensable tanto para Uribe en 2002, como para Santos en 2010, y si para ello debían sobreponerse a promesas, ideologías y posturas políticas defendidas en el pasado, no dudaron en hacerlo.
 
Ambos procesos afrontaron también el desafío de lograr un delicado equilibrio entre acordar la paz con un grupo armado con nexos con el narcotráfico y, al mismo tiempo, mantener el apoyo de los Estados Unidos, uno de los socios más importantes de los gobiernos de Colombia y muy sensible a este tema y cuyas solicitudes de extradición pendían como una espada de Damocles sobre los participantes de las mesas.
 
El cumplimiento de lo pactado
 
Por último, y no menos importante, es la duda acerca de si realmente el Estado podrá cumplir con sus promesas a los reinsertados. Este tema ha sido siempre uno de los talones de Aquiles de los procesos colombianos, ya que el incumplimiento de las promesas ha sido una constante que indujo a que muchos de los reinsertados volvieran a tomar las armas al poco tiempo.
 
Pero, debe señalarse que las diferencias entre ambos procesos resultan, a fin de cuentas, sustanciales. Esto se debe principalmente a que las Autodefensas Unidas de Colombia ni eran autodefensas -pese a sus denodados esfuerzos para que se les reconociera este apelativo- ni estaban unidos: lo que Carlos Castaño había hecho era unir formalmente a un grupo de jefes paramilitares para poder firmar una paz que les permitiera mantener el capital económico que habían obtenido y adquirir capital político. A ese grupo se sumaron narcotraficantes que, aprovechando las características del habitus colombiano de los procesos de paz y reinserción, buscaban sumarse a una mesa de negociación porque, como he llegado a la conclusión en mi libro “La Violencia y Habitus. Paramilitarismo en Colombia” sobre el paramilitarismo en Colombia es más beneficioso ser catalogado como un criminal por delitos contra la humanidad, que como un simple traficante de drogas, deslegitimando aún más el proceso. 
 
La comunidad internacional
 
Otro elemento muy importante es que Santos supo leer mejor la realidad internacional. Ya no es posible realizar acuerdos de paz con grupos alzados en armas sin el apoyo, o por lo menos la aceptación de la comunidad internacional. 
 
Los cambios ocurridos en las últimas décadas en las relaciones internacionales, en la economía mundial y en la información a la que accede la población en el mundo fueron muy subestimados por Uribe, que uso estrategias que eran válidas hasta la década de los ochenta, pensando que ofreciendo al mundo una realidad de hechos consumados alcanzaba para que se le aceptaran y avalaran los acuerdos. 
 
También en la política interna Uribe subestimó los cambios en la sociedad colombiana. La fuerte presencia de las ONG defensoras derechos humanos, las facilidades que el internet le ofrecía a la población para informarse, generaron que los discursos del Gobierno y de los jefes paramilitares mostrando a las AUC como defensores del Estado que se “autodefendieron” se contrastaran con una realidad de persecución y masacres contra la población civil, bajo la estrategia de “quitarle el agua al pez” con decenas de miles de víctimas, al mismo tiempo que estos paramilitares se enriquecían con estos hechos. Así, no resultó una sorpresa que amplios sectores de la población se opusieran a estos acuerdos.
 
De esta manera, la tinta aún no estaba seca y el acuerdo de Ralito ya estaba desprestigiado nacional e internacionalmente, no era tomado en serio ni por los jefes de las AUC que lo veían como una herramienta para aumentar su capital político y asegurarse el económico y así, parafraseando a Alfredo Rangel, el acuerdo significó una desmovilización sin desmovilizaciónun desarme sin desarme y una reinserción sin reinserción. Con ello, la extradición de los principales jefes a los Estados Unidos y el regreso de muchos reinsertados a la violencia por medio de las Bacrims o neoparamilitares, no sorprendió realmente a nadie.
 
Una clara diferencia
 
En tal sentido, independientemente de la opinión que se tenga de las Farc, no se puede negar que su organización se ha mantenido en el tiempo, ni que el acuerdo tiene el aval de sus militantes y dirigentes. El acuerdo tiene también un amplio apoyo de la comunidad internacional y el 2 de octubre sabremos si obtiene el aval más importante: el de la sociedad colombiana.
 
Por otra parte, nos encontramos también con otras dos grandes diferencias, que se relacionan íntimamente entre sí: la debilidad política de Santos, en contraposición a la alta imagen positiva que tenía Uribe durante sus mandatos, y la novedad del plebiscito, necesario para tratar de compensar esta debilidad del ejecutivo. Esta debilidad política de Santos puede afectar seriamente el resultado del plebiscito pero, por el otro lado, si se logra un plebiscito exitoso, esto será mérito de la ciudadanía colombiana en la búsqueda de la paz.
 
La diferencia sustancial entre ambos acuerdos se observará, empero, si en el futuro el proceso tiene éxito o no. Para ello deberá responderse afirmativamente a dos preguntas pendientes para los años posteriores al 2 de octubre: ¿Podrá el Estado colombiano cumplir con el acuerdo? ¿Los actores económicos –empresas, elites centrales y locales- apoyarán al Estado frente a este desafío? Porque una cosa no será posible sin la otra.
 
* Abogado, analista político y doctor en ciencia política de la Universidad de Hamburgo.
 

Dossier Álvaro Uribe Vélez

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